El bar que nunca cerraba
El Palermo, donde se rod¨® uno de los videoclips del ¨²ltimo disco de C. Tangana y lugar de encuentro de m¨²sicos, fot¨®grafos y cineastas, lleva meses en plena agon¨ªa
Tragaperras se pasea indiferente junto al billar, justo en el mismo sitio donde Andr¨¦s Calamaro se marc¨® un John Cobra en toda regla. El gato no sabe, o quiz¨¢ s¨ª, que ah¨ª, hace no mucho tiempo, Calamaro, en pleno ¨¦xtasis fiestero, se llev¨® la mano al paquete mientras hac¨ªa morritos y cantaba, acompa?ado de C. Tangana, uno de esos versos dif¨ªciles de olvidar, para bien y para mal: ¡°Tengo una flor en el culo / Y un camello en Hong Kong / Tengo un cohete en el pantal¨®n¡±. Como muchos videoclips, era todo una ilusi¨®n, pero en este caso m¨¢s. Porque hoy, y desde hace meses, el billar est¨¢ tapado y las luces apagadas. Tampoco hay camarero sirviendo copas ni Julia de Castro bailando ni en la barra espera sentado Jorge Drexler. En El Palermo no hay nada ni nadie.
Al igual que tantos bares due?os de la noche, El Palermo sigue cerrado a causa de la pandemia. ¡°Abrir es romper billetes¡±, dice Carola Leoz, encargada de este bar que siempre ha funcionado desde su apertura en 1992 como un espacio distinto, mucho m¨¢s all¨¢ de una simple barra y atrayendo a cierto frenes¨ª cultural a la zona de Arturo Soria, algo que tiene m¨¦rito en una ciudad como Madrid tan concurrida en su nuez urbana. El ¨²ltimo en aparecer ha sido el m¨¢s solicitado por todos y encima en el momento menos esperado: C. Tangana y cuando el bar lleva cerrado desde agosto. Little Spain, la productora del m¨²sico, buscaba un bar con ¡°aire clandestino¡± para el videoclip de Hong Kong y lo encontr¨® en El Palermo. ¡°Me hizo cortocircuito la cabeza cuando supe que ven¨ªa C. Tangana¡±, confiesa Carola, que llevaba tanto tiempo con el bar cerrado que lo ¨²ltimo que se esperaba era eso. ¡°Le flip¨® la ac¨²stica al entrar, aplaudi¨® y dijo que el videoclip se grababa con el sonido en directo¡±, a?ade. Y as¨ª fue. Hong Kong no falsea el sonido ambiente.
Con su peque?o escenario esquinado, El Palermo siempre ha sido un lugar para la m¨²sica y no solo porque a Carola le encant¨¦ el rock y se trabaj¨¦ tambi¨¦n en 360?, una empresa de contenidos musicales para restaurantes. En el bar siempre han dado a conocer bandas. Algunos m¨²sicos llegaban y se pon¨ªan a cantar sin avisar, pero otros muchos se programaban con el fin de mostrar nuevo talento. Ha habido jam sessions, mucho blues, cantantes emergentes del pop y el rock y alg¨²n que otro conocido como Coque Malla, quien le gustaba dejarse caer con su proyecto Las Mentiras, un d¨²o que form¨® a principios de siglo XXI con Alex Olmedo. ¡°Lo llam¨¢bamos Los mi¨¦rcoles de Las Mentiras. Pod¨ªan tocar, como pinchar, como no aparecer¡ Pero el mi¨¦rcoles era su d¨ªa y lo pasaban muy bien¡±, cuenta Carola, que entonces era una ni?a que se mov¨ªa por el bar casi como Tragaperras, sin llamar mucho la atenci¨®n, pero atenta a todo.
Carola se hizo cargo de El Palermo en septiembre de 2014. Le tom¨® el relevo a sus padres, Rafael Leoz y Sandra Mundy, que abrieron en 1992 este bar que descansa en una de esas casas caracter¨ªsticas de triple planta que surgieron dentro del proyecto de Ciudad Lineal, esa idea ut¨®pica que a finales del siglo XIX tuvo el urbanista Arturo Soria, que propuso crear la calle m¨¢s larga del mundo, que ¡°llegase hasta Mosc¨² o Pek¨ªn¡±, ante la escasez de viviendas para obreros y el precio del suelo en el centro de Madrid. Estas casas conviven desde hace muchos a?os con urbanizaciones con piscina y residencias de lujo, pero El Palermo naci¨® con un esp¨ªritu gamberro. ¡°Mis padres hac¨ªan fiestas semanales en Cruz del Rayo. Eran m¨ªticas. As¨ª que se vinieron a esta zona para tener dos estudios en una misma casa y, as¨ª, uno fuera para las fiestas y el otro para dejar los cuadros que mi padre pintaba y que entre tanto cachondeo se romp¨ªan¡±, cuenta Carola con una sonrisa. De hecho, el estudio de las fiestas empez¨® a funcionar en 1990. Era ¡°el sitio donde se pinchaban vinilos y hab¨ªa una barra¡± hasta que en 1992 decidieron empezar a cobrar por ello. Naci¨® el bar, como escondido en la planta baja de una casa ajardinada y donde lleg¨® primero el billar, luego un futbol¨ªn y despu¨¦s una diana de dardos.
El Palermo ha sido siempre una especie de im¨¢n para m¨²sicos, actores, cineastas, fot¨®grafos y gente de la far¨¢ndula m¨¢s dispar. El Gran Wyoming es ¡°buen amigo¡± desde hace muchos a?os. Pedro Almod¨®var, Alex de la Iglesia y David Trueba lo han visitado en muchas ocasiones. Tambi¨¦n fot¨®grafos como Peter Muller, Luis Bailon y Alberto Garc¨ªa Alix. Fue un lugar recurrente de Antonio Vega para esconderse de los focos mientras otros aprovecharon para pegarse buenas fiestas hasta entrada la noche como Mot?rhead o Pat Metheny. Quique Gonz¨¢lez sol¨ªa ir all¨ª a escribir canciones sentado cerca de la barra. Carola, que ha tenido que volver a vivir a Palermo con sus padres porque no ingresa ¡°cash¡±, lo recuerda con cari?o porque siempre ha sido muy fan: ¡°Nunca le dec¨ªa nada hasta que ya mucho tiempo despu¨¦s me lo presentaron tras un concierto y se lo coment¨¦¡±. Ahora son amigos y el m¨²sico suele celebrar alguna fiesta privada all¨ª. No es el ¨²nico. El Palermo, como bien reconoce su encargada, es por encima de todo ¡°un lugar para pasarlo bien¡±.
Solo que ahora, aqu¨ª, en este bar solo lo pasa bien Tragaperras, movi¨¦ndose a su aire, due?o de un bar que antes nunca cerraba.
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