?lex de la Iglesia, una monta?a rusa de dolor, emoci¨®n y risas congeladas
La Filmoteca dedica un ciclo de dos meses al director de cine, con una exposici¨®n desde octubre que permitir¨¢ descubrir los procesos creativos de sus filmes
?lex de la Iglesia en la Filmoteca Espa?ola. Los viejos cin¨¦filos arquear¨¢n las cejas; los j¨®venes saltar¨¢n exultantes en las butacas. Y es hora de este homenaje, de este ciclo, porque cineastas tan glotones de pel¨ªculas como De la Iglesia hay pocos. Glotones y creadores. No hay que olvidar que tiene a punto de estreno (ir¨¢ al festival de Sitges) Veneciafrenia, tiene en posproducci¨®n otra pel¨ªcula (El cuarto pasajero) y est¨¢ metido en la producci¨®n para HBO de la segunda temporada de 30 monedas. No entiende estar parado, no comprende la vida sin rodajes. A sus 55 a?os, el bilba¨ªno bulle como cuando se lanz¨® a hacer en 1990 el cortometraje Mirindas asesinas.
La Filmoteca ha decidido titular su ciclo Tragedias grotescas, comedias diab¨®licas. Por un lado, resume su obra, llena de desaforados retratos de personajes grotescos, u obligados a encarar situaciones diab¨®licas. Por otro, se hace complejo embotellar a De la Iglesia en cuatro palabras. Su actividad y su ambici¨®n creativa nunca han cesado, y no hay m¨¢s que asistir a uno de sus rodajes para comprender que jam¨¢s entendi¨® un no por respuesta. Ha filmado ciencia ficci¨®n, terror, comedia grotesco-costumbrista; ha dirigido guiones propios, coescritos con Jorge Guerricaechevarr¨ªa o de encargo; ha abierto un camino en el cine espa?ol por el que se ha zambullido una generaci¨®n entera de cineastas espa?oles. Su primera pel¨ªcula, Acci¨®n mutante (1993), ya arroll¨® a los patios de butacas patrios con su olla burbujeante con un guiso de naves especiales, referencias espa?olas absolutamente ca?¨ªs, y un Antonio Resines seco, escueto, en s¨®lida confrontaci¨®n con lo que le rodeaba. Acci¨®n mutante fue el ¡°s¨ª se puede¡± del cine espa?ol de inicios de los noventa.
Un ciclo de dos meses
Durante los dos meses que la Filmoteca va a homenajear al cineasta, el p¨²blico podr¨¢ descubrir la pasi¨®n de De la Iglesia por re¨ªrse de la iconograf¨ªa oficial, por trasladar la acci¨®n a lugares y edificios m¨ªticos que tras su paso resuenan de manera distinta en el imaginario colectivo: todo el mundo recuerda el edificio Schweppes de El d¨ªa de la bestia, pero en esa misma pel¨ªcula otras m¨ªticas secuencias revierten el conocimiento previo de sitios como las Torres KIO o la bas¨ªlica de Aranzazu de Oiza. ?Y la Puerta de Sol y las cuevas navarras de Las brujas de Zugarramurdi? ?Y la estaci¨®n de Pr¨ªncipe P¨ªo y la cruz del Valle de los Ca¨ªdos en Balada triste de trompeta, ganadora de los premios a la mejor direcci¨®n y guion del festival de Venecia? ?Y el teatro romano de Cartagena en La chispa de la vida? ?Y los rostros de Raphael, Carmen Maura, Mario Casas, Blanca Su¨¢rez, ?lex Angulo, Santiago Segura, El Gran Wyoming, Terele P¨¢vez o Sancho Gracia? En manos de De la Iglesia son todos santuarios de la interpretaci¨®n mancillados y reconstruidos por ese ni?o en cuerpo de director.
El p¨²blico podr¨¢ descubrir la pasi¨®n de De la Iglesia por re¨ªrse de la iconograf¨ªa oficial, por trasladar la acci¨®n a lugares y edificios m¨ªticos que tras su paso resuenan de manera distinta en el imaginario colectivo
La carrera de De la Iglesia se ha cimentado en el ¡°?Por qu¨¦ no?¡± y en el ¡°?Y s¨ª?¡±. En 1997 ya estaba rodando en EE UU Perdita Durango, una adaptaci¨®n de Barry Gifford con Javier Bardem, Rosie P¨¦rez, James Gandolfini (en su carrera pre Los Soprano), Alex Cox y Don Stroud. Un reparto ¨²nico, extra?o, inconfundible, creado por alguien que devora cine sin prejuicios y que por tanto sabe en cualquier secuencia de una pel¨ªcula de serie B puede esconderse una joya. ?Guerra Civil, payasos y Valle de los Ca¨ªdos? ?Por qu¨¦ no? Y pare Balada triste de trompeta. ?Le dejan componer cartas de amor a mundos que le marcaron y que ya no existen? 800 balas y Muertos de risa.
?A qui¨¦n recuerda De la Iglesia, con la idiosincrasia espa?ola palpitando en sus venas, con su viciosa costumbre de mezclar humor y asesinatos, con su inconmensurable capacidad creativa, sus sard¨®nicas retratos de las pasiones que mueven a los seres humanos, sus risas y sus llantos, a sus explosiones de sangre, brujas, demonios y claroscuros? A Francisco de Goya. De la Iglesia es ese artista que como si fuera un Francis Bacon barroco con risa nerviosa plasma en im¨¢genes d¨¦cadas de Espa?a. La peor Espa?a, puede, pero la m¨¢s interesante y divertida, tambi¨¦n.
La Filmoteca ha entendido la oportunidad y al ciclo le acompa?a la exposici¨®n Del cine como una de las bellas artes, que se inaugurar¨¢ el 6 de octubre en la sede de Filmoteca (calle de la Magdalena, 10), que permitir¨¢ conocer de primera mano (porque por supuesto De la Iglesia colecciona y guarda todo lo imaginable) los procesos creativos de sus filmes, y descubrir la pasi¨®n de un cineasta que antes so?¨® con ser historietista y dibujante ¡ª¨¦l se ha declarado hijo espiritual de Alex Raymond, Stan Lee y V¨¢zquez¡ª. Habr¨¢ dise?os propios (uno de sus primeros trabajos acreditados en el cine es la direcci¨®n art¨ªstica de Todo por la pasta (1991), de Enrique Urbizu, guiones, carteles, storyboards, planes de rodaje... Adem¨¢s, las pel¨ªculas de la retrospectiva ser¨¢n presentadas por sus compa?eros de aventuras (actrices y actores, directores de arte, fotograf¨ªa, guionista...). ?l mismo estar¨¢ presente el pr¨®ximo jueves antes de la proyecci¨®n de El d¨ªa de la bestia.
Y a¨²n queda otra fiesta: en paralelo al ciclo, el mismo De la Iglesia ha seleccionado nueve filmes que han ¡°formado o deformado¡± su trayectoria cultural. ¡°No est¨¢n todas las que son, pero sin duda son todas las que est¨¢n. Ni grandes ni peque?as, ni buenas ni malas. Eso lo dejo para los cr¨ªticos o los curas. Las pel¨ªculas son como la gente: aburrida, apasionante, contradictoria, enferma. Definirse a trav¨¦s de obras maestras es pretencioso y falso: pocos se atreven a reconocer que lo perverso o est¨²pido forma parte de su educaci¨®n. Deducir que tienes algo que ver con Hitchcock porque te gusta es, como m¨ªnimo, rid¨ªculo. Sin embargo, Mario Camus es alguien que me es cercano, aunque en nuestras pel¨ªculas no se adviertan demasiadas coincidencias. He seleccionado una cuantas que me enloquecen. El criterio de legitimaci¨®n es el impacto o la erosi¨®n que provocan en mi cerebro, porque de eso se trata, de no ser el mismo tras la proyecci¨®n¡±. Sus palabras en el texto que acompa?a a estos trabajos no dejan de ser un exacto espejo que refleja la obra del gran cin¨¦fago.
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