Los beneficios de los huertos vecinales urbanos: la semilla que reverdece las ciudades
Espacios verdes autogestionados florecen y respiran en distintos municipios espa?oles gracias a la labor de implicados vecinos. M¨¢s all¨¢ de cubrir un peque?o paso hacia la soberan¨ªa alimentaria, sus frutos se orientan hacia la integraci¨®n social y la transici¨®n ecol¨®gica

Pocos en la ciudad lo saben, pero a la entrada de C¨¢diz, a corta distancia de la playa de Cortadura, brotan del suelo tomateras, puerros, acelgas, habas, sand¨ªas y todo tipo de plantas arom¨¢ticas. Se trata de La Parcela, el inesperado vergel de 2.000 metros cuadrados levantado por la asociaci¨®n La Mar de Verde, que trata de tejer una red de huertos urbanos autogestionados en la ciudad andaluza. En los bancales, los socios acuden a velar por sus cultivos, a cosechar lo que est¨¦ listo o, tras varios d¨ªas de intensas lluvias, a retirar caracoles, m¨¢s r¨¢pidos en comerse la cosecha de lo que se puede sospechar. No hay tendido el¨¦ctrico, la ca¨ªda de la tarde marca el final del trabajo en el huerto. El proyecto de la asociaci¨®n convive en el tiempo con un resurgido inter¨¦s por las posibilidades de la horticultura, que no se achanta ante los espacios peque?os ni en los entornos urbanos.
Mar¨ªa Jos¨¦ Mariscal es una de las encargadas del mantenimiento del huerto. Con cuidado, trasplanta al sustrato nuevos cepellones. ¡°Nuestro planeta es nuestra casa, es importante para nosotros contribuir a su cuidado. Al reverdecer la ciudad conseguimos reducir el di¨®xido de carbono y bajar las temperaturas en verano¡±, explica, al tiempo que enumera los beneficios de un espacio como La Parcela, que van desde favorecer una alimentaci¨®n m¨¢s saludable de base vegetal hasta trabajar sobre el estr¨¦s y los ritmos de vida que marcan nuestro tiempo. ¡°Queremos que los ciudadanos aprendan que no hay que tener un terreno o un jard¨ªn para poder cultivar, que podemos hacerlo en la ciudad utilizando los maceteros de los balcones, terrazas y azoteas, jardineras, mesas de cultivo o huertos verticales¡±.
La Mar de Verde naci¨® como una posibilidad de reconversi¨®n laboral y se constituy¨® como asociaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro en 2017. Ram¨®n Garc¨ªa Almozara, socio fundador, relata sus inicios y ra¨ªces para EL PA?S en el invernadero de la asociaci¨®n, que hace las veces de escuela y de lugar de reuniones, y que est¨¢ situado en Segunda Aguada, uno de los barrios m¨¢s poblados de la ciudad. ¡°La mayor¨ªa de los gaditanos cree que no tenemos cultura agraria. C¨¢diz no conoce su historia¡±, reflexiona Garc¨ªa Almozara. ¡°S¨ª que hubo esa resiliencia, esa convivencia y esa autosuficiencia en C¨¢diz. Entonces se llamaba a los lugares y personas por el nombre de la huerta. Una tradici¨®n que ahora tenemos que recuperar y que descansa en la sabidur¨ªa popular.¡± Explica que los huertos que la asociaci¨®n mantiene vivos se etiquetan bajo la categor¨ªa de demostrativos, es decir, ¡°lo que se obtiene como resultado se utiliza como herramienta para el tejido social¡±. Huertos que prueban a sus vecinos que esas pr¨¢cticas hort¨ªcolas son posibles en el contexto de la ciudad, y que traen consigo una perseguida transformaci¨®n en su comunidad.

Como La Parcela, otros espacios verdes afloran en la orograf¨ªa de las ciudades impulsados por vecinos, que se constituyen en asociaci¨®n para impulsarlos. En el caso de Esta Es una Plaza, situada en el barrio de Lavapi¨¦s (Madrid), se repite la f¨®rmula de La Mar de Verde: el convenio mediante el cual el Ayuntamiento realiza una cesi¨®n del terreno acotada en el tiempo. Esta iniciativa vecinal madrile?a es ya veterana, suma 14 a?os de historia y estrena ahora una nueva cesi¨®n de cuatro a?os prorrogable a otros cuatro, conseguida mediante concurso p¨²blico.
Un modesto huerto convive aqu¨ª con merenderos, murales, un peque?o parque infantil e incluso un anfiteatro. Su historia la narra Xos¨¦ Ramil, secretario de la asociaci¨®n hom¨®nima, quien estuvo all¨ª desde su primera andadura en 2008. Todo comenz¨® con un taller sobre gesti¨®n de espacios urbanos, celebrado en La Casa Encendida, en el que participaron arquitectos y expertos del ¨¢mbito medioambiental. ¡°Finalizado el taller, se pidi¨® al Ayuntamiento que se cediese el espacio del n¨²mero 24 de la calle Doctor Fourquet, que llevaba 40 a?os abandonado, para poner en pr¨¢cticas los resultados en una intervenci¨®n de unos 15 d¨ªas¡±, explica. ¡°Muchos vecinos se sumaron para hacer m¨¢s agradable el espacio al ver que se empezaba a limpiar y a organizar.¡± Al t¨¦rmino del plazo que deb¨ªa durar la intervenci¨®n, los vecinos no quer¨ªan desprenderse de lo que hab¨ªan creado. Se hab¨ªan instalado los bancales del huerto y habilitado espacios para distintas actividades. Ramil recuerda el sentimiento de desolaci¨®n el d¨ªa que el Ayuntamiento mand¨® una excavadora para deshacerlo todo, considerando la iniciativa de los vecinos como una ocupaci¨®n. ¡°Los vecinos empezaron a organizar unas manifestaciones en forma de desayunos frente a la puerta de la plaza para reivindicar el espacio. Y, finalmente, el Ayuntamiento acept¨® su cesi¨®n. Pero se necesitaba una figura legal, y as¨ª fue c¨®mo se cre¨® la asociaci¨®n¡±. Aunque naci¨® con fines instrumentales, la asociaci¨®n de Esta Es Una Plaza decidi¨® trabajar sus estatutos para convertirse en una con fines de custodia, ¡°recuperando esa figura del ¨¢mbito rural que es la custodia del territorio y traslad¨¢ndola al urbano¡±.
El huerto de Esta Es Una Plaza est¨¢ m¨¢s orientado a la pedagog¨ªa que al autoconsumo. ¡°Tiene una labor de aprendizaje¡±, expone Ramil. ¡°Para ense?ar a cultivar y hacer que los vecinos se vinculen con la tierra¡±. Un bancal se destina para que los ni?os realicen talleres y aprendan sobre semillas, cultivos, cosechas y temporadas de siembra.
Una herramienta ¨²til en el contexto de la emergencia clim¨¢tica
La bot¨¢nica y activista clim¨¢tica Robin Wall Kimmerer defiende en su ensayo Una trenza de hierba sagrada (Capit¨¢n Swing, 2021) que el despertar de la conciencia ecol¨®gica necesita de la capacidad de reconocer y celebrar el entorno vivo tanto como de la restauraci¨®n de la relaci¨®n con ¨¦l. Los huertos urbanos de gesti¨®n colectiva brindan esa oportunidad de enraizamiento.

En la ciudad de Nueva York, los vecinos del jard¨ªn comunitario de Coney Island lo aprendieron en su lucha por salvar el espacio del desarrollo inmobiliario. Raymond Figueroa, presidente de la New York City Community Garden Coalition, descubri¨® en el proceso que conseguir la denominaci¨®n de ¨¢rea medioambiental clave (Critical Environmental Area) pod¨ªa convertirse en la herramienta legal oportuna para proteger estos espacios desde un punto de vista jur¨ªdico. M¨¢s all¨¢ de las posibilidades de soberan¨ªa alimentaria y de desarrollo social que estos ofrecen, Figueroa contaba a Civil Eats que los jardines comunitarios ¡°son m¨¢s que lugares de ocio urbano, son importantes veh¨ªculos para el desarrollo comunitario, la sostenibilidad y los recursos de soberan¨ªa alimentaria.¡±
La existencia de espacios verdes accesibles para los vecinos de los entornos urbanos es tambi¨¦n fundamental para consolidar su relaci¨®n con el ecosistema que habitan. En Perdiendo el Ed¨¦n (Gatopardo Ediciones, 2021), la escritora y periodista Lucy Jones recuerda que ¡°las poblaciones vulnerables pasan menos tiempo en ¨¢reas naturales, en pueblos y ciudades hay menos parques en las zonas desfavorecidas que en las pr¨®speras. Los ni?os que habitan zonas desfavorecidas tienen nueve veces menos posibilidades de tener acceso a la naturaleza a trav¨¦s de ¨¢reas verdes y espacios de juego que los ni?os de las zonas ricas¡±. El silvicultor urbano Cecil Konijnendijk lanzaba como propuesta la regla 3/30/300 como un modelo posible en el camino de reverdecer los n¨²cleos urbanos: ser capaz de ver tres ¨¢rboles desde la ventana, habitar un distrito con un 30% de cobertura vegetal y a un m¨¢ximo de 300 metros del ¨¢rea verde m¨¢s cercana tendr¨ªa efectos positivos en la salud mental, seg¨²n un estudio del Instituto de Salud Global (ISGlobal) realizado en Barcelona.
En Esta Es Una Plaza han comprobado que el huerto es tambi¨¦n una herramienta excelente para crear barrio, para generar y fortalecer lazos entre vecinos. ¡°El huerto es una actividad que une mucho a la gente, que desencadena muchas conversaciones. Es de las actividades que m¨¢s sirven para crear v¨ªnculos¡±, explica Xos¨¦ Ramil. ¡°Estos espacios demuestran que las ciudades no est¨¢n dise?adas para las personas. Hay determinados barrios en los que se nota much¨ªsimo, en el barrio de Lavapi¨¦s hay esta falta de espacios verdes, espacios donde poder estar.¡± Dice notar la importancia del espacio para los vecinos cada vez que toca renovar la cesi¨®n: ¡°Los vecinos se vuelcan. Los ayuntamientos, las instituciones, tienen mucho que aprender de estos espacios para crear otro tipo de ciudades mucho m¨¢s habitables.¡±
Al preguntar a Ram¨®n Garc¨ªa Almozara por el impacto de los huertos de La Mar de Verde entre los vecinos de C¨¢diz, este matiza que depende de c¨®mo despierte su inter¨¦s, su capacidad de sorpresa, ante algo ¡°que siempre ha estado ah¨ª, aunque lo vayamos olvidando¡±. ¡°Se trata de llevar dentro la semilla y saber plantarla, es decir; de transformar nuestras capacidades en recursos¡±.
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