Inter¨¦s, belleza y rareza: el coleccionismo de libros, la pasi¨®n que (todav¨ªa) escapa de las garras del mercado del arte
En el mundo de los bibli¨®filos y de las librer¨ªas de fondo antiguo definen el fervor por los libros como algo que roza la enfermedad. Quien empieza, atra¨ªdo por la curiosidad, por lo general no para. Los pisos peque?os, reconocen los expertos, han castigado m¨¢s este tipo de coleccionismo que las grandes librer¨ªas o el Kindle
De la primera edici¨®n de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, impresa por Juan de la Cuesta, en el n¨²mero 87 de la madrile?a calle de Atocha en 1605, se estima que quedan en la actualidad en torno a 31 ejemplares. La mayor¨ªa de ellos se encuentran en instituciones p¨²blicas, como la Real Academia Espa?ola o la Biblioteca Nacional, aunque alguna est¨¢ en manos privadas. ?Su valor? La primera respuesta ser¨ªa ¡°incalculable¡±. A fin de cuentas, ?qu¨¦ precio se le puede poner a coger entre las manos la edici¨®n pr¨ªncipe de la primera novela moderna de la literatura? Pues eso.
La segunda respuesta, la que todo lector o lectora quiere conocer, nos la ofrecen dos expertas, las hermanas Bel¨¦n y Alicia Bard¨®n, tercera generaci¨®n tras el mostrador de la Librer¨ªa Bard¨®n (plaza de San mart¨ªn, 3, Madrid), desde que su abuelo la fundase en 1947: ¡°Un ejemplar del First Folio de Shakespeare [nombre con el que los eruditos se refieren a la primera publicaci¨®n de la colecci¨®n de 36 obras teatrales del dramaturgo ingl¨¦s y que data de 1623] se vendi¨® por casi 10 millones de d¨®lares. Y esta obra, en la actualidad, todav¨ªa se puede encontrar [en Inglaterra y Francia se conservan 234 ejemplares]. Si nos fijamos en esos par¨¢metros, el primer Quijote es infinitamente m¨¢s raro... valdr¨ªa mucho m¨¢s¡±. ¡°Raro¡± es una palabra que se repite con frecuencia en el mundo de los bibli¨®filos y de las librer¨ªas de fondo antiguo. Seg¨²n Jos¨¦ Mart¨ªnez de Sousa, presidente de honor de la Asociaci¨®n Espa?ola de Bibliolog¨ªa, los tres criterios que determinan el valor bibliogr¨¢fico de un libro son: inter¨¦s, belleza y rareza.
Volvamos de nuevo 1605 para ejemplificar esto. El ¨¦xito de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, cuyo primer tiraje estuvo entre 1.500 y 1.750 ejemplares, fue tal que pronto aparecieron ediciones pirata de la novela en ciudades como Lisboa o Valencia, cuyos impresores no esperaban al permiso de publicaci¨®n para sacarlas a la venta y sacar tajada del gran ¨¦xito de Miguel de Cervantes. A d¨ªa de hoy, cualquiera de esas ediciones no oficiales, piratillas, tambi¨¦n tiene un enorme valor entre los bibli¨®filos: a fin de cuentas, el inter¨¦s hist¨®rico es innegable, adem¨¢s de constituir, por s¨ª mismo, un objeto extra?o y original.
De estos asuntos saben mucho las hermanas Bard¨®n, actuales propietarias de una de las librer¨ªas m¨¢s antiguas de Espa?a ¡ªun espacio con libros desde el suelo hasta el techo, majestuosas estanter¨ªas de madera y una elegante alfombra roja, que tambi¨¦n podr¨ªa funcionar como escenario para una novela de misterios detectivescos de finales del 1800¡ª, con un fondo de en torno a 50.000 ejemplares que van desde incunables hasta ejemplares del siglo XIX y algo (aunque menos) del XX. Ambas hermanas pertenecen, adem¨¢s, a la junta directiva de la Asociaci¨®n Ib¨¦rica de Librer¨ªas Anticuar¨ªas, la asociaci¨®n internacional del sector (Alicia Bard¨®n, como presidenta, y Bel¨¦n, como vocal). Definen el coleccionismo de libros como una pasi¨®n: ¡°Una pasi¨®n curiosa, porque roza la enfermedad¡å, reconoce Alicia Bard¨®n. Dicen que quien empieza a coleccionar libros no suele parar: ¡°Una vez que te metes, comienzas a apreciar cosas que antes no apreciabas; una buena impresi¨®n, un buen papel, una encuadernaci¨®n bonita o una procedencia especial, como un libro que perteneci¨® a un monarca o que fue un regalo de un escritor a otro escritor y viene dedicado¡±.
¡°Los clientes son tan variados como los libros¡±, explica Manuel S¨¢nchez Llorente, propietario de la Librer¨ªa Santiago (calle Valenzuela, 6, Madrid) y presidente del Gremio Madrile?o de Libreros de Viejo, quien, adem¨¢s, reconoce que preferir¨ªa ser ¡°bibli¨®filo rico¡± a ser librero. Por desgracia no tiene tanto dinero, y advierte que hay libros que le gustan tanto que prefiere no desprenderse de ellos, aunque sea perjudicial para su negocio. En su cueva del tesoro, un bajo en el imponente barrio se?orial anexo al parque del Retiro, se encuentra un fondo que conforma el inter¨¦s del propio S¨¢nchez Llorente: marina navegaci¨®n, econom¨ªa y literatura contempor¨¢nea en primeras ediciones. ¡°Hay gente bibli¨®fila muy conocedora, m¨¢s generalista, que lo que busca es ese objeto ¨²nico y especial: no compra cualquier libro, ni cualquier edici¨®n, ni a cualquier precio. Y luego tenemos a otro tipo de cliente, un coleccionista de temas muy concretos, como ajedrez, caza, medicina o incluso de ballenas, por ejemplo¡±, afirma este librero. Hay coleccionistas de libros sobre la ciudad donde nacieron o sobre la profesi¨®n que ejercen o ejercieron. Los hay buscadores de temas como la astronom¨ªa o la navegaci¨®n. Y hay coleccionistas obsesionados con un periodo concreto (pongamos, el Siglo de Oro) e incluso autores concretos: ¡°Ten¨ªamos un cliente que buscaba ¨²nicamente ediciones originales de Cervantes del siglo XVII¡±, comentan, sin juzgar, las hermanas Bard¨®n.
Los clientes tampoco son ajenos a las tendencias del momento: ¡°?Claro que hay modas literarias! Cada vez que fallece un escritor o cada vez que se celebra el centenario de su muerte, hay un boom. El ¨²ltimo que recuerdo fue el de Gald¨®s. De pronto, todo el mundo quer¨ªa un libro de Gald¨®s¡±, explica Bel¨¦n Bard¨®n. Otras modas vienen dadas por los intereses sociales de una ¨¦poca (en la actualidad, se demandan a muchas m¨¢s escritoras que hace a?os) y otras, son fruto de la casualidad. Por ejemplo, el 6 de noviembre de 2003, los actuales Reyes de Espa?a, Felipe y Letizia, realizaron su primera comparecencia p¨²blica durante la pedida real. Ambos mencionaron qu¨¦ regalos hab¨ªan intercambiado para la especial ocasi¨®n. El entonces Pr¨ªncipe de Asturias dijo que hab¨ªa escogido ¡°una joya familiar¡±. Do?a Letizia dijo que su regalo era ¡°una joya literaria¡±: ¡°Era El doncel de don Enrique el Doliente, una novela rom¨¢ntica de Larra, de trama caballeresca situada en el siglo XV... ni te imaginas la de veces que nos lo pidieron en la librer¨ªa¡±, comenta Bel¨¦n entre risas, quien reconoce que no le parece una obra muy especial. Algunos temas de alto inter¨¦s millennial como la gastronom¨ªa o la magia y el espiritismo son otras de las tendencias en auge en el mundo del libro antiguo.
¡°Cuando le dieron el Nobel a Cela, todo el mundo quer¨ªa una primera edici¨®n de Cela¡±, explica, por su parte, S¨¢nchez Llorente, ¡°pero el libro es algo m¨¢s ajeno a las tendencias que otros objetos art¨ªsticos; mis clientes, al final, van a lo suyo¡±. En esto coincide con las hermanas Bard¨®n. Dentro de este tipo de coleccionismo, se encuentran pocos clientes que se metan por inversi¨®n.
Fuera del mercado del arte
¡°Cuando era joven y llegu¨¦ a Nueva York, la gente hablaba del mundo del arte. Ahora todo el mundo habla del mercado del arte. Creo que con esto he dicho todo¡±, explicaba a c¨¢mara la inclasificable Fran Lebowitz en un momento del documental sobre bibli¨®filos The Booksellers (Libreros de Nueva York, 2019). Es en este documental donde cuentan una an¨¦cdota curiosa: una primera edici¨®n de El gran Gatsby de Scott Fitzgerald sin la sobrecubierta se vendi¨® por unos 5.000 d¨®lares. Con esa misma sobrecubierta desgastada y con alguna rotura, 15.000 d¨®lares. Con la sobrecubierta perfecta, se vendi¨® por 150.000 d¨®lares. ¡°F¨ªjate, la sobrecubierta o la faja, lo primero que tiras a la basura al llegar a tu casa¡±, comentan entre risas las hermanas Bard¨®n. Este ser¨ªa un claro ejemplo del coleccionismo como inversi¨®n: ¡°Personalmente, no creo que le puedas dar un car¨¢cter financiero a un objeto art¨ªstico¡±, comenta Alicia Bard¨®n, ¡°y es algo que desaconsejamos a este nuevo tipo de cliente, el inversor, que en los ¨²ltimos a?os hemos ido recibiendo¡±.
De la misma opini¨®n es S¨¢nchez Llorente: ¡°Llevo m¨¢s de 30 a?os en este negocio y creo que, por fin, ahora empiezo a tener idea de algo, este no es un mundo en el que entras, compras y te marchas, sino en el que te tienes que sumergir para poder entender¡±, admite este hombre que, a diferencia de las hermanas Bard¨®n, no proviene de una familia de libreros y fue aprendiendo poco a poco. ¡°Nosotras podemos poner un precio a un libro por propia experiencia, porque de pronto, en nuestros a?os de profesi¨®n, damos con algo que no hab¨ªamos visto antes¡±, reconoce Bel¨¦n Bard¨®n. Los libros, para estos tres libreros, tienen un componente sagrado: ¡°Un libro no es como un cuadro que vas a tener a la vista, es algo que vas a tener en tu estanter¨ªa y en tu librer¨ªa... y, quiz¨¢s, tenga que pasar un siglo para que se revalorice¡±, apunta Alicia Bard¨®n, ¡°hay formas m¨¢s r¨¢pidas de ganar dinero¡±.
Seg¨²n S¨¢nchez Llorente, en Espa?a hay alrededor de 20 librer¨ªas anticuarias, la mayor¨ªa de ellas est¨¢n en Madrid. ¡°No suele haber relevo generacional, tambi¨¦n ha menguado ese perfil de cliente que antes ven¨ªa a vagabundear por este tipo de negocios, mucha gente ni siquiera sabe que existimos¡±, se lamenta. Un libro antiguo puede ser un objeto muy caro, pero no siempre: un amante de estos objetos podr¨ªa interesarse por un periodo en particular (en Estados Unidos, hay gente creando sus colecciones con los autores de la Generaci¨®n Beat o del New Journalism). ¡°Los salarios son m¨¢s bajos y la gente joven vive en pisos cada vez m¨¢s peque?os¡±, explican por su parte las hermanas Bard¨®n, ¡°nosotras no competimos con grandes librer¨ªas, ni con internet o con Kindle... pero s¨ª con no tener un buen espacio para libros en casa¡±.
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