Cinco propuestas para que los ni?os aprendan de plantas jugando
Los m¨¢s peque?os pueden disfrutar de la bot¨¢nica y la jardiner¨ªa eligiendo una planta para su cuarto e investigando su crecimiento; descubriendo los ¨¢rboles que hay en el camino al colegio o con una excursi¨®n al encuentro de un ejemplar centenario
Las aulas han vuelto a llenarse de anhelos, suspiros, nervios, y tambi¨¦n de juegos. Los patios escolares y sus plantas absorben los gritos y las conversaciones de los alumnos, y guardan esos vocer¨ªos y secretos para s¨ª, que se suman a los de generaciones pasadas. En clase, es una tarea ardua aprender el conocimiento humano, y hay que encontrar catalizadores que rebajen la exigencia que trae cada d¨ªa.
As¨ª, observar las plantas para bajar las revoluciones es una buena opci¨®n, incluso en la misma habitaci¨®n del estudiante. En vez de ir a un centro comercial a pasar la tarde, se puede ir un vivero para dar un garbeo y que el ni?o elija su propia planta. Casi que se convertir¨¢ en una compa?era de estudios, ya que ser¨¢ una planta especial, porque vivir¨¢ en su cuarto. Habr¨ªa que preguntar a alguno de los trabajadores del vivero por una especie adecuada y todoterreno, para facilitar al ni?o la tarea de cuidarla. Lo ideal es ense?arle al profesional una foto del sitio concreto donde ir¨ªa la planta, y el dato imprescindible de la cantidad de luz que recibir¨¢. Para esto ¨²ltimo, hay que saber a qu¨¦ distancia estar¨ªa la planta con relaci¨®n a la ventana, as¨ª como las horas del d¨ªa en las que esa ventana recibe m¨¢s intensidad lum¨ªnica. Cuanto m¨¢s cerca est¨¦ la planta de la ventana, m¨¢s feliz ser¨¢, y m¨¢s f¨¢cil ser¨¢ mantenerla sana. Entonces, el ni?o deber¨¢ documentar cualquier cambio en su planta, as¨ª como el cuidado que le procure en cada fecha: qu¨¦ d¨ªa riega, abona o trasplanta, cu¨¢ndo se produce el corte de alguna hoja seca, cu¨¢ndo emerge una flor. Este inventario ser¨¢ como una peque?a investigaci¨®n, y le har¨¢ aprender de la mano de la planta.
Es importante que el chaval escoja la especie, para que desee cuidarla con esmero, dentro de las posibilidades que le ofrezca el vivero. Por cierto, en el caso de que el dormitorio no cuente con buena iluminaci¨®n natural, la planta se colocar¨¢ en otra estancia m¨¢s propicia, pero procurando siempre que sea el ni?o el que est¨¦ pendiente de cuidar la planta elegida. Algunas opciones pueden ser la violeta africana (Streptocarpus ionanthus), el poto (Epipremnum aureum) o una estrella de tierra (Cryptanthus cv.).
Otro juego con las plantas como protagonistas tiene que ver con el camino al colegio. Para ello, ser¨¢ preciso pasearlo juntos un d¨ªa, quiz¨¢s en el fin de semana, para realizar un sencillo acto: catalogar los ¨¢rboles del recorrido. Nos podemos ayudar con alguna de las muchas gu¨ªas que existen; incluso es posible que haya una espec¨ªfica de nuestra ciudad. Cada ma?ana, los pasos hacia el colegio tendr¨¢n un nombre, porque se pasar¨¢ por debajo del olmo (Ulmus pumila), despu¨¦s al lado de la falsa acacia (Robinia pseudoacacia), de la tipuana (Tipuana tipu) o de una camelia (Camellia cv.).
Si se quieren identificar los ¨¢rboles con el propio m¨®vil del adulto, es mejor que se realice un d¨ªa que este vaya solo, para que el ni?o no sucumba tan r¨¢pido a las aplicaciones bot¨¢nicas. Exponer el resultado de las identificaciones con un libro delante ayudar¨¢ a fijar el nombre del ¨¢rbol en la memoria del muchacho.
Y ya que se anda entre ¨¢rboles y paseos, otro juego hermoso tiene que ver con la visita a un venerable anciano. Con este fin, localizaremos el ¨¢rbol m¨¢s antiguo de la comarca o de la ciudad, para visitarlo a continuaci¨®n. Hay numerosos listados y cat¨¢logos donde se recogen los datos de estas catedrales vivas centenarias. Antes de esta visita habr¨ªa que preparar a conciencia todo lo relacionado con el ¨¢rbol, como sus par¨¢metros de altura o de edad, hasta los propios de la especie, como su lugar de origen, fenolog¨ªa ¡ªcu¨¢ndo florece o brota, por ejemplo¡ª, o las leyendas y usos que le rodean. Se puede completar la excursi¨®n con una sesi¨®n de fotos o con un dibujo del ¨¢rbol. Narrar lo que ocurri¨® en los a?os en los que naci¨® ese ejemplar siempre es fascinante y hace sentir con m¨¢s fuerza su vitalidad. Cuando no se sabe el a?o concreto, que ser¨ªa lo m¨¢s habitual, habr¨ªa que escoger una d¨¦cada aproximada para relatar esos hechos.
Asimismo, se puede obtener nuestro propio calendario bot¨¢nico. Para eso, una opci¨®n muy sencilla es la de apuntar los cambios en las plantas cercanas, en todas, tanto las hierbas como los ¨¢rboles. En una agenda se escribir¨¢n aquellas sorpresas que nos deparan las especies que crecen alrededor de casa. ¡°Hoy he visto la primera flor de un diente de le¨®n¡±; ¡°las yemas del aligustre a punto de abrirse parecen peque?os repollos¡±; ¡°los olmos de la calle est¨¢n ti?endo sus hojas de color amarillento, algunas anaranjadas. Volver¨¦ a apuntar cuando no quede ninguna en sus ramas¡±. Todo es digno de quedar recogido, aunque sea algo m¨ªnimo.
Si queremos inspiraci¨®n para esta labor, un libro ideal es La felicidad de vivir con la naturaleza (Blume, 1979), el diario que ilustr¨® la naturalista Edith Holden al m¨¢s puro estilo ingl¨¦s, con la belleza de lo cotidiano. Si se consulta, el ni?o urbano quiz¨¢s piense que la naturaleza de su entorno no es tan rica como la que retrata magistralmente esta mujer. Pero justo esa es la idea que hay que transmitir, la de que los detalles de las plantas en la ciudad son iguales o a veces m¨¢s interesantes que en pleno campo. Si se tiene constancia, al cabo de un a?o se obtendr¨¢ un precioso calendario bot¨¢nico del barrio, ciudad o pueblo donde se viva.
Un ¨²ltimo juego tiene que ver con realizar un peque?o curso. En los jardines bot¨¢nicos, en asociaciones vecinales o a trav¨¦s de alguna red social o en internet es posible encontrar alg¨²n taller relacionado con vegetales, y aprender as¨ª cosas sorprendentes como te?ir tejidos con plantas, realizar cianotipias y antotipias bot¨¢nicas, decorar con estampados de hojas y flores ¡ªcomo con la t¨¦cnica japonesa del gyotaku¡ª, o componer un peque?o jard¨ªn en miniatura para colocar en una repisa o sobre la mesa de estudio. De esta forma, una tarde cualquiera, nuestra hija, sobrino o nieta puede abrir una puerta nueva y dejarse embargar por la belleza de las plantas jugando.
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