C¨®mo elegir la planta perfecta para regalar esta Navidad
Algunas consideraciones a tener en cuenta antes de obsequiar con un vegetal a un ser querido son el lugar y la luz que tendr¨¢ en su nuevo hogar. Adem¨¢s, hay que estar seguro de que al agasajado le apetece iniciarse en el mundo jardinero
Llegan las fechas navide?as, llegan los regalos. Utensilios extra?os para cocinar, ropa de todos los colores y estilos, libros, billetes de avi¨®n y, por supuesto, juguetes, se meten en cajas y sobres para ofrendar a los seres queridos con regalos que les hagan felices. Entre tantos obsequios, las plantas son otras de las regaladas. Pero aqu¨ª cambia el matiz, igual que cuando el presente es un animal de compa?¨ªa: las plantas son seres vivos que evolucionar¨¢n de una manera o de otra dependiendo de los cuidados posteriores que reciban.
Por eso es necesaria la reflexi¨®n antes de regalar y llevar una planta de interior a la casa de la pareja, de la familia o del amigo. La primera consideraci¨®n que hay que tener en cuenta es el posible lugar y la luz que tendr¨¢ en su nuevo hogar. ?Mar¨ªa podr¨¢ colocarla cerca de la ventana? ?Luis querr¨¢ ponerla en ese rinc¨®n del sal¨®n, al pie de la terraza? Si no es as¨ª, la planta se ver¨¢ condenada quiz¨¢s a un segundo plano, a un lugar m¨¢s oscuro y apartado de la fuente principal de luz de la habitaci¨®n, decayendo a medida que pasen las semanas. Quiz¨¢s se puede sondear de forma discreta a la persona agasajada en alguna visita a su casa, con alguna expresi¨®n del estilo: ¡°?Qu¨¦ bien que quedar¨ªa una planta en esa esquina!¡±, para esperar una respuesta m¨¢s o menos esclarecedora de su querencia o no para albergar all¨ª una costilla de Ad¨¢n (Monstera deliciosa) o cualquier otra especie. Justo despu¨¦s de hacer la pregunta ser¨¢ indispensable hacer aflorar una mirada de soslayo con pupilas oscilantes de izquierda a derecha y una sonrisa tenue y p¨ªcara.
Si al ser querido al que se pretende regalar una planta ya tiene distintas variedades y cultivares de la misma especie, puede que ese sea el camino que haya que tomar, y as¨ª encontrar alguna otra que a¨²n no atesore. Por ejemplo, si posee y cuida varias aspidistras con distintos tonos y variegados de hoja, o diferentes violetas africanas, completar su colecci¨®n podr¨¢ hacerle feliz, adem¨¢s de saber que la cuidar¨¢ con mimo. De igual forma, en alg¨²n paseo juntos por calles y comercios se ver¨¢n plantas, y surgir¨¢ la posibilidad de curiosear si esa o aquella son de su agrado.
?Y qu¨¦ ocurre si nunca ha mantenido ninguna planta antes? Entonces habr¨¢ que estar seguro de que tenga alguna apetencia para iniciarse en el mundo jardinero. Puede que en una conversaci¨®n se llegue a esa conclusi¨®n, sacando el tema del disfrute que proporciona cultivar plantas. Si se avanza por ese camino y la respuesta es positiva, habr¨¢ que atinar muy bien con la planta que se regale, evitando todas aquellas que sean delicadas, o se obrar¨¢ el efecto contrario al que se desea. Una responsabilidad que entonces puede adquirir el que agasaja es la de asesorar cada cierto tiempo por los cuidados que tiene que recibir la planta regalada, para que la ilusi¨®n sea compartida. Cuidar de algo bello en compa?¨ªa siempre es buena cosa, desde luego.
Aparte de la luz y del lugar, hay que tener clara la constancia de la persona que acoger¨¢ la planta. Si se sabe que es olvidadiza y poco perseverante para las atenciones que requiere, es mejor recurrir a especies todoterreno que no necesiten de riegos continuos y que puedan sobrevivir a los descuidos. Entonces, el asesoramiento en los centros de jardiner¨ªa y en las florister¨ªas es indispensable para tener ¨¦xito. Asimismo, cuando se regalan plantas a aquellas personas que viajan continuamente habr¨¢ que elegir las que puedan sobrellevar esas ausencias habituales.
Cuando la planta que se regala va a ser para el exterior, ya sea una terraza o un jard¨ªn, todo lo anterior se aplica de igual forma. Eso s¨ª, habr¨¢ que mesurar si va a ir a un balc¨®n en sol o en sombra para elegir en consecuencia.
Regalar una planta es regalar un ser vivo y se debe ser consciente de la responsabilidad que conlleva. El escritor argentino Julio Cort¨¢zar contaba esto del acto de regalar un reloj: ¡°(¡) Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los d¨ªas (¡). Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. (¡) No te regalan un reloj, t¨² eres el regalado (¡)¡±. En una traducci¨®n al universo jardinero, se podr¨ªa decir que cuando te regalan una planta te regalan la necesidad de mirarla todos los d¨ªas. Te regalan el miedo a su muerte, a no saber cuidarla. No te regalan una planta, sino que el regalo es la alegr¨ªa por cuidarla, es la sonrisa por ver su primera nueva hoja, quiz¨¢s su primera nueva flor. Tener una planta siempre da un poco de v¨¦rtigo, porque no se sabe si se le podr¨¢ dar todo lo que necesita. Pero la planta, a cambio, dar¨¢ cosas que nunca imaginamos que podr¨ªamos sentir.
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