Que la ropa hable por s¨ª sola: la pasarela de Par¨ªs y el adi¨®s a la moda viral
La semana de la moda de la capital francesa, que ha terminado este martes, pone en entredicho los c¨®digos narrativos cl¨¢sicos de algunas de las principales firmas que muestran sus propuestas, como Balenciaga, Chanel o Louis Vuitton
Como dec¨ªa la primera frase de El ¨¢lbum blanco, de Joan Didion, nos contamos historias para poder vivir. Esto se ha aplicado generalmente a la moda: adem¨¢s de para darnos cobijo, serv¨ªa para contar una historia, proyectar una personalidad, un estatus o una pertenencia a un grupo. Pero estos d¨ªas en la semana de la moda de Par¨ªs ¡ªque termina este martes 7 de marzo¡ª todo eso se ha puesto en entredicho.
Durante los ¨²ltimos a?os, Demna, en Balenciaga, ha cultivado la narraci¨®n del observador displicente del sistema, del underground, del contestatario. Apoy¨¢ndose en desfiles con trasfondo pol¨ªtico y medioambiental o basados en la cultura pop y en campa?as virales y productos creados para generar pol¨¦micos debates y que hab¨ªan de ser explicados a trav¨¦s de narrativas complejas, como la bolsa de basura de m¨¢s de 1.000 euros, las Converse sucias que costaban 1.800 euros y las bolsas de pl¨¢stico de mercadillo a m¨¢s de 1.500, ha logrado posicionar la marca en el privilegiado Olimpo de los que pueden vender sudaderas a precio de sastrer¨ªa a medida, algo que solo se consigue dando m¨¢s valor a la etiqueta que al algod¨®n de la sudadera en cuesti¨®n. Storytelling, se llama. Es moda. Es marketing. Y es genialidad.
Pero contar historias tiene una cara B y lo viral puede darse la vuelta f¨¢cilmente y provocar una crisis reputacional, como tambi¨¦n sabe Demna. Este noviembre dos campa?as no relacionadas entre s¨ª (en una de ellas ni?os posaban con bolsos de peluche adornados con cintas de cuero y pinchos que ya hab¨ªa presentado meses antes; en la otra aparec¨ªa una sentencia que negaba que la pornograf¨ªa infantil estuviera protegida por la primera enmienda de EE UU) generaron ataques virulentos hacia la marca y su creador.
En este desfile en Par¨ªs, el primero desde la pol¨¦mica, el dise?ador georgiano quiso centrar toda la atenci¨®n en la ropa. Lo adelant¨® en una extra?¨ªsima entrevista sin firmar en la edici¨®n estadounidense de la revista Vogue, en la que explic¨® su decisi¨®n: ¡°Volver a mis ra¨ªces en la moda, as¨ª como a las de Balenciaga, que son hacer ropa de calidad, no imagen o ruido¡±. As¨ª lo hizo el pasado domingo en la capital francesa. La invitaci¨®n era un patr¨®n de una chaqueta y ya en el set, una caja blanca en el subsuelo del Museo del Louvre, se pod¨ªa encontrar un texto escueto en el que Demna explicaba que ten¨ªa seis a?os cuando sus padres le dejaron hacerse un pantal¨®n con su vecino sastre, pantal¨®n que ¨¦l mismo dise?¨® y cuya tela escogi¨®: ¡°Ese fue el comienzo de mi historia de amor con la ropa¡±.
En los d¨ªas previos al desfile, Demna cont¨® que durante esa crisis de imagen de noviembre, que tan dolorosa fue para ¨¦l, pero tambi¨¦n para los trabajadores de la firma, se encerr¨® en su casa en Suiza con varios pantalones que rehizo, reestructur¨® y convirti¨® en otra cosa, en un ejercicio de costura, o de corte y confecci¨®n, que le salv¨®. De ah¨ª parti¨® su colecci¨®n: una americana realizada con pantalones invertidos y un pantal¨®n con doble pata y la cinturilla en el tobillo abr¨ªa el desfile. Varias derivaciones de este austero traje recorrieron la blanqu¨ªsima pasarela. Tambi¨¦n sus cl¨¢sicos vestidos de flores plisados, esta vez con faldas de cuero en lugar de gasa, las botas moteras sobre ch¨¢ndales escuetos y una serie de vestidos de noche intrincados y cl¨¢sicos, pero con los ingredientes Demna: hombros pronunciados, monos de licra con bota bajo los vestidos de encaje con pedrer¨ªa o de malla de estr¨¢s. Ni un logo. Ni una prenda viral. Contenci¨®n absoluta. ?Era un perd¨®n, una penitencia, una rebeli¨®n? Nadie lo sabe, pero las interpretaciones en los medios especializados han sido tan prol¨ªficas como categ¨®ricas.
El desgaste de la moda viral conecta con el desgaste del streetwear. Para vender unas deportivas a precios de cuatro cifras hace falta imprimirles un logo y crearles una vida propia en las redes, apelar al marketing de la escasez y al de los influencers. ?Qu¨¦ ocurre cuando una f¨®rmula se agota? Parece que se reemplaza por su opuesto: sobriedad, ropa formal, sastrer¨ªa y materiales nobles, todos los ingredientes que han marcado estas recientes semanas de la moda.
No ha necesitado irse lejos Nicholas Ghesqui¨¨re, director creativo de Louis Vuitton, puesto que lo viral nunca ha sido su campo de acci¨®n. Pero, adem¨¢s, esta vez ha mirado a¨²n m¨¢s adentro. ¡°Todo empez¨® de viaje, cuando me pregunt¨¦ qu¨¦ es el estilo franc¨¦s¡±, explica. Sin embargo, este desfile no tiene la respuesta: ¡°Quer¨ªa dejar el enigma del estilo franc¨¦s abierto¡±. Es decir, de nuevo, que la ropa hable por s¨ª misma.
En esta colecci¨®n, m¨¢s femenina y menos conceptual de lo acostumbrado, Ghesqui¨¨re ha hecho un ejercicio de clasicismo, pero ¡°con un twist¡±, cuenta. Trampantojos de drapeados que parecen drapeados reales, abrigos que parecen metal, ¡°parece formal, pero es todo movimiento y flexibilidad extrema¡±. El trabajo t¨¦cnico es profundo: hay cueros perforados que parecen sastrer¨ªa cl¨¢sica, y cachemir, franelas y tweeds de lana tratados de forma estructurada pero mezclados con sedas, faldas lenceras, vestidos de tirantes ligeros con amplias bufandas de lana. El estilo franc¨¦s, a ning¨²n observador se le escapa, es mezclar con naturalidad punto grueso con tafet¨¢n, brocados con tweed y apliques de cristal con cuero. La colecci¨®n resulta relajada y creada para la vida real: el sonido de bocinas y ladridos de perros acentuaba esta sensaci¨®n. Los vestidos de mangas redondeadas extremas y los abrigos cocoon remit¨ªan todo el tiempo a ¨¦l mismo, a Ghesqui¨¨re, creador de una silueta inconfundible.
Virginie Viard en Chanel es otra de las dise?adoras alejada de la pol¨¦mica y que, desde su llegada a la casa como relevo de su amigo y mentor Karl Lagerfeld, ha dejado hablar por ella a sus colecciones. Literalmente, porque Viard no concede entrevistas. Pero su ropa, y sus ventas, lo dicen todo. Prendas creadas por una mujer que anticipa los deseos de otras mujeres: comodidad, belleza, frescura, ligereza, s¨ª, pero cuajado todo del virtuosismo de la maison y sus c¨®digos, que quiz¨¢s resumen en una chaqueta de tweed todo lo que es el allure franc¨¦s. En esta colecci¨®n en blanco y negro, con alg¨²n toque rosa, granate o morado, Viard volvi¨® a rendir homenaje a la camelia, emblema de la marca. ¡°La camelia es m¨¢s que un tema, es un c¨®digo de la maison¡±, explicaba Viard en las notas sobre el desfile. ¡°Me resulta tranquilizadora y familiar, me gusta su suavidad y su fuerza¡±.
La mirada personal fue tambi¨¦n el punto de partida de Miuccia Prada en Miu Miu. ¡°Siempre me ha interesado c¨®mo la gente mira. Por qu¨¦ algunos se sienten atra¨ªdos hacia algo que a otros les repele¡±, dec¨ªa el texto del desfile. Modos de ver. ?Qu¨¦ ve Miuccia Prada? Digamos que la pasarela de este martes en Par¨ªs fue una derivada del concepto del desfile de Prada en Mil¨¢n. Los uniformes, esta vez no tan evidentes, no tan asociados a profesiones de cuidados, sino m¨¢s bien a la oficina, la universidad, la academia, la biblioteca, la calle, con abrigos de tweed, faldas tambi¨¦n de tweed (con doble cintura donde asomaba el comienzo de las medias) y bolsos estrictos se mezclaban con faldas transparentes que dejaban ver las bragas ribeteadas, no siempre semiocultas, a veces tambi¨¦n como ¨²nica parte de abajo. No resulta del todo dif¨ªcil saber lo que la se?ora Prada quiere que veamos, pero adornado de juego e imaginaci¨®n es un alivio. En todo caso, la reina de lo cort¨ªsimamente viral (la falda del invierno pasado dar¨¢ paso a la braga de strass que luc¨ªa la actriz Emma Corrin) es, sin embargo, tambi¨¦n la reina de la distancia y la antipol¨¦mica.
Es comprensible por qu¨¦ las marcas quieren directores creativos discretos, por qu¨¦ no quieren ya contarnos una historia y s¨ª dejar los hilos sueltos para que cada cual int¨¦rprete, mire, vea. Lo que es m¨¢s dif¨ªcil es que dejemos de leer esa narrativa que ellos nos han ense?ado a tejer durante a?os. Porque la frase que da comienzo a este texto, y que tan manoseada est¨¢, no se entiende al completo sin el final del p¨¢rrafo para el que fue escrita. No es una frase complaciente ni epif¨¢nica, es m¨¢s bien una oraci¨®n de arrepentimiento, de perd¨®n. As¨ª termina: ¡°Vivimos enteramente (...) bajo la imposici¨®n de una l¨ªnea narrativa sobre im¨¢genes dispares sobre las ¡®ideas¡¯ con las que hemos aprendido a congelar el espejismo cambiante que es nuestra experiencia real¡±.
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