Mujeres que visten a mujeres y aprovechan sus dise?os para lanzar mensajes en la semana de la moda de Nueva York
Las dise?adoras de la pasarela neoyorquina son minor¨ªa, pero muchas coinciden a la hora de utilizar el altavoz de sus desfiles para se?alar distintas problem¨¢ticas
Un vestido puede ser algo pol¨ªtico (de hecho lo es en la mayor¨ªa de los casos), pero la moda como propuesta creativa no est¨¢ obligada a posicionarse, faltar¨ªa m¨¢s. Llama la atenci¨®n, sin embargo, que las mayores reivindicaciones de la semana de la moda de Nueva York hayan coincidido estos d¨ªas sobre pasarelas de firmas dirigidas por mujeres. O quiz¨¢ no tanto. Mientras los desfiles se suced¨ªan por toda la ciudad, en el s¨®tano del museo Metropolitan, en su Costume Institute, anunciaban que alargar¨ªan varias semanas la exposici¨®n temporal Women Dressing Women (mujeres vistiendo a mujeres). Una muestra que recuerda c¨®mo lo que hoy se entiende por industria de la moda norteamericana se ciment¨® sobre el trabajo de muchas creadoras. Algunas famosas, la mayor¨ªa an¨®nimas u olvidadas. Un repaso hist¨®rico que parece retar desde las salas de la galer¨ªa a la realidad de un calendario en el que ellas son minor¨ªa. No es algo exclusivo de Nueva York, la casu¨ªstica se repite en todo el mercado del lujo, pero el retroceso en este campo no deja de ser simb¨®lico al coincidir en el tiempo con un auge reaccionario.
Al igual que en el pasado las mujeres apostaron por maneras de vestir radicalmente modernas, las dise?adoras de la New York Fashion Week dialogan con el presente partiendo de sus distintas realidades. La exhibici¨®n temporal del Metropolitan le sirvi¨® precisamente a Hillary Taymour, la dise?adora de Collina Strada, de punto de partida para elaborar una colecci¨®n que glorificaba el poder femenino. ¡°Bienvenidos al Gimnasio Collina, donde tu poder interior femenino se cincela exteriormente¡±, era el mensaje de la nota de prensa que recib¨ªa a los invitados en un s¨®tano del Rockefeller Center. Con proyecciones que recreaban sus referencias glitchcore, y a base de explosiones de color, la dise?adora logr¨® recrear la atm¨®sfera de los templos modernos del culto al cuerpo, pero con una energ¨ªa completamente distinta: ¡°La mente y el cuerpo femeninos han sido siempre modelados por la imaginaci¨®n de los hombres¡±, prosegu¨ªa, ¡°ya es hora de que reesculpamos esa visi¨®n que piensa en la carne, para dar paso a algo m¨¢s pr¨®ximo a la realidad de la feminidad¡±. Una que es ante todo robusta y diversa: cuerpos musculados como pocas veces se hab¨ªan visto en una pasarela femenina, cuerpos queer, cuerpos embarazados, cuerpos discapacitados o cuerpos voluminosos que son ejemplo, una vez m¨¢s, de lo que implica adoptar la diversidad por convicci¨®n y no por cuota. ?Sobre ellos? Vestidos ligeros que no los escond¨ªan, sino que los celebraban; tops que recreaban la silueta de una armadura, pero a base de microvolantes de seda suaves y esponjosos; camisetas relucientes, como si hubieran sido untadas en aceite, o sudaderas con coderas protectoras.
La colecci¨®n de Sandy Liang estaba dedicada a ¡°una colegiala que crece para convertirse en princesa¡±. De sue?os y anhelos entiende mucho la dise?adora neoyorquina, que madur¨® en el restaurante de sus padres en Chinatown. Tambi¨¦n sabe d¨®nde se asienta el peso de la industria: su abuela, que emigr¨® de China a mediados del pasado siglo, fue una de las muchas costureras que en aquella ¨¦poca trabajaban por menos del salario m¨ªnimo en el Garment District de Manhattan, el ¨¢rea que concentraba la mayor¨ªa de talleres. El atelier de Liang hoy est¨¢ en el barrio en el que pas¨® su infancia, donde tambi¨¦n tiene su tienda. Su firma celebra su primera d¨¦cada en plena forma, con una propuesta ecl¨¦ctica que bebe de la est¨¦tica de Sailor Moon y de su herencia china. De hecho, algunos de los accesorios podr¨ªan haber salido del armario de esa abuela que aterriz¨® en Nueva York en los sesenta. Lo kitsch o lo cursi no son una debilidad para Liang, sino una oportunidad de reapropiarse de toda una narrativa que durante mucho tiempo fue denostada por el relato can¨®nico. Ch¨¢ndales con flores en el mismo tejido, zapatos de bailarina, faldas acampanadas que visten tanto mujeres como hombres o trajes de chaqueta que esconden lazos en la espalda. Por algo Liang es uno de los nombres favoritos entre los seguidores del coquettecore.
Tory Burch es admiradora de Claire McCardell, una de las pocas dise?adoras estadounidenses que recibieron cr¨¦dito en el pasado y una de las protagonistas de la muestra en el Met. A ella se le concede ser la creadora, o al menos una muy buena embajadora, del sportswear americano y haber trazado las gu¨ªas de un estilo que ahora recorre Burch. Su firma cumple 20 a?os rejuvenecida con varias colecciones ya sentando las bases de una nueva se?a de identidad m¨¢s fresca. El desfile del pasado lunes por la noche, en la Biblioteca P¨²blica en Bryant Park, fue una celebraci¨®n del camino que ha ido abriendo en los ¨²ltimos a?os, esta vez jugando con vol¨²menes y siluetas. Vestidos trapecio o faldas geom¨¦tricas construidas como se construyen los bolsos: ¡°Las formas arquitect¨®nicas est¨¢n ingeniadas de dentro hacia fuera, un enfoque que se usa en la confecci¨®n de los bolsos¡±. Patrones que no solo no siguen las l¨ªneas del cuerpo, sino que las confrontan creando zonas de seguridad a su alrededor, pantalones con pinzas delanteras que salen disparadas hacia delante, chaquetas pulidas y combinaciones de colores que sientan las bases de hacia d¨®nde puede avanzar ese estilo f¨¢cil americano que hace 80 a?os defend¨ªa McCardell.
El desfile de Gabriela Hearst rivaliz¨® con la primera tormenta de nieve en Nueva York en m¨¢s de dos a?os. Pero la audiencia consigui¨® llegar al almac¨¦n en el puerto de Brooklyn en el que la uruguaya comenz¨® el desfile con varios abrigos que se presentaban especialmente apetecibles ante las bajas temperaturas. Mientras muchas invitadas de la semana han recuperado sus abrigos de pelo (el movimiento reaccionario se siente tambi¨¦n en el armario), Hearst jugaba al trampantojo con piezas que parec¨ªan piel animal, pero que, en realidad, estaban confeccionadas con cachemir tejido de diversas maneras. Tambi¨¦n hubo lo que parec¨ªa vaquero, en una gabardina cruzada como un bat¨ªn y en pantalones para hombre y mujer, pero que en realidad era un tejido realizado con algod¨®n reciclado y c¨¢?amo. Lana que parec¨ªa astrac¨¢n o cuero modelado como si fuera un tejido mucho m¨¢s ligero. Su paleta sale directamente del mural de Leonora Carrington El mundo m¨¢gico de los mayas, una obra que hace precisamente un a?o aterrizaba en Madrid en la primera retrospectiva sobre el trabajo de la pintora surrealista. ¡°Fue una visionaria: vio tanto el futuro como otros mundos que nos rodean¡±, escrib¨ªa la dise?adora, que sali¨® a saludar con una gorra roja de Save the Children. ¡°Mucho de lo que nos preocupa hoy ya le preocupaba a ella en 1940. El feminismo, el ecologismo, la espiritualidad fuera de las religiones organizadas, la habilidad de la naturaleza para sanarnos y, especialmente, la interconexi¨®n de todo ello¡±.
El g¨¦nero en disputa, el libro can¨®nico de Judith Butler que se?al¨® que el g¨¦nero es un constructo social, fue la chispa de inspiraci¨®n para la nueva colecci¨®n de Ulla Johnson. La dise?adora de Brooklyn introdujo por primera vez a cinco modelos hombres entre sus salidas, vistiendo con los intensos colores y los delicados cortes que suelen ser habituales en sus colecciones. Pero su subversi¨®n no estuvo ah¨ª. Su trabajo viraba en torno a los elementos que son considerados tradicionalmente femeninos, pero con una mirada distinta de la de Liang. Frente a una imponente escultura de croch¨¦ obra de Abby Cheney, Johnson jug¨® con las hombreras, las cinturas ce?idas o con los volantes a los que desprendi¨® de sensibler¨ªa al sobrecargar por ejemplo un vestido con nueve filas de ellos. Calados, bordados o vestidos en crochet artesanal pon¨ªan su sello manual al conjunto.
Mientras sonaba la m¨²sica en directo de Loren Kramar, Mike Eckhaus y Zoe Latta, los creativos de Eckhaus Latta presentaban el pasado viernes una colecci¨®n que repasaba los puntos clave de su estilo. Juegos de proporciones y de texturas bajo una paleta concisa, pero sin perder de vista un punto sexy muy particular que el d¨²o borda. No faltaron los gui?os a la est¨¦tica m¨¢s utilitaria que reinterpreta el estilo estadounidense buscando inspiraci¨®n en los trabajadores sobre los que se levanta la quimera del sue?o americano. Grandes botas que casi podr¨ªan confundirse con el calzado de seguridad de una f¨¢brica, abrigos reconfortantes con pelo artificial, pantalones de tiro muy bajo para ellas y ellos y mucho vaquero.
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