Contra el men¨² infantil
Pasta, carne empanada y helado. El t¨ªpico men¨² infantil de restaurante no s¨®lo es poco recomendable desde un punto de vista nutricional sino que adem¨¢s idiotiza el paladar de tus hijos.
De primero, pasta con salsa de tomate y un subproducto l¨¢cteo que recuerda al queso rallado. De segundo, San Jacobos fritos en el aceite de la unci¨®n de Jesucristo. De postre, helado reci¨¦n sacado de lo m¨¢s hondo del congelador. ?Lo visualizas, verdad?
El t¨ªpico y t¨®pico men¨² infantil que se sirve en la mayor¨ªa de restaurantes es un atentado al paladar de las ni?as y ni?os del mundo entero, y los adultos que lo toleramos ¨Cpadres, madres, abuelos, abuelas, etc.¨C somos unos zopencos.
Analicemos la oferta: sabores neutros o dulces, es decir, los m¨¢s f¨¢ciles de admitir. Texturas blandurrias, que no precisan masticaci¨®n, o crujientes, que son m¨¢s divertidas. Ausencia de vegetales, abundantes carbohidratos, prote¨ªnas animales, grasas, fritanga, az¨²cares¡
?Sat¨¢n! ?Qu¨¦ estamos dando de comer a nuestros hijos?
Pues, mirad, por un lado est¨¢n comiendo alimentos que los convertir¨¢n en vagonetas gastron¨®micos. Si dentro de unos a?os, cuando por fin se emancipen, no saben hacer ni una tortilla a la francesa y tiran de precocinados, asumidlo: la culpa ser¨¢ nuestra.
Si en ¨¦se siniestro futuro nuestros encantadores churumbeles se han convertido en adultos obesos sin inter¨¦s por la comida y est¨¢n al borde de la diabetes, penitencia: la culpa ser¨¢ nuestra.
Si se da el poco probable escenario de que sobrevivan a? los desaf¨ªos que supone el vertedero gastron¨®mico que es un men¨² infantil, no nos confiemos: lo m¨¢s probable es que repitan nuestra insidiosa conducta y leguen la condena a nuestros nietos. Y la culpa seguir¨¢ siendo nuestra.
Nuestro nutricionista de cabecera, Juan Revenga, lo tiene claro: ¡°Si comparas la composici¨®n de un men¨² infantil con la del ¡®plato para comer saludable¡¯ de la Universidad de Harvard, ver¨¢s muy r¨¢pidamente que no cuadran de ninguna manera¡±. El plato para comer saludable de Harvard es un modelo gr¨¢fico de lo que deber¨ªamos comer que sustituye a la famosa, y algo obsoleta, pir¨¢mide alimentaria de toda la vida.
Pero, dejando a parte minucias como la nutrici¨®n de unos peque?os seres que est¨¢n desarroll¨¢ndose, si abordamos el men¨² infantil desde el ¨¢ngulo de la educaci¨®n del gusto, estamos igual de fatal.
Los ni?os y ni?as no son imb¨¦ciles, tienen paladar y, en mi experiencia ¨Csoy padre de dos¨C, aprecian los alimentos de calidad bien cocinados.
Un ejemplo: el restaurante Cinco del hotel berlin¨¦s Das Stue que dirige el chef pentaestrellado Paco P¨¦rez, ofrece a sus hu¨¦spedes m¨¢s j¨®venes un men¨² infantil de alta cocina. M¨¢s all¨¢ de lo snob que nos pueda parecer que alguien se gaste m¨¢s de cien euros en la comida de su hijo ¨Cy sin embargo nos parezca m¨¢s normal que ese mismo adulto los gaste para s¨ª¨C el planteamiento de los cocineros es de lo m¨¢s interesante: ¡°No presuponemos que los cr¨ªos tienen un paladar poco sofisticado¡±. Pero es que no hay que ir a un restaurante de lujo, en las cartas de la mayor¨ªa de restaurantes ¨Cen los mismos que se ofrece el mal¨¦fico men¨² infantil¨C hay platos aptos para los m¨¢s peque?os.
Vamos a reconocerlo. Cuando pedimos un men¨² infantil para nuestros v¨¢stagos no lo hacemos para nutrirlos, eso es evidente, ni para que disfruten de la comida. Lo hacemos porque porque no queremos soportar la tensi¨®n del "no me gusta" y para evitar? numeritos en el restaurante. En pocas palabras: nos da pereza educarles.
Pues, bien, es posible evitar los altercados en p¨²blico y que traguen porquer¨ªas al mismo tiempo. En casa se puede trabajar la alimentaci¨®n poni¨¦ndoles peque?os retos cada d¨ªa hasta normalizar el consumo de alimentos sabores y texturas conflictivas. No es f¨¢cil ni r¨¢pido, pero eso es precisamente lo que tiene educar: si fuera sencillo, el men¨² infantil no existir¨ªa. Ni tampoco existir¨ªan los fans de Justin Bieber. Pero eso, hoy, no viene al caso.
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