Por qu¨¦ no hay que beber dos litros de agua al d¨ªa
La recomendaci¨®n de beber los famosos dos litros de agua al d¨ªa carece de base cient¨ªfica: entre la poblaci¨®n general no existe un d¨¦ficit de hidrataci¨®n que justifique este consejo.
Durante d¨¦cadas nos han bombardeado con el consejo de beber al menos ocho vasos de agua al d¨ªa. A trav¨¦s de medios de comunicaci¨®n, libros de autoayuda e incluso profesionales sanitarios, la necesidad de beber de dos a dos litros y medio de agua al d¨ªa ¨Clos famosos ocho vasos¨C, nos ha sido machacada sin parar, como el Santo Grial del equilibrio h¨ªdrico saludable. No obstante, encontrar las razones o una evidencia cient¨ªfica s¨®lida que justifique esta recomendaci¨®n es completamente imposible.
As¨ª, espoleado por la difusi¨®n de lo que parec¨ªa ser un mito sin base alguna, el Dr Heinz Valtin public¨® en 2002 una extens¨ªsima revisi¨®n de la literatura sobre el asunto en la prestigiosa revista de la American Physiological Society. A pesar de que ya ha llovido desde aquel a?o y de que sus conclusiones ¨Cal igual que las de otros art¨ªculos posteriores¨C son totalmente opuestas a la recomendaci¨®n cuantificadora de agua, el mito no ha perdido nada de fuerza, m¨¢s bien lo contrario: est¨¢ m¨¢s extendido. Un ejemplo m¨¢s del escaso poder de la l¨®gica frente a la opini¨®n dominante.
Ese trabajo, titulado ¡°Beba al menos ocho vasos de agua¡±. ?En serio? ?Existe evidencia cient¨ªfica? (¡°Drink at least eight glasses of water a day.¡± Really? Is there scientific evidence for ¡°8 ¡Á 8¡±?) se prolong¨® durante m¨¢s de 10 meses y lleg¨® a algunas conclusiones, acreditadas hasta el m¨¢s m¨ªnimo detalle, que seguro no te dejar¨¢n indiferente. Entre ellas:
- No existe documentaci¨®n cient¨ªfica seria que apoye la recomendaci¨®n general o para todo el mundo sobre el presunto beneficio de beber ocho vasos o dos litros de agua al d¨ªa. De hecho hay una cierta evidencia, aunque nunca como para llegar a probar el asunto, de que NO debemos beber tanta agua como ocho vasos o dos litros al d¨ªa.
- Esa recomendaci¨®n puede resultar excesiva para un adulto medio, sano, en un clima templado y con una vida sedentaria. En este contexto, dicho perfil ser¨ªa el de aquella persona que realiza un trabajo de oficina durante la mayor parte del d¨ªa, y que puede (o no) hacer un ejercicio moderado sin demasiada sudoraci¨®n.
- No solo no hay evidencia de que no se deba recomendar beber tanto, si no que dicha recomendaci¨®n podr¨ªa ser m¨¢s perjudicial que beneficiosa si se tiene en cuenta el riesgo de una eventual hiponatremia (bajos niveles de sodio en sangre) potencialmente peligrosa. Tambi¨¦n hay que tener en cuenta el riesgo de frustraci¨®n cuando alguien se siente culpable por no beber lo que dicen las supuestas ¡®recomendaciones m¨¦dicas¡¯.
- Tambi¨¦n hay ciertas situaciones en las que se deber¨ªan recomendar mayores cantidades de l¨ªquido que la mencionada. Ejemplos habituales ser¨ªan las personas con c¨¢lculos renales y aquellas que realizan un esfuerzo f¨ªsico extremo, en especial en ambientes c¨¢lidos.
Este ensayo no es la ¨²nica voz discordante al respecto. S¨ª fue la primera vez que se rebati¨® seriamente, pero desde el 2002 han aparecido unos cuantos m¨¢s. As¨ª, el art¨ªculo publicado en 2007 en la relevante revista British Medical Journal titulado Mitos sanitarios o m¨¦dicos (Medical myths) tambi¨¦n lo pone de relieve en sus primeros p¨¢rrafos, trayendo a colaci¨®n precisamente la extensa y prolija revisi¨®n antes mencionada.
Dos a?os despu¨¦s de aquel art¨ªculo un libro de divulgaci¨®n en materia sanitaria dedicado a desmontar falsas creencias volvi¨® a darle ca?a al mito en cuesti¨®n. De hecho, y a pesar de que en el mundo anglosaj¨®n la carencia de pruebas para sostenerlo es un clamor, la mente colectiva sigue a lo suyo y el mito campa a sus anchas con una salud envidiable. En 2011, de nuevo la revista British Medical Journal volvi¨® a la carga con una publicaci¨®n titulada ?Anegados? (Waterlogged?), y apuntando la posibilidad de que tanta presi¨®n en el consumo de agua no haga sino responder a concretos intereses comerciales de quienes, claro est¨¢, viven de la comercializaci¨®n de agua embotellada.
No es casualidad que a d¨ªa de hoy la iniciativa de este consejo venga de esa industria que parece tener asalariados a ciertos colectivos sanitarios. Tampoco parece que sea casualidad que una buena parte de los estudios que afirman que vivimos deshidratados por falta de consumo de agua est¨¦n subvencionados por los mismos actores, como ejemplos este de aqu¨ª y este otro ambos financiados por Nestl¨¦ Waters o alguna filial de dicha multinacional.
Ni que buena parte de las comunicaciones peri¨®dicas 'cient¨ªficas' relativas a la hidrataci¨®n que reciben diversos profesionales de la salud sean pantallas de las m¨¢s diversas empresas de bebidas. Ni que el pasado D¨ªa Nacional de la Nutrici¨®n 2016 en Espa?a ¨Ccon el lema ¡®Hidrataci¨®n es salud¡¯¨C estuviera patrocinado por Font Vella, CocaCola Company, Bezoya y Nestl¨¦-Aquarel, entre otros; y en cuyos contenidos se hace exhibici¨®n de una buena parte de los mitos relacionados con la nutrici¨®n (a pesar de estar organizada esta jornada por quien est¨¢ organizada).
Los or¨ªgenes del mito-consejo
Lo cierto es que no hay un consenso de d¨®nde o cu¨¢ndo procede exactamente el mito, pero s¨ª varias teor¨ªas, as¨ª que las expondremos a continuaci¨®n y cada uno puede quedarse con la que m¨¢s le guste. En cualquier caso, de lo que s¨ª podemos estar casi seguros es de que se trata de un mito exportado desde Estados Unidos. Por un lado estar¨ªan las opiniones personales que varios profesionales de la nutrici¨®n han plasmado en diversos medios ¨Cnunca cient¨ªficos¨C a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, sin aportar una evidencia cient¨ªfica s¨®lida concreta del porqu¨¦ es beneficioso beber diariamente una determinada cantidad de agua.
En este sentido es preciso volver la mirada hacia los doctores Fredrick J. Stare y Margaret McWilliams quienes en 1974 publicaron con cierto ¨¦xito un libro (Nutrition for Good Health: Eating Less and Living Longer!) en el que le dedicaban un peque?o fragmento a la cuesti¨®n hidratante que textualmente dec¨ªa as¨ª:
"?Cu¨¢l ha de ser la cantidad de agua diaria? Es algo que generalmente est¨¢ bien regulado por diversos mecanismos fisiol¨®gicos, pero para un adulto medio, alrededor de seis a ocho vasos cada 24 horas, pudiendo llegar a esta cantidad con otras bebidas en forma de caf¨¦, t¨¦, leche, refrescos, cerveza, etc. Las frutas y verduras son tambi¨¦n buenas fuentes de agua".
Afirmaciones que se hicieron, por supuesto, sin aportar prueba alguna de su recomendaci¨®n. La pica en Flandes de la costumbre de asegurar que hay que beber un cierto volumen de l¨ªquidos al d¨ªa (no solo de agua) sin hacer menci¨®n alguna sobre las razones del consejo. Pero s¨ª hay una cosa en la que tienen raz¨®n: es importante tener presente que los l¨ªquidos que consumimos no vienen solo en este formato. Una persona que tome en una comida gazpacho o sopa fr¨ªa, ensalada y fruta t¨ªpica de verano como sand¨ªa o mel¨®n no tendr¨¢ la misma necesidad de beber agua que alguien que se coma una paella. El cl¨¢sico "comer agua" tambi¨¦n cuenta.
Tambi¨¦n existe la posibilidad de que el consejo de los famosos ocho vasos, dos litros o algo que se le parezca, derive de la interpretaci¨®n sesgada que en 1945 se hizo de las recomendaciones halladas en la Food and Nutrition Board of the National Research Council (Junta del Consejo Nacional de Investigaci¨®n de Alimentaci¨®n y Nutrici¨®n) en las que se pod¨ªa leer el texto siguiente:
"Una asignaci¨®n de consumo diario de agua para un adulto podr¨ªa establecerse en unos 2,5 litros de agua¡"
Pero el texto de la Junta del Consejo Nacional de Investigaci¨®n de Alimentaci¨®n y Nutrici¨®n de aquel entonces no acababa aqu¨ª y a, pesar de que suele omitirse por completo, se continuaba afirmando que:
"¡ la mayor parte de esa cantidad est¨¢ contenida en los alimentos que se consumen habitualmente".
?Entonces qu¨¦ hacemos, cu¨¢nto bebemos al d¨ªa?
Respondiendo a la gallega, otra pregunta de semejante ¨ªndole ser¨ªa¡ ?cu¨¢nto hemos de parpadear para mantener una adecuada salud ocular? Las respuesta a ambas preguntas, tanto la de la cantidad de agua al d¨ªa como la relativa a la frecuencia de parpadeo no puede ser m¨¢s sencilla y elocuente: lo que te d¨¦ la gana o la que, literalmente, te pida el cuerpo.
En condiciones normales es tu sed, la sed de cada uno, la que ha de movernos hacia el agua para aplacarla. Y que no te cuenten milongas: has de beber solo por la sed, ni por el color de la orina (m¨¢s o menos claro u oscuro), ni por aquello de adelantarte a beber antes de que aparezca la sed porque ya estar¨¢s deshidratado, mitos ambos perfectamente documentados con todo lujo de detalles en el primer art¨ªculo comentado en este escrito.
"Para una persona sana la sed es una gu¨ªa adecuada para tomar agua."
As¨ª de simple y directa es la recomendaci¨®n que hace el texto Importancia del agua en la hidrataci¨®n de la poblaci¨®n espa?ola; ni litros, ni vasos, ni pitorros de botijo. Con solo un par o tres de salvedades: los beb¨¦s (que no pueden pedir agua porque no saben hablar, y lo ¨²nico que hay que hacer es ofrec¨¦rsela), los deportistas (como ya se ha comentado) y una buena parte de personas enfermas y ancianas (en los que podr¨ªa ser necesario ¡®programar¡¯ una ingesta de l¨ªquidos m¨¢s all¨¢ de su sensaci¨®n de sed).
Eso s¨ª, si tienes sed, bebe agua. Es posible que puedas encontrar otras bebidas que sirvan para mejorar tu balance h¨ªdrico cuando est¨¢s sediento, nadie lo pone en duda. Pero muchas de ellas llevan impl¨ªcito un peaje negativo que jam¨¢s hallar¨¢s en el agua. Me refiero a las bebidas con calor¨ªas vac¨ªas en forma de refrescos, bebidas alcoh¨®licas, bebidas energ¨¦ticas o las ¨Cmuchas veces mal llamadas o utilizadas¨C bebidas para deportistas. M¨¢s claro, eso.
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