El exquisito secreto del kiwi canijo
?Es una uva, es un cherry, es un avi¨®n? El mini kiwi esconde un sabor ¨²nico y tiene la gran ventaja de que se puede comer con piel. Descubrimos c¨®mo se cultiva en una peque?a plantaci¨®n de Asturias.
Cristina Secades lleva una camiseta amarilla que de lejos se asemeja a aquellas de publicidad de Donuts que llevaban muchos cr¨ªos en mi colegio. Cuando te acercas, en lugar del dibujo del bollo agujereado reconoces tres letras, EWA. Son el acr¨®nimo de Empowering Women in Agrifood, un programa europeo que ha seleccionado a 50 mujeres de Europa, de pa¨ªses con tasas de innovaci¨®n moderadas, para adiestrarlas en sus proyectos agr¨ªcolas. Cristina, sin embargo, lleva la camiseta como si fuera de Donuts, sin exhibici¨®n pero satisfecha, con esa sonrisa de quien acaba de morder un pastel. Es una de las seleccionadas por la EWA gracias a su proyecto empresarial, Kiwin. Como si supiera lo que significa, su border collie, Troy, vive en un permanente estado de celebraci¨®n. Te salta encima nada m¨¢s conocerte, con sus ojos refulgentes, pidi¨¦ndote que aplaudas a su estupenda ama. Dentro de cada border collie hay una f¨¢brica de adrenalina buena.
Cristina en realidad no necesita que la empoderen. Desde hace cuatro a?os cultiva sola unas 200 plantas de mini kiwis en una finca familiar de 2.000 metros cuadrados en Asturias. Planta, analiza, poda, riega, se preocupa por la avispa asi¨¢tica y, desde este primer a?o de cosecha, reparte puerta a puerta. ?D¨®nde est¨¢ su finca exactamente? Ay, amigo, eso en el campo asturiano no es tan f¨¢cil de determinar. Se emplaza en la linde entre Gij¨®n y Llanera, o entre las localidades de Sisiello y Los Bayos. La plantaci¨®n cae en Gij¨®n. La antigua cuadra que Cristina se ha apa?ado como casa, aneja a la granja, pertenece a Llanera. A un lado puedes pedir subvenciones, al otro no, pues ambos concejos reciben distintas categor¨ªas administrativas. Aunque en los alrededores solo hay ganado, manzanos, praos abandonados, un invernadero de tomates y edificaciones desperdigadas, uno de los n¨²cleos se considera rural y el otro, urbano. El campo espa?ol tiene m¨¢s de mapa que de territorio. A Cristina, sin embargo, no le preocupan las subvenciones. Dej¨® su trabajo como cart¨®grafa para vivir en la naturaleza y aprender a cuidarla, como Troy la cuida a ella. Transmite paz.
'Mini kiwi' suena a injerto o a invento pero es una fruta natural, de la familia de las actinidias y de nombre real 'kiwi silvestre'. Crece como una parra, trepadora, hermosa, ca¨®tica. Se la pueden cargar las heladas a la m¨ªnima, como le sucedi¨® a Cristina el primer a?o. Peque?o como una uva o un cherry, este kiwi chiquitico cuenta con numerosas variedades, cuyos colores avanzan desde el verde amarillento al rojo sangu¨ªneo, y cuya carne interior adquiere divertidas formas de caleidoscopio. Son bonitos y muy ricos: se comen con la piel, fina, y estallan en la boca volvi¨¦ndote el cerebro un poco loco, porque no decodificas si est¨¢s masticando una uva, un tomatillo, un kiwi, una ciruela jibarizada o qu¨¦. El sabor mezcla el dulce y el ¨¢cido con intensidades y equilibrios que oscilan seg¨²n la variedad. ¡°Tienen cinco veces m¨¢s vitamina C que la naranja¡±, apunta Cristina, que ha estudiado y sigue estudiando mientras se mancha las manos. Nos sirve una degustaci¨®n y de repente ya se ha acabado.
Esta mujer de 38 a?os, menuda y apasionada, amable por naturaleza e ingeniero forestal de formaci¨®n, se cans¨® de su trabajo de oficina en Oviedo. Sus padres ten¨ªan un terreno, donde anta?o el abuelo cuidaba sus manzanos, que decidi¨® convertir en modo de vida. Con la ayuda de su padre, lo hizo todo desde cero; a mano y con conciencia por su alrededor. Los bidones para almacenar el agua de riego, que coge del colindante r¨ªo Abo?o y de un pozo, est¨¢n apa?ados con material y chatarra reciclada. Las aspas del molino de viento salieron de los r¨®tulos met¨¢licos desechados por una cadena de supermercados, y su eje central, de la rueda de un Seat. El riego cae por un sistema de goteo que aprovecha la altura y que empujan unos paneles solares. ¡°Lo habitual en el kiwi es la aspersi¨®n. Yo uso el goteo y sensores de humedad, para saber cu¨¢ndo tengo que regar y cu¨¢ndo no. As¨ª ahorras un 60% de agua respecto a otros sistemas convencionales¡±. Eso cuenta Cristina mientras impide con cari?o que Troy entre en la plantaci¨®n, para que su entusiasmo por la vida no la lie parda con los gansos y las gallinas que campan adentro. Los gansos, que andan todo el d¨ªa a la gresca, le hacen de segadores. Las pitas, blancas y negras, son de raza Pinta Asturiana, despreciada a pesar de su evidente belleza porque no es una gran ponedora. ¡°Produce poco, pero si vamos solo al aprovechamiento, no tendr¨ªamos ya estas razas¡±: su concepto de lo ecol¨®gico va bastante m¨¢s all¨¢ de la etiqueta.
Entre los kiwis, aprovechando cada rinc¨®n, aparecen fabes, frutales, huertillos de hortalizas y verduras emergiendo por doquier. Rota los cultivos cada dos o tres a?os para mimar el suelo. En la finca colindante, cuatro ovejas xaldas miran con desconfianza mientras el molino de metal gira. Pero la ambici¨®n de esta productora no se queda ah¨ª: ¡°Necesitamos proyectos sostenibles de verdad, que contribuyan a cambiar el sistema agroalimentario. Hay que explicar a la gente de d¨®nde viene lo que comemos. La agroecolog¨ªa es un concepto que incluye lo social. Y los productores somos los que tenemos que hacer ese trabajo de comunicaci¨®n. De la misma forma que tenemos que defender que no existe ecolog¨ªa si explotas a los trabajadores, por ejemplo¡±. Troy la mira y salta de nuevo. Este perro es infatigable.
Cristina ha plantado sus kiwis en una formaci¨®n que se denomina T-bar, unas estructuras de madera que sirven de arquitectura a la planta para alzarse y enredarse. Tiene siete variedades, aunque en la rama todas parecen aceitunas. Recolecta fruto a fruto, cuando su punto de maduraci¨®n es el justo, sin transici¨®n frigor¨ªfica. Directos cada uno a las cajitas de 150 gramos que vende por 2,80 euros. Seg¨²n el d¨ªa que le pidas por Instagram, Facebook o por tel¨¦fono, te tocan de unos colores u otros, aunque siempre intente servir una mezcla completa. Tiene m¨¢s demanda de la que puede atender, as¨ª que probablemente hayas de esperar unos d¨ªas, porque no piensa plantar m¨¢s de lo que pueda atender ella sola. Pero la espera merecer¨¢ la pena, porque te los ventilar¨¢s en un pisp¨¢s, con la alegr¨ªa acelerada de un border collie loco.
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