?Funcionar¨¢ la prohibici¨®n de la publicidad de comestibles insanos para menores?
Consumo prohibir¨¢ los anuncios de alimentos no saludables dirigidos a menores de 15 a?os. ?Se har¨¢ efectiva la limitaci¨®n? ?Servir¨¢? Los expertos plantean dudas si se mantiene el sistema actual de autorregulaci¨®n.
Hablamos de un asunto capital: el 23% de los escolares espa?oles entre seis y nueve a?os tienen sobrepeso, y el 17%, obesidad. Las cifras reafirman el problem¨®n cada a?o, como muestra el ¨²ltimo informe Aladino. Al otro lado de la pantalla, la industria lanza cientos de anuncios de comida cuestionable tambi¨¦n cada a?o, claramente enfocada a los menores. ¡°Si se cumpliera el criterio de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, habr¨ªa que retirar de las pantallas tres cuartas partes de los anuncios¡±, como cuantificaba ya en 2017 Miguel ?ngel Royo-Bordonada, investigador de la Escuela Nacional de Salud P¨²blica.
El Ministerio de Consumo anunci¨® la semana pasada que prohibir¨¢ la publicidad de comestibles malsanos dirigida a menores de 15 a?os, para tratar de disminuir las alarmantes cifras de sobrepeso en la poblaci¨®n infantil. ?C¨®mo se determinar¨¢ si un producto es o no saludable? La OMS recomienda a los gobiernos un sistema para encuadrar los alimentos en 17 categor¨ªas, y en 2004 plante¨® una estrategia para proteger a los menores de edad de la publicidad de az¨²cares, grasas y sustancias industriales que se disfrazan de vitalidad y energ¨ªa, acompa?adas por dibujos y otras persuasiones de color.
El Gobierno, siguiendo las directrices europeas, ha optado por un sistema distinto. Se llama Nutri-Score, y es un modelo aparentemente sencillo, f¨¢cil de entender con solo observarlo adherido a los envases: un c¨®digo de letras y colores que van de la A a la E, y del verde al rojo. El avance en el alfabeto y en el sem¨¢foro eleva el nivel de alerta. El rojo, fatal. El verde, perfecto. Lo entiende hasta un ni?o. Explicarlo ya es m¨¢s dif¨ªcil, pues lo regula un algoritmo: los unos y ceros son m¨¢s complejos que el arco¨ªris.
?Autocontrol o descontrol?
Solo los productos calificados con A o B podr¨¢n promocionarse en publicidad dirigida al p¨²blico infantil. ?Pero qui¨¦n controlar¨¢ esto? Desde 2005 lo hace la propia industria a trav¨¦s de un documento de buena voluntad pero sin capacidad sancionadora: el C¨®digo PAOS, que re¨²ne unas instrucciones sensatas para no enga?ar. Lo lees, y asientes como el brazo de un gato chino: la Federaci¨®n de Industrias de Alimentaci¨®n y Bebidas (FIAB), una suerte de patronal del sector -un lobby- auspici¨® el citado reglamento para autorregularse, pero hay numerosos estudios que prueban que se salta a la torera sus propias reglas desde que amanece. El Instituto de Salud Carlos III se trag¨® todos los anuncios del canal de televisi¨®n Boing, y constat¨® que ¡°tres de cada cuatro infring¨ªan el actual c¨®digo¡±. Y tan panchos, porque la Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrici¨®n ampara al fabricante al establecer su autonom¨ªa en este tema.
El ministerio dispone de un instrumento para intervenir: la Agencia Espa?ola de Seguridad Alimentaria y Nutrici¨®n (AESAN), que en teor¨ªa supervisa el c¨®digo con un monitoring que incluye internet. Pero no funciona, ¡°es una trampa¡±, lamenta el nutricionista Juan Revenga. Gema del Ca?o, especializada en seguridad alimentaria, coincide en el cabreo: ¡°Hasta los que trabajamos para la industria tenemos clar¨ªsimo que la protecci¨®n de los ni?os es fundamental. El C¨®digo PAOS es una declaraci¨®n de intenciones que se le pide a alguien que no tiene buenas intenciones¡±. ¡°Es un lavado de cara¡±, en palabras de la tambi¨¦n experta Beatriz Robles. ¡°La medida puede resultar ineficaz porque hay muchos productos insanos que obtienen buenas puntuaciones en Nutri-Score: refrescos sin az¨²car, yogures azucarados, cereales de desayuno, etc.¡±, concreta Miguel ?ngel Lurue?a, autor del blog Gominolas de Petr¨®leo.
El pol¨¦mico sem¨¢foro del Nutri-Score
El nuevo sem¨¢foro, basado en familias de nutrientes -grasas, vitaminas-, ha sido ya adaptado de antemano por los fabricantes para su acomodo mercantil. Porque sortear las normas es f¨¢cil, como explica Beatriz Robles: ¡°Si se ponderan favorablemente determinados perfiles de nutrientes y desfavorablemente otros, como fabricante solo tienes que aumentar los primeros y bajar los otros. Pero eso no significa que al final tengas un alimento nutricionalmente bueno¡±. Las multinacionales han conseguido que muchos de sus productos reciban las dos mejores puntuaciones, las que se pueden publicitar: ¡°Con A y B saldr¨¢n cerca del 80% de todas esas basurillas que venden¡±, apunta Revenga.
Otro estudio de la Organizaci¨®n de Consumidores y Usuarios (OCU) detect¨® que el 31% de los anuncios son ¡°de alimentos no permitidos por tener mal perfil nutricional¡± y un 46%, ¡°de alimentos que en ning¨²n caso estar¨ªan permitidos¡±. ?Cu¨¢les? Pues caramelos, galletas y boller¨ªa saturada, adem¨¢s de bebidas energ¨¦ticas y zumos de frutas que nunca conocieron un ¨¢rbol.
La reforma del C¨®digo PAOS
Fuentes del Ministerio de Consumo reiteran su confianza en que ¡°pueda ajustarse al mandato legal de contribuir realmente a prevenir la obesidad y promover h¨¢bitos y conductas saludables¡±. El C¨®digo se va a revisar, en efecto, y probablemente endurecer¨¢ sus cl¨¢usulas, pero sin una vigilancia con sanciones, continuar¨¢ como papel mojado: m¨¢s rotundo, pero igual de endeble.
Las fuentes del ministerio, no obstante, avisan de que si la patronal no admite cambios, asumir¨¢ el mando: ¡°En caso de no llegarse a un acuerdo final, la ley habilita al Gobierno para establecer por v¨ªa reglamentaria (mediante el instrumento del real decreto) las normas que regulen las comunicaciones comerciales de estos productos, siempre con el objetivo de garantizar la protecci¨®n de la infancia y la juventud¡±. No obstante, espera ¡°aprobar un nuevo C¨®digo PAOS antes de tener que recurrir a este instrumento¡±.
M¨¢s all¨¢ del c¨®digo, Revenga es pesimista porque encuentra espurio el punto de partida de toda esta historia: ¡°A la industria le dan igual los impuestos que negativizan determinados perfiles nutritivos, lo que verdaderamente le hace da?o es tener mala publicidad, que no se haga su publicidad¡±. Nutri-Score, en su opini¨®n, ha sido concebido como una campa?a de marketing para simular una autobofetada: ¡°Para esto ha estado la industria haciendo tantos estudios ¡®cient¨ªficos¡¯ y tantas publicaciones: para ganarse su cuota de publicidad que asegura su balance de cuentas¡±. En el ministerio replican: ¡°Nutri-Score no es perfecto, pero sin duda es el sistema m¨¢s garantista que podemos adoptar dentro del actual contexto de la Uni¨®n Europea¡±.
"Hijo, hay un poco de galleta en tu ¨ªdolos"
Consumo quiere eliminar tambi¨¦n el uso de personajes famosos en los anuncios: sin princesas del hielo en las galletas, perros patrulleros que comen cereales de desayuno con un mal¨ªsimo perfil nutricional y quesitos de mentira anunciando viajes a parques tem¨¢ticos donde los ni?os pueden conocer al rat¨®n animado m¨¢s famoso del mundo, se reducir¨¢ su impacto. O quiz¨¢ no: ¡°Prohibir que aparezcan esos personajes en la tele no supone ninguna cortapisa si dejas que sigan apareciendo en cajas y envases. No soluciona el problema. Porque si no le pones a un ni?o un bol de golosinas, no puedes ponerle tampoco lo que les estamos dando en los desayunos¡±, protesta Robles.
Asumir como id¨®neo ese modelo de desayuno es como crees que es saludable empezar cada d¨ªa con un plato de huevos revueltos con bacon y salchichas frankfurt, porque as¨ª lo muestran miles de pel¨ªculas y series de televisi¨®n. ¡°Las peores lecciones alimentarias son las que tomamos pensando err¨®neamente que seguimos un modelo saludable¡±, advierte Robles. No hay m¨¢s que ver los desayunos que mayoritariamente sirven los colegios y hospitales de este pa¨ªs, o sus m¨¢quinas de vending..
V¨ªctor Blanco, director creativo ejecutivo de la agencia PS21, que ha realizado campa?as para Sunny Delight o la cadena de restaurantes KFC, ofrece otra perspectiva desde su sector: ¡°Los ni?os no compran, los ni?os exigen. Son los padres los que meten el producto en el carro y a un padre lo convences por ingredientes y calidad, no por mu?equitos que saltan y colores chillones. No estoy a favor de que se infantilice a la sociedad a trav¨¦s de restricciones, pero, en este caso, ser¨¢ interesante ver c¨®mo se reinventa la publicidad de estos alimentos y hasta qu¨¦ punto las compa?¨ªas est¨¢n dispuestas a mejorar su producto en favor de la salud y el negocio, claro¡±.
Hay otras maneras de hacer las cosas (y funcionan)
?Hay otra manera de hacer las cosas? S¨ª. Chile restringe publicidad, cobra impuestos a determinada comida chatarra y hasta ¡°ha quitado los dibujos en los envases para ni?os¡±, como cuenta Gemma del Ca?o sobre un caso que se considera ejemplar. Portugal proh¨ªbe por ley los anuncios en programas infantiles y juveniles de refrescos y productos con exceso de az¨²car, grasa y sal. Adem¨¢s, impone multas de hasta 45.000 euros a la publicidad en los alrededores de centros educativos. Y desde 2008 , tambi¨¦n grava con un impuesto a las bebidas azucaradas, cuyo efecto ha sido aplaudido por la OMS por haber reducido las cifras de obesidad infantil.
¡°Noruega, Dinamarca o Suecia tienen un sistema que se llama El ojo de la cerradura¡±, expone Revenga. ¡°Data de principios de los a?os noventa y sirve para etiquetar correctamente los alimentos malos y tambi¨¦n los buenos¡±. Porque, m¨¢s all¨¢ de que cuanto metas a la boca est¨¦ rico, hay alimentos que aportan y otros que no: sin informaci¨®n, el ciudadano se convierte en un perro de P¨¢vlov. Sirvan estas palabras de Del Ca?o como cierre a un asunto capital: ¡°Los padres y los ni?os est¨¢n sometidos a presi¨®n por la industria donde asociamos los alimentos ultraprocesados insanos a la felicidad y los sanos al aburrimiento. Se debe trabajar con informaci¨®n, formaci¨®n y educaci¨®n. Pero primero, las medidas tienen que ser contundentes y hacerse cumplir. Para m¨ª, la prioridad ser¨ªa en ultraprocesados de boller¨ªa en el supermercado. Desde ah¨ª... al resto¡±.
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