Peter Saville, creador de las portadas ic¨®nicas de New Order y Joy Division: ¡°Cre¨ªa saber hacia d¨®nde iba el mundo. Y pienso que ten¨ªa raz¨®n¡±
El brit¨¢nico es hoy una leyenda: hablamos con el dise?ador que destil¨® las claves del lenguaje visual contempor¨¢neo y que este mes recibe uno de los premios del Madrid Design Festival
¡°Si fuera el editor invitado de ICON, posiblemente te mandar¨ªa p¨¢ginas solo con im¨¢genes¡±, r¨ªe Peter Saville (M¨¢nchester, 66 a?os) durante una de las conversaciones que mantenemos antes de la charla que dar¨¢ en Madrid el 17 de febrero, con ocasi¨®n del Madrid Design Festival. Saville es un dise?ador conocido por su estilo sint¨¦tico e incluso ausente: muchas de las portadas de discos que dise?¨® en los a?os ochenta prescind¨ªan totalmente de la tipograf¨ªa o la utilizaban de forma m¨¢s bien arcana. El ejemplo m¨¢s conocido es Unknown Pleasures, el ¨¢lbum con el que Joy Division debut¨® en 1979 y cuya cubierta reproduce el rastro de un p¨²lsar registrado por un ordenador primigenio: esquem¨¢ticas cordilleras de l¨ªnea blanca sobre un fondo negro, nada m¨¢s. Un disco que ha sido plasmado en innumerables camisetas, p¨®sters y tazas de caf¨¦ y que, al igual que muchos de los otros discos, carteles, logos o campa?as de branding que Saville ha firmado desde finales de los a?os setenta, no solo forman parte de la historia del dise?o. Son iconos generacionales o, como m¨ªnimo, parte del paisaje visual de millones de personas perfectamente ajenas a las palabras dise?ador gr¨¢fico. Aunque ¨¦l, en realidad, lo que quer¨ªa era ser una estrella pop.
Saville menciona el disco Another Time, Another Place, que su ¨ªdolo, Bryan Ferry, public¨® en 1974. El l¨ªder de Roxy Music aparece vestido de esmoquin blanco en una elegante fiesta en un jard¨ªn. ¡°Cuando ve¨ªa esa foto quer¨ªa estar all¨ª¡±, exclama. ¡°Era un chaval de clase media, de una familia de peque?os empresarios, en un barrio acomodado de las afueras de M¨¢nchester. En casa hab¨ªa antig¨¹edades y cl¨¢sicos lienzos burgueses, que yo por supuesto detestaba, porque otros de mis amigos ten¨ªan casas modernas... Y que ahora por supuesto s¨ª s¨¦ apreciar¡±, r¨ªe. Portadas de discos y revistas de moda formaban su imaginario y, en 1974, se enrol¨® en la escuela de arte de M¨¢nchester para estudiar dise?o gr¨¢fico. Sus modelos eran el fot¨®grafo de moda Helmut Newton y los artistas pop: Andy Warhol, claro, pero tambi¨¦n Peter Phillips, que llenaba sus lienzos de coches americanos y pin-ups, parachoques cromados y chicas sexis. El joven Saville vest¨ªa traje blanco. Su mesa de dibujo, forrada de leopardo, era famosa en la escuela (y frecuentemente vandalizada).
Saville vivi¨® entre efluvios de sofisticaci¨®n retro hasta que, en 1976, lleg¨® ¡°un golpe de estado cultural: ?el punk!¡±, anuncia sobre la revoluci¨®n de la anarqu¨ªa y el hazlo t¨² mismo. ¡°Los j¨®venes volvieron a apropiarse de su cultura. Si quer¨ªas formar parte del punk, no ten¨ªas m¨¢s que hacerlo: la gente formaba grupos de un d¨ªa para otro¡±. Dos a?os despu¨¦s, Saville hab¨ªa conocido a Tony Wilson, un presentador habitual de la escena musical que estaba organizando una noche en un club. Se ofreci¨® a ayudarle: el primer cartel de The Factory no ten¨ªa letras de peri¨®dico recortadas ni grafiti; era un ordenado dise?o en amarillo se?al¨¦tico directamente inspirado por Jan Tschichold, mito de la tipograf¨ªa del siglo XX que Saville descubri¨® en su nuevo libro de cabecera, Pioneers of Modern Typography. ¡°Quer¨ªamos ver qu¨¦ nacer¨ªa de las cenizas del punk¡±, dice hoy el dise?ador. Cuando, a finales de 1978, Factory empez¨® a lanzar discos ¨Calgunos de ellos fundamentales para entender la m¨²sica reciente¨C, lo que naci¨® fue una est¨¦tica limpia, abundante en tipograf¨ªas cl¨¢sicas y con indisimuladas alusiones a obras y movimientos art¨ªsticos del pasado. Closer, de Joy Division, incorporaba la foto de un sepulcro en blanco y negro de Bernard Pierre Wolff. Pero la reapropiaci¨®n posmoderna lleg¨® al c¨¦nit con la portada de Power, Corruption and Lies, de New Order: un bodeg¨®n de rosas que Henri Fantin-Latour pint¨® en 1890 cuya belleza decadente ilustraba tan bien los vicios del capitalismo que, una vez m¨¢s, no hizo falta tipograf¨ªa.
Saville lo ve como una especie de reacci¨®n a su aprendizaje: ¡°Invertimos el proceso del Pop Art: sus artistas transformaban en arte lo cotidiano, y nosotros cogimos el canon del arte y lo trajimos al d¨ªa a d¨ªa¡±. ?La m¨²sica tambi¨¦n le apasionaba? ¡°En realidad, no. Bueno, a ver. Cuando escucho algo que me gusta, me transporta y es muy importante para m¨ª. Todav¨ªa oigo discos de Kraftwerk en el coche. Y en el estudio pongo m¨²sica sacra. Pero nosotros ve¨ªamos m¨²sica y portada por separado. No puedes dise?ar portadas que hablen de la m¨²sica: en la pr¨¢ctica es casi imposible porque, en cuanto llegan las canciones, resulta que la portada ten¨ªa que estar para ayer¡±. Adem¨¢s, al final, si al artista le gusta, la compa?¨ªa de discos dir¨¢ que s¨ª. Si haces un disco con Kanye West, ?crees que importa alguien aparte de Kanye?¡±
Una portada tampoco deber¨ªa ser la ilustraci¨®n del t¨ªtulo, a?ade. ¡°No es buena idea. Los ¨¢lbumes son frecuentemente mucho m¨¢s ricos y complejos. Lo que importa es qu¨¦ lugar ocupa la banda en el momento, en el ahora. Joy Division y OMD son bandas new wave, pero no son iguales¡±, sopesa. ¡°Es cuesti¨®n de posicionamiento. Uno sabe qu¨¦ im¨¢genes funcionan en cada caso. Mis portadas m¨¢s importantes de los a?os ochenta consist¨ªan en un abanico de sutiles variaciones¡±. Las que Saville dise?¨® para New Order hasta mediados de los noventa son brillantes arquetipos de perfecci¨®n gr¨¢fica, aunque a ellos ni siquiera les gustaban: ¡°?Los mandaba directamente a imprenta!¡±, cuenta Saville. Tampoco se entendi¨® a la primera con Bryan Ferry cuando, ya viviendo en Londres, logr¨® trabajar con ¨¦l. Solo disfrutaba de la libertad que le daban sus amigos de M¨¢nchester en los singles, que Ferry supervisaba menos. En Oh Yeah (1980), Saville, en vez de la t¨ªpica imagen de una modelo conduciendo un descapotable, condens¨® esa idea en una sugerente tipograf¨ªa dorada. Saville y Ferry terminaron discutiendo (¡°ocurri¨® en Italia. No voy a elaborarlo, pero ten¨ªa 25 a?os y me pas¨¦ de la raya. Fue una lecci¨®n en protocolo jer¨¢rquico¡±), pero todav¨ªa se hablan. ¡°Una vez al a?o nuestros caminos se cruzan. Me gusta que, cuarenta a?os despu¨¦s, el ¨²nico hombre del que he sido fan sea alguien a quien puedo llamar por tel¨¦fono¡±.
El virtuoso esquematismo de Saville es fruto de un proceso: ¡°Si me lo permit¨ªan, procrastinaba y deliberaba mucho sobre cada trabajo, as¨ª que para cuando lo entregaba estaba muy enfocado, reducido y destilado¡±, explica. A finales de los ochenta ya ten¨ªa claro que las portadas de discos no daban para construir una carrera ni lucrativa ni longeva (¡°no dise?o discos para gente m¨¢s joven: es triste¡±, dice) y se gir¨® hacia su otro amor: ¡°Posiblemente ya no sea as¨ª, pero en aquella ¨¦poca, esa especie de blanco m¨®vil que es el zeigeist, el esp¨ªritu de los tiempos, estaba en la moda. Eso me dec¨ªa mi radar, eso es lo que intentaba capturar¡±. Era un momento de recesi¨®n econ¨®mica, y tambi¨¦n de bancarrota personal: vistas con ojos de marketing, las campa?as que Saville creo para Yohji Yamamoto ¨Cim¨¢genes saturadas con esl¨®ganes como ¡°Game Over¡±¨C son fascinantes ejemplos de publicidad kamikaze. Anuncios que no mostraban ropa cuya est¨¦tica apocal¨ªptica criticaba el consumo desaforado y reforzaba la rupturista propuesta de moda del dise?ador japon¨¦s. Este y otros encargos cargados de cr¨ªtica y pesimismo, desarrollados dentro de Pentagram ¨Cuna superpotencia del dise?o¨C, provocaron su salida. Y una constataci¨®n: que Peter Saville no estaba hecho para cohabitar en una estructura corporativa.
¡°Siempre me he resistido a hacer concesiones, he sido pr¨¢cticamente incapaz. Esa es la clave: me tomaba el trabajo como si fuera yo mismo¡±, admite. ¡°Ahora que tengo perspectiva comienzo a ver pautas, me empiezo a reconocer. Y me permito ser m¨¢s franco sobre mis motivaciones. ?Sabes? El otro d¨ªa apunt¨¦ en un cuaderno las palabras vanidad, ego y miedo. Creo que la mayor¨ªa de lo que he hecho se justifica aplicando esas categor¨ªas. Y supongo que lo de tomarme el trabajo de forma tan personal se corresponde con el ego y la vanidad¡±. Desde los a?os noventa en adelante, dice, no ha habido ning¨²n sector en el que le haya apetecido instalarse, aunque los ha tocado casi todos: museos, galer¨ªas, cultura, deportes, automoci¨®n, moda, arquitectura... Incluso creo el branding para su ciudad, un trabajo m¨¢s relacionado con la pol¨ªtica y la estrategia que con dise?ar nada. ¡°Lo ¨²ltimo que le hac¨ªa falta a M¨¢nchester era un logo. Ahora cualquier ciudad quiere tener talla mundial, pero es que no se trata de que abran un Hilton. No es lo que importas, sino lo que exportas¡±. En consecuencia, la ex urbe industrial donde creci¨® fue bautizada como la ciudad moderna original: ¡°Nunca ser¨¢ la m¨¢s bonita, o la que mejor clima tiene, pero fue la primera que respondi¨® a los retos de la urbe contempor¨¢nea. En todos los sectores, M¨¢nchester tiene que buscar la soluci¨®n m¨¢s original y moderna¡±, explica.
No ha encontrado su nicho, pero ya no le importa. Peter Saville est¨¢ ¡°perfectamente satisfecho de ser Peter Saville, y orgulloso de todo lo que me ha pasado¡±. Se?ala aquella cita con Tony Wilson como el acontecimiento m¨¢s importante de su vida. Ha superado su eterna frustraci¨®n, canalizar el trabajo de otros, y menciona el orgullo y la ¡°responsabilidad¡± de haber dise?ado las portadas de grandes discos: ¡°Al final, era la m¨²sica la que comunicaba el trabajo¡±, afirma. En los ¨²ltimos a?os, ha empezado a recibir encargos importantes por parte de su tercera generaci¨®n de fans ¨Cgrandes de la moda como Raf Simons o Riccardo Tisci¨C, que recurren a ¨¦l ¡°no como especialista sino como leyenda¡±. Su obsesi¨®n, despu¨¦s de todo, siempre fue captar con su trabajo ese escurridizo signo de los tiempos. ¡°Cre¨ªa saber hacia d¨®nde iba el mundo. Y pienso que ten¨ªa raz¨®n¡±.
Saville no vive un retiro dorado en un chalet suizo, sino con su novia, en su estudio de Londres. Sigue trabajando para pagar el alquiler. ?Piensa en jubilarse? ¡°La palabra jubilaci¨®n es muy pol¨¦mica¡±, responde. ¡°Antes, cuando hab¨ªa una batalla, los oficiales ancianos se colocaban en lo alto de una colina, junto al corresponsal del Times, para seguirla desde all¨ª. Yo estoy en esa colina. Observando¡±.
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