Sexo, chaqueta de piloto y aquella canci¨®n: el legado que ¡®Top Gun¡¯ dej¨® en una generaci¨®n
El regreso, 35 a?os despu¨¦s, de Tom Cruise al papel que lo convirti¨® en estrella nos devuelve tambi¨¦n la pel¨ªcula que dispar¨® las ansias consumistas y carnales de la juventud de los ochenta
Es verano de 1986 y un grupo de ni?as junta su paga en el mostrador de una tienda de discos de barrio: 1.100 pesetas (unos 6,60 euros) que servir¨¢n para llevarse a casa la banda sonora de Top Gun. Se compran el disco aunque la ¨²nica canci¨®n que les importa es el corte n¨²mero cinco, Take my breath away, el himno rom¨¢ntico de Giorgio Moroder y Tom Whitlock que hab¨ªa estado a punto de formar parte de la banda sonora de Nueve semanas y media. La canci¨®n m¨¢s dedicada en las emisoras de radio locales y cuyo v¨ªdeo, que no necesitaba excusas para aparecer en Tocata una y otra vez, hab¨ªa hecho familiar el pelo bicolor de la cantante de Berlin, Terri Nunn. Todo en Top Gun resultaba terriblemente moderno y aspiracional, se estaba cimentando un fen¨®meno est¨¦tico que llega hasta nuestros d¨ªas y todos los adolescentes, tambi¨¦n los espa?oles, quer¨ªan formar parte de ¨¦l.
El de Top Gun no fue un taquillazo tan previsible como podr¨ªamos pensar hoy. Por entonces Tom Cruise, el hombre que acaba de ser definido por The New York Times como ¡°la ¨²ltima estrella de cine de Hollywood¡±, tan s¨®lo contaba en su haber con el ¨¦xito moderado de Risky Business (1983). Hab¨ªa formado parte de la generacional Rebeldes (1983), de Francis Ford Coppola, pero no brill¨® tanto como los guapos oficiales Rob Lowe y Matt Dillon, y su ¨²ltima pel¨ªcula, Legend (1985), el intento de Ridley Scott de emular el ¨¦xito de Lady Halc¨®n y Dentro del laberinto, se hab¨ªa saldado con un sonoro fracaso. Su tir¨®n en taquilla era un misterio. Tampoco el nombre de su coprotagonista llevar¨ªa a demasiados al cine. El mundo s¨®lo hab¨ªa visto a Kelly McGillis como la amish que enamoraba a Harrison Ford en ?nico testigo (1985). El director, Tony Scott, no contaba con un bagaje superior: su ¨²nico trabajo, El ansia (1983) ¨C¡°una pel¨ªcula de vampiros angustiosamente mala¡± en palabras del cr¨ªtico Roger Ebert¨C, hab¨ªa sido ignorada por el p¨²blico.
Pero los productores Jerry Bruckheimer y Don Simpson, responsables de algunos de los mayores taquillazos del Hollywood moderno, no hab¨ªan puesto sus ojos en Scott por su estilizado drama de chupasangres bisexuales, sino por su trayectoria publicitaria. Porque de lo que se trataba aquello era de vender la Marina de los Estados Unidos. Top Gun iba a ser un espacio publicitario de dos horas cuyo objetivo era llevar a los j¨®venes a las puertas de las oficinas de reclutamiento. Un fin tan indisimulado en el guion que las escenas amorosas tuvieron que agregarse a la pel¨ªcula a posteriori, despu¨¦s de que en los visionados previos los espectadores echasen de menos algo m¨¢s de romance en medio de tantas piruetas a¨¦reas y ruido de motores.
De ah¨ª que en la inolvidable secuencia (?pero cu¨¢l en Top Gun no lo es?) en la que Maverick ¨CCruise¨C y la instructora Charlie Blackwood ¨CMcGillis¨C se van a la cama tan s¨®lo los veamos en penumbra. No era un recurso est¨¦tico de Scott, sino la manera de disimular que Kelly McGillis se hab¨ªa oscurecido el pelo, inmersa ya en el rodaje de Hecho en el cielo (1987).
A los millones de espectadores que abarrotaron las salas aquel verano les dio igual la penumbra. Cuando Charlie soltaba aquello de ¡°ten¨ªa miedo de que la escuadrilla de t¨¢cticas en pleno me descubriera, y no quiero que nadie sepa que me he enamorado de ti¡±, el p¨²blico aullaba en los cines mientras los protagonistas hac¨ªan el amor a ritmo de Take my breath away. No todos recibieron la escena con tanto entusiasmo: la sex¨®loga Barbara Carrellas la analiz¨® para la web Thrillist y su informe es demoledor: ¡°He sido testigo de mucho sexo en mi vida, tanto en persona como en la pantalla. Sinceramente, nunca vi sexo tan poco estimulante. Me pregunto si esta escena fue tan aburrida de filmar como de ver. Afortunadamente, esta es tambi¨¦n una de las escenas de sexo m¨¢s cortas que he visto. El sexo real solo dura 107 segundos. Y... est¨¢ filmado a c¨¢mara lenta, as¨ª que la duraci¨®n real del encuentro es probablemente de menos de un minuto¡±.
Cuando meses despu¨¦s Top Gun se edit¨® en VHS, esa escena destroz¨® los cabezales de los v¨ªdeos dom¨¦sticos. Los adolescentes, y probablemente alg¨²n adulto, rebobinaban una y otra vez aquel cl¨ªmax para apreciar la humedad de las lenguas de Tom y Kelly entrelaz¨¢ndose. Con toda seguridad no hab¨ªan visto tanto sexo como Carrella, pero acostumbrados a la asepsia de los besos de las comedias rom¨¢nticas de John Hugues, encontraban aquel momento sumamente er¨®tico.
La qu¨ªmica entre la pareja protagonista era tan escasa que hubo que grabar escenas de refuerzo, pero la del elenco masculino rebosaba complicidad. En parte gracias a un momento absolutamente gratuito que se convirti¨® en uno de los m¨¢s recordados de la pel¨ªcula: la escena del voleibol. ¡°Sab¨ªa que ten¨ªa que presumir de los muchachos, pero no ten¨ªa un punto de vista, as¨ª que simplemente grab¨¦¡±, record¨® Scott en una entrevista que aparece en el Blu-ray/DVD del 30 aniversario de la pel¨ªcula. ¡°Hice que se quitaran la ropa y los roci¨¦ con aceite para beb¨¦s¡±. Con el libro del fot¨®grafo Bruce Weber Looking Good: A Guide for Men en la cabeza, Scott reflej¨® la camarader¨ªa militar masculina en su momento m¨¢s relajado: un partido en la playa entre los antagonistas Maverick y Iceman (interpretado por un Val Kilmer con puntiagudo tup¨¦ rubio) y sus lugartenientes. La escena es un videoclip dentro del inmenso videoclip que es la pel¨ªcula, en el que los planos de cuerpos musculosos y aceitados se suceden al ritmo del Playing With the Boys de Kenny Loggins, sin que a nadie le importe demasiado el resultado final. ¡°No hab¨ªa una visi¨®n detr¨¢s de lo que estaba haciendo. Era porno blando¡±, dijo el director.
Fue la escena m¨¢s sencilla de la pel¨ªcula, como recoge The Wrap. ¡°Producci¨®n llev¨® un cami¨®n de arena, coloc¨® una red y se film¨® en cuesti¨®n de horas¡±. Aquel fue el ¨²nico momento de lucimiento del cuarto hombre de Top Gun, Rick Rossovich, alias Slider, el compa?ero de Iceman y el ¨²nico que realmente sab¨ªa jugar al voleibol. Un antiguo culturista que estuvo a punto de convertirse en estrella gracias a su paso por ¨¦xitos como Terminator, Calles de fuego, Top Gun y Roxanne, pero acab¨® relegado a las series de televisi¨®n y los telefilmes.
Aquellos cuerpos engrasados contribuyeron a cimentar la fama del film como fantas¨ªa gay, avalada por cr¨ªticos como Pauline Kael, que la calific¨® de ¡°brillante anuncio homoer¨®tico en el que los pilotos se pavonean por el vestuario, toallas colgando precariamente de sus cinturas¡±. Esta teor¨ªa fue reforzada por el c¨¦lebre discurso de Quentin Tarantino, lo ¨²nico recordable de Duerme conmigo (1994), la comedia indie de Eric Stolz y Meg Tilly, en el que defin¨ªa Top Gun como ¡°la historia de un hombre luchando contra su propia heterosexualiad¡±.
Vulture aprovech¨® los fastos por el 35 aniversario de la pel¨ªcula para preguntarle al productor Jerry Bruckheimer qu¨¦ opinaba de la fama de Top Gun como pel¨ªcula gay y no se mostr¨® particularmente molesto. ¡°Cuando haces una pel¨ªcula, la gente puede interpretarla como quiera y ver en ella temas que los cineastas no ten¨ªan ni idea de que estaban tocando. Tony y Quentin eran muy buenos amigos. Hab¨ªa una gran camarader¨ªa y respeto entre ellos. Viniendo de Quentin, siempre es un cumplido¡±.
Peroo en su estreno en 1986 pocos espectadores reflexionaron sobre el subtexto: la mayor¨ªa se qued¨® encandilada por aquella est¨¦tica en la que todo lo que aparec¨ªa en pantalla era deseable: empezando por Tom y Kelly, ¨¦l luciendo todos sus tipos de sonrisa y ella representando un papel poco habitual en el cine, una figura de poder femenina en un entorno eminentemente masculino. Poco habitual, pero real: su personaje est¨¢ basado en Christine Fox, una matem¨¢tica y contratista civil del Centro de An¨¢lisis Navales que a?os despu¨¦s se convirti¨® en la mujer de mayor rango en el Pent¨¢gono. Esa relaci¨®n tan impropia en el cine de la ¨¦poca, la de una mujer con un poder superior al de su pareja masculina (y m¨¢s edad, pues McGillis es cinco a?os mayor que Cruise), no fue cosa de Hollywood. En el guion original, Maverick se enamoraba de una suboficial de la base, pero la Marina impuso que la relaci¨®n fuese con una superior, ya que la confraternizaci¨®n dentro de los rangos iba en contra de las normas.
Los espectadores se enamoraron de Tom y Kelly, pero tambi¨¦n del espectacular Porsche 356 Speedster de 1958 que conduc¨ªa ella (y nos hac¨ªa preguntarnos a cu¨¢nto ascend¨ªa exactamente el sueldo de una instructora de vuelo) y de la Kawasaki GPZ 900R Ninja que cabalgaba Maverick con gafas de sol y sin casco. En principio iba haber sido Honda quien cediese las motos, pero, ateni¨¦ndose a su estricta pol¨ªtica respecto a la seguridad vial, rompi¨® el acuerdo con Paramount cuando se enter¨® de que Cruise conducir¨ªa a cabeza descubierta. Los adolescentes espa?oles estaban m¨¢s en sinton¨ªa con la bravuconer¨ªa del piloto que con la prudencia de Honda y aquel verano muchos se jugaron la vida emulando al piloto en sus humildes Puch Condor.
Tambi¨¦n emularon el look del protagonista. Las gafas Ray Ban Aviator aumentaron sus ventas un cuarenta por ciento despu¨¦s del estreno. Y la m¨ªtica cazadora G1, se convirti¨® en su principal objeto de deseo. Dise?ada en 1947 para los pilotos de la Marina de los Estados Unidos, estaba fabricada con piel aut¨¦ntica y cuero de borreguillo para conservar el calor a grandes alturas. Un objeto de colecci¨®n que los j¨®venes espa?oles de la ¨¦poca sustituyeron por cazadoras de polipiel a las que les pegaban toscamente parches que casi nunca ten¨ªan nada ten¨ªan que ver con los 17 que luc¨ªa la cazadora de Maverick y que simbolizaban los escuadrones de los que hab¨ªa formado parte su padre, desaparecido durante la guerra de Vietnam.
Durante la Comic-Con de 2019, el primer trailer de la pel¨ªcula tranquiliz¨® a los fans de la prenda. La G1 volv¨ªa a Top Gun, pero la mirada escrutadora de Internet revel¨® un cambio sutil est¨¦ticamente, aunque de alta carga pol¨ªtica del que se hizo eco el periodista Mark Mackinnon.
There¡¯s a new Top Gun movie coming out. And Maverick is wearing the same leather jacket - only this time it¡¯s Communist Party of China-approved, so the Japanese and Taiwanese flag patches are gone (screenshot on right is from the new trailer)... pic.twitter.com/gUxFNFNUKX
— Mark MacKinnon (@markmackinnon) July 19, 2019
El gigantesco parche del USS Galveston hab¨ªa sido sustitu¨ªdo para evitar la presencia de la bandera de Jap¨®n y especialmente la de Taiwan, pa¨ªs que China no reconoce como tal. Hace tres d¨¦cadas el mercado chino era residual, pero hoy marca la diferencia entre el ¨¦xito y el fracaso de una superproducci¨®n y nadie quiere arriesgarse a un boicot que arruine las expectativas econ¨®micas de la pel¨ªcula, cuyo presupuesto de 150 millones de d¨®lares dista mucho de aquellos apenas 15 con los que la primera sali¨® al mundo, y sin muchas expectativas de acabar recaudando 360.
Un ¨¦xito desmesurado que provoc¨® un aluvi¨®n de imitaciones. La espa?ola lleg¨® en 2002, Alas Rotas, protagonizada por el locutor radiof¨®nico y DJ Tony Aguilar y el italiano Fabio Fulco, un documento a mayor gloria de la Patrulla ?guila que al igual que Top Gun cont¨® con el apoyo del Ministerio de Defensa. Pero el resultado fue muy distinto. La pel¨ªcula de Carlos Gil, que Casimiro Torreiro defini¨® en EL PA?S como ¡°un pl¨²mbeo, m¨¢s bien penoso, decididamente olvidable dram¨®n seudopsicol¨®gico que pretende conmover, pero que logra exactamente lo contrario: la carcajada involuntaria¡±, fue un rotundo fracaso.
A este Top Gun: Maverick que se acaba de estrenar ha vuelto Val Kilmer, que reneg¨® durante a?os de ella y de Tom Cruise, pero no Kelly McGillis, que ha sido sustituida en el coraz¨®n de Maverick por Jennifer Connelly, ocho a?os menor que Cruise. Cuando se anunci¨® la secuela, McGillis declar¨® a Entertainment Tonight: ¡°Soy demasiado vieja, estoy gorda, aparento la edad que tengo y no es eso lo que buscan para la pel¨ªcula. Pero yo prefiero sentirme segura en mi piel y fiel a mi edad que valorar otras cosas¡±.
El orden que la Marina alter¨® en 1986 se ha restablecido. M¨¢s de 35 a?os despu¨¦s, no podemos ni imaginar a Tom Cruise teniendo una relaci¨®n con una mujer de m¨¢s edad que ¨¦l. Tampoco volveremos a escuchar a Berlin. La banda se disolvi¨® meses despu¨¦s del estreno de la pel¨ªcula, incapaz de gestionar su ¨¦xito repentino. El mundo ha cambiado en estos siete lustros. La pel¨ªcula, probablemente, recaudar¨¢ un dinero ingente, pero no habr¨¢ adolescentes gritando en los patios de colegio aquello de ¡°Maverick, potro m¨ªo, ll¨¦vame a la cama o pi¨¦rdeme para siempre¡±, una de las frases para el recuerdo de la pel¨ªcula, para pasmo del profesorado.
El aluvi¨®n de propuestas audiovisuales hace que ninguna se fije durante demasiado tiempo en la memoria. Tampoco nadie rebobinar¨¢ una cinta cassette para escuchar en bucle Hold My Hand, el tema de Lady Gaga que tiene la dif¨ªcil tarea de sustituir a Take my breath away en el coraz¨®n de los nost¨¢lgicos, ni customizar¨¢ torpemente una cazadora de polipiel. Ahora tanto la G1 como los 17 parches oficiales son f¨¢cilmente accesibles v¨ªa online. Lo que s¨ª se mantiene inamovible es que ser¨¢ disfrutada en una sala de cine, un empe?o personal de Tom Cruise que no quiere ni o¨ªr hablar del streaming. Tampoco variar¨¢ demasiado la emoci¨®n con la que los millones de fans de la pel¨ªcula original recibir¨¢n en esas salas los primeros compases del remozado himno de Harold Faltermeyer que nos anuncia que, aunque la espera haya sido larga, hemos vuelto a Top Gun 35 a?os despu¨¦s.
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