Ganador de clase media: as¨ª es el estilo de Rafa Nadal
El vencedor de 14 ¡®roland garros¡¯ es como la Reina de Inglaterra: a ambos se los distingue desde lejos y, aunque tengan alg¨²n ¡®annus horribilis¡¯, siempre reviven. Y vencen. Y vuelven a vencer.
El pasado domingo el tenista mallorqu¨ªn hizo algo que domina: mancharse de tierra batida y levantar el trofeo que lo convierte en vencedor de Roland Garros. Antes de esa tarde ya lo hab¨ªa hecho 13 veces m¨¢s. La Historia (y Google) cuentan que la primera, con 19 a?os, visti¨® una camiseta verde lima de manga sisa, unos pantalones pirata blancos y cinta en el pelo ¨¤ la Karate Kid: su manifiesto est¨¦tico fundacional, la imagen que perdurar¨ªa durante a?os. El mallorqu¨ªn lleg¨® arrasando a un mundo de correcci¨®n estil¨ªstica solo agitada antes por Agassi. Ahora ha ganado la Copa de los Mosqueteros y es el tenista m¨¢s longevo en hacerlo y eso ya no ha sido un triunfo, sino una gesta. Lo cambia todo. ?C¨®mo se viste alguien para pasar a la posteridad? Si es Nadal, sin darle excesiva importancia. El pasado domingo eligi¨® una versi¨®n adulta de lo que llev¨® aquel d¨ªa de 2005 que venci¨® a Mariano Puerta. La camiseta, tambi¨¦n de color vivo, ahora lleva su nombre: la NikeCourt Dri-FIT ADV Rafa.
Entre esos dos triunfos en Par¨ªs han transcurrido 17 a?os. El mundo ha cambiado: en 2005 no exist¨ªan Instagram, Google Maps ni Netflix. Pero la querencia de Nadal por los colores y su fe en s¨ª mismo han permanecido inalterables. Sus rivales, Djokovik o Federer, han cultivado un estilo consistente, ¨¦l ha ido cambiando; tambi¨¦n ha ido cumpliendo a?os. Hace tiempo que abandon¨® la sisa en las citas importantes, estrech¨® la ropa y se cort¨® el pelo y los piratas. Ha perdido originalidad (lo ¨²nico que ha ido perdiendo en estos a?os) a favor de una silueta m¨¢s uniforme y t¨¦cnica que anima con golpes de color: este a?o ha elegido el magenta en el Open de Australia, naranja en Indian Wells. La ropa es secundaria, pero ¨²til y distintiva. Eso tambi¨¦n lo comparte con Isabel II. Solo se permite bajar la guardia crom¨¢tica en Wimbledon, donde es obligatorio competir de blanco desde final del siglo XIX, cuando se decidi¨® era una buena manera de disimular las marcas de sudor. En Londres Nadal se federiza y resulta desconcertante verle as¨ª.
La rivalidad entre ambos tenistas era m¨¢s interesante si Nadal viste de Nadal y Federer de Federer. David Foster Wallace, gran aficionado al tenis, dedic¨® un art¨ªculo a su m¨ªtica final de Wimbledon de 2006, que incluy¨® en su libro El tenis como experiencia religiosa. ?l, que no ocultaba su debilidad por el suizo, escribi¨® que en ese partido se enfrentaban: ¡°Dionisio y Apolo. Cuchillo de carnicero contra escalpelo¡±; es f¨¢cil imaginar qui¨¦n es cada cual. En unos d¨ªas en los que solo cabe la hagiograf¨ªa cuidadosa esta frase resulta inc¨®moda, pero habla de dos estilos de tenis que arrastran dos estilos en el vestir. Mientras Federer parece salido de Match Point o un lord ingl¨¦s que juega en la pista de su manor en Somerset sin sudar una gota, Nadal derrocha competitividad y humedad y no tiene la m¨¢s m¨ªnima intenci¨®n de ser lo que no es solo porque otros lo sean.
?l es un tipo apegado a sus rutinas y a sus tics, que se ha alojado durante a?os en Paris el mismo hotel talism¨¢n donde durmi¨® el a?o de su primer triunfo y que repite aquello que le da suerte. Su forma de vestir en la cancha es, en superficie, en¨¦rgica, pero esconde decisiones estrat¨¦gicas y man¨ªas; esa es tambi¨¦n su forma de jugar: raz¨®n, coraz¨®n y tripas. Tras sus decisiones est¨¦ticas, que tambi¨¦n lo son deportivas, est¨¢ Jordi Robert (Tuts) el puente entre ¨¦l y Nike. La ropa no puede distraerle de su oficio; adem¨¢s debe ser visto por el p¨²blico, el rival y en fotos: tiene que dar espect¨¢culo y en eso tambi¨¦n se parece a Su Graciosa Majestad.
Su estilo fuera de la cancha es inocuo. Con la raqueta en la mano Nadal quiere ser visto; sin ella, no tanto. Viste como un chico que quiere hacer las cosas bien (o mejor, muy bien) y eso es puro Nadal. Cuando pasea por Palma lo hace en bermudas y cuando acude a alguna fiesta con americana oscura y camisa blanca y, si el protocolo obliga, con smoking. El lunes pos¨® con la Torre Eiffel de fondo con el trofeo de vencedor y lo hizo con un polo blanco y tejanos, uniforme conservador e irreprochable. John Carlin escribi¨® en EL PA?S, en Viaje al cerebro de una m¨¢quina que ¡°el tenis es un deporte de clases medias¡±.
Nadal viste como un chaval de clase media que juega al deporte que le corresponde. No hay distorsi¨®n en la comunicaci¨®n: con esa ropa el mensaje llega intacto. A lo largo de su carrera deportiva se ha relacionado con marcas como Brunello Cucinelli, que lo visti¨® en su boda o Tommy Hilfiger, de la que fue imagen. Hoy a Nadal le viste Nike, y Nike alimenta a Nadal, pues tiene su propia l¨ªnea. El perfil es bajo, no hay sorpresas, las guarda todas para la pista: es milagroso que alguien con su edad y su historial de lesiones siga, no solo en activo, sino ganando tanto. Sus logros son tan delirantes que no parece un deportista, sino un hombre con una misi¨®n. En eso tambi¨¦n se parece a la Reina de Inglaterra.
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