Elvis Costello: ¡°El negocio del rock trajo una rigidez y una beater¨ªa digna de la Iglesia cat¨®lica¡±
Cuando Costello encontr¨® a Burt Bacharach hicieron un disco fundamental. Hoy el artista revela c¨®mo fue trabajar con el maestro y lo que opina realmente sobre un g¨¦nero que promet¨ªa libertad hasta que lleg¨® la industria
Jueves, 2 de febrero. Declan Patrick MacManus, alias Elvis Costello, enciende la c¨¢mara del ordenador desde su hotel de Los ?ngeles, carraspea y saluda. Sonrisa. Sorbo de caf¨¦. Luego un silencio de seis segundos y medio que rompo evocando un d¨ªa de 1998, cuando Costello me salud¨® junto a Burt Bacharach desde la portada del n¨²mero de noviembre de la revista Ruta 66. Trato de explicarle a mi interlocutor el hecho de que una publicaci¨®n que encarnaba una suerte de esencialismo del rock and roll lo incluyera en su cubierta junto a quien durante d¨¦cadas fue considerado ep¨ªtome de lo comercial, incluso de la llamada m¨²sica de ascensor. Aquel d¨ªa de 1998 algo cambi¨® para siempre en la m¨²sica popular. Casi tres d¨¦cadas de aburridos convencionalismos musicales mueren con aquella portada y con Painted From Memory, el disco que esta promocionaba: una colecci¨®n de canciones que Bacharach compuso para la voz esforzadamente rota de Costello y que, contenida en un cofre que en su versi¨®n m¨¢s completa contiene 30 pistas de m¨²sica en estudio (buena parte, in¨¦ditas) y 15 m¨¢s en directo, llega este mes bajo el t¨ªtulo The Songs of Bacharach & Costello.
?Acaso no sinti¨® aquel cambio de paradigma?, le pregunto a Costello, a pesar de que Painted From Memory no fue su primera jugada en el l¨ªmite. Hab¨ªa flirteado ya con la canci¨®n ligera, con el country e incluso con la m¨²sica cl¨¢sica, con distintos grados de ¨¦xito art¨ªstico y comercial; hab¨ªa sido llamado el impostor, su carta de autenticidad siempre puesta en duda desde la ortodoxia del punk y del rock. Pero forja una alianza con una de las figuras m¨¢s controvertidas de la m¨²sica popular y resulta que ese pacto antinatura ya no levanta ampollas.
¡°Eres consciente de que esa ortodoxia no era sino ignorancia juvenil, ?no?¡±, responde sin un pelo de animosidad. ?Se refiere a cierto integrismo? ¡°Exacto. El rock and roll naci¨® de una alquimia accidental antes que de ninguna vocaci¨®n revolucionaria. Su germen est¨¢ en la heterodoxia. Pero ese mismo rock que encarn¨® las ansias de libertad de la ¨¦poca se convirti¨® tambi¨¦n de la noche a la ma?ana en negocio, y con el negocio vino la rigidez de miras, la beater¨ªa, una ausencia de imaginaci¨®n digna de la Iglesia cat¨®lica, de los dogmas que nos legaron los mismos siniestros personajes que esgrimen todav¨ªa su libro sagrado como un arma. Todav¨ªa hoy puedes o¨ªr a los Stooges y darte cuenta de que esa promesa de libertad sigue ah¨ª, en su m¨²sica. Puedes o¨ªr la promesa de la libertad en Kendrick Lamar, o en Stravinsky. Igual que sigue en Albert Ayler. Y puedes o¨ªr claramente la promesa de la libertad en la imaginaci¨®n compositiva y el inmenso alcance de la obra de alguien como Burt Bacharach. Cuando has escrito el puente de Alfie [que compuso para la pel¨ªcula de 1966], ya no necesitas pedir perd¨®n ni argumentar para defender tu m¨²sica. El problema, de haberlo, lo tienen los dem¨¢s¡±.
?Son ¡°los dem¨¢s¡± esos mismos que pusieron palos en las ruedas de Costello durante los a?os m¨¢s fruct¨ªferos de su carrera? ¡°S¨ª, supongo. Solo eran un pu?ado de cr¨ªticos dogm¨¢ticos. Ni siquiera llegu¨¦ a conocerlos, a no ser que alguno de ellos me entrevistara. S¨²males algunos ejecutivos discogr¨¢ficos, tipos que me consideraban un producto y temblaban ante la perspectiva de que su producto cambiara de ingredientes sin consultarles. Por supuesto, la f¨®rmula deb¨ªa cambiar y, con ella, los resultados, y aquellos ejecutivos no tuvieron m¨¢s remedio que dar el paso conmigo y rezar por que yo supiera lo que hac¨ªa. No lo sab¨ªa, qu¨¦ iba a saber, pero me mor¨ªa de ganas de ver ad¨®nde me llevar¨ªan aquellos palos de ciego. Trabajar con Burt Bacharach ha sido todo eso y m¨¢s¡±, afirma.
Y arrampla contra todos los lugares comunes que la inteligentsia del rock ha arrojado a Bacharach: ¡°?Hay tanto que aprender de ¨¦l! Basta con rascar la superficie de trivialidades relacionadas con el easy listening, el lounge o cualquiera de las estupideces que se han asociado con su m¨²sica y asomarse a ella como ante composiciones puras. Escucha a Bill Evans interpretar Alfie y dime si esa es m¨²sica de ascensor. D¨ªselo al propio Bill Evans, a ver qu¨¦ te contesta. Tal como yo lo veo, Evans puso en la pieza de Bacharach el mismo respeto que utiliz¨® para adaptar a Debussy. Y no me extra?a. Bacharach es un extremista, he utilizado muchas veces esa palabra para referirme a ¨¦l y parece despertar cierto estupor. Pero no se me ocurre otro modo de describir la singularidad de su lenguaje¡±.
Sincopado, regio, irresistible sin necesidad de ceder un mil¨ªmetro de sus presupuestos, capaz de convertir sus perfectas soundtracks para un divorcio o un crucero en m¨²sica inmortal, Burt Bacharach defini¨® m¨¢s que ning¨²n otro compositor los a?os sesenta. Lo hizo con una lista casi interminable de ¨¦xitos masivos que, en las voces m¨¢s dispares, segu¨ªan sonando irremediablemente a ¨¦l: Walk on by, The Look of Love, I Say a Little Prayer, What the World Needs Now is Love, Raindrops Keep Falling on my Head¡ La conversaci¨®n con Costello discurre por esta premisa com¨²n, ausente del hecho de que Bacharach nos dejar¨ªa solo seis d¨ªas despu¨¦s, el 8 de febrero. Pero volvamos al feliz lapso temporal en el que Burt no solo estaba vivo, sino atareado y exultante a sus 94 a?os, y a lo que su d¨²o con Costello signific¨®.
¡°Antes de nuestra colaboraci¨®n yo ya hab¨ªa forzado mis l¨ªmites con el Brodsky Quartet y hab¨ªa escrito docena y media de canciones con Paul McCartney¡±, contin¨²a Costello en Los ?ngeles. ¡°Es intimidante trabajar con alguien cuya m¨²sica te acompa?¨® mientras crec¨ªas. Aquellas canciones, en particular las de Burt, pasan de resultarte extra?as e impenetrables a conmoverte profundamente al convertirte en adulto. Crec¨ª rodeado de m¨²sica, mi madre vend¨ªa discos y mi padre cantaba por la radio y en orquestas de baile. En aquellos tiempos, las bandas eran como jukebox andantes. De hecho, la BBC apenas dedicaba espacio a la m¨²sica pop, solo hab¨ªa un canal. Y estaban todas aquellas versiones distintas de las canciones de las listas de ¨¦xitos, algunas no muy buenas, es cierto. Pero eso es indicativo de hasta qu¨¦ punto importaban las canciones. El pop no giraba alrededor de la imagen y la identidad de los artistas, sino de las composiciones. Y as¨ª es como Burt Bacharach se hizo tan popular en Inglaterra. El locutor o el vocalista de la banda anunciaba: ¡®Y ahora, un tema nuevo de Burt Bacharach¡¯. Aquel fue probablemente el primer nombre de un compositor que escuch¨¦ en mi vida¡±.
Costello se ilumina evocando esos a?os cruciales para su aprendizaje. ¡°En el Reino Unido, sus canciones se convert¨ªan en ¨¦xitos en las voces de artistas brit¨¢nicos. Zoot Money hizo Please Stay, Billy J. Kramer hizo Trains and Boats and Planes, por supuesto The Beatles hicieron Baby It¡¯s You. Estoy seguro de que suced¨ªa de manera similar en Espa?a y Francia. Adem¨¢s, estaba esa peculiaridad de sus ritmos que los hac¨ªa irresistibles en todas las latitudes. Ten¨ªan un sabor latino inconfundible, a Colombia, a M¨¦xico, a las Antillas, pero no pod¨ªas inscribirlos en una tradici¨®n concreta. La influencia brasile?a le hab¨ªa llegado ya a trav¨¦s del jazz y de los discos de Getz y Jobim, pero no pod¨ªas decir que aquello fuera bossa, ni cumbia, ni joropo. Por otro lado, muchas veces le he preguntado si sus canciones de los primeros 60 no ten¨ªan una influencia muy marcada de la chanson. Anyone Who Had a Heart, por ejemplo: no necesitas cantarla en franc¨¦s, tan solo canturrea con acento franc¨¦s y entender¨¢s lo que digo. Poseen ese sentido del drama del primer Becaud o de los grandes recitadores y trovadores de la chanson, como Aznavour o Prevert. Burt trabaj¨® como arreglista de Marlene Dietrich durante a?os, as¨ª que tuvo tiempo de asimilar esa suerte de pulso dram¨¢tico llevado a la canci¨®n. La Dietrich estaba muy lejos de ser una int¨¦rprete t¨¦cnica del tipo de una Dionne Warwick, pero a cambio se convert¨ªa en una narradora extraordinaria sobre un escenario. Resultaba hipn¨®tica¡¡±.
Cuando Burt Bacharach visit¨® Espa?a por segunda vez, en 2009, para dar dos ¨²nicos e inolvidables conciertos en M¨¢laga y Madrid, hab¨ªa pasado medio siglo desde la primera, en julio de 1960, acompa?ando a Marlene Dietrich. Entonces tuvo tiempo de conversar brevemente con unos pocos afortunados ¡ªentre los que me encontraba¡ª sobre las innegables virtudes esc¨¦nicas de la estrella alemana. Fue mucho m¨¢s discreto, eso s¨ª, a la hora de comentar su supuesto romance con ella o las leyendas acerca del car¨¢cter incendiario de la diva. La propia Dietrich, por su parte, no escatim¨® elogios hacia la figura de Bacharach, ¡°el hombre que hizo de m¨ª una cantante. Nunca super¨¦ su partida. Con ¨¦l perd¨ª mi apoyo, a mi director, a mi maestro¡±.
En 1998, la carrera de Costello estaba en un momento dulce. Hab¨ªa conocido el ¨¦xito masivo en los ochenta, sobrevivido a tormentas perfectas (una serie de malentendidos, haciendo sutil¨ªsima alusi¨®n a sus pol¨¦micas raciales surgidas a finales de los setenta y resucitadas peri¨®dicamente) y ahora se pod¨ªa permitir jugar en los m¨¢rgenes con solvencia. ¡°Me sigue asombrando que Burt estuviera abierto y dispuesto a una colaboraci¨®n musical. ?l ten¨ªa la edad que tengo yo ahora cuando trabajamos juntos por primera vez. Por mi parte, tuve que aprender muy r¨¢pido. Es cierto que hay momentos en mis trabajos anteriores que pueden hacer presagiar que algo as¨ª podr¨ªa ser posible, pero sigo sinti¨¦ndome afortunado de que pensaran en los dos para aquella pel¨ªcula¡±. Se refiere a Grace Of My Heart (Allison Anders, 1996), en cuya banda sonora se incluye God Give Me Strength, la primera y quiz¨¢ todav¨ªa hoy la m¨¢s popular de sus composiciones conjuntas. ¡°Es como los cromos de b¨¦isbol de los cigarrillos. Cualquiera dir¨ªa que mi cromo y el cromo de Burt nunca podr¨ªan aparecer en el mismo paquete de cigarrillos, ?no es cierto? Y, sin embargo, los productores lo vieron, comprendieron que podr¨ªamos trabajar juntos. Despu¨¦s de aquello, habr¨ªa sido una locura parar ah¨ª¡¡±.
En realidad Costello conoci¨® a Bacharach unos a?os antes en Hollywood, por casualidad, mientras se encontraba grabando su ¨¢lbum Spike. ¡°Fue un verdadero encanto. Me escuch¨® y prest¨® atenci¨®n a algunos fragmentos con los que me sent¨ªa atascado, a pesar de que entre sus composiciones y las m¨ªas hab¨ªa un oc¨¦ano. Descubr¨ª un modo de entenderme con ¨¦l. Mi afecto data de entonces¡±. Ahora ha pasado un cuarto de siglo, pero las canciones siguen ah¨ª. ¡°This House Is Empty Now es una de las m¨¢s recordadas, pero yo adoro In The Darkest Place. Y, en particular, la version de Audra Mae incluida en Taken From Life¡±. Costello se refiere al segundo disco de la reedici¨®n, una esmerada reconstrucci¨®n del proyecto de musical frustrado que escribieron Chuck Lorre y Steven Sater para Broadway con base en las composiciones de la pareja y con las colaboraciones de Cassandra Wilson, Bill Frisell, Don Byron y Jenni Muldaur, entre otros. ¡°My Thief es tambi¨¦n un buen ejemplo de lo que hicimos juntos. Barbra Streisand me cont¨® que durante una ¨¦poca se plante¨® grabarla. ?Te imaginas? Es como cuando me dijeron que David Bowie estaba valorando grabar Shipbuilding [el ¨¦xito de Robert Wyatt de 1982 cuya letra firm¨® Costello]. Con saberlo me basta, no necesito m¨¢s, puedo o¨ªrlas en mi cabeza con sus voces. Fui bendecido con una buena imaginaci¨®n¡±.
?Cu¨¢l es el verdadero Costello? ?El humilde compositor de canciones, conmovido por la posibilidad de que dos estrellas como Streisand y Bowie graben sus creaciones? ?Es el personaje inc¨®modo y deslenguado o el simp¨¢tico entertainer con gafas de pasta y sombrero porkpie? ?Es el compositor audaz, el escritor vitri¨®lico, el personaje de Los Simpson, due?o de su propio mu?eco animado de la serie? ¡°Bueno, no son cosas que uno pueda planear. Y tampoco llegan por ciencia infusa, a veces son fruto de mucho trabajo. Otras, de la mera torpeza¡±.
Vuelve a Bacharach: ¡°En septiembre de 2021 est¨¢bamos de nuevo juntos en el estudio para grabar las piezas restantes de Taken From Life. Ten¨ªamos arreglistas y un director, pero el hombre definitivamente al mando era Burt. No dejaba pasar una. Hay algo en sus melod¨ªas, t¨² crees haber o¨ªdo una nota, la l¨®gica tambi¨¦n te dice que es esa nota, pero no lo es, se trata de otra. Y Burt no perd¨ªa ocasi¨®n de se?al¨¢rmelo. Se convirti¨® en una broma recurrente. A la banda le encantaba ver c¨®mo me pon¨ªa en mi sitio. Buena parte de las tomas fueron grabadas en directo en el estudio, como si estuvi¨¦ramos en 1963, con poqu¨ªsimos a?adidos, quiz¨¢ unos coros o una floritura de guitarra. Y ah¨ª est¨¢bamos, Burt al piano y los Imposters, los mismos m¨²sicos que grabaron conmigo Lipstick Vogue, compartiendo aquel momento. Supongo que en eso consiste todo¡±.
La gira de Elvis Costello pasar¨¢ por Granada el 2 de septiembre, por Madrid el 4 de septiembre y por Barcelona el 5 de septiembre.
Puedes seguir ICON en Facebook, Twitter, Instagram,o suscribirte aqu¨ª a la Newsletter.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.