F¨²tbol, moda y ¡®soul¡¯. La tr¨¢gica historia de Cunningham, el primer ingl¨¦s que jug¨® en el Real Madrid y rompi¨® las reglas
¡®Different Class¡¯, la biograf¨ªa del que fuera el fichaje m¨¢s caro de la historia del club, cuenta la historia desconocida de un chico humilde que se atrevi¨® a vestir diferente, reivindicar su raza y romper moldes sin estridencias
A Laurence Paul Cunningham (Londres, Reino Unido, 1956, Madrid, 1989) se le recuerda aqu¨ª, sobre todo, por ser el primer futbolista brit¨¢nico que jug¨® en el Real Madrid, aunque tambi¨¦n la afici¨®n vallecana rememora con cari?o su paso por el Rayo. En su pa¨ªs, su mayor reconocimiento pasa por ser uno de los primeros negros que jug¨® con la selecci¨®n nacional (Viv Anderson, en 1978, fue el pionero), adem¨¢s de un s¨ªmbolo en la lucha por la igualdad racial, con una carrera accidentada, lastrada por las lesiones y una muerte prematura.
Pero el jugador a quien aqu¨ª se bautiz¨® como la perla negra era mucho m¨¢s que eso: un bailar¨ªn deslumbrante, uno de los primeros integrantes de la tribu urbana brit¨¢nica de los soulboys y un hombre que siempre iba a la vanguardia de la moda, un alma libre que nunca encaj¨® en lo que la sociedad esperaba de ¨¦l. Todo eso lo revela el periodista ingl¨¦s Dermot Kavanagh en Different Class: Football, Fashion And Funk. The Story Of Laurie Cunningham (¡¯Clase diferente: f¨²tbol, moda y funk. La historia de Laurie Cunningham¡¯), una biograf¨ªa que acaba de ser traducida al espa?ol por la editorial Colectivo Bruxista con el t¨ªtulo simplificado de Different Class. La historia de Laurie Cunningham.
¡°Recuerdo a Cunningham como jugador del West Bromwich Albion en la d¨¦cada de los setenta, cuando yo era adolescente. Luego, aparentemente, desapareci¨® cuando se fue a Espa?a. En aquel entonces hab¨ªa poca cobertura del f¨²tbol espa?ol, o incluso europeo, en Inglaterra y fue olvidado en gran medida hasta que se inform¨® de su muerte en 1989. Despu¨¦s de varios a?os sin pensar en ¨¦l, mis recuerdos de adolescente volvieron con fuerza cuando vi una foto suya portando un traje estilo Gatsby. Ah¨ª sent¨ª que ten¨ªa que averiguar m¨¢s sobre ¨¦l¡±, indica Dermot Kavanagh . ¡°Luego, cuando descubr¨ª que era un soulboy, supe que hab¨ªa una historia mucho m¨¢s grande que contar sobre Laurie, sobre Londres y la vibrante cultura juvenil de la ¨¦poca¡±. (Los soulboys eran una subcultura juvenil de clase trabajadora, sobre todo negra, que surgi¨® en Inglaterra en los setenta y mezclaban sus ra¨ªces y gustos underground con el amor por la m¨²sica soul y funk estadounidense).
Sostiene Kavanagh que ¡°los soulboys negros de Londres han sido pasados por alto en la narrativa de la cultura pop brit¨¢nica, por lo que no sorprende que Cunningham no sea conocido como un bailar¨ªn e icono de estilo. Era una escena clandestina que se basaba en el boca a boca. La explosi¨®n de la d¨¦cada de los setenta en la cultura juvenil en Gran Breta?a est¨¢ dominada en los medios por el punk, que estaba en toda la prensa musical y la televisi¨®n. El soul y el funk recibieron muy poca cobertura en ese momento y fueron ignorados en gran medida. Los clubes de soul en Londres eran interesantes, mixtos y multiculturales. El cineasta Don Letts [figura clave entre quienes documentaron la efervescencia musical de la ¨¦poca en Reino Unido] me dijo que ninguna escena ha sido tan mixta como esa¡±.
La biograf¨ªa de Cunningham tiene muchas m¨¢s cosas en com¨²n con No Irish, No Blacks, No Dogs, las memorias de John Lydon, vocalista de Sex Pistols, que con la historia de un futbolista al uso. El autor est¨¢ de acuerdo con la apreciaci¨®n. ¡°Son exactamente contempor¨¢neos, ambos nacieron en 1956 en Holloway y crecieron en Finsbury Park. Ambos se hicieron a s¨ª mismos en el sentido de que nadie les ense?¨® c¨®mo hacer lo que hicieron. Ambos eran hijos de padres inmigrantes de clase trabajadora, muy t¨ªmidos como adolescentes que, sin embargo, amaban la ropa y vestirse de una manera distintiva, y ambos fueron moldeados por Londres. No creo que la escena punk o la escena soul pudieran haber ocurrido en otro lugar, y ambos crecieron en hogares que tambi¨¦n amaban la m¨²sica¡±. Incide Kavanagh en que ¡°al padre de Laurie, Elias, le gustaban los discos de ska y jazz, y su hijo tocaba el piano y bailaba en las reuniones familiares¡±.
El futbolista con alma de ¡®soulboy¡¯
Los Cunningham proven¨ªan de Jamaica, de donde hab¨ªan emigrado en los a?os cincuenta en busca de mejores oportunidades econ¨®micas. Eran parte de la llamada Windrush generation. Esa generaci¨®n de migrantes, en su mayor¨ªa negros, salidos de pa¨ªses de la Commonwealth que lleg¨® para cubrir los puestos de trabajo que dejaron los soldados fallecidos en la II Guerra Mundial y que al llegar a la capital brit¨¢nica, eran tratados como ciudadanos de segunda. El peque?o Laurie destac¨® en el f¨²tbol desde ni?o, aunque sus mayores ¨ªdolos eran los bailarines Fred Astaire y Gene Kelly. Despu¨¦s, cuando se pusieron de moda las pel¨ªculas de artes marciales procedentes de Hong Kong, a?adi¨® a Bruce Lee a su altar particular y comenz¨® a practicar k¨¢rate. Todo eso lo puso en pr¨¢ctica en su estilo como jugador.
Alrededor de 1973, se convirti¨® en uno de los bailarines estrella en el club del Soho londinense Crackers, un local inicialmente gay que acab¨® presumiendo de ser igualmente frecuentado por personas heterosexuales, blancas y negras, y se convirti¨® en el influyente epicentro del jazz-funk. A ¨¦l acud¨ªan futuros m¨²sicos como Jazzie B (Soul II Soul) o el DJ de house Terry Farley, quienes, probablemente, alguna vez formaron parte del c¨ªrculo que se hac¨ªa alrededor de los duelos de baile, concursos oficiosos en los que el p¨²blico decid¨ªa qui¨¦n era el mejor. Y, a menudo, lo era el joven Laurie.
Uno de sus contrincantes habituales, Dez Parkes, explica en el libro que ¡°todos los jamaicanos pasaban por el reggae, era lo primero que te llegaba. Luego nos dimos cuenta de que era una escena demasiado cerrada, as¨ª que nos salimos de ella. Quer¨ªamos hacer algo diferente, hab¨ªa un enorme deseo de libertad. Quer¨ªamos bailar y estar guapos¡±. Sostiene que abrieron muchas puertas. ¡°En aquella ¨¦poca, la comunidad negra solo pod¨ªa reunirse en iglesias, salones comunitarios y bares ilegales. Creamos algo, pero nunca se nos ha reconocido. La escena soul londinense, de la que nacieron muchas mentes creativas, la tuvimos que crear por pura supervivencia¡±, apunta Parkes en el libro.
Pero igualmente rompedor era Cunningham a la hora de vestir, como todav¨ªa recuerdan quienes le vieron bajar una tarde del autob¨²s con los jugadores del Leyton Orient, el equipo con el que comenz¨® su carrera en 1974: llevaba un traje de g¨¢ngster, con camisa, corbata con alfiler, zapatos bicolor, fedora y un bast¨®n. ¡°Hab¨ªa que ser muy valiente para vestirse as¨ª, sobre todo en el mundo del f¨²tbol, donde los comentarios sarc¨¢sticos de los compa?eros no se hac¨ªan esperar¡±, escribe Kavanagh. ?l era asiduo de las tiendas de moda de King¡¯s Road (incluido Sex, el local de Vivienne Westwood y de Malcolm MacLaren en el que nacieron los Sex Pistols) y tambi¨¦n los mercadillos de segunda mano del barrio de Camden, donde adquir¨ªa ropa de los a?os cuarenta y cincuenta que combinaba con art¨ªculos de dise?o de marcas exclusivas.
Seg¨²n Kavanagh, ¡°al vestirse de una manera tan diferente, estaba diciendo que el f¨²tbol no era lo ¨²nico que importaba, que no lo defin¨ªa, y que la ropa pod¨ªa utilizarse como herramienta para explorar diferentes aspectos de su personalidad¡±. Adquiri¨®, adem¨¢s, fama de exc¨¦ntrico por su impuntualidad a la hora de llegar a los entrenamientos. El mantener una relaci¨®n con una chica blanca y muy glamurosa, Nikki Brown, con quien sal¨ªa a divertirse en las pistas de baile, tampoco fue bien visto por una sociedad a¨²n poco abierta a las parejas interraciales.
En aquel tiempo los futbolistas negros arrastraban el sambenito de ser vagos e indisciplinados y los insultos racistas y los lanzamientos de pl¨¢tanos al campo eran lo corriente en los estadios. Pero, salvo alg¨²n controvertido saludo a las gradas haciendo el gesto del black power, el que luego ser¨ªa delantero del West Brom aguant¨® las afrentas con elegancia estoica y una depurada t¨¦cnica futbol¨ªstica que lo acab¨® convirtiendo en uno de los primeros jugadores negros que vistieron la camiseta de la selecci¨®n inglesa, en 1979. Era, por entonces, uno de los futbolistas m¨¢s prometedores del mundo. Tanto que el Real Madrid lo convirti¨® en el fichaje m¨¢s caro de su historia en aquel momento. (No hay consenso en las hemerotecas con respecto a la suma que se le pag¨®, pero fluct¨²a entre los 110 y los 195 millones de pesetas de la ¨¦poca).
Madrid no fue una fiesta
Al llegar a la capital de Espa?a, tambi¨¦n en 1979, la inocencia que hab¨ªa caracterizado a Laurie comenz¨® a resquebrajarse. En un Real Madrid a¨²n muy condicionado por los conceptos franquistas de la disciplina y el decoro que hab¨ªa impuesto Santiago Bernab¨¦u, ¡°el negrito¡±, como se le llam¨® al principio, fue recibido con sospecha, incluso por sus propios compa?eros de equipo, celosos por la cantidad que cobraba. Se comenta que, en el primer entrenamiento, le hizo un ca?o ¡ªsin mala intenci¨®n¡ª a Jos¨¦ Antonio Camacho, lo que enseguida despert¨® antipat¨ªas en el vestuario. Luego, Gregorio Benito le vendi¨® una mansi¨®n en la localidad de Las Matas por un dineral. Con el tiempo, el ingl¨¦s confes¨® sentirse timado por su compa?ero.
Era la ¨¦poca en que despertaba la democracia en Espa?a, pero a¨²n se manten¨ªan muchos rasgos de la moral nacionalcat¨®lica. Las mujeres de los otros futbolistas no entend¨ªan que Nikki y ¨¦l no estuvieran casados. Y tambi¨¦n se abr¨ªa una noche joven, en plena eclosi¨®n de la Movida madrile?a, plagada de tentaciones. ¡°Debe haber sido dif¨ªcil adaptarse a un nuevo pa¨ªs, y su novia de entonces habla del aislamiento y la soledad que a menudo sinti¨®¡±, indica Kanavagh. ¡°Al principio hab¨ªa como curiosidad ex¨®tica, la gente desviaba sus coches para verlos m¨¢s de cerca. La disciplina de un club como el Real Madrid tambi¨¦n fue un shock despu¨¦s de Inglaterra. Creo que nunca se adapt¨® a ella, iba en contra de su car¨¢cter curioso e instintivo. Lleg¨® a amar Espa?a, le gustaba el estilo de vida y la cultura, aprendi¨® el idioma e hizo muchos amigos, pero se sinti¨® agraviado por el trato que le dio el Real Madrid en los ¨²ltimos a?os¡±.
No tuvo muchos momentos de gloria la perla negra en su etapa merengue. El m¨¢s brillante fue el partido de liga en que sali¨® aplaudido del Camp Nou despu¨¦s de que el Madrid ganase 0-2, pero lo cierto es que encontr¨® un gran muro en los defensas espa?oles, que lo lesionaron con frecuencia. El b¨¦tico Bizcocho le caus¨® una muy grave que casi trunc¨® su carrera. Encima, un fot¨®grafo lo pill¨® in fraganti con Nikki en la discoteca Pach¨¢, bailando torpemente con una escayola, lo que le vali¨® una multa de un mill¨®n de pesetas por parte del club. El equipo blanco le dio puerta poco despu¨¦s, Cunningham cay¨® en picado, rompi¨® su relaci¨®n sentimental y comenz¨® un err¨¢tico peregrinaje por distintos clubes: Sporting de Gij¨®n (ciudad en la que tuvo una hija de la que, seg¨²n cuenta el libro, no quiso saber nada), Olympique de Marsella y Leicester hasta volver a recalar en Madrid, ya en 1986, para jugar en el Rayo Vallecano.
¡°Despu¨¦s de los problemas de lesiones y mala prensa que hab¨ªa sufrido en el Real Madrid cuando lleg¨® al Rayo, Cunningham era una persona muy diferente¡±, afirma Kavanagh. ¡°Tuvo que aprender a lidiar con la decepci¨®n y, en ocasiones, tuvo problemas para mantener su su carrera sin que descarrilara. En el Rayo sab¨ªa que ya no era el delantero r¨¢pido de anta?o, pero se adapt¨® y jug¨® un papel importante en su ascenso a Primera Divisi¨®n. Una teor¨ªa puramente personal que tengo es que el Rayo era un club de tama?o similar al Leyton Orient, donde comenz¨® Cunningham. Ambos clubes se encuentran en zonas de clase trabajadora sin glamur de la capital, con una fuerte identidad comunitaria y una poblaci¨®n inmigrante pr¨®spera. Cunningham pudo haber reconocido esto y se sinti¨® a gusto dentro del club¡±. Sus ¨²ltimos a?os fueron intensos: en su segunda estancia en Madrid, se cas¨® con una mujer espa?ola (Silvia Send¨ªn-Soria) y tuvo un hijo (Sergio), aunque se fue a jugar al Charleroi belga y el Wimbledon brit¨¢nico hasta finalizar su carrera de nuevo en Vallecas. Esta vez, forzosamente. En el verano de 1989 perdi¨® la vida por un accidente de tr¨¢fico, cuando su coche se estamp¨® contra una farola al salirse de la carretera de A Coru?a. Solo ten¨ªa 33 a?os.
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