El triste final de Nino Ferrer, el artista maldito que eligi¨® ser fiel a s¨ª mismo y no a la industria
Se cumplen 25 a?os del suicidio de uno de los m¨¢s osados e innovadores cantantes europeos del siglo XX, que viaj¨® del jazz al pop para acabar midi¨¦ndose a las grandes figuras de la psicodelia
Cuando a principios de los setenta Hugo Pratt arranc¨® el minucioso trabajo de documentaci¨®n necesario para levantar Corto Malt¨¦s en Siberia, tuvo claro que en la historia se permitir¨ªa una peque?a concesi¨®n a la ficci¨®n: un personaje secundario, antiguo oficial del ej¨¦rcito ruso, que buscaba fortuna a lo largo de la l¨ªnea del Transiberiano intentando borrar de su cabeza el recuerdo de una mujer que le hab¨ªa ¡°robado el alma¡±. Ficci¨®n que en realidad no lo era tanto, porque nadie dej¨® de reconocer en sus rasgos al esquivo m¨²sico Nino Ferrer, quintaesencia del outsider de la industria discogr¨¢fica recluido desde hac¨ªa a?os en una casa de campo abierta a todo el mundo donde conviv¨ªa con sus m¨²sicos y varias mujeres, entre ellas la suya. Posiblemente, nadie encarnaba mejor que ¨¦l el imaginario del h¨¦roe solitario siempre dispuesto a partir hacia nuevas latitudes art¨ªsticas o personales.
A Ferrer el car¨¢cter aventurero le lleg¨® por v¨ªa gen¨¦tica: a mediados del siglo XIX su abuelo, fascinado por las narraciones de los pioneros que abr¨ªan camino hacia el oeste norteamericano, decidi¨® vivir personalmente la epopeya y su periplo le llevar¨ªa hasta Nueva Caledonia, un archipi¨¦lago perdido en medio del Pac¨ªfico. All¨ª fue donde Nino pasar¨ªa sus a?os de infancia, que no los de su juventud, pues durante el largo trayecto ¨C45 d¨ªas de navegaci¨®n¨C que llevaba a su familia de vacaciones a Europa estall¨® la II Guerra Mundial. Al encuadrarse el pa¨ªs con los aliados, su padre, de nacionalidad italiana, qued¨® condenado a ser recluido en uno de los campos de concentraci¨®n que se estaban levantando en las islas en el caso de regresar.
La familia recalar¨ªa en Par¨ªs, donde la adaptaci¨®n no fue f¨¢cil para el peque?o Nino, tiranizado ante las continuas humillaciones a las que le somet¨ªan sus compa?eros por su condici¨®n de extranjero. Fue este el germen de un car¨¢cter reservado que solo encontr¨® alivio en la m¨²sica. En su formaci¨®n autodidacta no dejar¨ªa una sola baza sin jugar: busc¨® fortuna en solitario y en compa?¨ªa, compuso para otros, actu¨® en caves existencialistas, en fiestas colegiales, en hoteles playeros y en la calle. Lo har¨ªa en compa?¨ªa de algunos de los m¨¢s brillantes jazzmen asentados en Par¨ªs: Sidney Bechet, Bill Coleman, Manu Dibango. Y hasta firmar¨ªa un cl¨¢sico primerizo, aunque el mundo no lo supiera todav¨ªa: su Un an d¡¯amour (C¡¯est irr¨¦parable) no alcanzar¨ªa ese estatus hasta que Mina lo versionara en italiano y creara una caja de resonancia que se extender¨ªa 30 a?os, los que tard¨® Pedro Almod¨®var en rescatar la canci¨®n para Tacones lejanos con la voz de Luz Casal.
Pero a Nino la fortuna siempre parec¨ªa escurr¨ªrsele entre los dedos, y por ello cuando en 1965 entr¨® al estudio para grabar su cuarto EP sab¨ªa que aquella era la ¨²ltima bala que le quedaba en la rec¨¢mara. Con 30 a?os ya cumplidos, era consciente de que en aquella Francia ye-y¨¦ donde la juventud era condici¨®n sine qua non no habr¨ªa otra ocasi¨®n para volver a intentarlo. Por lo que, haciendo de tripas coraz¨®n, decidi¨® dejar a un lado el rigor jazz¨ªstico y apostarlo todo al potencial popular de sus canciones.
Acierto pleno. Aquel disco inclu¨ªa dos temas, Mirza y Les cornichons, que ejercieron de piedra filosofal para la expansi¨®n de los basamentos de la m¨²sica negra en Europa. El complemento fueron unas extra?as letras humor¨ªsticas a medio camino entre Dad¨¢ y los tebeos de Spirou y Fantasio y una impecable imagen de dandy que ten¨ªa tanto de c¨ªnica como de burlona. De la noche a la ma?ana, Nino se convirti¨® en una figura estelar de la m¨²sica francesa. Y no solo, porque el ¨¦xito no tard¨® en atravesar fronteras. La espa?ola y de rebote la alemana, pues al volver a su pa¨ªs los turistas reclamaban aquellas canciones que tanto hab¨ªan escuchado en sus vacaciones playeras. Y qu¨¦ decir de Italia, donde el que Nino hubiera nacido en G¨¦nova durante una estad¨ªa familiar hizo que los italianos lo consideraran autom¨¢ticamente uno di noi. La televisi¨®n RAI no tard¨® en confirmar su popularidad ofreci¨¦ndole presentar junto a Raffaella Carr¨¤ Io, Agata e tu, el programa de variedades donde cada noche de s¨¢bado Nino cantaba sus canciones para decenas de millones de espectadores.
Ferrer no tardar¨ªa en cambiar Par¨ªs por Roma y esto marc¨® un antes y un despu¨¦s. Por un lado, no dud¨® en dejarse arrastrar por la placidez de la dolce vita y desde su palazzo en Piazza Navona baj¨® la guardia del rigor musical hasta rebajarse a la categor¨ªa de mero entertainer. El inter¨¦s con el que la prensa amarilla sigui¨® su romance con Brigitte Bardot no ayud¨® a que su imagen fuera otra. Pero al mismo tiempo la avanzad¨ªsima escena romana le har¨¢ paladear la psicodelia y el progresivo antes de su llegada masiva a Europa y Nino comenz¨® a rumiar ah¨ª un giro de tim¨®n definitivo para reconquistar su trono en la m¨²sica continental.
No consigui¨® darlo en Italia. Rats and Roll¡¯s (1970), el primer disco con el que se chequeaba bajo estos par¨¢metros, fue juzgado por su discogr¨¢fica demasiado extravagante para un cantante de hits televisivos y ningune¨® el ¨¢lbum. A?¨¢dase la traba de la censura cat¨®lica, que ni sol¨ªa recibir con agrado los habituales juegos de palabras surrealistas marca de la casa ni estaba dispuesta a ser permisiva con canciones como Canapa indiana (¡¯C¨¢?amo indio¡¯), donde Nino animaba a olvidarse de los problemas del mundo y sumirse en un listado de drogas que ¨¦l mismo enumeraba en su estribillo (¡°Hach¨ªs, marihuana / morfina, kif, coca¨ªna / metedrina, stick / opio, ¨¢cido lis¨¦rgico¡±).
Por lo que todas sus expectativas se volcaron hacia Francia, donde Nino regres¨® en 1971 confiando en una mayor amplitud de miras de la industria. Sin fortuna: codificado como m¨²sico humor¨ªstico, su sello se neg¨® a aquel brusco cambio de rumbo. De nada le vali¨® aquel monumental tour de force que ser¨ªa su discograf¨ªa de los setenta, una colecci¨®n de ¨¢lbumes de progresi¨®n imparable que reinventaba todo aquello de importancia que estaba sucediendo en el planeta luchando de igual a igual con sus referentes, ya fueran estos Grateful Dead, Lou Reed, Pink Floyd o el kraut rock. La batalla hab¨ªa comenzado y Nino no dud¨® en blandir el hacha de guerra.
Valga un ¨²nico ejemplo a modo de resumen de aquella lucha a garrotazos. En 1974 Ferrer culmina el que sea posiblemente su trabajo m¨¢s brillante, Nino & Radiah, un ¨¢lbum concebido a contracorriente de cualquier finalidad comercial y adem¨¢s en ingl¨¦s, idioma considerado por entonces veneno para las listas de ventas. Pero tambi¨¦n con un tema titulado South, de un potencial incalculable. La discogr¨¢fica intent¨® convencerle de que lo regrabase en franc¨¦s. Negativa rotunda. Tras meses de discusiones, acept¨® hacerlo a condici¨®n de que el tema se extrajera del disco y se publicara ¨²nicamente en formato sencillo. La conclusi¨®n, la esperada: mientras Ferrer abominaba insistentemente de aquel single ante la prensa, las ventas del LP se estancaron en cifras ¨ªnfimas mientras la rebautizada como Le sud supera el mill¨®n de ejemplares colocados y es elevado al olimpo de los temas m¨¢s admirados de la historia de la m¨²sica francesa. M¨¢s de medio siglo despu¨¦s, todav¨ªa levanta elogios hasta de una persona tan poco dada a ellos como Michel Houellebecq.
Y fue ah¨ª, en esa continua lucha contra todo y contra todos, cuando Ferrer comenz¨® a mostrar s¨ªntomas de inestabilidad. Su actitud resultaba cada vez m¨¢s incomprensible. Como respuesta al desprecio que, consideraba, hab¨ªa recibido Nino & Radiah, se neg¨® a hacer cualquier promoci¨®n de su siguiente disco, Suite en oeuf, y su p¨ªrrica victoria se materializar¨ªa en una de las grandes cat¨¢strofes de su carrera: apenas mil ejemplares vendidos, una cifra por entonces al alcance hasta de una maqueta de un grupo primerizo. Su car¨¢cter irritable vir¨® hacia lo volc¨¢nico y los conflictos pasaron a ser parte del d¨ªa a d¨ªa. Los tendr¨ªa con el p¨²blico, con promotores, con periodistas y no digamos con los ejecutivos de las discogr¨¢ficas: su desconfianza hacia ellos era tal que lleg¨® a rechazar la oferta multimillonaria para lanzarlo en Estados Unidos que le hizo llegar un dirigente de la CBS fascinado por Nino & Radiah.
Para entonces Ferrer ya hab¨ªa decidido que su t¨¢ctica ser¨ªa la autosuficiencia. Su alejamiento de las discogr¨¢ficas se volvi¨® incluso f¨ªsico: tras hacerse con un castillo medieval en el sur de Francia, instal¨® en ¨¦l un estudio donde a finales de los setenta concibi¨® su ¨²ltimo gran disco, Blanat (1979). Pero la muerte de su padre tras una dolorosa enfermedad dispar¨® los s¨ªntomas de su depresi¨®n, haci¨¦ndole vivir con terror la idea de envejecer y sumiendo lentamente su carrera en una tierra de nadie, con ¨¢lbumes cada vez m¨¢s irrelevantes y espaciados en el tiempo. Durante un instante, surgi¨® la esperanza de que las cosas fueran de otro modo: a principios de los noventa, con la aparici¨®n del formato CD, una nueva generaci¨®n pudo descubrir discos ilocalizables desde hac¨ªa a?os y Nino se vi¨® propulsado nuevamente a primera l¨ªnea de fuego. Por un momento, su renacimiento pareci¨® un hecho.
Pero era ya demasiado tarde. Ferrer no tard¨® en comprobar que sus tradicionales problemas de o¨ªdo se hab¨ªan agravado y que esto le imped¨ªa volver a componer o interpretar m¨²sica. Confinado en aquel autoenclaustramiento paranoide, las tendencias suicidas mostradas desde su primera juventud se hicieron cada vez m¨¢s visibles. En el que ser¨ªa su ¨²ltimo disco, hab¨ªa rescatado una oscura composici¨®n de juventud cuyo estribillo dec¨ªa ¡°J¡¯ai voulu vivre ma vie / Et j¡¯ai perdu ma vie pour rien¡± [¡±Quise vivir mi vida / Y la perd¨ª a cambio de nada¡±]. En 1998 escribi¨® un diario donde lo ¨²nico que plasmaba era un virulento ataque contra la industria discogr¨¢fica y un esbozo de testamento. Su ¨²ltimo alivio en aquellos a?os fue la pintura, en la que se volc¨® con asombrosa intensidad.
Todo llegar¨ªa a un punto final ese mismo a?o, cuando Nino animase a su madre, convaleciente de una enfermedad, a acompa?arle para ver el resultado de unas obras reci¨¦n concluidas en casa. Incapaz de caminar con soltura, la mujer tuvo una brusca ca¨ªda de la que no consigui¨® recuperarse. Condenada a un estado vegetal, la madre de Nino falleci¨® ocho meses despu¨¦s entre intensos dolores. ¡°Fue ah¨ª cuando [Nino Ferrer] dej¨® de salir, dej¨® de vivir¡±, recordar¨ªa su mujer, Kinou. El fr¨¢gil equilibrio en el que parec¨ªa moverse se rompi¨® definitivamente. Su hipersensibilidad exacerbaba el sentido de culpa y termin¨® abocado a una grave depresi¨®n. La familia consigui¨® que se dejase visitar por un m¨¦dico, al que anunci¨® que se suicidar¨¢ en dos d¨ªas. Lejos de funcionar, los ansiol¨ªticos recetados le provocaron un estado febril. Al d¨ªa siguiente, cumplea?os de Kinou, se hizo un silencio sepulcral entre los invitados despu¨¦s de que repentinamente Nino, que no hab¨ªa dejado de mostrar un comportamiento exc¨¦ntrico desde su llegada, se desnudara delante de todos y se lanzara a la piscina gritando que quer¨ªa limpiar sus pecados. Todo apuntaba a un ingreso inevitable, pero Kinou se neg¨®: a?os atr¨¢s su padre, tras mostrar s¨ªntomas similares, se hab¨ªa terminado suicidando en un hospital psiqui¨¢trico. Se hab¨ªa jurado entonces que de verse en una situaci¨®n parecida no volver¨ªa a recurrir a ninguna instituci¨®n.
A la ma?ana siguiente, Nino pidi¨® un favor a Kinou: que se acercase a un valle vecino para esparcir all¨ª las cenizas de su madre. Ella no quer¨ªa dejarlo solo, pero sab¨ªa que la presencia de la urna en casa le inquietaba y confi¨® en que hacerla desaparecer ayudara a su estabilidad. En ese momento, Ferrer llev¨® adelante su suicidio. Tras dejar en su estudio diversas cartas de despedida para sus seres cercanos ¨Ctambi¨¦n una, que la familia nunca har¨ªa p¨²blica, criticando duramente a la prensa musical¨C, cogi¨® un fusil de caza y se dirigi¨® a una colina cercana a la que sol¨ªa acudir para ver el atardecer. Al llegar, como hab¨ªa hecho un siglo antes su admirado Van Gogh, se adentr¨® en un campo de trigo y se descerraj¨® un tiro en el coraz¨®n. Sucedi¨® hace hoy exactamente 25 a?os, cuando quedaban solo dos d¨ªas para su 64? cumplea?os. Unas semanas antes, Nino hab¨ªa indicado a su familia que no preparara ninguna celebraci¨®n.
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