Qu¨¦ hay tras la ketamina, para muchos la droga de esta d¨¦cada
El consumo de esta sustancia, todav¨ªa minoritario, ha alcanzado su punto m¨¢s alto desde 2017 y est¨¢ dejando rastro en la cultura popular. Algunos defienden su poder terap¨¦utico, pero otros advierten de su potencial destructivo
Es s¨¢bado noche y pincha Partiboi69 en una discoteca del centro de Madrid. Los franceses, que proliferan, y los dem¨¢s visitantes extranjeros bailan en una zona iluminada cerca del DJ; los m¨¢s curtidos se quedan atr¨¢s, en la parte oscura y negra. Tienen entre 25 y 30 a?os. Llevan gafas de sol. Para ponerse, mezclan un men¨² protocolario que incluye alg¨²n estimulante como coca¨ªna o speed, pastillas o MDMA. Para la ¨²ltima parte de la noche, un singular aporte psicod¨¦lico: ketamina.
A esta sustancia, tambi¨¦n llamada k, keta o special K, le ha dedicado una canci¨®n Partiboi69, K On My D+C (Ketamina en mi polla). Aunque el consumo no es masivo, podr¨ªamos encontrarnos en su punto hist¨®rico m¨¢s alto: hace unos meses, el Journal of Psychopharmacology revelaba que un 11% de la poblaci¨®n mundial la ha probado. En Estados Unidos las incautaciones han aumentado un 349% desde 2017. En Espa?a, el 0,9% de la poblaci¨®n la consume, de acuerdo con la Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas de 2022. A esta cifra, estable en los ¨²ltimos a?os, se debe a?adir el consumo de tusi, mal etiquetado como coca¨ªna rosa, que es esencialmente ketamina y se ha extendido en muy poco tiempo.
Es la droga favorita de Gabi, una chica de 27 a?os, que ha ido a la sesi¨®n. Es qu¨ªmica y tiene un trabajo estable. Antes de dormir suele fumar un porro, y un par de veces al mes sale de fiesta y se toma alguna pastilla. Prob¨® la ketamina hace m¨¢s o menos un a?o, en la habitaci¨®n de un hotel con su exnovio. ¡°Fue espectacular, como elevarse a un estado de paz absoluto, no hab¨ªa nada en mi cabeza, todo era s¨²per sensitivo, s¨²per guay¡±. La tom¨® varios fines de semana consecutivos, siempre en espacios ¨ªntimos y cerrados. ¡°En una de esas sobr¨® un poco y me lo llev¨¦ a casa. Y un d¨ªa que estaba sola abr¨ª el balc¨®n de mi cuarto, puse un poco de m¨²sica y me pint¨¦ un tiro de keta¡±.
Por su estructura qu¨ªmica, la ketamina pertenece a la familia de las arilciclohexilaminas. En este grupo tambi¨¦n se encuentran la tiletamina y la fenciclidina (PCP), que fue comercializada en 1957 con el nombre de Sernyl como anest¨¦sico hospitalario, y se retir¨® debido a sus fuertes efectos secundarios y a su potencial adictivo. En busca de un sustituto m¨¢s seguro y con mayor utilidad m¨¦dica, el qu¨ªmico Calvin Stevens sintetiz¨® la ketamina en 1962. Dos a?os m¨¢s tarde se administr¨® en humanos por primera vez, y en 1970 la Food and Drug Administration (FDA) aprob¨® su uso tanto m¨¦dico como veterinario.
Hoy se usa en todo el mundo como un anest¨¦sico seguro y eficaz. A diferencia de otros sedantes, afecta m¨ªnimamente las funciones respiratorias. Su versatilidad es particularmente valiosa en entornos con recursos limitados como zonas de guerra, porque no demanda equipos avanzados para monitorizar funciones vitales y se puede administrar de distintas maneras. Induce una sedaci¨®n muy distinta al resto de anest¨¦sicos. ¡°T¨¦cnicamente se la define como anestesia disociativa, porque la persona no queda dormida, sino desconectada de su cuerpo y de su entorno. Los pacientes pueden parecer conscientes y tener los ojos abiertos, pero est¨¢n desconectados de su entorno y no responden al dolor¡±, describe Eduardo Hidalgo, autor de un libro sobre la materia, Ketamina (Amargord, 2005).
Lo que hace ¨²nica a esta sustancia es su amplio espectro de efectos, que var¨ªan significativamente seg¨²n la dosis administrada. Cantidades altas (1-4.5 mg/kg v¨ªa intravenosa) inducen los efectos anest¨¦sicos ya descritos. Medidas intermedias (0.3-0.5 mg/kg v¨ªa intravenosa) desencadenan experiencias visionarias intensas, que duran entre una y dos horas. Estos efectos psicod¨¦licos oscilan, seg¨²n los testimonios, de lo sublime a lo aterrador, y tienen una capacidad inigualada para hacer aparecer lo que algunos psiconautas han denominado ¡°el viaje de la peque?a muerte¡±. ¡°Otros psicod¨¦licos te hacen imaginar un gnomo sentado en la televisi¨®n. Con la ketamina la realidad como tal desaparece, obligando al cerebro a crear una nueva. Uno llega a creer que lo que ve es real¡±, describe Hidalgo. Timothy Leary, famoso por sus investigaciones sobre el LSD y los hongos psilocibios, la consideraba el psicod¨¦lico m¨¢s potente junto a la salvinorina. En su libro The Scientist: A Novel Autobiography (1978), el neurocient¨ªfico John Lilly, pionero en el uso de tanques de aislamiento o de privaci¨®n sensorial, relat¨® as¨ª su experiencia con una dosis de 150 miligramos v¨ªa intramuscular: ¡°Yo, como individuo, desaparec¨ªa¡±.
Los consumidores recreativos como Gabi no buscan alcanzar estados anest¨¦sicos ni psicod¨¦licos, sino simplemente evadirse: ¡°Yo vengo de un cuadro de ansiedad y depresi¨®n bastante fuerte. Por lo general lo que busco en las drogas es que me disocien [la distancien de la realidad]. Cuando tom¨¦ ketamina por primera vez no sab¨ªa d¨®nde estaba, pero sab¨ªa que estaba muy a gusto¡±, asegura. En dosis bajas esnifadas, act¨²a como un estimulante que provoca distorsiones perceptivas moderadas y una descoordinaci¨®n que a¨²n permite caminar, bailar y conversar con cierta facilidad. ¡°Produce efectos muy similares a los del alcohol. La persona puede percibirlo con una cierta estimulaci¨®n, y la sensaci¨®n de ir colocado¡±, se?ala Claudio Vidal, director estatal de Energy Control. ¡°Las sustancias que tienen el potencial de ganar popularidad suelen ser compatibles con otras actividades. En este caso, una dosis baja de ketamina, permite a la persona mantener un contacto con la realidad y seguir con los pies en el suelo, en lugar de quedarse tirado en la esquina de una discoteca¡±.
En las d¨¦cadas de los sesenta y setenta, solo un peque?o grupo de iniciados en la psicodelia consum¨ªa esta sustancia. Con la aparici¨®n de la cultura tecno, su uso recreativo se populariz¨®: el epicentro estaba en las playas de Goa, antigua colonia portuguesa en el oeste de la India, todav¨ªa referente importante en la cultura mundial psicod¨¦lica y de trance. En 1999, Estados Unidos la incluy¨® en la Lista III de sustancias controladas, que autoriza sus usos m¨¦dicos pero penaliza la venta y posesi¨®n il¨ªcitas con penas de prisi¨®n. Desde entonces se ha extendido a todos los continentes como una droga de consumo ilegal.
En Espa?a no hay evidencias que indiquen un aumento en el consumo de ketamina, sin contar el fen¨®meno del tusi, extendido a gran velocidad. ¡°Sin querer se ha hecho toda una campa?a de marketing alrededor de esta droga, vendi¨¦ndose como una sustancia que consumen las ¨¦lites [a veces tambi¨¦n con el sobrenombre de ¡°coca¨ªna de lujo¡±]. Por eso, yo creo que estamos en el periodo hist¨®rico con el mayor n¨²mero de consumidores de ketamina¡±, sostiene el director estatal de Energy Control. Su equipo, que se dedica a la reducci¨®n de riesgos vinculados al consumo de drogas, ha observado que aunque muchas personas ingieren tusi pensando que es una ¡°coca¨ªna premium¡±, la dosificaci¨®n var¨ªa. ¡°A diferencia de la coca¨ªna, el tusi se consume m¨¢s en puntitas que en rayas. Lo que significa que se est¨¢n tomando dosis m¨¢s bajas¡±, dice Vidal.
Hay varios riesgos asociados al consumo de ketamina. Uno de los m¨¢s comunes es experimentar un estado psicod¨¦lico no anticipado. ¡°Es frecuente que surjan ataques de p¨¢nico, porque la persona empieza a detectar efectos inesperados y desconocidos para ¨¦l¡±. Popularmente, a este estado se le denomina k-hole, una experiencia que Gabi vivi¨® despu¨¦s de consumir ketamina de manera regular durante cierto tiempo. ¡°Al principio, con la primera punta ten¨ªa para toda la tarde. Un mes y medio despu¨¦s ya habl¨¢bamos de 8, 10 o 14 rayas. Lleg¨® un punto en el que me gustaba tanto que no quer¨ªa que se me bajara y me pon¨ªa otra¡±. Lo que comenz¨® como una dosis baja evolucion¨® hacia una cantidad que produc¨ªa un estado disociativo intenso. ¡°Un d¨ªa sent¨ª como si el pecho se me aplastara, como si no pudiera respirar. Sent¨ªa que el sof¨¢ me arrastraba hacia abajo y ve¨ªa un t¨²nel oscuro. Era literal el puto t¨²nel de la M-30 pero sin coches. Yo notaba que no respiraba, pero estaba respirando perfectamente. Por suerte mi exnovio me ayud¨® a recuperarme poco a poco, pero para m¨ª eso dur¨® una eternidad¡±.
Aunque la ketamina tiene un potencial adictivo m¨¢s bajo que sustancias como la coca¨ªna, la morfina o la hero¨ªna, est¨¢ demostrado que produce una r¨¢pida tolerancia y puede dar lugar a una severa adicci¨®n. Con el uso continuado, el consumidor debe aumentar la dosis para lograr el mismo efecto. ¡°Conviene no llevarse a enga?os por el hecho de que la ketamina tenga propiedades psicod¨¦licas y, en general, este tipo de sustancias no produzcan dependencia. Est¨¢ m¨¢s que constatado que un porcentaje (tal vez en torno al 10-15%) de los usuarios habituales termina por cumplir los criterios diagn¨®sticos de la adicci¨®n¡±, explica Eduardo Hidalgo en su libro sobre la sustancia. Uno de los efectos secundarios m¨¢s frecuentes del consumo prolongado y en grandes dosis de ketamina es la cistitis intersticial o cistitis hemorr¨¢gica. Esta condici¨®n se caracteriza por la inflamaci¨®n de la vejiga, que puede llevar a s¨ªntomas como dolor al orinar, necesidad urgente y frecuente de orinar, sangre en la orina y, en casos graves, puede resultar en da?o irreversible de la vejiga que requiera su extirpaci¨®n.
La ketamina ha demostrado ser un prometedor f¨¢rmaco en casos de depresi¨®n resistente al tratamiento, particularmente aquellos que no responden a los antidepresivos convencionales. Rupert McShane, profesor de psiquiatr¨ªa en la Universidad de Oxford y director de los estudios del ECT y ketamina en Oxfordshire, ve un gran futuro para este tratamiento. ¡°Estoy completamente seguro¡±, afirma. ¡°Me sorprende que la gente sea reticente a reconocer la evidencia. Hay cientos de ensayos controlados aleatorios que respaldan sus beneficios, en investigaciones tanto a corto como a largo plazo. Me considero afortunado de haber estado al frente de un avance que claramente tendr¨¢ un impacto terap¨¦utico significativo.¡±
A diferencia de los antidepresivos tradicionales, que pueden tardar semanas en mostrar efectos, la ketamina act¨²a r¨¢pidamente, a menudo dentro de horas o d¨ªas. Este efecto antidepresivo r¨¢pido es particularmente valioso para pacientes con pensamientos suicidas, donde un tratamiento inmediato es esencial. ¡°La depresi¨®n es como un freno constante en nuestra mente, que dificulta el flujo de pensamientos y emociones. Es como conducir con el freno de mano puesto: se avanza, pero es dif¨ªcil. La ketamina act¨²a liberando ese freno, permitiendo pensar con claridad y sentir m¨¢s energ¨ªa y motivaci¨®n¡±, dice McShane. A?ade que es una pena que el uso de la ketamina no sea m¨¢s habitual en la cl¨ªnica. ¡°Dos investigaciones recientes muestran que es tan efectiva como la ECT (que induce convulsiones el¨¦ctricas en pacientes anestesiados), pero con menos efectos secundarios. La ketamina podr¨ªa ser una opci¨®n en lugar de la ECT¡±.
Un art¨ªculo reciente publicado en la revista The Face identificaba la ketamina como la droga ic¨®nica de esta d¨¦cada. ¡°A lo largo de la historia, ciertas sustancias han simbolizado per¨ªodos espec¨ªficos, y han reflejado las tendencias y los contextos sociales y culturales de esas ¨¦pocas¡±, explica Jos¨¦ Carlos Bous¨®, director cienti?fico del Iceers, una institucio?n con sede en Barcelona dedicada al estudio de las plantas psicoactivas. ¡°Durante los a?os sesenta, el LSD dej¨® una marca indeleble en la m¨²sica, e influenci¨® a grandes bandas de rock como los Beatles, Jimi Hendrix o los Rolling Stones. Lo mismo te podr¨ªa decir de la MDMA y la m¨²sica electr¨®nica en los ochenta y noventa¡å.
Aunque ya se mencionaba en canciones como Lost in the K-hole de The Chemical Brothers y Special-K de Placebo, este polvo blanco de apariencia ligeramente m¨¢s cristalina que la coca¨ªna cada vez tiene m¨¢s presencia en la cultura contempor¨¢nea. Elon Musk, due?o de X y cofundador de Tesla, ha admitido en varias ocasiones consumir esta sustancia en peque?as dosis. Un art¨ªculo de Rolling Stone de principios de a?o se preguntaba si la comunidad queer ten¨ªa un problema con la ketamina. El ¨¢lbum debut de Brutalismus 3000, Ultrakunst, und¨¦cimo en las lista de ¨¦xitos alemana de abril, tambi¨¦n hace referencia a esta droga. En el mundo de la televisi¨®n, la ketamina se ha visto en series como The White Lotus, Industry y The Night Of. En la reciente Rotting in the Sun, con la celebridad de Instagram Jordan Firstman como protagonista, un personaje afirma: ¡°Todos los hombres gais toman ketamina¡±.
El k ya forma parte del entretejido de las leyendas urbanas m¨¢s populares, repetidas e incluso c¨®micas de los ambientes nocturnos. Al salir de la discoteca, un grupo de j¨®venes delibera sobre el sitio al que van a ir de after: una casa o un antro oscuro. Al final se decantan por lo segundo. De camino al antro en cuesti¨®n, con una lata de cerveza Mahou Cl¨¢sica en la mano, alguien cuenta una de esas an¨¦cdotas que solo les suceden ¡°a una amiga¡± o ¡°a la amiga de una amiga¡±: ¡°Les par¨® la polic¨ªa en el coche, les pill¨® un pollo de keta, y les dejaron esperando dentro. Al rato volvieron muy nerviosos y les preguntaron qu¨¦ co?o era lo que les hab¨ªan quitado. Se la hab¨ªan puesto pensando que era coca y ahora les tocaba conducir¡±.
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