En casa del interiorista L¨¢zaro Rosa-Viol¨¢n: ¡°Lo ¨²nico valioso entre estas cuatro paredes son mi pareja y mis perros¡±
Influyente como pocos, L¨¢zaro Rosa-Viol¨¢n es el interiorista total. Visitamos su imponente casa en Barcelona y hablamos con ¨¦l sobre lo que realmente tiene valor en los lugares donde vivimos
Son poco m¨¢s de las 10 de una radiante ma?ana de verano barcelonesa y en la cocina de L¨¢zaro Rosa-Viol¨¢n (T¨¢nger, 59 a?os), con muebles de madera blanco impoluto y una bola de metacrilato transparente dise?ada por Paco Rabanne, suenan Edith Piaf y Belle and Sebastian. El interiorista sale a nuestro encuentro y nos conduce, cruzando un espl¨¦ndido pasillo con suelos de mosaico y techos estucados, a un patio interior en cuyo centro hay una hermosa p¨¦rgola.
Sentados junto a los restos de una fiesta tem¨¢tica celebrada la noche anterior (¡°la pen¨²ltima cena, una moda brit¨¢nica que acaba de llegar a Espa?a¡±, nos cuenta sin entrar en detalles), conversamos un par de horas sobre lo divino y lo humano. Nuestro anfitri¨®n se queja de una inflamaci¨®n de o¨ªdo, producto, al parecer ¡°del aire acondicionado de los hoteles de Nueva York¡±. Lleva varias semanas viajando sin parar, enzarzado en un par de proyectos de gran envergadura que le han dejado, ¡°un a?o m¨¢s¡±, sin vacaciones. Pero est¨¢ dispuesto a dedicarnos todo el tiempo que sea necesario. Le gusta explicarse: ¡°Antes tend¨ªa a pensar que mi trabajo hablaba por s¨ª solo, me parec¨ªa un poco est¨¦ril intentar convertir impresiones visuales en palabras. Pero ahora he descubierto que encontrar respuestas a la curiosidad de los dem¨¢s es un buen ejercicio, porque me obliga a pensar m¨¢s y mejor¡±.
El piso en el que estamos ocupa la planta noble de una finca modernista de l¡¯Eixample, la Casa Antoni Salvad¨®, dise?ada en 1902 por el arquitecto sabadellense Juli Batllevell i Ar¨²s y construida entre 1902 y 1907. En sus estancias uno topa aqu¨ª y all¨¢ con obras de Calder o Picasso, jarrones de alabastro egipcio, l¨¢mparas de Murano, una chimenea neog¨®tica de roble y m¨¢rmol, artesonados modernistas y piezas de Rabanne. Rosa-Viol¨¢n la concibe, sobre todo, ¡°como un espacio que mostrar y en el que recibir, una oportunidad para mis amigos y para algunos clientes de ver mi reinterpretaci¨®n contempor¨¢nea de lo que ser¨ªa un hogar burgu¨¦s de la Barcelona modernista¡±.
Experto creador de espacios espectaculares que han marcado nuestra ¨¦poca (como el restaurante DiverXo, en Madrid, la cafeter¨ªa Les Chouettes, en Par¨ªs, los imitad¨ªsimos restaurantes Amaz¨®nico, Bocagrande y la cocteler¨ªa Nuts, en Barcelona, o el bar del hotel St. Regis Mardevall, en Mallorca), Rosa-Viol¨¢n es un hombre acostumbrado a rodearse de objetos bellos. Los genera, los acumula o los recontextualiza para rescatarlos del olvido, pero asegura no sentir ning¨²n apego por ellos. ¡°No soy un fetichista de los objetos. Los que ves en esta casa, en esta p¨¦rgola, est¨¢n aqu¨ª por capricho o por accidente. Muchos son regalos o recuerdos de viajes. No siento que me representen. Lo ¨²nico verdaderamente valioso que hay entre estas cuatro paredes son mi pareja [el dise?ador de moda Mariano Moreno] y mis perros¡±. Todo lo dem¨¢s resulta prescindible: ¡°Incluso ese par de esculturas m¨ªas del rinc¨®n, la de resina, que es el boceto de una pieza de bronce, y esa cabeza gigante junto a la pared. Me gustan, pero si ardiesen ahora mismo no las echar¨ªa de menos. Supongo que acabar¨¢n, como la mayor¨ªa de lo que pinto o esculpo, en casa de alguno de mis amigos o mis hermanos¡±.
Nieto de catalanes, nacido en T¨¢nger, criado entre Barcelona y el barrio vizca¨ªno de Las Arenas, y formado en Madrid, Par¨ªs o Nueva York, Rosa-Viol¨¢n cuenta con todos los ingredientes para ser considerado un ciudadano del mundo. Pese a todo, reivindica la identidad y el arraigo, tanto en la vida como en el trabajo: ¡°Mis ra¨ªces emocionales y est¨¦ticas est¨¢n en el paisaje industrial del Bilbao de mi infancia, la belleza burguesa del barrio de Neguri contrapuesta a la suciedad de la r¨ªa y aquel amasijo inconfundible de metales, vapores y humos. Tambi¨¦n en la Barcelona modernista, que era el mundo de mis abuelos. A partir de ah¨ª, me he ido abriendo a otras influencias y otros est¨ªmulos. Par¨ªs, que es una de las ciudades donde me siento como en casa. O Nueva York, que es todo un universo est¨¦tico, una ciudad que resume el mundo y a la que hay que dar de comer aparte. Tambi¨¦n Italia, con la que siento una marcada afinidad, tal vez por mis (muy lejanos) or¨ªgenes napolitanos. Si tuviese que quedarme a vivir en el interior de una pel¨ªcula, ser¨ªa Cr¨®nica familiar [1962], de Valerio Zurlini¡±.
¡°Uno de los mejores elogios que he recibido es el de un amigo que cen¨® en uno de los restaurantes que yo he decorado y me dijo que le hab¨ªa parecido espectacular, pero que no encontraba en ¨¦l mi sello de autor¡±
Si algo detesta es ¡°la arquitectura y el interiorismo falsamente cosmopolita, la del corta y pega, la que pone el sello de autor del arquitecto por encima de cualquier otra consideraci¨®n¡±. Le parece aborrecible ¡°que se construyan edificios id¨¦nticos en Jordania o en Vizcaya, sin tener en cuenta que los entornos f¨ªsicos y humanos, por no hablar de la manera de estar en el mundo de jordanos y vizca¨ªnos, son muy distintos¡±. Cree que uno de los principales defectos de cierto interiorismo contempor¨¢neo es ¡°la absurda pretensi¨®n de abrir un restaurante griego en Las Vegas que te traslade, sin matices, a la isla de Santorini, sin tener ni remotamente en cuenta que est¨¢s en el desierto de Nevada¡±. ?l no hace eso. Intenta no incurrir en actos de ¡°ceguera y egolatr¨ªa¡±. ¡°Uno de los mejores elogios que he recibido es el de un amigo que cen¨® en uno de los restaurantes que yo he decorado y me dijo que le hab¨ªa parecido espectacular, pero que no encontraba en ¨¦l mi sello de autor. No lo quiero. Me defino por la falta radical de orgullo estil¨ªstico. Quiero que mi identidad est¨¦tica fluya en cada nuevo proyecto. Tal vez por eso dicen de m¨ª que soy un recolector de tendencias, una etiqueta que entiendo, pero que no me entusiasma, porque de alguna manera implica que no soy original, y yo creo que s¨ª que lo soy¡±.
Su originalidad descansa sobre tres pilares: ¡°Mis propuestas tienen un componente de arraigo cultural, est¨¦tico e hist¨®rico. Te puedo hacer un restaurante franc¨¦s en Barcelona, pero tendr¨¢ un aire barcelon¨¦s, no parisino. Segundo, le doy a todos mis espacios un punto divertido, informal. Aunque resulten sofisticados, quiero que sean amables, que la gente se sienta a gusto y relajada en ellos. Por ¨²ltimo, siempre intento introducir alg¨²n elemento ic¨®nico, rompedor, que sorprenda y le d¨¦ a ese espacio un car¨¢cter ¨²nico¡±. Hay un cuarto elemento, incluso m¨¢s sutil: ¡°No me gustan los espacios demasiado acabados. Siempre tengo en cuenta que la arquitectura y el interiorismo pertenecen a sus propietarios y usuarios, y quiero dejarles espacio para que jueguen con mis creaciones, para que las hagan suyas, y puedan acabar de cerrar por s¨ª mismos lo que yo he dejado entreabierto¡±.
En su conversaci¨®n, Rosa-Viol¨¢n va repasando proyectos que supusieron hitos en su carrera, como Big Fish, el restaurante de cocina japonesa de Barcelona que describe como ¡°un espacio m¨¢gico¡±; las zonas gastron¨®micas y de ocio del estadio de San Mam¨¦s o del aeropuerto neoyorquino de La Guardia (¡°me gusta haber creado espacios sofisticados y con personalidad en entornos con frecuencia tan rutinarios como un gran recinto deportivo o un aeropuerto¡±, afirma); los locales de Formentera a los que supo dar un aire ¡°entre universal y propio de una isla min¨²scula del extremo oeste del Mediterr¨¢neo¡±, o tiendas para el grupo Inditex, ¡°cada una trabajada con su propia identidad, no como m¨®dulos intercambiables de una franquicia¡±. Hoy, este profesional que se define como ¡°inquieto, poli¨¦drico y vers¨¢til¡± dirige un estudio con sede en Barcelona, Madrid y Nueva York en el que trabajan m¨¢s de 200 profesionales y que realiza proyectos en 50 pa¨ªses. Tambi¨¦n proyectos residenciales, ¡°aunque de eso se habla menos, porque hacemos casas que no encajan del todo en la imagen estereotipada que se tiene de m¨ª, esos espacios muy intervenidos, barrocos y con uso preferente del color a?il. En realidad, he hecho de todo, incluso ejercicios de arquitectura e interiorismo muy contenidos, cercanos al minimalismo¡±. Su taller creativo es, desde hace a?os, un monstruo demasiado grande para gestionarlo en solitario: ¡°Mi ¨¦poca de hombre orquesta ya pas¨®. Ahora me rodeo de buenos profesionales, elijo a gente de mi confianza como jefes de equipo e intento transmitir una manera de hacer. A partir de ah¨ª, trabajo como una mula, pero delego todo lo necesario¡±.
De la pintura a la arquitectura, para callar bocas
Echando la vista atr¨¢s, el interiorista cree que aun conserva ¡°todo¡± del ni?o pintor que fue con apenas ocho a?os, cuando le concedieron una licencia especial para que acudiese como oyente a las clases de la facultad de Bellas Artes de la Universidad de Bilbao: ¡°La pintura sigue siendo mi punto de partida, y me frustra much¨ªsimo que, en grandes proyectos con ciertas limitaciones presupuestarias, se quiera prescindir precisamente de eso, del acabado est¨¦tico, por considerarlo accesorio¡±. Para ¨¦l, nunca lo es: ¡°Si quieres una carcasa vac¨ªa, no contrates a L¨¢zaro Rosa-Viol¨¢n. Yo te voy a dar un espacio no del todo acabado, pero s¨ª lleno, con vida, con personalidad¡±.
Pudo ganarse la vida como pintor y escultor, pero prefiri¨® formarse como arquitecto ¡°para callar bocas, empezando por la de mi padre, al que Bellas Artes no le parec¨ªa una carrera seria¡±, afirma. Se especializ¨® en interiores y termin¨® ejerciendo como tal: ¡°Digamos que una cosa fue llevando a la otra. Ya que ten¨ªa el t¨ªtulo de arquitecto, ?por qu¨¦ no probar con alg¨²n proyecto? Y, al hacerlo, descubr¨ª que me gustaba la dimensi¨®n social y comercial de la arquitectura. Trabajar con otros profesionales en un estudio, tratar con clientes, tener un impacto en la vida y en el ocio de las personas... Todo eso me parec¨ªa mejor que pasarme el d¨ªa entero en el taller, solo, pintando¡±.
Sus primeros proyectos nacieron de la insatisfacci¨®n con su entorno inmediato entre finales de la d¨¦cada de 1970 y principios de los a?os ochenta: ¡°Fue una ¨¦poca nefasta para la arquitectura y el dise?o. Una vez dejado atr¨¢s el racionalismo, empezaron a proliferar los espacios sin personalidad ni belleza. Muy especialmente, en Barcelona y en Madrid. En Barcelona, fincas regias modernistas como esta en la que estamos ahora fueron destruidas para sustituirlas por aquellas nefastas promociones de N¨²?ez y Navarro. Yo paseaba por la ciudad o iba a cenar a un restaurante y me horrorizaba lo feo que se estaba volviendo todo. Me sent¨ªa capaz de hacerlo mucho mejor. Y me puse manos a la obra¡±. As¨ª se gest¨® su imperio personal. Una constelaci¨®n de espacios singulares llenos de objetos bellos a los que, pese a todo, recordemos que no hay que tener demasiado apego.
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