Dean Martin, luces y tragedias del hombre que invent¨® lo de ser ¡®cool¡¯
Fue el m¨¢s elegante del Rat Pack, revolucion¨® la comedia junto a Jerry Lewis y populariz¨® canciones eternas como ¡®Everybody Loves Somebody¡¯. Un documental trata de mostrar la cara menos conocida del tipo m¨¢s enrollado del mundo
Cuando Elvis Presley conoci¨® a su ¨ªdolo Dean Martin (Ohio, 1917-Beverly Hills, 1995), cuyo peculiar fraseo hab¨ªa copiado descaradamente en su ¨¦xito Love Me Tender, no dud¨® en revelarle su admiraci¨®n. Se inclin¨® ante ¨¦l y le dijo: ¡°A m¨ª me llaman el rey del rock, pero usted, se?or Martin, es el rey del cool¡±. La an¨¦cdota la revela su hija Deana Martin en el documental Dean Martin. El rey del Cool, dirigido por Tom Donahue que se estren¨® en Filmin este 23 de diciembre y en el que el director se pregunta: ?qu¨¦ tiene Dean Martin que lo convierte en el ep¨ªtome de lo genial y lo hace tan irresistible para tantos tipos diferentes de personas? Para hallar respuesta a este interrogante entrevista a familiares, amigos y estrellas.
El documental, producido por Leonardo DiCaprio y Danny Strong (Empire, Dopesick), glosa la trayectoria de un de personaje que atesora no una sino tres estrellas de la fama, como actor, como cantante y como showman; fue miembro del Rat Pack, la ic¨®nica pandilla de celebridades que han tratado de emular sucesivamente los Rob Lowe, Leonardo Di Caprio o George Clooney; revolucion¨® la comedia con su d¨²o con Jerry Lewis ¨Dy su legendaria enemistad¨D; protagoniz¨® pel¨ªculas que son historia del cine como R¨ªo Bravo (1959) y populariz¨® canciones de las que se tararean con solo leer su t¨ªtulo como That¡¯s Amore o Everybody Loves Somebody.
Una bici, un coche y buena comida
Dean Martin, Dino Paul Crocetti en realidad, naci¨® en una familia humilde. Su padre era barbero y su madre costurera. ¡°Ten¨ªa una bicicleta, ten¨ªamos un coche y buena comida. ?Qu¨¦ m¨¢s necesitas?¡±. Totalmente zambullido en la cultura italiana, a los cinco a?os todav¨ªa no hablaba ni escrib¨ªa en ingl¨¦s, lo que provoc¨® que sufriera abusos en el colegio. No le import¨® demasiado: no tard¨® en dejarlo creyendo que no le iba a ense?ar nada que no pudiese aprender en la calle.
Antes de que su talento deslumbrase al pa¨ªs trabaj¨® en lo que se le puso por delante: camarero, crupier o taxista. Tambi¨¦n como boxeador. Junto a un amigo organiz¨® una especie de club de la lucha en el que quien quedaba en pie se llevaba el dinero de los que hab¨ªan ido a verles molerse a palos. Con el nombre de Kid Crochet empez¨® a boxear de manera profesional, pero como ¨¦l mismo revel¨®, de sus 12 combates, ¡°gan¨® todos menos 11¡å. El fracaso en el ring dio paso al ¨¦xito en otro escenario: Kid Crochet se transform¨® en el baladista Dino Martini y posteriormente en la estrella Dean Martin.
¡°?Est¨¢s trabajando?¡±. Esa fue la inocente frase que cambi¨® su vida. La pronunci¨® el c¨®mico Jerry Lewis y fue el punto de partida de una pareja que iba a revolucionar el entretenimiento en los a?os cincuenta. Sus n¨²meros no eran muy sofisticados: eran el payaso listo y el tonto. Martin cantaba con su voz maravillosa y su aspecto impecable y Lewis lo interrump¨ªa con sus astracanadas. Pero esta vez hab¨ªa una novedad: eran sexis. Lewis, con sus ojos azules y su encanto naif, y Martin con su impresionante complexi¨®n, su tez morena y una nariz que hab¨ªa visto obligado a redefinir quir¨²rgicamente porque la presi¨®n de la belleza siempre ha estado ah¨ª.
Pero su mayor secreto era una qu¨ªmica imbatible. Como los genios de la improvisaci¨®n que eran, compet¨ªan por hacerse re¨ªr mutuamente y quien sal¨ªa ganando en ese duelo de talentos era el p¨²blico. Hab¨ªan dado con una f¨®rmula infalible. Tras los clubs llegaron Hollywood y los contratos millonarios, todo flu¨ªa hasta que empezaron a surgir las fisuras entre dos hombres que eran como hermanos. Lewis fue el padrino de la segunda boda de Martin y los hijos de este le llamaban ¡°t¨ªo Jerry¡±. Tras una d¨¦cada de amistad inquebrantable y 16 pel¨ªculas juntos, la uni¨®n salt¨® por los aires.
Un maldito signo de un d¨®lar
¡°Para m¨ª, no eres m¨¢s que un maldito signo de d¨®lar¡±, le espet¨® Martin a Lewis seg¨²n este ¨²ltimo desvel¨® en sus memorias, Dean & Me. Dieron su ¨²ltima actuaci¨®n en el Copacabana de Nueva York un martes. ¡°Cuando me despert¨¦ el mi¨¦rcoles comprend¨ª c¨®mo se debe sentir un amputado¡±, escribi¨® Lewis.
Ganaban m¨¢s dinero del que pod¨ªan contar, pero la sociedad se hab¨ªa resquebrajado y las bromas p¨²blicas se convirtieron en reprimendas privadas. Mart¨ªn quer¨ªa crecer art¨ªsticamente, que las din¨¢micas cambiasen. Se cans¨® de interpretar siempre el mismo papel y pidi¨® a su productor que la f¨®rmula de las pel¨ªculas variase para explorar nuevos registros, pero nadie quiso tocar un producto millonario.
¡°Mi padre estaba cansado de ser el malo¡±, afirma su hija Deana Martin en el documental. ¡°Jerry siempre fue el tipo divertido, y mi padre siempre era el que lo rega?aba¡±. El payaso Lewis se llevaba todo el protagonismo y cuando las bufonadas del c¨®mico empezaron a reducir dr¨¢sticamente las canciones de Martin la relaci¨®n se rompi¨® como los corazones de sus millones de fans. Porque en los cincuenta eran dos de las mayores celebridades de Estados Unidos.
Martin, que deseaba demostrar que era algo m¨¢s que el contrapunto de un payaso, empez¨® una carrera cinematogr¨¢fica que le llev¨® a codearse con Marlon Brando y Montgomery Clift en El baile de los malditos (1958) y con Howard Hawks en R¨ªo Bravo (1959), ¡°la pel¨ªcula perfecta¡± en palabras del cr¨ªtico Roger Ebert. Al lado de John Wayne y Walter Brenan compuso un personaje tan pat¨¦tico como her¨®ico. Su tembloroso y alcoholizado ayudante del sheriff, corroboraba que era un actor excepcional. Y adem¨¢s atesoraba una cualidad muy apreciada por sus compa?eros: nunca pretend¨ªa brillar m¨¢s que ellos, lo que le convirti¨® en el mejor lugarteniente del otro gran hombre de su vida, Frank Sinatra.
Ambos fueron los dos rostros m¨¢s populares del m¨ªtico grupo de amigos conocido como Rat Pack (aunque ellos jam¨¢s se denominaron a si mismos as¨ª) en el que tambi¨¦n estaban Sammy Davis, Jr., Peter Lawford y Joey Bishop. La pandilla era la gran atracci¨®n de Las Vegas y formaban parte indivisible del encanto de la ciudad a la que ellos convirtieron en la fantas¨ªa que permanece en el imaginario colectivo. Sus actuaciones en Las Vegas Strip se anunciaban con un ¡°Dean Martin... Quiz¨¢s Frank... Quiz¨¢s Sammy¡±, porque sus galas siempre eran una sorpresa y si estaba uno pod¨ªan aparecer todos. Ataviados con su perenne esmoquin, una copa y un cigarrillo cantaban sus ¨¦xitos, hac¨ªan bromas aparentemente improvisadas y consegu¨ªan que aquel invernadero de neones en mitad del desierto pareciese el lugar m¨¢s bello del planeta.
Cigarros, copas e ideas dem¨®cratas
El v¨ªnculo del grupo era igual de fuerte fuera de la pantalla. Les un¨ªa su profesi¨®n, su camarader¨ªa y sus ideales, todos eran firmes defensores del Partido Dem¨®crata y de Kennedy y contribuyeron con sus actuaciones a financiar su campa?a frente a Nixon. Por eso, cuando tras ser elegido presidente, Kennedy anul¨® la invitaci¨®n a Sammy Davis Jr. a su fiesta de inauguraci¨®n por temor a que la presencia del actor con su mujer blanca, la actriz sueca May Britt, molestara a los Estados sure?os, Martin explot¨®. Davis hab¨ªa recaudado millones para el ya presidente y le hab¨ªa servido para congraciarse con la comunidad afroamericana y la jud¨ªa y ahora se ve¨ªa relegado por motivos raciales.
Dean Martin fue quien m¨¢s defendi¨® a su amigo: ¡°No voy a ser parte de la inauguraci¨®n si Sammy no va¡±, afirm¨®. Y no fue. Seg¨²n la hija de Martin revela en el documental, su padre estaba tan decepcionado como sorprendido. ¡°Era el t¨ªo Sammy. Ven¨ªa a nuestra casa, era familia. As¨ª que mi padre tom¨® esa decisi¨®n porque era lo correcto. No importaba lo que JFK o cualquier otra persona pensara de ¨¦l¡±.
Aquel incidente desencant¨® pol¨ªticamente a Martin, que con su eterna sonrisa parec¨ªa permanecer siempre ajeno a todo. Pero no era as¨ª. Como sus seres cercanos afirman, eran un hombre torturado que simplemente sab¨ªa actuar muy bien.
Todo el mundo quiere a alguien alguna vez
Si su carrera cinematogr¨¢fica estaba consolidada, suced¨ªa lo mismo con su faceta de cantante. En 1964 Everybody Loves Somebody le rob¨® a A Hard Day¡¯s Night de los Beatles el n¨²mero uno en la lista de sencillos Billboard de Estados Unidos. Su mayor ¨¦xito musical se convirti¨® tambi¨¦n en la banda sonora de su show semanal The Dean Martin Show, por el que gan¨® un Globo de Oro y fue nominado a tres m¨¢s. All¨ª pod¨ªa lucir su car¨¢cter chispeante, su eterna sonrisa y a su deslumbrante grupo de amigos en los que nunca faltaba Sinatra.
Tampoco falt¨® en otro momento clave de su vida. Durante una tradicional recaudaci¨®n de fotos televisada organizada por Jerry Lewis en 1976 hizo realidad el sue?o de millones de fans. Mientras presentaba un segmento con el c¨®mico invit¨® a ¡°un amigo¡± a pasar por el escenario. Era Dean Martin. La pareja, que llevaba 20 a?os sin hablarse, se fundi¨® en un abrazo.
¡°Hijo de puta¡±, se oye como le murmulla emocionad¨ªsimo Lewis a un Sinatra que hab¨ªa orquestado el encuentro a espaldas de todos. Aquel d¨ªa frente al televisor estaban sorprendidos y emocionados desde su hija Nancy a los hijos de Lewis y Martin. ¡°Tuve escalofr¨ªos. Me qued¨¦ boquiabierta¡±, recuerda Deana Martin.
¡°Aqu¨ª est¨¢n, amigos¡±, dijo Sinatra con una sonrisa. Hab¨ªa puesto fin a una separaci¨®n de dos d¨¦cadas. La ovaci¨®n del p¨²blico puesto en pie dur¨® m¨¢s de un minuto. Los tel¨¦fonos no dejaron de sonar y aquella noche el telet¨®n recaud¨® m¨¢s que nunca en su historia.
La amistad era esencial para Martin, pero lo m¨¢s sagrado en su vida era su familia. La imagen de mujeriego vividor que exhib¨ªa en sus actuaciones no estaba cimentada en la realidad como se cre¨ªa. Tuvo cuatro mujeres y ocho hijos y todos recalcan que la familia era su centro. Mientras Sinatra se quedaba en los clubs hasta el alba, Dean volv¨ªa a cenar a casa cada noche y lo que hab¨ªa en su perenne copa no era bourbon, sino zumo de manzana como revel¨® en sus memorias Shirley MacLaine. Martin amaba el J&B, y tuvo un problema con el alcohol contra el que intent¨® luchar toda su vida, pero tambi¨¦n amaba acostarse temprano y trabajar sobrio y, sobre todo, pasar tiempo con su familia.
Por eso el golpe recibido en 1987 lo desbarat¨®. Su hijo Dean Paul Martin, actor, tenista y piloto, falleci¨® a los 35 a?os tras estrellarse el avi¨®n que pilotaba. Todos sus amigos se volcaron en su ayuda y Davis y Sinatra prepararon una gira conjunta para ayudarle a recuperarse. El remedio fue peor. Martin sent¨ªa que eran tres viejos haciendo el rid¨ªculo y los grandes estadios en los que Sinatra se sent¨ªa c¨®modo le resultaban hostiles, prefer¨ªa los peque?os clubs, la intimidad de un sala llena de humo. A pesar de ello, nunca falt¨® a las citas que propon¨ªan sus amigos.
Falleci¨® el d¨ªa de Navidad de 1995 de un enfisema pulmonar. Con ¨¦l se desped¨ªa la parte m¨¢s relajada y elegante del Rat Pack. El tipo sosegado de voz profunda y eterna sonrisa. A su funeral acudieron viejas luminarias como Shirley MacLaine o Cyd Charisse, y, por supuesto, un abatido Jerry Lewis, que ley¨® un responso lleno de bromas, la clase de despedida que Martin deseaba. Su gran amigo Sinatra estaba demasiado abatido para acudir. Las luces del Strip de Las Vegas se atenuaron en su honor y Rosemary Clooney cant¨® Everybody Loves Somebody Sometime. Esa es la frase que reza en su l¨¢pida. ¡°Todo el mundo ama a alguien¡±, el mejor epitafio para alguien a quien adoraron todos cuantos le rodearon.
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