Por qu¨¦ los pol¨ªticos nunca piden perd¨®n
La reciente petici¨®n de disculpas de Angela Merkel sorprende en tiempos de polarizaci¨®n. ?Puede estar gest¨¢ndose un cambio de paradigma en la comunicaci¨®n pol¨ªtica?
La estrategia que hoy se practica en pol¨ªtica es tan competitiva, tan amarrada a la apariencia de certezas y a la culpabilizaci¨®n del contrario que el perd¨®n que ha pedido Angela Merkel por sus errores se ha convertido en noticia. El Entschuldigung (lo siento) pronunciado el pasado 24 de marzo por la canciller alemana ante la prensa, dando marcha atr¨¢s a un nuevo confinamiento extremo que generaba gran resistencia, ha resonado con fuerza en un contexto complicado por la pandemia y por la crisis, pero, sobre todo, por una cultura pol¨ªtica que no contempla pedir perd¨®n.
En los a?os setenta y ochenta se abri¨® paso desde Estados Unidos una adaptaci¨®n de la estrategia militar a las campa?as electorales que implicaba un esp¨ªritu de guerra abierta, de no dar ni agua al rival y de defender cada palmo de terreno ganado sin reconocer errores, cuenta Mar¨ªa Jos¨¦ Canel, catedr¨¢tica de Comunicaci¨®n Pol¨ªtica de la Universidad Complutense. Esto se extendi¨® a la comunicaci¨®n de los gobiernos y dio paso a este tiempo en que el hecho de que un jefe de Gobierno pida disculpas constituye una muestra inconcebible de vulnerabilidad. Como veremos, esto puede cambiar. ¡°En la ley de la pol¨ªtica, que premia a los m¨¢s fuertes, pedir perd¨®n puede ser interpretado como una debilidad y por tanto como un modo de autoexcluirse de un partido de tenis en el que la clave es ganar el ¨²ltimo punto¡±, se?ala Javier Gom¨¢, autor de la Tetralog¨ªa de la ejemplaridad. Lo que es signo de fortaleza humana puede ser interpretado como fragilidad pol¨ªtica.
Pedir perd¨®n no fue solo la opci¨®n de Merkel en su rueda de prensa del mes pasado, sino de Hillary Clinton despu¨¦s de perder las presidenciales de EE UU en 2016; de la ministra principal del Gobierno aut¨®nomo de Escocia, Nicola Sturgeon, por un examen err¨®neo a estudiantes el a?o pasado, o de la brit¨¢nica Theresa May, en 2017, por su gesti¨®n del Partido Conservador. En Espa?a hay pocos precedentes, pero uno de ellos ha sido el ministro Salvador Illa, el m¨¢s votado en las elecciones de febrero en Catalu?a al frente del PSC. No solo pidi¨® disculpas por asistir a una fiesta, sino que reconoci¨® errores en la gesti¨®n de la pandemia y ¡ªel summum de la antipol¨ªtica actual¡ª se atrevi¨® a se?alar virtudes de sus adversarios. ¡°La base de la pol¨ªtica es la credibilidad y para mantenerla, si tienes conciencia de que te has equivocado, debes reconocer el error¡±, analiza ahora. ¡°Supongo que no se practica m¨¢s porque parece que facilitas la cr¨ªtica al contrario, pero ya hay una ciudadan¨ªa muy adulta en t¨¦rminos pol¨ªticos. Yo tuve claro desde el primer momento que el requisito para que la gesti¨®n de la pandemia funcionara bien era no sacar r¨¦dito de ello¡±.
Los manuales de liderazgo aconsejan mostrarse seguros, no dejar pasar ninguna oportunidad de denigrar al adversario y cooperar solo cuando sea imposible competir, sin reconocer errores ni pedir nunca disculpas, sostiene el fil¨®sofo Daniel Innerarity. Solo tendr¨ªa sentido pedir perd¨®n cuando hay segundas oportunidades. ¡°Y uno de los problemas actuales de la pol¨ªtica tan acelerada es que apenas concede segundas oportunidades¡±, afirma. ¡°Genera pol¨ªticos ansiosos¡±. Para el asesor de comunicaci¨®n Antoni Guti¨¦rrez-Rub¨ª prima una estrategia de supervivencia y beligerancia pol¨ªtica que no deja espacio a matices. ¡°Espa?a est¨¢ en una fase competitiva de tintes dram¨¢ticos¡±, apunta.
Ante los riesgos de reconocer errores, los pol¨ªticos optan por el viejo manual de: 1) negar las crisis, 2) reconocerlas solo si no hay m¨¢s remedio aunque sin atribuirse la responsabilidad, y 3) echar la culpa a un tercero. Es la estrategia que ha llevado a la polarizaci¨®n extrema en Madrid de una forma que, seg¨²n Ver¨®nica Fumanal, presidenta de la Asociaci¨®n de Comunicaci¨®n Pol¨ªtica, no tiene marcha atr¨¢s. ¡°Ayuso ha optado por culpabilizar al Gobierno como estrategia pol¨ªtica. Si ahora asumiera otro discurso y hablara de gesti¨®n se hundir¨ªa, porque ha hecho su estrategia de esa culpabilizaci¨®n ajena y ahora no la puede cambiar¡±. Para Fumanal, Pedro S¨¢nchez tambi¨¦n tendr¨ªa que haber asumido que se precipit¨® al dar por derrotado al virus. ¡°Debi¨® reconocer ante la sociedad que esta pandemia tiene una cuesti¨®n contingente que escapa a nuestro control. No somos omnipotentes¡±.
La necesidad de que los l¨ªderes sean infalibles, de que tengan siempre respuestas e infundan confianza, est¨¢ agudizada por la pandemia, sostiene la polit¨®loga Cristina Monge. ¡°Los miramos como a las azafatas en un vuelo con turbulencias; si ellas est¨¢n nerviosas, mala se?al. Cuando hay turbulencias en la sociedad, miramos a los pol¨ªticos. Y pedir perd¨®n significa que no tienen esas respuestas¡±. En algunos pa¨ªses n¨®rdicos existe un formato de legislaci¨®n provisional de prueba-error (sunset law) que permite a los gobernantes ensayar f¨®rmulas y corregirlas r¨¢pidamente si no dan resultados. En Espa?a, opina Monge, ser¨ªa impensable reconocer que no se tiene la verdad absoluta.
La disculpa y el perd¨®n pertenecen a un terreno de conciencia muy arraigado en la cultura religiosa europea y con matices muy distintos seg¨²n el origen luterano o cat¨®lico. El ejemplo por antonomasia en Espa?a fue aquel ¡°lo siento, me he equivocado, no volver¨¢ a ocurrir¡± que enton¨® el rey Juan Carlos en 2012 tras su ca¨ªda en un safari en ?frica mientras el pa¨ªs se sum¨ªa en la honda recesi¨®n. ¡°Fue bals¨¢mico por el halo divino de la Monarqu¨ªa, y fue buena la ejecuci¨®n: en el pasillo, con muleta, una persona fr¨¢gil que parec¨ªa un igual, alguien que pod¨ªa equivocarse como cualquiera¡±, dice la comunicadora Fumanal. Pero no estuvo acompa?ado de algo imprescindible, apunta: el prop¨®sito de enmienda. Los cat¨®licos, al fin y al cabo, pudieron siempre conseguir el perd¨®n mediante bulas, sin necesidad de rectificaci¨®n ni contrici¨®n, analiza el asesor de comunicaci¨®n Guti¨¦rrez-Rub¨ª.
Es m¨¢s f¨¢cil pedir disculpas en la recta final de un mandato, como ha hecho Merkel, cuando uno ya no se juega los votos. Pero mientras est¨¢n en lucha, prima la defensa propia y la culpabilizaci¨®n del enemigo. La conoce bien Illa: ¡°En Catalu?a la victimizaci¨®n de los independentistas y la culpabilizaci¨®n al otro por no facilitar recursos o competencias, lo que llamo el pimp¨®n pol¨ªtico, ha sido corriente, pero es cada vez m¨¢s una mala estrategia¡±. Ese ¡°cada vez m¨¢s¡± a¨²na las esperanzas de los consultados. Cansados de polarizaci¨®n, de enfrentamientos, algunos encuentran en la sociedad un apetito de confianza y honradez que puede ayudar a cambiar de paradigma: ¡°La sinceridad, la responsabilidad y la autenticidad pueden ser muy valiosas para cambiar las din¨¢micas¡±, asegura Marta Rebolledo, profesora de Comunicaci¨®n Pol¨ªtica. ¡°Pedir perd¨®n da la oportunidad de reconectar con los ciudadanos y diferenciarte de los rivales que no son capaces de hacerlo¡±, a?ade Guti¨¦rrez-Rub¨ª. La sociedad es hoy m¨¢s ilustrada y exigente: est¨¢ pidiendo moralidad, ejemplaridad m¨¢s all¨¢ del cumplimiento de las normas, opina el fil¨®sofo Javier Gom¨¢. La tarea moral pendiente ya no es ser libres, sino ser libres juntos, afirma, y esto consiste, entre otras cosas, en sentir ¡°asco¡± ante determinados comportamientos que atropellan la dignidad. ¡°Hemos conquistado la mayor¨ªa de los derechos en ¨¦poca moderna por el asco que nos produc¨ªa su atropello¡±, subraya. Esa evoluci¨®n hacia una sociedad m¨¢s exigente es clave en estos momentos de incertidumbre, se?ala la catedr¨¢tica Canel: ¡°La comunicaci¨®n m¨¢s aut¨¦ntica es la ¨²nica que puede triunfar. Se va abriendo camino un estilo en que eres m¨¢s digno de confianza si reconoces lo que has hecho mal que si no lo haces. Y lejos va quedando esa estrategia de guerra que se aplic¨® desde los setenta¡±. El tiempo dir¨¢.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.