Indignados
El lema ¡°indignaos¡± y el conjunto de los llamamientos a la indignaci¨®n han tenido ¨¦xito, pero no donde se esperaba
Lo dir¨¦ en broma para que me entiendan: los pol¨ªticos espa?oles captan perfectamente los anhelos populares. Y no s¨®lo eso. Se adhieren a esos anhelos con el entusiasmo que les caracteriza.
Hace 10 a?os se agot¨® la paciencia de gran parte de la juventud espa?ola. La terrible crisis financiera de 2008 hab¨ªa hecho estragos. El desempleo entre los menores de 30 a?os superaba el 40%, el mercado inmobiliario resultaba prohibitivo y las perspectivas eran desalentadoras. Un viejo diplom¨¢tico franc¨¦s, St¨¦phane Hessel, veterano de la Resistencia contra el nazismo, hab¨ªa publicado un libro de ¨¦xito titulado Indignaos. En ¨¦l se convocaba a la juventud a rebelarse contra una clase pol¨ªtica que no la representaba y contra unos medios de comunicaci¨®n de masas m¨¢s duchos en la manipulaci¨®n que en la informaci¨®n.
Y cundi¨® la indignaci¨®n. Una serie de manifestaciones culmin¨® con acampadas masivas en varios centros urbanos, entre ellos la Puerta del Sol madrile?a. De aquel magma, ?se acuerdan?, surgi¨® Podemos, hoy uno de los partidos en el Gobierno.
Podemos creci¨®, se multiplic¨® y se dividi¨®. Todo muy deprisa. Hace solamente una d¨¦cada de aquel 15 de mayo que se erigi¨® en fecha simb¨®lica del movimiento de los indignados, pero a Podemos le han cundido los 10 a?os. A Pablo Iglesias, su l¨ªder carism¨¢tico, le dio tiempo a hacerse famoso, a convertirse en una pujante alternativa a la ¡°vieja izquierda¡±, a pactar con la ¡°vieja izquierda¡±, a alcanzar una vicepresidencia del Gobierno, a cansarse de ella, a pegarse un trompazo en unas elecciones auton¨®micas y a dejar la pol¨ªtica activa para dedicarse al ¡°periodismo cr¨ªtico¡±, sea lo que sea tal redundancia. Sin abandonar por un momento la indignaci¨®n permanente.
Hace cuatro meses, cuando se cumpli¨® el d¨¦cimo aniversario del 15 de mayo, la prensa rebusc¨® entre los rescoldos del movimiento que iba a cambiar para siempre la pol¨ªtica espa?ola. Encontr¨® gente a¨²n indignada y a la vez resignada, consciente de lo que pudo ser y no fue.
Quiz¨¢ nos equivocamos al buscar ah¨ª. Porque el lema ¡°indignaos¡± y el conjunto de los llamamientos a la indignaci¨®n han tenido ¨¦xito, pero no donde se esperaba. En 2011, los j¨®venes increpaban a los pol¨ªticos al grito de ¡°no nos representan¡± y ¡°no hay pan para tanto chorizo¡±. Los pol¨ªticos, como dec¨ªa antes, escucharon y respondieron. Ahora mismo no hay nadie tan indignado como un pol¨ªtico espa?ol. Seguro que se han fijado ustedes en que cualquiera de ellos, est¨¦ donde est¨¦, transpira un cabreo feroz e inapagable. Dejemos por un momento de lado las trolas que cuentan y el cinismo con que ejercen, las ganas que tienen de enfrentarnos y el poco empe?o que ponen en que las cosas funcionen: lo m¨¢s visible es la indignaci¨®n.
En 2011, el desempleo juvenil rebas¨® el 40% y tal desastre nos pareci¨® intolerable. En 2020, en plena pandemia, roz¨® el 45%. Ahora supera el 35%. Y la vivienda sigue siendo inaccesible. Deber¨ªamos indignarnos, pero nuestros pr¨®ceres, delegados de la voluntad popular, nos ahorran el esfuerzo. Ellos tienen indignaci¨®n de sobras. ?Qui¨¦n dijo que no nos representaban?
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