Villarejo y sus amistades peligrosas
Los dos partidos que rompieron el bipartidismo se acabaron comportando como simples instrumentos de poder
La renovaci¨®n del Consejo General del Poder Judicial, bloqueada desde hace casi tres a?os por el Partido Popular, no se producir¨¢, al parecer, hasta mediados de junio, y eso porque pr¨¢cticamente no le quedar¨¢ m¨¢s remedio al PP si no quiere desestabilizar tambi¨¦n, de carambola, al Tribunal Constitucional, dos de cuyos miembros deber¨ªa nombrar el CGPJ a finales de ese mes. La desestabilizaci¨®n del Consejo del Poder Judicial es una de las m¨¢s graves anomal¨ªas institucionales que ha sufrido, y sufre, la democracia espa?ola y ha causado un da?o enorme a la credibilidad del ¨®rgano encargado de garantizar la independencia de jueces y tribunales en el ejercicio de su funci¨®n y de ofrecer protecci¨®n a cualquier juez que se sienta coaccionado.
La falta de prestigio o p¨²blica estima de jueces y tribunales es un serio peligro para cualquier democracia y debe ser contrarrestado por todas las instituciones. A eso deber¨ªa aplicarse lo antes que pueda el nuevo Consejo, porque la publicaci¨®n de cintas grabadas por el comisario corrupto Jos¨¦ Manuel Villarejo y publicadas en EL PA?S dan a entender que el expolic¨ªa, al frente de una poderosa red de corrupci¨®n y de espionaje ilegal, estableci¨® lazos de muy estrecha amistad con algunos jueces y fiscales. Despejar cualquier duda sobre esas relaciones es una necesidad democr¨¢tica y ser¨ªa de desear que el Consejo pudiera ofrecer a los ciudadanos total garant¨ªa de que esas amistades peligrosas no trajeron consecuencias indeseadas.
El da?o que han sufrido y sufren algunas de las principales instituciones democr¨¢ticas de este pa¨ªs procede, lamentablemente, de la falta de rigor y sentido institucional de los partidos pol¨ªticos y muy en especial de los dos principales que protagonizaron varias d¨¦cadas de bipartidismo efectivo. Una de las acusaciones m¨¢s graves que se puede hacer a ese bipartidismo PSOE/PP es que terminaron por distribuirse las instituciones como si fuera una cuesti¨®n de cupos y de aprecio, sobre todas las cosas, a la lealtad perruna y no a la idoneidad de la persona propuesta para ese cargo institucional. En pocos d¨ªas sabremos si ese perverso mecanismo contin¨²a funcionando.
La ruptura del bipartidismo, con la vigorosa aparici¨®n de otros partidos, especialmente Podemos y Ciudadanos, pareci¨® que pod¨ªa frenar esa deriva tan peligrosa. El multipartidismo, dijeron, lleg¨® para quedarse. La realidad no convalid¨® la sentencia. Los dos grupos que protagonizaron esa esperanzadora ruptura se comportaron como simples instrumentos para llegar a la c¨²pula del poder y, cuando no lo lograron, sufrieron, ambos, un r¨¢pido proceso de desmoronamiento. Ahora existe la posibilidad de que se organice un nuevo proyecto en torno a la actual vicepresidenta Yolanda D¨ªaz. Ser¨ªa interesante que esa plataforma fuera capaz de actuar no solo como un instrumento de poder, sino con algunas de las caracter¨ªsticas ¡°cl¨¢sicas¡± de los partidos pol¨ªticos: promover duraderamente la participaci¨®n de los ciudadanos en la vida p¨²blica y ayudar a fijar los elementos de la discusi¨®n racional en el espacio p¨²blico.
Recuperar una discusi¨®n pol¨ªtica racional, no basada esencialmente en sentimientos, exigir¨ªa dejar fuera del acceso al poder institucional a un partido como Vox, que no pretende participar en ning¨²n debate, sino socavar los mecanismos que los permiten. Es dram¨¢tico que los resultados de las encuestas se presenten ya en forma de bloques, de manera que PP y Vox parecen formar una ¨²nica oferta electoral, cuando no es as¨ª y cuando nunca deber¨ªa aceptarse esa asociaci¨®n, por la salud democr¨¢tica del pa¨ªs. Cualquier aproximaci¨®n PP-Vox redunda en beneficio de la normalizaci¨®n de Vox, que no es un partido normal, como explican una y otra vez los dem¨®cratas europeos. Es verdad que el PP ha dado ya un paso infame al incorporar a Vox al Gobierno de Castilla y Le¨®n, pero el pr¨®ximo 19 de junio, en las elecciones andaluzas, ser¨¢ el momento de exigir a los populares que defiendan su propio proyecto, como sus principales colegas europeos, dejando de lado la democracia iliberal. Porque si Vox alcanza alg¨²n d¨ªa el Gobierno de la naci¨®n no estaremos ya luchando contra un deterioro institucional o contra casos de corrupci¨®n, sino que el coraz¨®n del sistema estar¨¢ en peligro y, como dec¨ªa Teddy Roosevelt, los diputados ya no dir¨¢n ¡°present¡± cuando se pase lista, sino que comenzar¨¢n a decir ¡°not guilty¡± (inocente).
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