?Por qu¨¦ vive en guerra constante con su cuerpo?
El lenguaje que utiliza la industria de la belleza est¨¢ plagado de met¨¢foras b¨¦licas que convierten el cuerpo en un eterno campo de batalla

La nueva l¨ªnea de cuidado de la piel de Kim Kardashian no es, seg¨²n ella, " para los que se rinden¡±. A contracorriente del movimiento Body Positive ¡ªque aplaude la naturaleza de cada cuerpo¡ª proliferan a¨²n los anuncios y los titulares que empujan a consumir rutinas de embellecimiento y, de camino, convierten el cuerpo en un campo de batalla. Basta una ojeada r¨¢pida a la web. Una revista toma nota ¡°de la rutina fitness para atacar las zonas m¨¢s cr¨ªticas¡± y otra anuncia ¡°rutinas duras para quemar grasas¡±. Una crema ha sido formulada ¡°para mejorar la piel que sufre acn¨¦ [y es] ideal para combatir los brotes de puntos negros¡±, y un centro deportivo exclama: ¡°?Eficacia en nuestras zonas rebeldes!¡±.
El embellecimiento es una guerra. Es la conclusi¨®n a la que ha llegado la fil¨®loga Mar¨ªa D. L¨®pez Maestre tras analizar una serie de textos online de editoriales y firmas cosm¨¦ticas rastreados en 2018. Las mujeres son descritas como guerreras y la belleza es el bot¨ªn. Los enemigos, seg¨²n la tambi¨¦n fil¨®loga Mar¨ªa M¨¢rquez ¡ªquien ya hab¨ªa analizado en 2007 el uso de las met¨¢foras b¨¦licas en los textos publicitarios de la industria de la belleza¡ª, son los radicales libres, la contaminaci¨®n, el estr¨¦s de la vida moderna o ¡°elementos que en otro tiempo eran s¨ªmbolos de vida y belleza¡± como el sol, el agua del mar y el viento. Tambi¨¦n pueden ser internos, como las hormonas, la retenci¨®n de l¨ªquidos o el paso del tiempo. En el imaginario marketiniano, estos seres hostiles crean una situaci¨®n de emergencia que solo puede ser remediada con actividades y tratamientos: aliados y armas que merece la pena comprar.
El lenguaje b¨¦lico se ha empleado en muchos campos desde tiempos inmemorables. Son, de hecho, especialmente frecuentes en el campo de la salud, donde los enfermos pasan de ser personas a hero¨ªnas y campeones que han luchado por recuperarse. La ling¨¹ista Elena Samino, catedr¨¢tica de la Universidad de Lancaster, ha analizado m¨¢s de 1,5 millones de palabras extra¨ªdas de la Red sobre el c¨¢ncer y ha concluido que las m¨¢s empleadas son las que tienen que ver con la violencia: ¡°batalla, lucha¡±. Los expertos y las asociaciones contra el c¨¢ncer piden que no se usen estas analog¨ªas porque, advierten, ponen presi¨®n sobre los enfermos. Los pacientes pueden sentir que si no logran superar una enfermedad es porque no han combatido lo suficiente y han fracasado.
La guerra es un elemento tradicionalmente asociado con la masculinidad, por lo que a priori podr¨ªa resultar extra?o que la utilice una industria que se dirige sobre todo a la otra mitad de la poblaci¨®n. En El mito de la belleza, la ensayista feminista Naomi Wolf aborda la contradicci¨®n entre el poder social que han ganado las mujeres y la presi¨®n por alcanzar c¨¢nones irreales de belleza, y sit¨²a los inicios de la lucha de las f¨¦minas contra su cuerpo ¡ªinducida por los medios¡ª en los ochenta. La liberaci¨®n de la mujer en el ¨¢mbito dom¨¦stico, dec¨ªa Wolf, supuso la esclavitud a su apariencia f¨ªsica: ¡°Cuanto m¨¢s se acercan las mujeres al poder, m¨¢s autoconciencia f¨ªsica y sacrificio se les pide¡±. Michelle Lazar, ling¨¹ista especializada en el an¨¢lisis cr¨ªtico del discurso, se?ala que el concepto de las mujeres como guerreras aparece con el auge del discurso posfeminista y ¡°encaja con el tradicional problema-soluci¨®n que los vendedores han utilizado durante mucho tiempo. Describen un problema que hay que trabajar en t¨¦rminos de combate, as¨ª como una soluci¨®n que son las guerreras que act¨²an por s¨ª mismas o las armas que ofrecen las marcas¡±, explica desde la Universidad de Singapur.
Las consecuencias son m¨²ltiples. Para L¨®pez Maestre no hay ¡°mala intenci¨®n ni manipulaci¨®n ni maquiavelismo por parte de quienes usan estas met¨¢foras¡±. Sin embargo, se?ala, ¡°esta forma de pensamiento puede tener consecuencias, algunas positivas, como la fuerza, el coraje y la determinaci¨®n, pero tambi¨¦n otras que pueden ser negativas cuando la conceptualizaci¨®n se realiza en t¨¦rminos de conflicto y confrontaci¨®n¡±.
El lenguaje militar es efectivo porque da agencia a las mujeres, que hab¨ªan sido objetos pasivos durante siglos, y difumina la visi¨®n de una sociedad opresiva. Nadie me lo impone. Lo hago porque quiero. Porque soy una guerrera. ¡°La presi¨®n soy ahora yo. Cuando trabajo en mi cuerpo, te estoy diciendo algo sobre m¨ª misma: tengo autodisciplina, tengo control, he trabajado en m¨ª¡±, explica Lazar. Resuenan entonces, como un eco, las palabras de Kim Kardashian en su entrevista a The New York Times: ¡°Si me dijeras que tengo que comer literalmente caca todos los d¨ªas y que as¨ª me ver¨ªa m¨¢s joven, quiz¨¢ [lo har¨ªa]. Puede que s¨ª¡±.
M¨¢s all¨¢ de alcanzar el ideal de belleza, el culto al cuerpo ¡ªque requiere sacrificio, estrategias y armas¡ª se ha convertido en el nuevo mantra. No vale llegar al objetivo, igual de importante es haberse esforzado para llegar a ¨¦l. Almudena Castells, psic¨®loga especializada en trastornos de la conducta alimentaria, explica que esa relaci¨®n entre la belleza y el ¨¦xito ¡°no se basa ¨²nicamente en c¨®mo eres, sino en lo que haces para conseguirlo¡±. Las influencers no muestran ¨²nicamente el resultado de sus tratamientos ¡ªla piel sin manchas, el culo duro, la l¨ªnea del ojo perfecta¡ª, ense?an tambi¨¦n c¨®mo se aplican, disciplinariamente, sus cremas cada noche.
Mientras el concepto cl¨¢sico de la belleza estaba ligado al de ¡°la armon¨ªa con la naturaleza¡±, la premisa actual es que el cuerpo es defectuoso y por eso se libra sobre ¨¦l una batalla: ¡°La publicidad muestra un rechazo (salvo contadas excepciones) de lo natural que se traduce en una idea de la belleza como lucha contra la naturaleza (tiempo, condiciones fisiol¨®gicos naturales o agentes externos vitales)¡±, se?ala M¨¢rquez, para quien la confrontaci¨®n constante con agentes externos explica la presencia de estos t¨¦rminos de guerra.
Por un lado, con tratamientos que prometen reducir la grasa o las imperfecciones localizadas, como si de un ataque se tratara, el cuerpo parece fraccionado. Uno deja de ser un todo para ser un conjunto de capas o piezas: el pelo, la piel, la grasa. Esa fijaci¨®n exagerada en una zona concreta distorsiona el esquema corporal que uno tiene de s¨ª mismo, explica Castells: ¡°Puede acabar existiendo una disonancia entre t¨² y tu cuerpo, como si no te identificaras con ¨¦l, como si tu culo no te perteneciera¡±.
Por otro lado, los mensajes agresivos y disciplinarios ¡ªbajo los cuales subyace un ¡°tienes que hacer tal para salvarte¡±¡ª generan miedo y una actitud de alerta constante ante el grano, la estr¨ªa o la celulitis que puede brotar en cualquier momento. Seg¨²n Castells, ¡°son mensajes muy radicales, en los que se polariza mucho lo que es bueno y malo, y provocan una sensaci¨®n de culpa, fracaso y frustraci¨®n¡±. Si uno es incapaz de seguir estrictamente las pautas del tratamiento antimanchas, uno merece esa mota oscura en la cara.
A diferencia de los conflictos reales, esta es una guerra interminable. Cuando no es la celulitis, es la grasa, si no las arrugas o el acn¨¦. Siempre habr¨¢ un peligro porque, irremediablemente, siempre permanecer¨¢n el paso del tiempo y sus arrugas en el horizonte. Y como en todo conflicto, la gran v¨ªctima es la idiosincrasia del lugar. ¡°Eliminar la edad del rostro de una mujer¡±, dec¨ªa Wolf, ¡°es borrar su identidad, su poder y su historia¡±.
Ap¨²ntate aqu¨ª a la newsletter semanal de Ideas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.