La vida que no fracasa
Para estos pueblos indios ya hubo fin del mundo. Los mataron, los esclavizaron, las violaron, les robaron el monte
?C¨®mo sigue la vida despu¨¦s del fin del mundo? No s¨¦. S¨¦ que despu¨¦s de uno o m¨¢s fines del mundo, un poeta, un profeta, conocido como Ca¨ªstulo y tambi¨¦n como Juan de Dios, se apoya en un ¨¢rbol para escucharlo y decir: ¡°?Ves esto? / ?c¨®mo le dec¨ªs vos? / ?hongo? / nosotros / le decimos antorcha, / cuando enterramos / a una persona / que est¨¢ muriendo / despu¨¦s sale / y alumbra, / ?ves ese ¨¢rbol? / es de los ¨²ltimos / sobrevivientes / hermosos ¨¢rboles hab¨ªa ac¨¢ / el hombre hizo mucho da?o / ven madera y cortan / ven molle y cortan / ven duraznillo y cortan / ven cebil y cortan / no s¨¦ hasta d¨®nde se va a terminar / no hay manera / de hacer historia a las autoridades, / estas son las madres / son las que comparten / con semillas / la vida / que no fracasa nunca¡±. Le habla al poeta Dani Zelko, que lo transcribe, en el norte de la provincia de Salta, frontera argentina con Bolivia y Paraguay. Tierra de wich¨ªs, chorotes, tobas, tapietes y chulup¨ªes. Tierra de hambre: murieron casi 250 criaturas de cero a cinco a?os en los ¨²ltimos dos y hay otras 7.500 en riesgo ahora. Tierra de saqueo: deforestaci¨®n, monocultivo, ganader¨ªa, extracci¨®n de petr¨®leo, extracci¨®n ilegal de madera y peces muertos y lodos t¨®xicos de la miner¨ªa que trae el majestuoso r¨ªo Pilcomayo desde el norte. El extractivismo que nuestras clases dirigentes juran que traer¨¢ riqueza. La trae. A pocos. Para las mayor¨ªas, pobrezas. Para los indios, inanici¨®n. No lo invent¨® la clase dirigente argentina esto. Colonialismo se llama y s¨ª, de Col¨®n viene la palabra que es bien espa?ola. No lo invent¨® pero qu¨¦ bien lo contin¨²a la casi totalidad de la dirigencia nacional, provincial y municipal. P¨²blica y privada. Qu¨¦ bien acata el rol de producci¨®n de materias primas que se nos asign¨® en el orden mundial. Ni el envenenamiento de su poblaci¨®n la hace dudar.
Para estos pueblos ya hubo fin del mundo. Los mataron, los esclavizaron, las violaron, les robaron el monte, los forzaron a abandonar sus religiones y avergonzarse de sus lenguas. Y sin embargo. En 1984, Francisco P¨¦rez, un cacique wich¨ª, comenz¨® un juicio contra el Estado argentino. Tierra ped¨ªa. La que siempre fue de los pueblos precolombinos. La justicia provincial y nacional se la neg¨®. Pero la Corte Interamericana por los Derechos Humanos oblig¨® en 2020 al Estado argentino a ceder 400.000 hect¨¢reas en un t¨ªtulo ¨²nico en Santa Victoria Este, Salta. Ahora es la hija de Francisco, Cristina P¨¦rez, la que dirige el proceso de recuperaci¨®n de la tierra comunitaria. A partir de una prodigiosa pol¨ªtica de di¨¢logo est¨¢ acordando la relocalizaci¨®n de las poblaciones no ind¨ªgenas.
¡°La vida que no fracasa¡± se siente en lo que queda de monte vivo. En el trabajo de las tejedoras de la cooperativa Than¨ª @vienedelmonte. En una de sus referentes, Claudia Alarc¨®n, cuando define su arte: ¡°Es lo ancestral¡±, dice, ¡°proyect¨¢ndose al futuro¡±. La vida que no fracasa pese a los ni?os desnutridos, las gentes flaqu¨ªsimas, los peces muertos, el monte desmontado, los perritos esquel¨¦ticos. Y la desidia ¡ªo el crimen¡ª de much¨ªsimos de nuestros representantes. La vida est¨¢ ah¨ª tambi¨¦n, en la lucha de la maestra y ling¨¹ista chorote Fidelina D¨ªaz, que sin apoyos ni financiaci¨®n acaba de publicar un diccionario de wikina wos, su lengua. ¡°La vida que no fracasa nunca¡±, dice Ca¨ªstulo que le dice el ¨¢rbol. A veces muere. Pero ac¨¢ resurge. Un pueblo, varios, vuelve a levantarse de la muerte, del arrasamiento colonial. Un pueblo ¡°sale y alumbra¡±.
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