Animales pol¨ªticos: si los perros piensan, ?por qu¨¦ no pueden tener voz?
Tenemos que hacer un esfuerzo por entender el lenguaje de los animales y comunicarnos mejor con ellos. Es lo que sostiene la fil¨®sofa holandesa Eva Meijer en ¡®Animales habladores¡¯, libro del que ¡®Ideas¡¯ ofrece un adelanto
En Los ?ngeles, los perros y los humanos colaboraron para hacer del parque canino de Laurel Canyon un lugar seguro. El ¨¢rea se hab¨ªa deteriorado y hab¨ªa problemas de delincuencia. Un grupo de personas decidi¨® restaurar el parque y permitir de manera ilegal que sus perros vagaran libremente. El resultado fue que los visitantes no deseados, los delincuentes, se trasladaron a otro lugar. El parque se volvi¨® m¨¢s seguro y otros residentes locales comenzaron a usarlo de nuevo. Entonces, estos se opusieron a la presencia de perros sin correa. Pero el grupo que lo hab¨ªa restaurado consigui¨® que el lugar siguiera siendo una zona para perros sin correa. Se produjeron interacciones ling¨¹¨ªsticas en todos los niveles: entre el grupo restaurador y los humanos que estaban provocando molestias, entre los perros y esos humanos, entre los perros y los otros residentes locales que usaban el parque, y entre los perros entre s¨ª. Los perros y sus humanos han permitido que el parque funcione como un lugar de encuentro; en la actualidad, las conversaciones se producen de manera constante. Aunque no fueron los propios perros los que plantearon la idea, s¨ª fueron necesarios para el ¨¦xito de la acci¨®n e influyeron en la forma de interactuar. El parque es hoy un lugar al que gustan de ir tanto los humanos como los animales, y donde varias partes se encargan de su mantenimiento.
Los perros tambi¨¦n pueden actuar pol¨ªticamente sin la participaci¨®n de los humanos. En Mosc¨² hay una peque?a jaur¨ªa de perros callejeros que viven en las afueras y suelen coger el metro para ir a comer al centro. El bi¨®logo Andrei Poyarkov lleva treinta a?os estudi¨¢ndolos y define a los que cogen el metro como la ¡°¨¦lite intelectual¡±. Estos animales tambi¨¦n saben cu¨¢ndo pueden cruzar la calle, saben leer los sem¨¢foros y han descubierto a qu¨¦ humanos deben pedir comida ¡ªse les da especialmente bien interpretar el lenguaje corporal, y tienen en cuenta asimismo la ropa¡ª, sobre todo a las mujeres de m¨¢s de cuarenta a?os. Tanto las personas que van y vienen del trabajo como los turistas aprecian la presencia de los perros en los vagones. Oficialmente no se les permite viajar en el metro de Mosc¨², pero los pasajeros a veces les dejan pasar, aunque lo m¨¢s frecuente es que se cuelen por las puertas aprovechando el ajetreo. Al hacerlo est¨¢n cuestionando el hecho de que el metro est¨¦ reservado para los humanos y est¨¢n reclamando el derecho a viajar en ¨¦l, tal vez no de una manera humana deliberada, sino con su presencia f¨ªsica. Su comportamiento influye asimismo en los estereotipos existentes sobre los perros callejeros; son, de hecho, astutos y h¨¢biles. Y se comportan bien, se sientan tranquilamente en o bajo un asiento.
El bi¨®logo Andrei Poyarkov lleva d¨¦cadas estudiando una jaur¨ªa de perros callejeros de Mosc¨² que cogen el metro
Cada cierto tiempo, el Ayuntamiento de Mosc¨² propone planes para eliminar a los perros callejeros de la ciudad, lo que suele equivaler a matarlos. Varios grupos alzan entonces la voz para protegerlos, como los defensores de los derechos de los animales y los humanos que cuidan a los perros. Los del metro han comenzado a influir en este proceso, con su presencia y porque las personas est¨¢n compartiendo fotos de ellos en internet, convirti¨¦ndolos as¨ª en embajadores de su especie. Al ocupar un espacio espec¨ªficamente humano estos animales demuestran que es imposible mantener a los perros callejeros alejados del metro y fuera de la ciudad. Asimismo, muestran que no es preciso apartarlos, pues se comportan bien. En 2001, alg¨²n tiempo despu¨¦s de la aparici¨®n en internet de las primeras fotograf¨ªas de los perros del metro, se ilegaliz¨® la matanza de perros callejeros.
Pensando con los animales
En filosof¨ªa se piensa con mucha frecuencia en los animales, pero apenas con los animales. Pensar con ellos podr¨ªa parecer algo ut¨®pico o vagamente espiritual, pero no tiene por qu¨¦ serlo. El lenguaje nos brinda acceso a lo que otros piensan y es un modo de mostrarles lo que nosotros pensamos. Como dijo Heidegger, el lenguaje nos permite comprender el mundo que nos rodea, al tiempo que lo moldea. El hecho de pensar y hablar con los animales engloba asimismo estas dos dimensiones: ense?a a los humanos a entenderlos mejor y ofrece una base para entablar nuevas relaciones. En la filosof¨ªa, el di¨¢logo ha sido siempre un medio probado para la b¨²squeda de la verdad. Aunque desde hace ya alg¨²n tiempo, muchos fil¨®sofos han dejado de creer en una verdad universal. No obstante, existen argumentos mejores y peores. Al dialogar con otros y tratar de convencerlos, al modificar y reformular nuestra actitud donde sea menester, podemos mejorar nuestros prejuicios y acaso enriquecer nuestra comprensi¨®n del mundo y nuestra propia posici¨®n en ¨¦l. Esto no significa que alguna vez alcancemos por completo la verdad o el conocimiento definitivo; despu¨¦s de todo, siempre estamos situados en un cuerpo y ligados a ¨¦l, a una historia y a un lugar en el mundo.
Para averiguar lo que otros animales quieren no basta meramente con estudiarlos. Debemos hablar con ellos. Para lograrlo hemos de cuestionar la jerarqu¨ªa entre los humanos y los dem¨¢s animales, pero este cambio tambi¨¦n puede obrarse mediante el lenguaje, cuando los humanos comencemos a ver a los animales de otro modo. Hablar con ellos requiere asimismo una nueva forma de pensar en el lenguaje. Otros animales nos muestran que este es m¨¢s amplio y m¨¢s rico de lo que pens¨¢bamos y que, adem¨¢s de las palabras humanas, existen otras muchas maneras de expresarnos significativamente. En lugar de juzgarlas inferiores, podemos usarlas para ampliar nuestro conocimiento sobre otros animales y su vida interior, y sobre las diferentes formas de generar significados. Para que los lenguajes animales sean lenguaje, los dem¨¢s animales no tienen que aprender nada nuevo; basta con que los humanos comencemos a verlos con otros ojos.
Han estado hablando desde el primer momento.
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