La utop¨ªa del decrecimiento
La producci¨®n mundial actual supera ya a la capacidad de regeneraci¨®n del planeta
¡°Hemos construido pir¨¢mides en el pasado, erradicado la esclavitud, desarrollado vacunas en una pandemia global, mandamos al hombre a la Luna o un robot a Marte¡ Sabemos lo que hay que hacer, s¨®lo hace falta voluntad pol¨ªtica¡±. Estas palabras de la l¨ªder de un peque?¨ªsimo pa¨ªs caribe?o con gran personalidad reflejan la extrema preocupaci¨®n que existe en algunos focos sobre la emergencia clim¨¢tica y sobre el hecho de que la producci¨®n mundial actual est¨¦ por encima de la capacidad de regeneraci¨®n natural del planeta. Es as¨ª como surgen diferentes debates sobre el cambio clim¨¢tico y la necesidad de hacerle frente no s¨®lo para acelerar la reducci¨®n de gases de efecto invernadero, sino muy especialmente para controlar sus impactos, cada vez m¨¢s dram¨¢ticos.
Algunos de estos debates est¨¢n fuera del marco de las Naciones Unidas. Por ejemplo, la presidenta de Barbados, Mia Amor Mottley (que es quien pronunci¨® las primeras palabras de este art¨ªculo), ha puesto a su pa¨ªs en el mapa proponiendo un nuevo papel para el sistema financiero mundial, en especial para el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, con el objeto de que reflejen mejor las realidades actuales facilitando el acceso al capital a los pa¨ªses afectados por la emergencia clim¨¢tica. Es lo que se conoce como Bridgetown Agenda (capital de Barbados), y contempla, por ejemplo, que el dinero deber¨ªa estar disponible no solo despu¨¦s de un desastre, sino antes del mismo: informes del Banco Mundial apuntan a que por cada d¨®lar que se gasta en resiliencia se podr¨ªan ahorrar siete d¨®lares en costes evitados. Adem¨¢s, evidentemente, de muchas vidas.
Pero el debate m¨¢s significativo es el del decrecimiento econ¨®mico. Cada vez abunda m¨¢s la literatura cient¨ªfica sobre ello, aunque sean pocos los economistas que a¨²n han entrado en ello. Esta corriente de pensamiento sostiene la disminuci¨®n regulada y controlada de la producci¨®n con el fin de establecer una nueva relaci¨®n de equilibrio entre los seres humanos y la naturaleza. No habr¨ªa ni que decir que una cosa es el decrecimiento libremente buscado y otra una recesi¨®n. El primero, seg¨²n Serge Latouche, fil¨®sofo y economista franc¨¦s, es una especie de cura de adelgazamiento realizada de modo voluntario para mejorar el bienestar. No hay nada peor, dice Latouche, que una sociedad del crecimiento sin crecimiento.
Suprimir el cambio clim¨¢tico no es posible sin reducir la producci¨®n econ¨®mica, que ser¨ªa la responsable de la disminuci¨®n de los recursos naturales y de la destrucci¨®n del medio ambiente que genera. Incluso el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Clim¨¢tico (IPCC) ha argumentado que la ¨²nica forma posible de alcanzar los objetivos del Acuerdo de Par¨ªs de 2016, todav¨ªa sin superar, es disminuir conscientemente los flujos de materias de la econom¨ªa global. Para instalarse en esta ¡°teor¨ªa del decrecimiento¡± habr¨ªa que reconsiderar conceptos como el poder adquisitivo o el nivel de vida y sustituir la medici¨®n tradicional de la prosperidad a trav¨¦s del producto interior bruto por otros indicadores como el ¨ªndice de desarrollo humano u otros que se creen.
La gran dificultad de la ¡°teor¨ªa del no crecimiento¡± est¨¢ en su distribuci¨®n: la disminuci¨®n planificada en los pa¨ªses de ingresos altos al tiempo que mejora la calidad de vida del resto. Eso es lo que lo convierte por ahora en una gran utop¨ªa que debe tratar de evitar las consecuencias sociales negativas que tendr¨ªan sin duda efectos pol¨ªticos sobre las democracias. Pero desde que, a principios de los a?os setenta del siglo pasado, fue planteada por el economista rumano Nicholas Georgescu-Roegen en su libro sobre la ley de la entrop¨ªa y el proceso econ¨®mico, se ha avanzado en su desarrollo y en su concienciaci¨®n.
Adem¨¢s, qui¨¦n iba decir durante la Gran Recesi¨®n que apenas tres lustros despu¨¦s de la feroz austeridad que ayud¨® a arruinar a algunos pa¨ªses ya no ser¨ªa tab¨² hablar de desigualdad o aplicar impuestos espec¨ªficos, aranceles, restricciones, ingresos m¨ªnimos vitales, escudos sociales, activismo industrial o subsidios, y que la heterodoxia de una ¨¦poca se iba a convertir en la ortodoxia de otra.
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