Contra la inequidad intergeneracional: transferir fondos a los j¨®venes como se hace con los pensionistas
Los partidos miman m¨¢s a los jubilados que a la juventud. Una cuenta de ahorro individual (no universal) podr¨ªa ser parte de la soluci¨®n
El futuro de un joven en Espa?a depende de dos azares: el hogar y el momento en que nace. Nuestro modelo de bienestar favorece un reparto desigual de los billetes para esta loter¨ªa, y los responsables de ajustarlo o cimentarlo, los representantes pol¨ªticos, no parecen preocupados por esta injusticia estructural aunque haya m¨¢s de siete millones de votos de menores de 35 a?os a disposici¨®n de quien logre atenuarla.
Hace d¨¦cadas que este modelo promete un premio de estabilidad en la segunda parte de tu vida en forma de casa en propiedad y contrato indefinido seguido de s¨®lida pensi¨®n. Pero para llegar ah¨ª, el sistema te pide que antes transites a la vida adulta por rampas de entrada desequilibrantes: empleos concentrados en zonas urbanas a los que accedes de manera incierta e intermitente tras una formaci¨®n poco adaptada a lo que te dedicar¨¢s. En este contexto, encontrar vivienda en la que construir tu hogar en un pa¨ªs de ciudades con demanda creciente, poca oferta de alquiler y mucho peque?o propietario m¨¢s interesado en preservar la herencia que en liquidarla es tan dif¨ªcil como lograr la seguridad necesaria para llenarlo con descendencia. Como alternativa, los j¨®venes buscan apoyo dentro de sus hogares, lo que significa que al final estar¨¢n tan bien (o mal) como est¨¦n sus padres: seg¨²n una encuesta reciente que realizamos con la Fundaci¨®n Friedrich Naumann a 1.500 j¨®venes de entre 18 y 35 a?os, del tercio de ellos que hab¨ªa logrado vivienda propia, la mayor¨ªa (65%) lo hizo con apoyo de alg¨²n familiar. Quienes no la tienen, igual que aquellos que no tienen hijos, citan la falta de ingresos estables como principal limitante. La renta acumulada de la generaci¨®n anterior se vuelve el capital de partida para la siguiente. Para quien lo tiene, claro.
Si, adem¨¢s, te toca iniciar tu carrera en periodo de crisis, el modelo se vuelve una m¨¢quina de destruir oportunidades. La generaci¨®n que entr¨® a la vida adulta con la Gran Recesi¨®n tuvo durante una d¨¦cada menos ingresos y menos probabilidad de tener un trabajo que la generaci¨®n anterior; en consecuencia, tambi¨¦n acumul¨® menos potencial de ahorro, que en Espa?a se traduce casi siempre en entrada para una vivienda (La generaci¨®n de la doble crisis, 2021). Mientras, los mayores estaban mejor protegidos gracias a contratos fijos, viviendas en propiedad y un sistema de transferencias centrado en las pensiones contributivas: entre 2007 y 2015 la tasa de riesgo de pobreza de las personas de 65 y m¨¢s a?os baj¨® notablemente. Gran noticia, pero es que mientras tanto subi¨® la de todos los dem¨¢s, especialmente de 16 a 29 a?os: del 18% al 30%. El nuevo ciclo de crecimiento econ¨®mico la puso en el 23%, pero, una vez m¨¢s, repuntar¨ªa con la pandemia. No ha vuelto a ese 18%.
Esta es la verdadera falta de equidad generacional. No se trata de sostener una carrera por ver a qui¨¦n protegemos m¨¢s, si a j¨®venes o a mayores. Sino de constatar que dos j¨®venes que empiezan en puntos o momentos desiguales no converger¨¢n en su camino hacia la edad adulta: nuestro modelo solo se preocupa de proteger al final, no al principio, de ese camino.
En el marco de la carrera est¨¢n atascados los bloques pol¨ªticos. Poco importa que la frustraci¨®n derivada de la masiva destrucci¨®n de oportunidades durante las crisis contribuyera al nacimiento de nuevos partidos, as¨ª como al cambio generacional en el liderazgo de los viejos. La izquierda insiste en preservar el premio de la estabilidad en la segunda parte de la vida, y en elecciones se limita a agitar el miedo a que su rival ideol¨®gico lo desmonte sin preocuparse de que el modelo se autodestruya. La derecha, por el contrario, esquiva el problema hasta que la realidad le obliga a enfrentarlo, y entonces invoca la varita m¨¢gica del crecimiento que nunca llega: Espa?a tiene el mismo PIB per capita que en 2005, y valdr¨ªa la pena pensar si la dilapidaci¨®n de oportunidades para las nuevas generaciones no tiene que ver con este estancamiento.
Este statu quo se mantiene por inercia electoral: el pr¨®ximo 23 de julio, la mitad de los votos de PP y PSOE vendr¨¢n de personas de 55 a?os en adelante. Son muchos m¨¢s que los siete millones de j¨®venes citados m¨¢s arriba, que por a?adidura tienden a participar menos en las elecciones. Pero si pasamos de la perspectiva de la carrera a la de la equidad, ?est¨¢ m¨¢s cerca una jubilada que cobra la m¨ªnima no contributiva de otra que llega a la m¨¢xima gracias a las cotizaciones de su exitosa vida laboral, o de su nieta, que aspira a ser la primera de su familia en ir a la universidad, y las notas le dan, pero no el capital familiar para mudarse a la ciudad deseada?
A veces, afortunadamente, la perspectiva de equidad se cuela por las rendijas del modelo gracias a las circunstancias y al emprendedurismo pol¨ªtico: el ingreso m¨ªnimo vital (IMV) es una medida inesperada en nuestro sistema, surgida en un momento (la pandemia) en el que seguir negando la protecci¨®n a los segmentos m¨¢s vulnerables era injustificable pol¨ªtica y socialmente. De ah¨ª que un gobierno de izquierda recibiera apoyo parlamentario transversal. El hecho de que incluya incentivos para compatibilizarlo con ingresos laborales, y que pueda combinarse con pensiones no contributivas, lo acerca a un sistema de compensaci¨®n que puede acompa?ar a quien lo necesite en cualquier momento. Pero hay tres barreras para completar ese objetivo: el ingreso m¨ªnimo vital (IMV) no es generoso en su m¨ªnimo (tampoco lo son las pensiones no contributivas); el proceso para solicitarlo es complejo, descargando la responsabilidad en los hombros de la ciudadan¨ªa; y establece l¨ªmites de edad tan elevados como arbitrarios. Las tres pueden superarse pasando a un modelo de transferencia, para toda persona emancipada, concedido autom¨¢ticamente con la declaraci¨®n de la renta, que pasar¨ªa a ser presentada por todos. La viabilidad de esta idea es hoy mayor a la que ten¨ªa hace una d¨¦cada: el d¨ªa en que se aprob¨® el IMV con el voto a favor de 297 diputados, 52 abstenciones, y ninguno en contra se comenz¨® a construir el consenso de dedicar importantes partidas presupuestarias a luchar contra la desigualdad.
Universalizar la declaraci¨®n nos ayudar¨ªa, adem¨¢s, a dise?ar un mecanismo para romper el c¨ªrculo vicioso intergeneracional. Una de las pocas propuestas distintivas en esta campa?a para los j¨®venes ha sido la idea de una herencia universal (una ayuda p¨²blica por la que cada joven recibir¨ªa 20.000 euros a partir de los 23 a?os), lanzada por Sumar. El PSOE contraprogram¨® con un aval al 20% de entrada de la hipoteca. Ambas tienen alto riesgo de acabar d¨¢ndole dinero a quien menos lo necesita. En su lugar, podr¨ªa aprovecharse la informaci¨®n de la declaraci¨®n universal para abrir una cuenta de ahorro individual, que podr¨ªa gestionar la Seguridad Social, a quien entre en edad de trabajar, con una cantidad progresiva condicionada a la renta de su hogar de origen (y dise?ada, como el IMV, para no desincentivar el trabajo de los padres del joven en los a?os previos a la concesi¨®n). Esta cuenta podr¨ªa ir creciendo con contribuciones tanto del individuo como de sus futuros empleadores, y ser¨ªa accesible bajo supuestos de jubilaci¨®n, incapacidad, compra de vivienda, desempleo, formaci¨®n de nueva empresa o (una fracci¨®n) para formaci¨®n que mejore su empleabilidad. Ser¨ªa un seguro contra crisis, combinada con la nueva versi¨®n del IMV. Para financiar ambos, habr¨ªa que recanalizar parte de los recursos p¨²blicos hacia los hogares que realmente lo necesitan: esto lo pagar¨ªamos eliminando deducciones y otros agujeros en nuestro sistema fiscal, y dejando de destinar tantos fondos al pensionista con la m¨¢xima y varias viviendas en propiedad. Aqu¨ª tienen los partidos un plan cre¨ªble para ofrecer a aquellos j¨®venes que est¨¢n esperando tener algunos billetes m¨¢s en la loter¨ªa de su futuro.
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