J¨¹rgen Habermas: el gran pensador y su asalto a la cumbre de la filosof¨ªa
El mayor intelectual europeo publica una monumental obra de 1.752 p¨¢ginas con su mirada a la historia de la filosof¨ªa, de la que ¨¦l mismo forma parte gracias a su teor¨ªa de la democracia deliberativa
Habermas (D¨¹sseldorf, Alemania, 1929) es de los pocos fil¨®sofos vivos que han tenido la capacidad de superar las modas intelectuales y hoy se mantiene tan presente en el espacio p¨²blico como cuando apareci¨® como joven te¨®rico enrag¨¦ en los movimientos estudiantiles de finales de los a?os sesenta. Con motivo de su 80 cumplea?os, el fil¨®sofo Ronald Dworkin dijo de ¨¦l: ¡°No solo es el fil¨®sofo vivo m¨¢s famoso del mundo, sino que su propia fama es famosa¡±. O, dir¨ªa yo, que su fama es muy superior al conocimiento de su compleja teor¨ªa. Su celebridad la debe m¨¢s que nada a su incansable necesidad de pronunciarse sobre todo acontecimiento que en cada momento sacude a la opini¨®n p¨²blica; es decir, m¨¢s a su rol de intelectual que a su intricada filosof¨ªa. No me extra?ar¨ªa que a sus 94 a?os nos sorprendiera con alg¨²n texto sobre la situaci¨®n actual en Palestina, igual que hizo con la guerra de Ucrania y con todos los conflictos b¨¦licos anteriores, con la relaci¨®n entre filosof¨ªa y religi¨®n, con los debates sobre biotecnolog¨ªa, la defensa de la UE desde una perspectiva de integraci¨®n federal o las cuestiones m¨¢s propiamente alemanas sobre la reunificaci¨®n o la gesti¨®n cr¨ªtica del pasado nazi y el Holocausto. Y con tropecientos temas m¨¢s.
En Alemania es un icono nacional tan s¨®lido como la Puerta de Brandeburgo. Con motivo de su 90 cumplea?os en 2019 se organiz¨® un aut¨¦ntico homenaje colectivo a su figura, con un inusitado despliegue medi¨¢tico. Es un pa¨ªs que ama a sus intelectuales, quiz¨¢ porque ya van siendo una especie cada vez m¨¢s escasa. Que dicho cumplea?os coincidiera con la presentaci¨®n de un libro de 1.752 p¨¢ginas donde pasa revista a toda la historia de la filosof¨ªa de los ¨²ltimos 2.500 a?os, empezando por su preludio en la ¡°era axial¡± (en palabras de Karl Jaspers), el momento en el que empiezan a consolidarse las primeras religiones evolucionadas, provoc¨® una mezcla de admiraci¨®n e incredulidad. Desde entonces ya ha publicado un nuevo libro ¡ªEin neuer Strukturwandel der ?ffentlichkeit und die deliberative Politik, de 2022 (La nueva transformaci¨®n del espacio p¨²blico y la democracia deliberativa; sin edici¨®n en espa?ol)¡ª y al parecer tiene otro a punto. M¨¢s madera para alimentar un mito que naci¨® cuando con tan solo 24 a?os publicara su art¨ªculo ¡°Pensar con Heidegger contra Heidegger¡± en el Frankfurter Allgemeinen Zeitung, que tuvo un impacto espectacular. Nadie pod¨ªa imaginarse entonces que ese atrevido y punzante chaval iba a ser el sucesor del viejo cascarrabias de la Selva Negra en el canon de los grandes fil¨®sofos alemanes, que devendr¨ªa en el ¡°Hegel de la Rep¨²blica Federal¡±.
Un te¨®rico inquieto e hiperactivo
Habermas pas¨® su infancia en Gummersbach, cerca de Colonia, ciudad donde su padre dirig¨ªa la C¨¢mara de Comercio e Industria y, por tanto, colabor¨® impl¨ªcitamente con el r¨¦gimen dominante, aunque era de convicciones liberales. Durante la guerra es alistado en las juventudes hitlerianas, si bien nunca llega a participar en la guerra. Esta y en general el totalitarismo nazi le dejar¨¢, sin embargo, una huella profunda que le inclina enseguida hacia un firme compromiso con la democracia y una enorme desconfianza hacia quienes se readaptaron sin purgar sus responsabilidades anteriores. Media vida estuvo asociado a la Escuela Cr¨ªtica de Fr¨¢ncfort, incorpor¨¢ndose a su Instituto de Investigaci¨®n Social en 1955 a iniciativa de Adorno, aunque en realidad no dur¨® en esa instituci¨®n m¨¢s de cuatro a?os. Enseguida tuvo desavenencias con su director, Max Horkheimer, quien lo consideraba demasiado izquierdista. Siempre se reconoci¨® disc¨ªpulo de Adorno, a quien admiraba profundamente, pero enseguida empez¨® a volar solo. Era demasiado libre e inquieto para adscribirse sin m¨¢s a una escuela. De hecho, en su primer libro de impacto, Historia y cr¨ªtica de la opini¨®n p¨²blica (1962), ya comenz¨® a separarse de sus presuntos maestros al emprender una radical reinterpretaci¨®n de la Ilustraci¨®n. Lejos de darse por satisfecho con la cr¨ªtica derrotista y sin salida de sus mayores, m¨¢s inclinados a fijarse en las patolog¨ªas de la modernidad, Habermas le dio un giro hacia una visi¨®n m¨¢s optimista. La modernidad pasa a ser evaluada ahora como un ¡°proyecto inacabado¡±, no como la culminaci¨®n deformada de un proceso que pretend¨ªa emancipar al hombre y acab¨® deviniendo en su contrario: en una nueva forma de poder an¨®nimo e inaprensible. Aun estando atento a sus distorsiones, Habermas se destapar¨¢ enseguida como el gran defensor del proyecto ilustrado, incluso tras la espectacular aparici¨®n de la filosof¨ªa posestructuralista francesa.
Desde entonces su objetivo ser¨¢ acceder a criterios normativos a partir de los cuales poder fundamentar una teor¨ªa social cr¨ªtica adaptada a las nuevas condiciones del ¡°capitalismo tard¨ªo¡±, siendo bien consciente de que para ello no basta con apoyarse exclusivamente en la tradici¨®n de la filosof¨ªa y los an¨¢lisis sociales neomarxistas; era preciso alimentarse tambi¨¦n de las contribuciones de los diferentes ¨¢mbitos del saber especializado. Tuvo bien presente desde el principio que no es posible acceder a una nueva teor¨ªa de la racionalidad sin contar con la cooperaci¨®n entre la filosof¨ªa y todas las ciencias sociales. Y ah¨ª empieza una inquieta aventura marcada por una alquimia y flexibilidad intelectual que le permiti¨® ir integrando en su teor¨ªa elementos de otras que pudieran servirle a estos fines. Emprende as¨ª una reapropiaci¨®n cr¨ªtica de la teor¨ªa y filosof¨ªa de la democracia liberal, reconstruyendo en particular los presupuestos institucionales y normativos necesarios que subyacen en la dimensi¨®n p¨²blica de la raz¨®n, tal y como fuera formulada inicialmente por Kant; formula una ¨¦tica del discurso que elabora junto con K. O. Apel; y promueve una relectura de Weber, Parsons y Luhmann, as¨ª como del pragmatismo y del ¡°giro ling¨¹¨ªstico¡± que se emprendi¨® en la filosof¨ªa contempor¨¢nea.
¡°Discutir es m¨¢s importante que comer¡±, le dijo a un alumno que quiso ir a almorzar en mitad de una discusi¨®n
Todo ello mientras va asent¨¢ndose acad¨¦micamente. En 1964 accede a la c¨¢tedra de Filosof¨ªa Social que hasta entonces ocupaba Horkheimer, y en 1971 es nombrado director del Instituto Max Planck de ¡°investigaciones para las condiciones de vida del mundo cient¨ªfico-t¨¦cnico¡± hasta que en 1983 vuelve a su c¨¢tedra de Fr¨¢ncfort, donde se jubila en 1993. Siempre le ha acompa?ado su fama de polemista, y no solo por las intervenciones period¨ªsticas ya mencionadas, entre las que destacar¨ªa el ¡°debate de los historiadores¡± sobre el pasado nazi alem¨¢n o el que tuvo con Sloterdijk sobre manipulaci¨®n gen¨¦tica o todos los que han versado en torno al papel de la UE. De sus debates p¨²blicos es de enfatizar el que tuvo con el todav¨ªa cardenal Ratzinger sobre raz¨®n, religi¨®n y secularismo, uno de los temas sobre los que se volc¨® con entusiasmo tras el atentado del 11-S. Y entre los acad¨¦micos, sus disputas sobre positivismo, la teor¨ªa de sistemas de Luhmann o la filosof¨ªa posmoderna, aunque nunca perd¨ªa la oportunidad de comer con Michel Foucault cuando iba a Par¨ªs. Discutir fue siempre su modo de vida ¡ª¡±discutir es m¨¢s importante que comer¡±, le dijo a un disc¨ªpulo que quiso interrumpir una discusi¨®n de su paper con el maestro para ir a almorzar¡ª.
El intelectual se nutre del fil¨®sofo
Su irreprimible impulso por hacerse presente en casi todos los debates p¨²blicos no es solo uno de los principales rasgos de su personalidad; es una extensi¨®n natural de sus premisas te¨®ricas. No en vano es el gran art¨ªfice de la teor¨ªa de la democracia deliberativa, ese constante ejercicio de ilustraci¨®n entre ciudadanos libres e iguales que disuelven sus diferencias con argumentos en un proceso de deliberaci¨®n constante. Lo fundamental es que esta discusi¨®n est¨¦ orientada al entendimiento mutuo y tenga lugar bajo condiciones que aseguren una perfecta inclusi¨®n y simetr¨ªa entre quienes deliberan. Al final, ¨¦ste es el presupuesto, se acabar¨ªa imponiendo el mejor argumento. La comunicaci¨®n pol¨ªtica en nuestro espacio p¨²blico est¨¢, salta a la vista, bien lejos de este ideal, algo que nuestro autor siempre ven¨ªa denunciando. En estos momentos de posverdad, con la proliferaci¨®n de fake news, epistemolog¨ªa tribal, emocionalizaci¨®n rampante y mil estrategias para condicionar la opini¨®n, se habr¨ªa producido ya un alejamiento total de dichos presupuestos normativos. Esto le condujo a escribir el que hasta ahora es su ¨²ltimo libro, Ein neuer Strukturwandel der ?ffentlichkeit... La raz¨®n p¨²blica, ese gran logro de la Ilustraci¨®n, se ha disuelto detr¨¢s del ruido de las redes sociales y la manipulaci¨®n.
Con todo, aporta al menos una plantilla normativa que nos permite evaluar la dimensi¨®n del desaguisado y puede ofrecernos un punto de apoyo a la cr¨ªtica. Esta plantilla la fue tejiendo Habermas a lo largo de los a?os hasta que culmin¨® en aquello por lo que pasar¨¢ a la historia de la filosof¨ªa, su teor¨ªa de la acci¨®n comunicativa, apoyada sobre la centralidad del lenguaje como el medio natural de la comunicaci¨®n y el entendimiento; pero que es tambi¨¦n el de la ocultaci¨®n, el enga?o y los intereses del poder. Para acceder a una comunicaci¨®n racional y eliminar las distorsiones se?aladas basta con recurrir a un an¨¢lisis de nuestras pr¨¢cticas comunicativas habituales. En ellas elevamos continuamente pretensiones de validez sobre hechos, normas, vivencias, que tratamos de justificar o validar acudiendo a argumentos que sometemos a la interacci¨®n de otros; las sometemos a la pr¨¢ctica de la ¡°intersubjetividad¡±. Eso y no otra cosa es lo que hace Habermas en sus intervenciones p¨²blicas o en su actividad acad¨¦mica, tratar de diluir sus pronunciamientos en un di¨¢logo que siempre aspira al entendimiento rec¨ªproco.
En Una historia de la filosof¨ªa (Trotta, se publica este 6 de noviembre), el monumental libro cuyo primer volumen est¨¢ ya disponible en castellano, la amplia galopada que emprende por toda la vida del esp¨ªritu no busca apabullarnos con su indudable erudici¨®n; el objetivo es dilucidar cu¨¢l pueda ser la tarea de la filosof¨ªa en unos momentos en los que la vis expansiva de la ciencia y la especializaci¨®n continua amenazan con desviarnos de lo que deber¨ªa ser su objetivo fundamental, orientarnos sobre el mundo en que vivimos, ilustrarnos sobre c¨®mo enfrentar los desaf¨ªos del mundo contempor¨¢neo y ayudarnos a ¡°hacer un uso aut¨®nomo de la raz¨®n¡± para poder decidir qui¨¦nes y c¨®mo deseamos ser. Estas han sido siempre las preguntas que han marcado la extraordinaria vida intelectual de Habermas.
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