Leo Ferrero, la figura del teatro antifascista rescatada por una investigadora espa?ola
Se edita una traducci¨®n in¨¦dita, encontrada por una profesora universitaria, de ¡®Ang¨¦lica¡¯, obra en la que el autor italiano denunci¨® el fascismo de Mussolini

Menudo h¨¦roe, Orlando. Tan lleno de valor, sediento de justicia. Dispuesto a desafiar hasta al mism¨ªsimo regente, la m¨¢xima autoridad, para defender a la joven que el mandam¨¢s pretende violar. Y, sobre todo, para proteger a la ley y la libertad.
Menudo iluso, Orlando. Convencido de que otro mundo es posible, de que el pueblo se alzar¨ªa con ¨¦l. De que la burgues¨ªa iluminada estar¨ªa a la altura de la historia. Como si la grey no prefiriera la c¨®moda defensa del statu quo a la revoluci¨®n. Normal que el sublevado acabe solo. O peor.
Las alusiones de Ang¨¦lica, obra teatral cumbre de Leo Ferrero (1903-1933), resultaban tan evidentes en la Italia fascista de los a?os treinta que el autor la escribi¨® durante su exilio en Francia. Ah¨ª se represent¨® en 1936, aunque el escritor no pudo verlo: ya hab¨ªa fallecido, con apenas 29 a?os. Hubo de pasar una d¨¦cada m¨¢s para que el texto pudiera difundirse en su pa¨ªs. Y ahora, tras casi un siglo de silencio, la lucha fallida de Orlando tambi¨¦n llega a Espa?a. La editorial Renacimiento ha publicado la tumultuosa traducci¨®n realizada en 1937 por Cipriano Rivas Cherif, dramaturgo, embajador de la Rep¨²blica en Suiza y cu?ado de Manuel Aza?a, recuperada gracias a una labor casi detectivesca de una fil¨®loga y que permanec¨ªa in¨¦dita hasta hoy.
Incluso el derecho de pernada no se antoja tan remoto, al menos a juzgar por las recientes declaraciones del alcalde de Terni, Stefano Bandecchi, en plena asamblea municipal, que empujaron a la oposici¨®n a abandonar la asamblea municipal de la ciudad italiana: ¡°Un hombre normal mira el culo bonito de otra mujer y a lo mejor intenta lig¨¢rsela. Y, si lo consigue, se la folla¡±.
Aunque para Paolo Puppa, estudioso de Ferrero y responsable de la edici¨®n italiana de Ang¨¦lica (Metauro), son muchas las razones que lo hacen contempor¨¢neo: ¡°La peque?a burgues¨ªa que se sube al carro ganador, la falta de una ¨¦lite seria en el poder, el eje l¨ªder-masa, el uso irracional y regresivo de conceptos como el enemigo, la identidad o la naci¨®n: es todo muy contempor¨¢neo. Con la extrema derecha en el Gobierno de Italia y muchos que ya no conocen el pasado, la necesidad de redescubrirlo est¨¢ m¨¢s justificada que nunca¡±. ¡°El peligro de los totalitarismos siempre est¨¢ a la vuelta de la esquina. Es un autor atemporal¡±, agrega Mar¨ªa Bel¨¦n Hern¨¢ndez Gonz¨¢lez, profesora de Filolog¨ªa Italiana de la Universidad de Murcia, que busc¨® entre los papeles de Cherif aquella vieja traducci¨®n perdida, desconocida incluso para el hijo del pol¨ªtico y escritor, y que se ha encargado de la edici¨®n en castellano.
Del propio Ferrero, en realidad, se sabe muy poco. Tanto que ambos expertos contestan de forma id¨¦ntica a la pregunta:
¡ª?A cu¨¢ntos ciudadanos cree que les suena este autor?
¡ªA nadie.
Precisamente por eso, los dos han asumido la misi¨®n de rescatarle. Y por el enorme valor literario, teatral, pol¨ªtico y social que encuentran en su obra m¨¢s lograda. S¨ªmbolo y resumen, a la vez, de la vida y las creencias de su desafortunado creador.
Hijo del historiador Guglielmo y la doctora y humanista Gina, Ferrero (1903-1933) era nieto del antrop¨®logo Cesare Lombroso, c¨¦lebre todav¨ªa hoy por sus teor¨ªas sobre la fisionom¨ªa del delincuente y la prostituta. Se crio, pues, en un ambiente intelectual. Primer punto en contra para el venidero r¨¦gimen fascista. Al que la familia Ferrero Lombroso sumaba otros dos: hebreos y liberales.
El propio Leo se vincul¨® muy pronto a la revista Solaria, horno donde se cocinaban pensamientos demasiado modernos para la dictadura, y al Teatro D¡¯Arte, compa?¨ªa con ganas de independencia y renovaci¨®n liderada por Luigi Pirandello. Es decir, visto de otra forma, Ferrero acumul¨® pecados suficientes para pasar a engrosar ya muy joven la lista de depurados y enemigos del r¨¦gimen. Una voz que reivindicaba ¡°el fuerte compromiso social y moral de la literatura italiana¡± en absoluto pod¨ªa gustar a los o¨ªdos del Duce. Al rev¨¦s, hab¨ªa que callarla.
A finales de los a?os veinte, el acoso pol¨ªtico a la familia Ferrero Lombroso se convirti¨® as¨ª en arresto domiciliario, en su casa en las afueras de Florencia. Nada de publicar, por supuesto, ni cualquier otra actividad cultural. Ferrero lo narr¨® en su Diario de un privilegiado bajo el fascismo. Y cuando logr¨® un pasaporte huy¨® a Par¨ªs, donde abraz¨® el idioma y la vida local. ¡°Se sent¨ªa culpable por haberse marchado. Era rico, se hac¨ªa el dandi, adoraba las conversaciones en los salones literarios y arrasaba incluso entre las se?oras mayores. A la vez, sufr¨ªa una depresi¨®n espantosa. ¡®Hoy hice un esfuerzo tremendo para no ahorcarme¡¯, le escribi¨® a una amiga¡±, recopila Puppa. En ese contexto, en pocas semanas, Ferrero redact¨® una modern¨ªsima comedia de m¨¢scaras, centrada en un palad¨ªn que planta cara al amo que exige el derecho de pernada sobre una chica. En Ang¨¦lica, el autor volc¨® su talento, sus denuncias e incluso algunos rasgos personales.
¡°Orlando representa al intelectual comprometido con la sociedad y que la sociedad no comprende. No quer¨ªa identificar al dictador con una persona de carne y hueso, sino con un poder absoluto que tiene las manos libres y se sorprende de que el pueblo sea tan f¨¢cil de manipular y tenga tanto miedo de la libertad¡±, reflexiona Hern¨¢ndez Gonz¨¢lez. ¡°A los hombres no les gustan los verdaderos h¨¦roes, detestan a los m¨¢rtires. Solo quieren a los ego¨ªstas¡±, afirma el regente en el texto. ¡°Los he pisoteado y me han aclamado. Los he despojado y me han sonre¨ªdo¡±, agrega. ¡°Los artistas son, naturalmente, amigos de los reyes. Sin ellos, ?d¨®nde encontrar trabajo?¡±, se lee tambi¨¦n en Ang¨¦lica. Decenas de frases parecidas salpican las 80 p¨¢ginas de la obra.
Aunque, poco despu¨¦s, Ferrero dej¨® atr¨¢s tambi¨¦n su ¨²ltima creaci¨®n y su segunda casa. Una nueva inquietud, y una beca de Yale, le llevaron hasta Nuevo M¨¦xico para una investigaci¨®n antropol¨®gica. Hall¨®, sin embargo, la muerte en 1933 en un accidente de tr¨¢fico, justo uno de los mayores miedos de su padre, Guglielmo. ¡°No hubo epitafios. Nello Rosselli [otro intelectual antifascista represaliado y amigo de los Ferrero] dijo que el mayor de los homenajes, en un momento de tal barbarie en Italia, era precisamente que nadie le recordara¡±, apunta Puppa.
Sus padres, en cambio, hallaron el texto en 1934 e impulsaron su representaci¨®n en Francia por la prestigiosa compa?¨ªa de Georges Pito?ff. Pero otro fallecimiento, de Luigi Pirandello, hizo sombra a Ferrero y a los planes de seguir escenificando su obra, seg¨²n Puppa. En Italia, a?os despu¨¦s, tan solo disfrut¨® de unas pocas funciones. En los cincuenta, entre deseos de no mirar m¨¢s hacia el oscuro pasado fascista, la obra fue catalogada como ¡°anticuada¡±. Y olvidada.
Mientras, eso s¨ª, se hab¨ªa puesto en escena en Polonia o Uruguay. En Espa?a no, desde luego. ¡°La situaci¨®n esos a?os era la que era¡±, resume Hern¨¢ndez Gonz¨¢lez. En Argentina, el estreno teatral de Ang¨¦lica fue tal ¨¦xito que se decidi¨® publicarla, como reconstruye la editora espa?ola. Pero, entre malentendidos y tiempos mal medidos, se hab¨ªan puesto en marcha a la vez dos traducciones: del periodista Jos¨¦ Blanco y de Cherif, que hab¨ªa conocido a los padres de Ferrero en Suiza y se hab¨ªa quedado fascinado con la obra. Aunque, finalmente, en otra paradoja convulsa, ninguna de las dos sali¨® adelante. La del pol¨ªtico espa?ol termin¨® en un caj¨®n, del que no sali¨® hasta ahora. Con casi un siglo de retraso. Y, a la vez, justo a tiempo. Puede que Orlando, eso s¨ª, acabe decepcionado de nuevo: el mundo tampoco ha cambiado tanto.
Ap¨²ntate aqu¨ª a la newsletter semanal de Ideas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
