Viaje al campo de Ravensbr¨¹ck, el mayor burdel del Tercer Reich
La historiadora Fermina Ca?averas novela en ¡®El barrac¨®n de las mujeres¡¯ el horror de las presas obligadas a prostituirse, entre ellas dos centenares de espa?olas
La historiadora Fermina Ca?averas (Torrenueva, Ciudad Real, 46 a?os) lleva desde 2008 poniendo nombre, rostro y dignidad a las mujeres obligadas a prostituirse en el campo de concentraci¨®n de Ravensbr¨¹ck, el mayor burdel del Tercer Reich, pero a¨²n conserva la emoci¨®n intacta. Con la voz entrecortada, no se ha acostumbrado al relato de una infamia. Imposible hacer callo ante un material de trabajo tan espeluznante: el proyecto levantado en la Alemania nazi exclusivamente para atentar contra los derechos de la mujer: violaciones, abortos forzados y esterilizaci¨®n eran los tres pilares sobre los que se levant¨® este campo de concentraci¨®n y exterminio por donde pasaron hasta 130.000 mujeres entre 1942 y 1945. El d¨ªa de su liberaci¨®n, hab¨ªan sobrevivido 15.000, de las cuales 200 eran espa?olas. Fermina Ca?averas ha podido localizar de momento a 26.
A 90 kil¨®metros de Berl¨ªn, Ravensbr¨¹ck fue el campo m¨¢s grande para mujeres en territorio alem¨¢n y el segundo de Europa despu¨¦s de Auschwitz. Sin embargo, poco se sabe de ¨¦l. Fue uno de los ¨²ltimos en ser liberados por los aliados y hubo tiempo para destruir mucha de la documentaci¨®n que all¨ª se conservaba. As¨ª que, enterradas en la cal viva del olvido, que Fermina Ca?averas est¨¦ poniendo nombre y rostro a las mujeres convertidas en esclavas sexuales en Ravensbr¨¹ck se convierte en una literalidad. De entre todos ellos surge el de Isadora Ram¨ªrez Garc¨ªa (Madrid, 1922-2008), la protagonista de El barrac¨®n de las mujeres (Espasa), primera novela de esta historiadora especializada en el ¨¢rea de mujer y represi¨®n durante los conflictos del siglo XX. ¡°La historia, por desgracia, est¨¢ contada en su mayor¨ªa por hombres; siempre se ha hablado de exilios, guerras, campos¡ desde el sufrimiento de los hombres, pero ?qu¨¦ pasa con las mujeres? ?Por qu¨¦ existe esta tendencia al olvido de la memoria de nuestro pa¨ªs, pero sobre todo al olvido de la mujer?¡±, se pregunta Ca?averas durante una breve visita a Sevilla, donde se encuentra con EL PA?S.
Ca?averas ha tenido que novelar la historia de Isadora y otras compa?eras en aquel viaje al infierno porque la ficci¨®n ha sido el ¨²nico pegamento para unir las piezas encontradas en su intenso rastreo documental. Aun as¨ª, los nombres y, sobre todo, el sistema de humillaci¨®n y degradaci¨®n humana perfectamente orquestado por el Tercer Reich para explotar y experimentar con las mujeres bajo pretextos pseudocient¨ªficos son de extremo rigor y veracidad. ¡°Las violaban del orden de 20 veces al d¨ªa, delante de muchos soldados que acud¨ªan para mirar, y muchas de ellas quedaban embarazadas. Era con estas con las que experimentaban, les abr¨ªan el vientre y las dejaban morir para ver cu¨¢nto aguantaban los fetos¡±, dice. No es morbo, reivindica la historiadora, ¡°es memoria y as¨ª hay que contarlo¡±.
El contexto, pues, que describe El barrac¨®n de las mujeres es escalofriante: junto a las violaciones cotidianas, este campo fue un laboratorio para pr¨¢cticas que escapan a cualquier consideraci¨®n cient¨ªfica o moral, como inyectarles a las mujeres semen de chimpanc¨¦ para comprobar si pod¨ªan procrear h¨ªbridos de mujer y mono. A otras les extirpaban partes del cuerpo y las reimplantaban para comprobar su recuperaci¨®n.
Pero volvamos a Isadora Ram¨ªrez Garc¨ªa, una de las ¨²ltimas supervivientes espa?olas conocidas, que muri¨® en Madrid en 2008, justo el a?o en el que Fermina Ca?averas decidi¨® embarcarse en el rescate de esta historia, y a la que no pudo conocer. El punto de arranque fue una fotograf¨ªa hallada mientras estaba sumergida en otro proyecto de recuperaci¨®n de memoria hist¨®rica: ¡°Yo estaba investigando c¨®mo se organiz¨® el Partido Comunista en un piso de Atocha en la clandestinidad tras la Guerra Civil, no soy experta en la II Guerra Mundial, pero una militante del PC me puso sobre la pista¡±. Se resisti¨® en un principio por pulcritud profesional, pero fueron muchas las voces que la animaron a embarcarse en este viaje hacia la dignificaci¨®n de aquellas mujeres. El juez Baltasar Garz¨®n, que firma la faja de la novela; y sus compa?eros en la Comisi¨®n de Historia del Teatro del Barrio de Madrid, del que formaba parte entonces, fueron fundamentales para empujar a Fermina Ca?averas a escribir este relato del que no ha salido ¡°indemne¡±, confiesa.
Y as¨ª, en la desva¨ªda fotograf¨ªa encontrada supo que ten¨ªa que dar un vuelco a su trabajo: all¨ª aparec¨ªa la imagen de una mujer desde el cuello hasta la cintura, con una inscripci¨®n en alem¨¢n tatuada en el pecho: Feld-Hure, puta de campo. As¨ª marcaron a Isadora, que muri¨® a los 86 a?os con el recuerdo imborrable de la humillaci¨®n escrito a¨²n en su piel. ¡°Utilizo la palabra puta porque es la traducci¨®n literal de hure¡±. En esta novela no hay eufemismo, hay verdad. Tambi¨¦n en la crueldad de las palabras. ¡°Las embarazadas eran las conejas¡±, relata la autora, y el barrac¨®n de las locas fue el nombre que se utiliz¨® para recluir, en un ostracismo a¨²n m¨¢s ignominioso, a todas las que no pudieron soportar tanto dolor y perdieron el juicio.
Esa fue la experiencia que marc¨® para siempre la historia de Isadora Ram¨ªrez Garc¨ªa, hija, sobrina y hermana de republicanos. Al acabar la Guerra Civil, precisamente, cruz¨® la frontera a Francia en busca de su hermano Ignacio, desaparecido durante la contienda nacional. All¨ª se enrol¨® en la Resistencia hasta que fue detenida y deportada a Ravensbr¨¹ck. Ten¨ªa 20 a?os. Pero hay m¨¢s personajes reales dentro de El barrac¨®n de las mujeres, todas supervivientes del horror: Constanza Mart¨ªnez (1917-1997), tambi¨¦n miembro de la Resistencia, cuya fr¨¢gil salud tras las huellas que dej¨® en ella la experiencia del campo de concentraci¨®n no le impidi¨® llegar a ser vicepresidenta del Amical de Mauthausen. O Neus Catal¨¤ (1915-2019), a quien Fermina Ca?averas s¨ª conoci¨® y cuyo testimonio fue clave para reconstruir esta historia. Neus, precisamente, fue la fundadora del Amical de Ravensbr¨¹ck. Desde el final de la II Guerra Mundial dedic¨® su vida a intentar no olvidar los nombres de las que murieron y sufrieron el cautiverio en aquel infierno.
La aragonesa Elisa Garrido (1909-1990) tambi¨¦n protagoniza un pasaje del libro que emociona por su coraje. Esta presa provoc¨® la explosi¨®n que inutiliz¨® la f¨¢brica nazi de obuses del comando Hafag, al que hab¨ªa sido destinada como esclava. Dedic¨® su vida a ayudar a quienes hab¨ªan pasado por la Resistencia.
Y en un escalofriante contraste, la francesa Catherine Dior (1917-2008), hermana del celeb¨¦rrimo dise?ador Christian Dior, se pasea por las p¨¢ginas de esta novela enrolada en una unidad de inteligencia franco-polaca. ¡°Catherine tuvo muy mala suerte porque fue arrestada en la v¨ªspera de la liberaci¨®n de Par¨ªs. Fue deportada a Ravensbr¨¹ck, pero sobrevivi¨®¡±, relata Ca?averas. Su hermano cre¨® en 1947 un perfume en su honor y en recuerdo de sus compa?eras: Miss Dior.
Y es que, el infierno de Ravensbr¨¹ck, tambi¨¦n el mensaje que quiere trasladar la autora en El barrac¨®n de las mujeres, es ¡°una historia de resiliencia y de sororidad. All¨ª se ayudaron, se acompa?aron, se cuidaron y protegieron todas estas mujeres para hacer sobrevivir a la mayor¨ªa de ellas. Esta novela es la consecuencia de sus vivencias, de sus miedos, de sus silencios y de sus sentimientos. Es el trabajo de muchas horas de investigaci¨®n que han culminado en un homenaje a todas las que han permanecido en la sombra de la historia¡±.
Babelia
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