Por qu¨¦ necesitamos a Julian Assange libre
Extraditar al australiano supone amedrentar a todo el periodismo serio del mundo y ampliar la v¨ªa a delincuentes de alto rango
El caso de Julian Assange (el creador de Wikileaks, que lleva 11 a?os recluido, primero en una embajada y, despu¨¦s, en una prisi¨®n brit¨¢nica) constituye hoy d¨ªa uno de los mayores peligros para el periodismo de investigaci¨®n y la libertad de prensa en todo el mundo. El tribunal ingl¨¦s que decidir¨¢ esta semana si autoriza la extradici¨®n de Assange a Estados Unidos, acusado de espionaje por difundir documentos clasificados, puede sentar un precedente altamente coercitivo para el ejercicio del periodismo, entendido no como un espacio de entretenimiento, sino como uno de libertad que permite el debate en una sociedad democr¨¢tica. Su extradici¨®n abrir¨¢ una v¨ªa m¨¢s segura a todos aquellos que hurtan a los ciudadanos informaci¨®n a la que tienen derecho, encubriendo con apelaciones a la seguridad actos que son delitos.
Assange fue el creador de un portal llamado Wikileaks a trav¨¦s del cual se hicieron p¨²blicos en 2010 miles de documentos clasificados, gracias a los cuales vieron la luz cr¨ªmenes de guerra, torturas y casos de corrupci¨®n. Los documentos fueron facilitados a un grupo de medios de todo el mundo (entre ellos EL PA?S) para su an¨¢lisis y difusi¨®n. En ning¨²n caso las informaciones publicadas supusieron un riesgo para la seguridad de personas protegidas por la ley. Fuimos decenas de periodistas en todo el mundo (yo misma pertenec¨ª al equipo de este peri¨®dico que realiz¨® ese trabajo) quienes expurgamos esos miles de documentos y quienes firmamos esas informaciones. Y todos estuvimos de acuerdo en que se trataba de hechos que la sociedad ten¨ªa derecho a conocer.
La extradici¨®n de Assange y su casi segura condena en Estados Unidos (la pena puede ser de 175 a?os) son una amenaza para todo el periodismo serio que se realiza en el mundo y como tal deber¨ªan ser asumidos por las asociaciones profesionales y por la sociedad en su conjunto, a la que se quiere privar de uno de sus derechos m¨¢s importantes: el derecho a saber y a exigir responsabilidades. La sociedad necesita personas que hagan el trabajo que hizo Julian Assange. Los periodistas necesitamos acceder a documentos como los que Assange nos facilit¨®. Cerrar el camino de los whistleblowers (informadores, denunciantes) es la mejor manera de proteger a delincuentes de alto rango.
Ahora mismo, es posible que para llegar a conocer cu¨¢les han sido y est¨¢n siendo las decisiones del Gobierno israel¨ª, cu¨¢les sus objetivos y cu¨¢les los medios que ordena emplear para alcanzarlos, para que la propia sociedad israel¨ª pueda debatirlo y la comunidad internacional valorar hasta qu¨¦ punto son compatibles con las leyes que rigen el orden mundial, sea necesario que surjan personas dispuestas a denunciarlas desde dentro o personas capaces de acceder por medios tecnol¨®gicos a esa documentaci¨®n.
Mas a¨²n cuando, en el caso israel¨ª, existe una tajante prohibici¨®n de acceso a Gaza de periodistas internacionales, prohibici¨®n que no tiene que ver con la protecci¨®n de esos enviados especiales. Primero, porque la decisi¨®n corresponde al periodista interesado y al medio que lo respalda y los gobiernos deben limitarse a ofrecer la m¨¢xima ayuda que puedan. Segundo, porque la inmensa mayor¨ªa de los periodistas palestinos que han muerto en Gaza en los pocos meses que dura la operaci¨®n de castigo israel¨ª (m¨¢s de 60 reporteros, seg¨²n la Federaci¨®n Internacional de Periodistas) no han muerto en mitad de bombardeos indiscriminados o en medio de enfrentamientos b¨¦licos, sino, seg¨²n denuncian sus medios, en ataques espec¨ªficos dirigidos contra ellos y sus familias.
Alg¨²n d¨ªa, las organizaciones profesionales de periodistas deber¨¢n abrir una profunda investigaci¨®n sobre esas muertes, como deber¨ªan abrirla las asociaciones de m¨¦dicos sobre el asalto a los hospitales gazat¨ªes, y necesitar¨¢n para ello acceder a documentos clasificados y a la ayuda de personas como Julian Assange. A lo largo de la historia, no han sido pocos los jueces, sobre todo anglosajones, que, a la hora de procesar a periodistas de investigaci¨®n, funcionarios o hackers que han vulnerado la ley para acceder a ese tipo de documentos, han considerado, por encima de todo, si la conducta de esa persona serv¨ªa al inter¨¦s p¨²blico. Es una desgracia que poco a poco ese esp¨ªritu haya ido debilit¨¢ndose y que ahora un tribunal brit¨¢nico pueda hacerlo desaparecer.
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