?Est¨¢n los ¡®hobbies¡¯ (tal y como los conocemos) en peligro de extinci¨®n?
Asistimos a la imparable mercantilizaci¨®n de las aficiones: unos las monetizan por conseguir unos ingresos extra; otros, por la necesidad de sentirse productivos y de sacar partido al tiempo invertido. Hacer algo por puro placer, sin objetivos ni plazos, es calidad de vida
En la era del culto a la productividad y la optimizaci¨®n, hay algo peor que no hacer nada, y es hacerlo sin un prop¨®sito econ¨®mico, terap¨¦utico o productivo. Hacer lo que sea por puro gusto, sin m¨¦todo ni hoja de ruta, parece que fuera el mayor de los pecados. Los que todav¨ªa conservan un hobby sin monetizar y no tienen intenci¨®n de hacerlo son la resistencia.
Empieza la ¨²ltima temporada de The Crown y Clara S. [que prefiere no identificarse], de 37 a?os, se pone en modo turbo. Se concentra. Dobla la velocidad de reproducci¨®n de la serie. Abre un Excel en el ordenador y su cuenta de X (antes Twitter) en el tel¨¦fono. En la primera pantalla se suceden las idas y venidas de la nobleza brit¨¢nica y en las otras dos se multiplican las notas, los datos, las sumatorias. Clara es realmente r¨¢pida en lo suyo y consigue ser la primera en encontrar gazapos en el guion; en separar el grano de la paja, la realidad de la ficci¨®n. Nadie lo hace mejor que ella. Sus notas van a engordar su marca personal de experta en la realeza brit¨¢nica y a alimentar el guion de varios pod?casts especializados en casas reales. Ella cree que es afortunada, ha convertido su hobby en un trabajo. Tambi¨¦n escribe art¨ªculos en varias revistas y est¨¢ terminando un libro. Alg¨²n d¨ªa podr¨¢ vivir de ello, elucubra, pero de momento su hiperactividad solo supone un discreto sobresueldo. Cuando salen los cr¨¦ditos del final cierra de golpe el ordenador. Suspira. Est¨¢ exhausta.
?Ver una serie de televisi¨®n a doble velocidad, tuiteando y llenando un Excel es ocio o negocio? ?Cu¨¢ndo empieza un hobby a dejar de serlo? Hacienda es taxativa al respecto: si lo tienes que meter en la declaraci¨®n de la renta ya no es un hobby. ?De verdad es una suerte transformar lo que hacemos por puro placer en una fuente de ingresos?
Por definici¨®n, un hobby es lo que se hace por placer, sin plazos de entrega y sin presi¨®n por hacerlo bien, pero en la ¨²ltima d¨¦cada las expectativas parecen estar cambiando. Estamos llamados a optimizar nuestra vida, cada minuto debe ser productivo, y el ocio, para algunos, es casi una p¨¦rdida de tiempo. Plataformas como Etsy o Instagram nos prometen que cualquier hobby puede convertirse en un bolo m¨¢s o menos lucrativo que complete los ingresos cada vez m¨¢s precarios de nuestro trabajo principal. Se llama gig economy o econom¨ªa del bolo. Seg¨²n las cifras que maneja el Banco Mundial, en el mundo existen 435 millones de personas que juntan varios bolos para apuntalar sus ingresos. Los gig workers ¡ªas¨ª los llaman¡ª se incrementaron un 170% entre 2019 y 2021. Aqu¨ª entran los que trabajan unas horas en Uber, los que exhiben partes de su cuerpo en Onlyfans o los que han monetizado sus pasatiempos para hacer algo de dinero con una afici¨®n que sol¨ªa ser improductiva, o incluso cara (aunque en la mayor¨ªa de los casos no mejore sustancialmente su situaci¨®n econ¨®mica). Se calcula que m¨¢s de la mitad son mileniales y de la generaci¨®n Z, los grandes actores de la precarizaci¨®n laboral y de una cultura que glorifica estar siempre ocupado (hustle culture, en la denominaci¨®n acad¨¦mica anglosajona) en una carrera en la que solo importa el producto final: la pretendida mejor versi¨®n de uno mismo.
En ese contexto, el tiempo libre y las aficiones son material para la optimizaci¨®n: la vida social se convierte en networking; leer, en un torbellino de post-it y subrayados que impiden disfrutar de la historia; bordar, en una terapia; cocinar, en un ejercicio est¨¦tico apto para ser subido a Instagram, y ver una serie (visualizar se dice), en un ejercicio veloz de recopilaci¨®n de datos.
Ananya Chaudhari estudia segundo curso de Econom¨ªa y Finanzas en Northeastern University y le gusta pintar. Es su hobby, de momento. Cada vez que ense?a uno de sus cuadros suele escuchar lo mismo: ?y por qu¨¦ no lo vendes? En su opini¨®n, la gente se ha puesto demasiado perfeccionista y eso no los deja disfrutar de sus aficiones. ¡°El prop¨®sito de un hobby es el placer que nos proporciona por s¨ª mismo, independientemente de que seamos mediocres o virtuosos en su pr¨¢ctica¡±, cuenta en conversaci¨®n con EL PA?S. Chaudhari es la autora del art¨ªculo La muerte de los hobbies no es nuestra culpa, publicado en The Huntington News, el peri¨®dico independiente de los estudiantes de su universidad. Ella afirma que ¡°la capitalizaci¨®n de cada rinc¨®n de internet¡± es la responsable, y no la generaci¨®n Z. ¡°Un espacio inherentemente personal [internet] que, sutilmente, nos ha hecho pensar en nosotros como seres monetizables. As¨ª que si eres bueno pintando, ?por qu¨¦ no vendes los cuadros?, si te gusta pinchar m¨²sica, ?por qu¨¦ no montas un estudio?, si cocinas bien, ?por qu¨¦ no lo publicas en TikTok? Esta compulsi¨®n de mercantilizar los hobbies los ha despojado de su prop¨®sito fundamental, nuestra realizaci¨®n personal¡±.
Las aplicaciones nos animan a evaluar los libros y las pel¨ªculas, pero tambi¨¦n el ¨²ltimo viaje en Uber y la m¨²sica y los pod??casts que escuchamos. Nos tienen todo el d¨ªa trabajando como jueces no remunerados de la econom¨ªa de la atenci¨®n y aceleran la tendencia a relacionarnos con nuestras aficiones de una manera cuasi profesional y basada en datos.
La acad¨¦mica Lina H. R. Cho, profesora de Literatura Comparada en la Dunster House, adscrita a la Universidad de Harvard, cree que los hobbies, tal y como los hemos conocido, est¨¢n a punto de desaparecer. ¡°Los resultados ya est¨¢n a la vista y son horribles. El arte se ha convertido en contenido y la creatividad en producci¨®n mientras avanzamos lenta, pero inexorablemente a la extinci¨®n de los hobbies. Para monetizar cada minuto de nuestro tiempo hay que ser m¨¢s obediente que creativo¡±, escribe en un art¨ªculo publicado en Harvard Crimson (uno de los peri¨®dicos de la Universidad de Harvard). Digamos que la hiperproductividad estimula la literalidad y mata las maneras desestructuradas y ca¨®ticas de pensar que estimulan la imaginaci¨®n.
Cinthya Molina es psic¨®loga cl¨ªnica con consulta en SHA Wellness Clinic. La primera pregunta que hace a sus pacientes es: ?tienes hobbies? ¡°No tenerlos es signo de que no se le dedica suficiente tiempo al autoplacer y se sobrevive atrapado en la d¨ªada c¨ªclica trabajo-familia, familia-trabajo. Quien tiene un hobby se conoce mejor, es m¨¢s consciente de lo que necesita para estar bien, y los que no, no suelen tener inter¨¦s por cultivar su goce interior. Una afici¨®n es s¨ªntoma de salud mental. Saber que alguien come bien, duerme bien, tiene buenos amigos y alg¨²n hobby me da mucha informaci¨®n sobre una persona¡±.
Esta compulsi¨®n de monetizar los hobbies los ha despojado de su prop¨®sito: nuestra realizaci¨®n personal¡±Ananya Chaudhari, estudiante
Los hobbies nos hacen mejores y m¨¢s felices. Un estudio de 2016 de la Universidad de Drexel demostr¨® que dibujar durante 45 minutos reduc¨ªa significativamente los niveles de cortisol, la hormona que regula la respuesta al estr¨¦s. Otro trabajo de 2017 publicado en la revista Arts & Health prob¨® que colorear activaba la corteza media frontal y mejoraba el ¨¢nimo, la autopercepci¨®n y la capacidad de solucionar problemas. En 2015, un equipo de la Universidad de Merced revel¨® que los individuos que se concentraban en un hobby estaban menos estresados y su frecuencia cardiaca era m¨¢s baja. ¡°Lo que importa es c¨®mo practicamos nuestras aficiones, y la clave es conseguir salir de nuestra propia cabeza¡±, escribi¨® Matthew J. Zawadzki, autor principal del estudio.
De las definiciones que aparecen en el libro Hobbies. Leisure and The Culture of Work in America (1999), un texto cl¨¢sico sobre el asunto de Steven M. Gelber, los c¨ªrculos acad¨¦micos ponen su atenci¨®n en lo que parece esconder un ox¨ªmoron: ¡°el ocio productivo¡± u ¡°ocio serio¡±, un t¨¦rmino acu?ado por Robert Stebbins, profesor em¨¦rito de Sociolog¨ªa de la Universidad de Calgary. En su marco te¨®rico, el entretenimiento y la socializaci¨®n son actividades demasiado pasivas para merecer la consideraci¨®n de hobbies, las clasifican como ¡°ocio informal¡±. Un hobby, seg¨²n Stebbins, debe ser ¡°ocio serio¡±, puesto que requiere un esfuerzo basado en ¡°conocimientos, entrenamiento o habilidades especiales¡±, y quienes lo practican intentan a menudo progresar y mejorar con el tiempo. Evidentemente, en la era de la optimizaci¨®n total esta inversi¨®n no tiene sentido sin un retorno.
Seg¨²n los expertos del equipo de Stebbins, ¡°el ocio serio¡± aporta un tipo de satisfacci¨®n diferente al de la relajaci¨®n o al del trabajo remunerado, y ayuda a desarrollar una identidad independiente de la profesi¨®n que nos da de comer, ya que un hobby apuntala la autoestima: uno no corre, es runner; no solo lee, es un gran lector, y no ve series de televisi¨®n, es un seri¨¦filo; no disfruta de la comida y el vino, sino que es gourmet, y, m¨¢s recientemente, foody. Un hobby confiere prestigio y cierta autoridad. Seg¨²n Stebbins, el ocio serio es necesario para tener una vida plena.
Que alguien coma y duerma bien, tenga amigos y alg¨²n hobby habla de su salud mental¡±Cinthya Molina, psic¨®loga cl¨ªnica
Algunas se?ales avisan cuando un hobby se empieza a perder por el ingrato camino de la productividad, los deadlines y las obligaciones. Cinthya Molina recuerda una conversaci¨®n con un paciente de vida fren¨¦tica, analista de mercados financieros. Su v¨ªa de escape, su pasi¨®n, era su barco. Hace poco consigui¨® un amarre en Mallorca y decidi¨® que cuando no estuviera navegando lo alquilar¨ªa, as¨ª se pagar¨ªa el amarre y quiz¨¢s podr¨ªa comprarse un segundo barco que tratar¨ªa de amortizar cuanto antes. ¡°Lo dej¨¦ hablar y luego le dije: ¡®Bueno, ya sabes que tu barco ha dejado de ser una fuente de placer, ahora es un generador de estr¨¦s, has monetizado tu ¨²nica fuente de bienestar, ahora es una responsabilidad: tienes que amortizar la inversi¨®n. El d¨ªa que salgas en el barco solo pensar¨¢s que no lo est¨¢s aprovechando y que est¨¢s perdiendo 2.000 euros¡±.
Aquellos que un d¨ªa se creyeron afortunados por su habilidad para mezclar ocio y negocio hablan de unos primeros tiempos luminosos que se van apagando a medida que empiezan a dejar de hacer lo que les apetece para conseguir objetivos, audiencia o engagement, o hasta que algo se tuerce ¡ªy en internet esto pasa con frecuencia, concretamente, cada vez que un algoritmo cambia y caen el tr¨¢fico y la visibilidad¡ª, entonces la sensaci¨®n de fracaso contamina la capacidad de disfrute. El ¨¦xito perdido no se vive como la consecuencia de un cambio tecnol¨®gico del que no somos responsables, sino como una derrota personal, y el antiguo hobby se transforma en una fuente de frustraci¨®n. De ese modo, dif¨ªcilmente se puede volver a perder la noci¨®n del tiempo mientras uno se deja llevar disfrutando con lo que m¨¢s le gusta. El psic¨®logo Mihaly Csikszentmihalyi, profesor del Centro de Estudios Avanzados de Ciencias de Comportamiento de la Universidad de Stanford, describi¨® en sus experimentos el ¡°estado de flujo¡± como la absorci¨®n total en una actividad que proporciona placer y disfrute. El tiempo vuela, los pensamientos desaparecen, toda la energ¨ªa est¨¢ concentrada en una actividad que genera una completa satisfacci¨®n. ¡°Un estado de experiencia ¨®ptima¡± muy cercano a la felicidad. Solo por eso deber¨ªamos proteger nuestros hobbies del culto a la optimizaci¨®n. No pasa nada por vivir unas horas del d¨ªa sin ser productivos.
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