Guerras, desastres clim¨¢ticos y tecnomillonarios: 2025 abre paso a un nuevo orden mundial
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca amenaza con revolucionar unas relaciones internacionales ya sacudidas por la invasi¨®n rusa de Ucrania. Todo apunta a profundos cambios en conflictos, alianzas, comercio, lucha contra el cambio clim¨¢tico y en el futuro de la democracia
El a?o que acaba de empezar se perfila como un poderoso acelerador del camino hacia un nuevo orden mundial, uno en el que el multilateralismo se resquebraja, viejas alianzas se deterioran ¡ªy nuevas se van consolidando¡ª, el proteccionismo galopa, la democracia afronta amenazas inau?ditas. China lleva tiempo buscando una reformulaci¨®n del concierto entre naciones que acomode mejor sus intereses. Rusia revent¨® los equilibrios posteriores a la Guerra Fr¨ªa en 2022, cuando Vlad¨ªmir Putin catapult¨® el mundo en una nueva fase geopol¨ªtica con la invasi¨®n a gran escala de Ucrania, que es la impugnaci¨®n violenta del orden anterior. A partir del 20 de enero, d¨ªa de la toma de posesi¨®n de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, el mundo tendr¨¢ que asumir que tambi¨¦n la gran potencia que construy¨® el orden vigente querr¨¢ otro diferente. Es la confluencia de estos factores lo que hace que 2025 tenga un potencial de cambio extraordinario. Como se?al¨® un reciente informe del think tank International Crisis Group, ¡°el mundo parece abocado a un cambio de paradigma. La cuesti¨®n es si ocurrir¨¢ en mesas de negociaci¨®n o en campos de batalla¡±.
Por supuesto, siempre que le convino, EE UU quebr¨® los principios y pisote¨® las instituciones del orden que construy¨® y ahora se deshace. Pero, aunque fuera por intereses ego¨ªstas, fue fuerza motriz de la edificaci¨®n de un marco con acuerdos e instituciones internacionales que tuvieron algunos efectos ben¨¦ficos. Trump no parece creer en ello ni por principios ni por intereses. Lo demostr¨® en el primer mandato, y todo apunta a que este segundo ser¨¢ mucho m¨¢s disruptivo. De entrada, porque entonces estaba mucho menos preparado para ello, tanto en funci¨®n de hoja de ruta como de equipo para ejecutarla. Y tambi¨¦n porque el contexto ha cambiado, con el desaf¨ªo abierto de Putin, el conflicto aterrador en Oriente Pr¨®ximo, el papel del tecnoemperador Musk y otros factores muy problem¨¢ticos.
Tal vez ni siquiera Trump sepa exactamente qu¨¦ har¨¢ en el amplio abanico de asuntos clave y mucho menos c¨®mo se desarrollar¨¢ la realidad, teniendo en cuenta las voluntades y capacidades de otros actores, que no deben subestimarse. Pero s¨ª es posible hacer algunas proyecciones. Esta informaci¨®n busca arrojar luz sobre los retos que tenemos por delante con la ayuda del punto de vista de seis expertos de algunos de los principales centros de estudio espa?oles en la materia.
Del multilateralismo al bilateralismo
El fin del sue?o del multilateralismo ¡ªla construcci¨®n de normas e instituciones internacionales que regulen las relaciones globales¡ª es tal vez el prisma clave para entender el devenir del mundo. Hacia esta idea apunta ?ngel Saz-Carranza, director del centro de Geopol¨ªtica y Econom¨ªa global de ESADE. ¡°Este modelo de gobernanza nunca fue perfecto, pero s¨ª fue capaz de generar certidumbre, cooperaci¨®n y estabilidad global durante m¨¢s de cinco d¨¦cadas. De ello hoy solo queda el esqueleto, funcionante en los asuntos menos relevantes y en cambio disfuncional al tratar los temas importantes. Por poner algunos ejemplos: EE UU, garante y dise?ador del sistema, ha paralizado y violado la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC), China ha ignorado la Convenci¨®n del Derecho del Mar y Rusia ha demolido el principio de integridad territorial. Mientras, el resto de los pa¨ªses son observadores impotentes o c¨®mplices silenciosos¡±, comenta el experto.
El regreso de Trump al poder promete un aceler¨®n en esta tendencia. Ya en su primer mandato acometi¨® la retirada de EE UU de importantes acuerdos e instituciones. Hoy parece determinado en ahondar en esa l¨ªnea, decidido a priorizar marcos de relaci¨®n bilateral en los cuales hacer primar la fuerza sobre las normas compartidas.
Vamos hacia un cambio de paradigma, defiende un ¡®think tank¡¯: ¡°La cuesti¨®n es si ocurrir¨¢ en mesas de negociaci¨®n o en campos de batalla¡±
¡°Esta din¨¢mica es un problema para la civilizaci¨®n porque se hace muy dif¨ªcil abordar pac¨ªficamente problemas globales, o resolver conflictos bilaterales, sin instituciones¡±, prosigue Saz-Carranza. ¡°Desgraciadamente, no es f¨¢cil imaginarse un momento refundacional del multilateralismo. El reto es superar el multilateralismo, encontrar mecanismos alternativos que sujeten el mundo y lo gobiernen. Quiz¨¢ la v¨ªa sea utilizar modelos de gobernanzas basados en acuerdos plurilaterales. Pero este desenlace no es f¨¢cil ni est¨¢ garantizado. La alternativa es la confrontaci¨®n geopol¨ªtica, y en ¨²ltima instancia la fuerza bruta¡±.
La b¨²squeda cada vez m¨¢s descarnada de intereses nacionales y el deterioro de un marco multilateral cada vez m¨¢s ineficaz y criticado componen el contexto que produce un entorno ca¨®tico e hiperconflictivo. En esa policrisis destacan por intensidad del sufrimiento humano y por relevancia geopol¨ªtica los conflictos en Ucrania y Oriente Pr¨®ximo. Trump ha se?alado repetidamente su voluntad de propiciar procesos de paz en ambos casos.
¡°En 2025 la ofensiva diplom¨¢tica ganar¨¢ terreno en Ucrania, pero est¨¢ por ver cu¨¢l es el plan, qui¨¦n se sentar¨¢ a la mesa. Nos encontramos ante escenarios completamente abiertos¡±, apunta Carme Colomina, investigadora s¨¦nior del Centro de Investigaci¨®n y Documentaci¨®n en Relaciones Internacionales con sede en Barcelona (CIDOB). ¡°Estos movimientos diplom¨¢ticos pondr¨¢n a prueba, una vez m¨¢s, un sistema internacional incapaz de resolver las causas estructurales de los conflictos. Por eso podemos hablar de 2025 como un a?o que puede sentar las bases para una tregua, pero no para la paz¡±, considera la experta. El concepto de treguas sin paz es uno de los puntos clave del informe de perspectivas sobre 2025 que ha publicado recientemente CIDOB y del cual Colomina es coordinadora.
Las claves fundamentales para lograr una paz duradera en Ucrania son sustancialmente dos: en primer lugar, garantizar a Kiev apoyos suficientes como para deshacer la idea de Putin de que, siguiendo en la lucha, puede ganar m¨¢s; en segundo lugar, brindar a Ucrania garant¨ªas suficientes como para que eventual cese de hostilidades no sea solo un respiro antes de que, con fuerzas renovadas, Rusia ataque de nuevo. El futuro de lo que queda de Ucrania ¡ªm¨¢s que las cuestiones territoriales¡ª es el elemento m¨¢s sensible de la negociaci¨®n. Es obvio que cualquier acuerdo tendr¨¢ que reconocer de facto las conquistas rusas; el reto es que Mosc¨² acepte un pacto que brinde garant¨ªas a Ucrania y le deje al menos un margen de libertad en su pol¨ªtica exterior.
En el caso de Oriente Pr¨®ximo, la realidad es una en la que Israel casi ha aniquilado Ham¨¢s y debilitado considerablemente el eje de resistencia capitaneado por Ir¨¢n. Es posible que, despu¨¦s de una prolongada campa?a militar que le ha granjeado a Israel el indignado repudio de gran parte de la comunidad internacional, Benjam¨ªn Netanyahu acceda a parar la acci¨®n, permitiendo a Trump apuntarse una medalla y obteniendo a cambio respaldo pol¨ªtico para planes anexionistas. En su primer mandato, Trump ya mostr¨® una actitud complaciente con el sionismo anexionista, y todo hace pensar que esta seguir¨¢.
Es posible que el uso brutal de una fuerza superior por parte de Israel acabe produciendo un moment¨¢neo periodo de estabilizaci¨®n. Pero cuesta creer que el desen?lace ser¨¢ una paz definitiva. Las semillas de odio y de voluntad de venganza sembradas por Israel con una reacci¨®n militar al ataque de Ham¨¢s que ha causado un sufrimiento humano espantoso y la falta de reconocimiento de los derechos de los palestinos no parecen bases que puedan garantizar una estabilizaci¨®n a medio y largo plazo. ¡°Oriente Pr¨®ximo ya ha demostrado la fragilidad y el cr¨¦dito limitado de esta estrategia de cese de hostilidades sin capacidad ni consensos suficientes para buscar soluciones duraderas¡±, comenta Colomina.
El incierto futuro de Siria tras la abrupta ca¨ªda de la dictadura de El Asad subraya las consecuencias a veces imprevisibles del actual estado de inestabilidad y caos mundial. Si la debilidad de los socios de El Asad ¡ªIr¨¢n, Hezbol¨¢, Rusia¡ª a causa de otros conflictos facilit¨® su derrocamiento, as¨ª Azerbaiy¨¢n aprovech¨® en 2023 la distracci¨®n del Kremlin para zanjar con un zarpazo militar el viejo conflicto de Nagorno Karabaj. Una inc¨®gnita importante para 2025 es si otros intentar¨¢n aventuras, aprovechando un marco multilateral ineficaz, por la impunidad que proporciona. Flanco clave en esta perspectiva es si alg¨²n pa¨ªs tratar¨¢ de poner a prueba el compromiso de Trump con la defensa de los aliados de EE UU, sea en el este europeo o asi¨¢tico.
Otros conflictos: medio ambiente y guerra comercial
Los conflictos armados no son el ¨²nico problema grave. En el caso del cambio clim¨¢tico, crisis aterradora que afecta al planeta en su conjunto ¡ªaunque no a todos los pa¨ªses por igual, porque seg¨²n los medios disponibles resulta m¨¢s o menos f¨¢cil resguardarse de ella¡ª, el a?o que empieza proyecta una sombra inquietante. Si en 2024 la COP29 pudo alcanzar un acuerdo de m¨ªnimos que, sin ser satisfactorio, al menos mantuvo viva la esperanza del multilateralismo, la perspectiva se ve ahora complicada por un Trump que dej¨® muy claro su ideario retir¨¢ndose sin m¨¢s del Acuerdo de Par¨ªs en 2017. Las repercusiones de un frenazo del compromiso de EE UU no ser¨ªan solo las pertinentes al peso de la mayor econom¨ªa del mundo, sino tambi¨¦n el est¨ªmulo a otros para reajustar planes y no perder competitividad.
En el caso del comercio, la probable ofensiva arancelaria de Trump no podr¨¢ ser supervisada por una OMC plenamente operativa. El resultado de una senda de ese tipo es evidente: represalias, impulsos inflacionistas y subidas de tipos de inter¨¦s que, en el caso de EE UU, provocar¨ªan efectos globales perniciosos, especialmente sobre las naciones m¨¢s fr¨¢giles con deudas dolarizadas.
En ambos casos el reto ser¨¢ sobreponerse al probable efecto lastre que ejercer¨¢ la primera potencia mundial, manteniendo vivos tanto la lucha contra el cambio clim¨¢tico como el espacio de libre comercio en una tendencia marcada por la retirada de ambos del gigante estadounidense.
En el plano tecnol¨®gico, Raquel Jorge Ricart, investigadora del Real Instituto Elcano y experta en la materia, cree que ¡°el escenario internacional con una nueva Administraci¨®n de Trump puede suponer cambios significativos en la l¨ªnea de consenso que se estaba construyendo en gobernanza tecnol¨®gica global en los ¨²ltimos cinco a?os, especialmente en inteligencia artificial¡±. Aqu¨ª tambi¨¦n, pues, un retroceso en las aspiraciones multilaterales. En este ¨¢mbito, en cuanto a la decisiva relaci¨®n entre Washington y Pek¨ªn, Jorge Ricart considera probable ¡°un mayor recrudecimiento de la actual pol¨ªtica comercial, con un car¨¢cter duro, hacia China en materia de control de exportaciones de tecnolog¨ªas cr¨ªticas ¡ªsemiconductores, inteligencia artificial, materiales nuevos, veh¨ªculos el¨¦ctricos¡ª y en control de la inversi¨®n extranjera directa en los flujos hacia EE UU. No ser¨ªa una ruptura, sino una continuidad de la pol¨ªtica que ya inici¨® la Administraci¨®n de Trump 1.0 y que ha continuado la Administraci¨®n de Biden¡±.
La influencia de los tecnomagnates
La tecnolog¨ªa es un elemento central tambi¨¦n de otra tendencia fundamental que habr¨¢ que seguir en 2025: las nuevas amenazas a la democracia.
¡°Un hecho transformativo fundamental es la alianza entre empresas tecnol¨®gicas y gobiernos, a espaldas de la voluntad democr¨¢tica¡±, considera Vicente Palacio, director del Observatorio de Pol¨ªtica Exterior de la Fundaci¨®n Alternativas. ¡°La irrupci¨®n de los magnates tecnol¨®gicos como Elon Musk en la arena pol¨ªtica marca el inicio de una era donde la d¨¦bil separaci¨®n de antes se quiebra. La democracia posliberal en las Am¨¦ricas y en Europa podr¨ªa acelerar su transformaci¨®n definitiva hacia una democracia medi¨¢tica¡±, donde las redes sociales y la desinformaci¨®n ¡°ser¨¢n los instrumentos decisivos, en manos no solo de agentes subversivos, sino, lo que es m¨¢s grave, de los propios gobiernos¡±. Palacio alerta: ¡°Esta tendencia posiblemente llegar¨¢ a Europa, donde peque?os se?ores tecnol¨®gicos y empresas estrat¨¦gicas de telecomunicaciones o de inversi¨®n podr¨ªan rebelarse contra los gobiernos o tomar partido por opciones que emplean discursos antisistema¡±.
Las redes sociales y la desinformaci¨®n ser¨¢n instrumentos decisivos, y la amenaza antidemocr¨¢tica tambi¨¦n vendr¨¢ de los gobiernos
Las elecciones legislativas de Alemania, previstas para febrero y en las cuales Musk ya ha tomado claramente posici¨®n en favor del ultraderechista AfD, ser¨¢n un importante terreno de prueba de la evoluci¨®n de esta nueva encarnaci¨®n del riesgo de la plutocracia. Esta partida no terminar¨¢ ah¨ª, y otros actores desempe?ar¨¢n papeles en ella. Claramente, Rusia y otros reg¨ªmenes tratan de debilitar la democracia en otros lugares. Y no cabe esperar que Washington produzca esfuerzos para defenderla, como apunta Jos¨¦ M. de Areilza, profesor de ESADE y secretario general de la fundaci¨®n Aspen Institute Espa?a: ¡°El reclamo de liderazgos fuertes en muchos pa¨ªses del mundo es una se?al preocupante de debilitamiento de las instituciones dom¨¦sticas y multilaterales. Cuando no funcionan bien las instituciones, las personalidades empiezan a contar mucho m¨¢s, lo que supone un paso atr¨¢s en la organizaci¨®n de una convivencia estable y duradera en distintos niveles de gobierno¡±.
La Uni¨®n Europea podr¨ªa tener un papel como promotora de multilateralismo, de libre comercio, de lucha medioambiental y de apego a los valores democr¨¢ticos. Sin embargo, su posici¨®n en un mundo de potencias nacionalistas y revisionistas se perfila muy complicada, como comenta De Areilza: ¡°La UE y sus Estados miembros no est¨¢n preparados para una era geopol¨ªtica de rivalidades, en la que la seguridad nacional prevalece sobre la prosperidad global y engloba cada vez m¨¢s ¨¢mbitos: econom¨ªa, energ¨ªa, tecnolog¨ªa, inmigraci¨®n, salud. Es urgente reformular la introspecci¨®n bizantina de Bruselas de estos a?os, en los que se ha debatido intensamente sobre la autonom¨ªa estrat¨¦gica del continente. La pregunta prioritaria es: ?c¨®mo puede contribuir Europa a resolver problemas globales en un mundo en el que la seguridad se ha convertido en el inter¨¦s primordial?¡±.
Ilke Toygur, directora del think tank IE Global Policy Center, considera que ¡°la UE debe explorar formas m¨¢s flexibles de cooperaci¨®n interna ¡ªcoaliciones de voluntarios¡ª que permitan promover intereses comunes sin enfrentarse constantemente a los obst¨¢culos de la unanimidad. La clave ser¨¢ encontrar un equilibrio que permita avanzar sin comprometer el proyecto de integraci¨®n europeo¡±. A partir de la reflexi¨®n sobre Europa, Toygur apunta otro interrogante a tener en cuenta en este a?o: ?una nueva divisi¨®n norte-sur? ¡°El pr¨®ximo a?o se desarrollar¨¢n numerosas conversaciones sobre c¨®mo fortalecer la defensa de Europa. Esta discusi¨®n, crucial para el continente en tiempos de guerra y amenazas h¨ªbridas, podr¨ªa tambi¨¦n dar lugar a una nueva fractura con el sur global. Para muchos pa¨ªses, el principal objetivo es mitigar el cambio clim¨¢tico y garantizar el financiamiento para la transici¨®n energ¨¦tica. Sin embargo, la limitaci¨®n de recursos podr¨ªa generar tensiones adicionales en este ¨¢mbito¡±.
El reconocimiento de los derechos del sur ¡ªen t¨¦rminos de representaci¨®n y de reparaci¨®n de da?os sufrido¡ª es otro elemento clave del nuevo orden que se va fraguando. No sabemos c¨®mo ser¨¢, pero la historia reciente y el perfil de Trump inducen a creer que la gran transformaci¨®n de las relaciones internacionales se acelerar¨¢, y que acarrear¨¢ turbulencias.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.