Ecuador, latitud 0: una mirada a su proceso de construcci¨®n
Ana Buriano, del Instituto Mora-M¨¦xico, analiza el camino de Ecuador hasta llegar a su denominaci¨®n actual
En el nombre de nuestros pa¨ªses priv¨® la prerrogativa paterna caracter¨ªstica de las sociedades patriarcales latinoamericanas. En aquellos que escaparon al determinismo de la toponimia aut¨®ctona los "padres de la patria", los generales de la independencia impusieron el nombre bautismal a las nuevas formaciones. Casi como dioses crearon pa¨ªses al golpe de su espada y con la fuerza de su palabra. ?Por qu¨¦, entonces, la colonial Audiencia, una vez independizada, extravi¨® su aut¨®ctono Quito y lleg¨® a nuestros d¨ªas bajo el nombre de Rep¨²blica del Ecuador?
En 1736, lleg¨® a Quito la Misi¨®n Geod¨¦sica enviada por la Real Academia de Ciencias de Par¨ªs, dirigida por Charles Marie de La Condamine. La Corona de Espa?a otorg¨® permiso para que los cient¨ªficos franceses midieran el meridiano terrestre y establecieran la verdadera forma de la Tierra, que entonces suscitaba pol¨¦mica entre Newton y Cassini. La Misi¨®n traz¨® la l¨ªnea latitud 0 en las inmediaciones de Quito y sus trabajos adquirieron amplia difusi¨®n. En el medio cient¨ªfico europeo y entre las ¨¦lites cultas americanas se populariz¨® la aplicaci¨®n indiscriminada de las categor¨ªas geod¨¦sicas al marco territorial de la Audiencia a trav¨¦s del uso de referentes como: "la l¨ªnea equinoccial" o "las proximidades del Ecuador". El nombre se extendi¨® a tal punto que, a principios del siglo XIX, Humboldt lo utilizaba en algunas de sus obras, como en la Geograf¨ªa de las plantas que nacen en las inmediaciones del Ecuador. As¨ª, La Condamine y sus compa?eros fueron los primeros responsables de esta nominaci¨®n.
?Por qu¨¦ la colonial Audiencia, una vez independizada, extravi¨® su aut¨®ctono Quito y lleg¨® a nuestros d¨ªas bajo el nombre de Rep¨²blica del Ecuador?
El Reino de Quito
Los cient¨ªficos franceses activaron tambi¨¦n un movimiento ilustrado criollo que se expres¨® en lo filos¨®fico, educativo, geogr¨¢fico e hist¨®rico y que logr¨® generar una imagen singular y concreta de la Audiencia de Quito. La base narrativa provino del jesuita Juan de Velasco quien, desde su exilio en Faenza, escribi¨® en 1789 la primera historia quite?a con intenci¨®n de desmentir el biologicismo europeo. El Reino de Quito en la Am¨¦rica meridional del padre Velasco postulaba la visi¨®n de un poderoso reino preinc¨¢sico que quite?iz¨® al incario. En la medida en que territorio e identidad guardan una unidad consustancial, no es casual que el primer esfuerzo identitario fuera paralelo a la crisis que gener¨® en la Audiencia de Quito el segundo pacto colonial, cuando los dominios audienciales fueron sometidos a intensos vaivenes entre el virreinato del Per¨² y el reci¨¦n creado de Nueva Granada. La cambiante territorialidad colonial exhibe la problem¨¢tica de una entidad regionalizada, conformada por ¨¢reas confrontadas que, junto al problema ¨¦tnico, ha sido el gran desaf¨ªo a vencer para plasmar la naci¨®n. La Audiencia se constituy¨® a partir de tres jurisdicciones articuladas en torno a sus capitales: Quito en la sierra centro norte, Cuenca en la sierra sur y Guayaquil en la costa. Los tres centros tuvieron intereses divergentes que se expresaron de manera contradictoria ante la crisis de la monarqu¨ªa hisp¨¢nica. Mientras Quito estall¨®, en 1809, en un doble movimiento juntista de tono autonomista, no obtuvo el apoyo de Guayaquil y Cuenca. Cuando, diez a?os despu¨¦s Guayaquil, presionado por la confluencia de las campa?as independentistas del sur y del norte, opt¨® por la independencia, debi¨® aceptar el apoyo de Colombia -a la que finalmente se incorpor¨®- para independizar el conjunto del territorio audiencial, incluso Quito.
Por la puerta grande
En medio de las entradas y salidas de los ej¨¦rcitos bolivarianos, el nombre Ecuador aparece en el horizonte c¨ªvico. En el Rosario de C¨²cuta Bol¨ªvar se refiere por primera vez a "los hijos del Ecuador" con un nuevo sentido sem¨¢ntico. El Acta de independencia, rubricada por el Cabildo de Quito el 29 de mayo de 1822, que declaraba a las provincias que compon¨ªan el antiguo Reino de Quito como parte integrante de Colombia asent¨®, por primera vez en un documento de gobierno, el nombre Ecuador. Bol¨ªvar viv¨ªa entonces un impulso nominativo, creaba las patrias andinas nombr¨¢ndolas bajo una proyecci¨®n universalista ilustrada con una opci¨®n preferente por la modernidad pol¨ªtica alejada de la narraci¨®n criolla patri¨®tica de las toponimias aut¨®ctonas. Ecuador, como nombre, inventaba otra tradici¨®n que por nueva ayudar¨ªa a conformar la unidad pol¨ªtica nacional y afirmar¨ªa un americanismo que borrar¨ªa de la memoria el gran estorbo que Bol¨ªvar ve¨ªa en las identidades locales. Imaginaba el nombre aplicado a un futuro ¨²nico departamento que deber¨ªa representar todo el Distrito del Sur dentro de la Rep¨²blica de Colombia.
Un Ecuador resignificado
Sin embargo, el autonomismo cortar¨ªa las alas al impulso m¨ªstico a su formulaci¨®n nominativa y obligar¨ªa a resemantizar la nomenclatura geod¨¦sica. La fuerza del autonomismo guayaquile?o exigi¨® al Libertador establecer un departamento separado con sus autoridades y nombre propio. A partir de entonces Ecuador designar¨ªa s¨®lo a Quito, mientras se debi¨® reconocer la existencia de otros dos: Guayas y Azuay, seg¨²n estableci¨® en 1824 el Congreso de Colombia al discutir la ley de Divisi¨®n Territorial.
Ecuador en la gran Colombia fue un ¨¢rea de guerra en apoyo a las campa?as por la liberaci¨®n de Per¨² y Bolivia. Los tres departamentos del Distrito del Sur se integraron con suerte diversa al proyecto grancolombino, hasta que la gran formaci¨®n bolivariana salt¨® en pedazos al desprenderse primero Venezuela y luego Ecuador. En medio de los movimientos emancipadores surgieron nuevas y frustradas iniciativas denominativas, como la que intentaron en 1827 los Valdivieso y Arteta cuando propusieron fundar una rep¨²blica independiente bajo el nombre de La Atahualpina.
El Estado del Ecuador
La secesi¨®n sure?a tuvo a su hombre en Juan Jos¨¦ Flores, quien logr¨® conjuntar los pronunciamientos de las distintas secciones para procesar la separaci¨®n en medio de una negociaci¨®n dif¨ªcil. A la muerte de la Gran Colombia, la soberan¨ªa revert¨ªa a las regiones con fuerza renovada. Los tres departamentos estaban ahora convencidos de que era necesario buscar una f¨®rmula de coexistencia. Cuenca, Guayaquil y Quito segu¨ªan siendo las potencias enemigas que describ¨ªa Bol¨ªvar a Santander, en 1822, pero las amenazas en las fronteras y la crisis econ¨®mica de posguerra convocaba a un acuerdo de cohabitaci¨®n. Los "padres de familia" de los tres departamentos se reunieron en Riobamba, un lugar equidistante entre Quito y Guayaquil, y fueron muy celosos al establecer que cada departamento tendr¨ªa la misma cantidad de representantes m¨¢s all¨¢ de las diferencias de su poblaci¨®n. Lo que se celebraba, dijeron, era un "pacto de voluntades" donde las regiones establecieron su existencia constitucional. Los constituyentes aprobaron "por aclamaci¨®n" incorporar a las armas la l¨ªnea equinoccial "que simboliza el nombre" del Estado y, de manera transicional, la Constituci¨®n del Estado de Ecuador en la Rep¨²blica de Colombia como un cuerpo independiente formado por la reuni¨®n de tres departamentos: Quito, Guayas y Azuay. Las celosas partes contratantes eligieron Ecuador como una "tregua sem¨¢ntica" que elud¨ªa el nombre de la capital hist¨®rica y evitaba que una regi¨®n tuviera primac¨ªa sobre la otra. La definici¨®n constitucional del Estado gan¨® perfil en la Convenci¨®n de Ambato de 1835 cuando el nombre se fij¨® de manera permanente como la Rep¨²blica del Ecuador, sin mencionar ya a la Rep¨²blica de Colombia.
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