El incontestable rey de las mil colinas
Paul Kagame, reelegido como presidente de Ruanda, ha logrado construir una narrativa que sirve de modelo para otras naciones africanas
Desgarbado y con los p¨®mulos ensombrecidos, Paul Kagame volv¨ªa a erigirse el viernes por una mayor¨ªa aplastante como presidente de Ruanda por un 98% de los votos. Levant¨® el pu?o sobre la 1.30 de la noche rodeado de miles de simpatizantes en el cuartel general de su partido en Rusororo, una ciudad en miniatura a las afueras de la capital Kigali, desde donde controla el man¨¢ pol¨ªtico, econ¨®mico y social del pa¨ªs. No hubo suspense: su figura de casi dos metros de altura simboliza el ¨¦xito para unos y la histeria para otros. Una suerte de idolatr¨ªa corre por las calles de este peque?o pa¨ªs de ?frica del Este que de forma simbi¨®tica se ancla al nombre de Kagame. Sin embargo, su victoria puede llegar a ser alcaloide si el an¨¢lisis no se pondera lo suficiente.
Los narradores que presenciaron el genocidio de 1994 saben que parte del desquicio que presenciaron sus pupilas ha marcado para siempre su forma de escribir y con la que se suele enfocar a esta naci¨®n de 12 millones personas. Las cifras derrapan, pero el consenso habla de al menos 800.000 tutsis y hutus moderados que fueron asesinados durante cien d¨ªas apocal¨ªpticos que quedaron reflejados en pel¨ªculas como?Hotel Ruanda (2004). Perecieron hombres, mujeres, ni?os y tambi¨¦n beb¨¦s. Hoy, muchos de los hu¨¦rfanos que dej¨® este sombr¨ªo episodio contempor¨¢neo de la historia africana se encuentran al frente de empresas en el pa¨ªs y en la di¨¢spora con una astilla como coincidencia: al no haber sido registrados antes de 1994, sus fechas de nacimiento suelen coincidir entre el 25 de diciembre y el 1 de enero.
Ese ni?o, que con cuatro a?os tuvo que huir con su familia a Uganda como refugiado, quedar¨ªa tatuado para siempre del devenir de la historia en la regi¨®n de los Grandes Lagos. Particip¨® como militar y aliado del actual presidente ugand¨¦s Yoweri Museveni, quien en febrero de 2016 revalidaba sus 30 a?os en el poder. Tras un breve paso por la academia militar de Fort Leavenworth, en Kansas, Kagame se convertir¨ªa en vicepresidente de Ruanda de 1994 a 2000, a?o en el que accedi¨® al poder al sustituir a Pasteur Bizimungu. En el 2003 ganar¨ªa por una aplastante mayor¨ªa, que revalidar¨ªa tambi¨¦n en 2007 por m¨¢s de un 90% de los votos.
El l¨ªder ruand¨¦s se enfrenta ahora a la dif¨ªcil tarea de limpiar su imagen ante la comunidad internacional?
Las im¨¢genes que llegaban hace 23 a?os de Ruanda parec¨ªan confirmar los t¨®picos de los conflictos ¨¦tnicos en ?frica, resueltos por la v¨ªa cruel. No obstante, un genocidio no se produce en un contexto de anarqu¨ªa: lo que ocurri¨® en Ruanda estaba perfectamente orquestado por un grupo extremista hutu, un ej¨¦rcito compuesto por personas desempleadas conocidas como interahamwe?¡ª¡°los que trabajan juntos¡±¡ª o impuzamugambi?¡ª¡°los que comparten un objetivo com¨²n¡±¡ª. Adem¨¢s, seg¨²n los documentos desclasificados en abril de 2015 por la Casa Blanca, tanto Bill Clinton, el entonces presidente de Estados Unidos, como su hom¨®logo franc¨¦s, Fran?ois Mitterand, ten¨ªan pleno conocimiento de la situaci¨®n antes de los fat¨ªdicos 100 d¨ªas entre abril y junio de 1994. Ambos pa¨ªses, adem¨¢s, manten¨ªan claros intereses geoestrat¨¦gicos en la frontera con Rep¨²blica Democr¨¢tica de Congo (RDC), rica en recursos minerales. Se implement¨® la mirada hacia otro lado y all¨ª se reavivaron las bestias de la colonizaci¨®n.
Por esta raz¨®n, que Kagame ostente el agraciado estatus de libertador para muchos ruandeses tiene un fundamento hist¨®rico inevitable. Fue el comandante de la guerrilla que march¨® desde las colinas hacia la capital para poner fin a la pesadilla y ha sabido hipnotizar a personalidades como Tony Blair (que lo llam¨® un ¡°l¨ªder visionario¡±).
El exmilitar celebrar¨¢ en octubre su 60 aniversario al frente de una narrativa que ha sabido construir sirviendo de modelo para otras naciones africanas: segura de s¨ª misma, econ¨®micamente vibrante, que entierra la pasividad y la victimizaci¨®n del pasado. Pero el caminar siempre pausado de uno de los l¨ªderes m¨¢s longevos del continente explica no la epidermis de la naci¨®n, sino la forma en la que Kagame est¨¢ haciendo caminar a Ruanda obviando cap¨ªtulos como el contra genocidio tutsi contra los hutus despu¨¦s de 1994.
El 20 de marzo en su audiencia con el Papa Francisco en el Vaticano, se pudo perfilar la estrategia diplom¨¢tica del l¨ªder ruand¨¦s que ya se sab¨ªa ganador de los comicios que tuvieron lugar el pasado viernes. La de limpiar su imagen frente a la comunidad internacional para los pr¨®ximos siete a?os, empresa que no ser¨¢ tarea f¨¢cil mientras los informes de organizaciones como Human Rights Watch, Amnist¨ªa Internacional o las Naciones Unidas sigan destapando algunos de los ases marcados de Kagame: el estado policial del pa¨ªs y una oposici¨®n mermada y desunida. Mientras, la impoluta capital y la aparente estabilidad seguir¨¢n haciendo de este astuto rey de las mil colinas una figura controvertida en esta isla en el coraz¨®n de ?frica.
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