El dilema de c¨®mo educar a la generaci¨®n de Mariam
Turqu¨ªa y la Uni¨®n Europea se afanan para educar a 600.000 ni?os sirios de manera que se puedan integrar o si la guerra acaba regresar a lo que queda de su pa¨ªs
Mariam el Ali tiene siete a?os, una amiga en el barrio y cinco en el colegio. La del barrio es siria, como ella. Las del colegio, una mezcla. ¡°Dos son sirias y tres turcas¡±, detalla esta ni?a que en cuanto se despistan quita la palabra a sus padres y hermanos mayores. Ha vivido casi la mitad de su vida en el exilio, en Turqu¨ªa, y encarna con los refugiados sirios de su generaci¨®n uno de los mayores dilemas que afrontan conjuntamente las autoridades turcas y las europeas: c¨®mo formar a estos ni?os y adolescentes que llegaron con sus mayores huyendo de una guerra civil que se ha enquistado al otro lado de la frontera. ?C¨®mo educar a Mariam, que cuando empezaron las protestas contra El Asad, en 2011, no hab¨ªa nacido? ?Hay que formarla para que se integre bien en su nuevo pa¨ªs o hay que prepararla con sus hermanos para que puedan regresar a casa y participar alg¨²n d¨ªa en la reconstrucci¨®n?
Al estallar la contienda, el presidente Erdogan dio la bienvenida a los sirios, a los que se refer¨ªa como hu¨¦spedes, precisamente como los alemanes denominaron a los turcos que llegaron hace d¨¦cadas para trabajar en sus f¨¢bricas. Unos y otros pensaron que la visita ser¨ªa temporal. Pero no. Desde las primeras protestas que desembocaron en una guerra a escala internacional en Siria ya han pasado siete a?os. La consecuencia es que Turqu¨ªa acoge a 3,6 millones de sirios de los que en torno a un mill¨®n est¨¢n en edad escolar. Solo dos tercios van al cole, seg¨²n Unicef. Tres a?os estuvieron sin pisar un aula los hermanos El Ali durante una huida que incluy¨® un tiempo en Raqa, donde vieron la llegada del ISIS y atrocidades diversas. Los padres ni se plantean el regreso a su ciudad, Alepo. No tienen casa. ¡°Fue destruida¡±, musita el padre, Mohamed, de 39 a?os.
La peque?a Mariam, con sus tres amigas locales, es probablemente la mejor integrada en Turqu¨ªa de toda la familia. ¡°Yo hablo muy bien turco¡±, dice resuelta. Va vestida de princesa de pies a cabeza: falda de tul, collar de perlas falsas, diadema de flores. ¡°Aprend¨ª en la escuela. Los chicos van al cole sirio, yo al turco¡±, precisa en ¨¢rabe a trav¨¦s de un traductor. Su padre, que era administrativo en Correos hasta la guerra, apunta que sus hijos varones ¡°saben leer y escribir en turco¡±. Ankara, con apoyo financiero de la UE y mano a mano con Unicef, ha ido transfiriendo al sistema educativo ordinario a los alumnos que estudian en los centros creados como apa?o temporal cuando empezaron a llegar los sirios. A veces ambos sistemas conviven en el mismo centro. En el Yildirin Beyazyt, del distrito estambul¨ª de Sultanbeyli el primer y segundo piso son para los locales; el tercero, para los sirios. El 64% de los refugiados estudia en colegios turcos, seg¨²n explica Philippe Duamelle, jefe en Turqu¨ªa de Unicef, a un grupo de periodistas invitados por esta agencia de la ONU.
La transici¨®n es ardua para los chavales, sus profesores (sirios) y los gestores educativos. Distinta lengua, distinto alfabeto (Ataturk adopt¨® el latino), distinto curr¨ªculo¡ ¡°Entre 2011 y 2015 en Turqu¨ªa se les imparti¨® la ense?anza oficial siria sin las clases obligatorias de nacionalismo en las que se hac¨ªa propaganda del Estado sirio¡±, afirma la experta Kinana Qaddour en un art¨ªculo para el centro Carnegie Endowment.
Desatender la educaci¨®n de la generaci¨®n de Mariam es ¡°un riesgo estrat¨¦gico a largo plazo que no podemos permitirnos¡±, advierte en Estambul el embajador de la UE en Turqu¨ªa, el austriaco Christian Berger. El temor a una generaci¨®n perdida que acabe nutriendo las filas de radicales o terroristas est¨¢ muy presente. Por ese motivo, casi un tercio de los 3.000 millones que la Uni¨®n Europea pag¨® a Turqu¨ªa a cambio de que cerrara hace dos a?os largos el paso a los migrantes que quieren tirar para el norte se ha dedicado a escolarizarlos y educarlos. La UE pact¨® un segundo pago de 3.000 millones que ahora debate con los pa¨ªses c¨®mo financiar. El desaf¨ªo es notable y no solo porque este abril por primera vez desde el acuerdo de 2015 se han colado en Europa m¨¢s migrantes desde Turqu¨ªa por tierra que por mar.
Uno de cada tres sirios en edad escolar no estudia. Suman unos 300.000 chavales. Muchos trabajan, ganan dinero para sus familias a menudo en jornadas extenuantes en f¨¢bricas textiles o mendigan¡ Algunos incluso hacen doblete: cole por la ma?ana, trabajo por la tarde. Los El Ali quieren que la ni?a, sus hermanos Abdal¨¢, de 12 a?os, y Ahmed, de 10, ¡°acaben el colegio, pero depende de las condiciones¡±. Es decir, depende de si se lo pueden permitir. Muchos no pueden.
El padre est¨¢ desempleado y el asma que padece le impide volver a trabajar en el sector textil. Cuenta que estuvo en una f¨¢brica donde cobraba 900 liras frente a las 1.700 de los locales. La explotaci¨®n es frecuente porque la inmensa mayor¨ªa trabaja en negro, sin papeles ni derechos. Solo 30.000 sirios tienen permiso de trabajo, seg¨²n fuentes europeas, en esta econom¨ªa donde el 40% trabaja en el sector informal.
Salih Yalcin, coordinador de la educaci¨®n de los sirios en esta escuela, asegura que el 50% del alumnado abandona a medida que crece. Por eso, Unicef incentiva la asistencia a clase: 40 liras mensuales (7,4 euro) por cada hija que la familia env¨ªa a clase todo el mes (cuatro faltas m¨¢ximo) y 35 (6,4 euros) por cada hijo. La diferencia obedece, explica el embajador Berger, a que ¡°hab¨ªa una tendencia mayor a que las ni?as dejaran la escuela y es una manera tambi¨¦n de combatir el matrimonio infantil¡± porque casar a una cr¨ªa implica dejar de mantenerla. La madre de los El Ali, Wafa, de 27 a?os, explica que estudi¨® hasta sexto curso. Su marido hasta noveno. Unos 330.000 alumnos reciben esta ayuda en efectivo. Y en torno a 30.000 reciben ayuda psicosocial de la Media Luna Roja porque, como insiste en recordar el representante de Unicef, ¡°son ni?os que han visto sus casas destruidas, sus escuelas derruidas, a sus amigos asesinados¡.¡±.
Los 13.000 profesores sirios que educan a sus compatriotas junto a docentes locales son t¨¦cnicamente voluntarios. En realidad cobran un salario a trav¨¦s de Unicef; no son empleados del Ministerio de Educaci¨®n. Una soluci¨®n diplom¨¢tica para no soliviantar a los cientos de miles de graduados en magisterio que no tienen trabajo. Estos voluntarios cobran 1.300 liras (240 euros), equivalentes al salario m¨ªnimo. Shireen Bahri, profesora en el Yildirim Beyazit, se queja de que cobra menos que sus colegas locales y de que no llega a fin de mes. ¡°Es dif¨ªcil porque vivir aqu¨ª es caro, los alquileres son muy caros¡±, explica en el patio.
La bienvenida inicial de los locales se ha ido tornando en recelo y hostilidad a medida que aumentaba la presi¨®n sobre las infraestructuras, sobre todo en las zonas en las que est¨¢n m¨¢s concentrados. Turqu¨ªa est¨¢ construyendo, con financiaci¨®n europea, 200 escuelas y dos hospitales.
Poco a poco algunos refugiados est¨¢n regresando a Siria, pero por ahora no hay visos de ning¨²n acuerdo pol¨ªtico, no digamos ya la paz, que permita un regreso masivo de los millones que huyeron y los hijos nacidos en el exilio como Yahia, el peque?o de los El Ali. De mayor, Abdal¨¢ quiere ser m¨¦dico; Ahmed, karateka y la locuaz Marian, profesora.
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