La alargada e inc¨®moda sombra de los militares en las elecciones brasile?as
El Ej¨¦rcito recobra protagonismo en el mayor pa¨ªs de Am¨¦rica Latina por primera vez en 30 a?os de democracia
Brasil vive una campa?a electoral bajo la inc¨®moda sombra de los militares, que por primera vez en 30 a?os de democracia vuelven a ser protagonistas en la esfera p¨²blica. Un antiguo capit¨¢n del Ej¨¦rcito, Jair Bolsonaro, encabeza las encuestas para la primera vuelta de las elecciones presidenciales, que se celebrar¨¢ este domingo. Si gana, su vicepresidente ser¨¢ el exgeneral Hamilton Mour?o, que ha defendido a torturadores de la dictadura militar (1964-1985) y un nuevo golpe como soluci¨®n para la crisis pol¨ªtica brasile?a. Pese a sus pol¨¦micas declaraciones, dej¨® el Ej¨¦rcito en febrero de este a?o alabado por el comandante y general Eduardo Villas B?as. Este tambi¨¦n ha sido el a?o en el que el presidente Michel Temer se ha sacado de la chistera al general Walter Braga Netto como interventor federal de R¨ªo de Janeiro para combatir la descontrolada seguridad p¨²blica del Estado, y al general Joaquim Silva e Luna como ministro de Defensa, el primer militar en 20 a?os en ocupar ese cargo.
Hace un a?o el escenario era otro: ¡°Las instituciones brasile?as han mejorado. En el pasado siempre est¨¢bamos pensando en los generales. Ahora no se sabe el nombre de ning¨²n general, pero todo el mundo conoce a todos los ministros del Supremo Tribunal Federal¡±, dec¨ªa el expresidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2003) en una entrevista a EL PA?S en septiembre del a?o pasado. Las cosas han cambiado.
El comandante Villas B?as, enfermo y en silla de ruedas ¡ªpese a todo, sigue resisti¨¦ndose a jubilarse¡ª, se ha convertido en uno de los protagonistas de este a?o electoral. Un d¨ªa antes de que el Supremo decidiese sobre el futuro judicial del expresidente Lula da Silva (Partido de los Trabajadores, PT), en abril, public¨® dos tuits en los que presionaba a los jueces, cargaba contra la impunidad y dec¨ªa que estaba atento a sus ¡°misiones institucionales¡±. Pocos meses despu¨¦s, invit¨® a todos los candidatos a la presidencia a una inusual conversaci¨®n sobre asuntos nacionales, en un momento de estrecheces y recortes presupuestarios, incluso en las Fuerzas Armadas.
Ante unas elecciones imprevisibles, el comandante lleg¨® a decir en una entrevista, despu¨¦s del atentado sufrido por Bolsonaro, que el pr¨®ximo presidente podr¨ªa ver su "legitimidad cuestionada". Muchos pensaron que Villas B?as hab¨ªa cruzado una l¨ªnea roja con esos comentarios. Todo ello en un contexto inquietante: Bolsonaro ha afirmado varias veces que solo aceptar¨¢ el resultado de los comicios si gana ¨¦l, aunque en la ¨²ltima semana ha matizado la amenaza.
?Qu¨¦ har¨¢ el Ej¨¦rcito? Esta pregunta no formaba parte del debate p¨²blico brasile?o desde la transici¨®n democr¨¢tica de los a?os ochenta.
Las alarmas se han vuelto a disparar despu¨¦s de que el nuevo presidente del Supremo Tribunal, Jos¨¦ Antonio Dias Toffoli, nombrase al general en la reserva Fernando Azevedo e Silva como su asesor con el benepl¨¢cito del todopoderoso Villas B?as. Azevedo e Silva tambi¨¦n form¨® parte, seg¨²n diversas informaciones, del equipo que dise?¨® las propuestas de Gobierno de Bolsonaro.
El lunes, durante una conferencia, Toffoli afirm¨® que prefer¨ªa la expresi¨®n ¡°movimiento de 64¡± para referirse al golpe que instaur¨® una dictadura en el pa¨ªs, y culp¨® de la intervenci¨®n militar a la disputa pol¨ªtica de aquellos a?os entre la derecha y la izquierda. Dice basarse en los estudios del? consagrado historiador Daniel Aar?o Reis, pero el s¨²bito ejercicio de revisionismo hist¨®rico en plena campa?a le ha granjeado duras cr¨ªticas. ¡°Toffoli, como muchos otros, intenta apaciguar a la extrema derecha con gui?os conciliadores. Es un error: hist¨®ricamente los ultras han avanzado sobre inconsistentes concesiones que les han fortalecido¡±, analiza para EL PA?S el propio Aar?o Reis.
Mirada al pasado
Para entender c¨®mo ha llegado Brasil hasta aqu¨ª es necesario mirar al pasado. A lo largo de casi un siglo, desde que el mariscal Deodoro da Fonseca proclamase en 1889 la rep¨²blica brasile?a hasta el fin de la dictadura militar (1964-1985), el Ej¨¦rcito ha funcionado como una suerte de ¡°partido de uniforme¡± ¡ªcomo lo catalog¨® el excelente historiador Boris Fausto¡ª o como un poder moderador. Los militares interven¨ªan activamente en la pol¨ªtica, incluso como candidatos. Y, cuando era necesario, iban m¨¢s all¨¢, como sucedi¨® en 1956 cuando intentaron, sin ¨¦xito, evitar que el presidente Juscelino Kubitschek llegara al poder.
Con la Constituci¨®n de 1988, que consagr¨® la Nueva Rep¨²blica brasile?a, los miliares volvieron a los cuarteles, sometidos a las ¨®rdenes de su m¨¢ximo comandante, el presidente de la Rep¨²blica civil elegido por el pueblo. La presencia militar fue reduci¨¦ndose poco a poco. Bajo la presidencia de Fernando Henrique Cardoso se extinguieron los ministerios militares y se cre¨® el Ministerio de Defensa, ocupado hasta este a?o por civiles, una tradici¨®n que Temer rompi¨® al nombrar el general Silva e Luna este a?o.
Una comisi¨®n de la verdad creada durante el mandato de Dilma Rousseff (2011-2016) investig¨® los cr¨ªmenes de la dictadura militar, pero Brasil, al contrario que Argentina y Chile, nunca juzg¨® a los comandantes del r¨¦gimen autoritario. Incluso tras ser apartados del poder, los militares no han llegado a reconocer en ning¨²n momento los cr¨ªmenes de la dictadura ni se han disculpado ante la sociedad. Siempre ha habido quienes siguieron exaltando p¨²blicamente la ¡°revoluci¨®n de 64¡± y su "lucha contra el comunismo y el terrorismo". Ahora, por primera vez en democracia, tienen un portavoz de peso: el ultra Bolsonaro.
El candidato de extrema derecha dio un impulso clave a aquellos que, en la reserva, se sumaron a grupos de derecha y anti-PT que, en 2015, empezaron a ocupar las calles para reclamar el impeachment a Rousseff. En ese contexto, las redes sociales se convirtieron en un importante canal de comunicaci¨®n entre ciudadanos y militares, y la traves¨ªa culmin¨® con la presentaci¨®n de varias candidaturas de exmilitares a gobernadores o diputados. Se presentan como reserva moral de la naci¨®n en una ¨¦poca de enfado hacia los pol¨ªticos y las instituciones, y aprovechan que los ciudadanos siguen confiando mayoritariamente en las Fuerzas Armadas, seg¨²n los sondeos. En democracia, el ¨²nico exmilitar que se hab¨ªa convertido en pol¨ªtico hasta ahora hab¨ªa sido el propio Bolsonaro, diputado federal durante 28 a?os.
Son precisamente los uniformados los que componen el primer c¨ªrculo de poder del equipo del actual candidato a la presidencia del pa¨ªs m¨¢s poblado y poderoso de Am¨¦rica Latina. El conocido general de la reserva Augusto Heleno, que comand¨® la misi¨®n de paz de la ONU en Hait¨ª, se re¨²ne dos veces por semana con t¨¦cnicos y otros militares para debatir temas como seguridad p¨²blica, infraestructura o la cuesti¨®n ind¨ªgena. A su vez, el general Al¨¦ssio Ribeiro Souto ¡ªque en una reciente entrevista dijo que ¡°los libros de historia que no digan la verdad sobre [el golpe militar de] 64 deben ser eliminados¡±¡ª ayuda con las directrices para las pol¨ªticas de educaci¨®n y ciencia. Y tambi¨¦n est¨¢ Mour?o, el poderoso candidato a vicepresidente de Bolsonaro que se ha mostrado a favor de que una comisi¨®n de expertos redacte una nueva Constituci¨®n y que ha defendido, una vez m¨¢s, que el presidente podr¨ªa dar un ¡°autogolpe¡± en caso de ¡°anarqu¨ªa¡±.
Los m¨¢s asombrados no dejan de hacer comparaciones directas con el contexto del golpe militar de la d¨¦cada de los sesenta. El historiador Aar?o Reis subraya que son momentos distintos, especialmente por el escenario geopol¨ªtico mundial. Pero, apunta, algo une ambas ¨¦pocas: "En las dos est¨¢ la fuerza emergente de la extrema derecha, con explicitaci¨®n de nostalgias de un Gobierno fuerte e incluso dictatorial, como proponen algunos".
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