Ir¨¢n admite contactos con los talibanes afganos

Ir¨¢n ha admitido este mi¨¦rcoles que mantiene contactos con los talibanes afganos. La revelaci¨®n se ha producido durante la visita a Kabul del secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional iran¨ª, el almirante Ali Shamkhani. Aunque Shamkhani ha subrayado que el Gobierno de Afganist¨¢n estaba al corriente, resulta significativo que se haya hecho p¨²blico cuando acaban de filtrarse los planes de la Administraci¨®n Trump para reducir sus tropas en ese pa¨ªs ante unas posibles negociaciones de paz.

¡°Se han mantenido una serie de conexiones y negociaciones con los talibanes, con el conocimiento del Gobierno afgano, y este proceso va a continuar¡±, ha declarado el antiguo ministro de Defensa, citado por la agencia de noticias Tasnim. Shamkhani tambi¨¦n ha explicado que las conversaciones ten¨ªan por objetivo ¡°ayudar a limitar los problemas de seguridad en Afganist¨¢n¡±.

Hace tiempo que Estados Unidos acusa a Ir¨¢n de estar ayudando con armas y entrenamiento a los talibanes, a la vez que extiende su influencia por el oeste de Afganist¨¢n. Pero recientemente tambi¨¦n algunos responsables afganos se han hecho eco de esas alegaciones que Teher¨¢n niega con vehemencia.

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El objetivo iran¨ª en Afganist¨¢n siempre estuvo claro. Por un lado, garantizar la seguridad y el reconocimiento de la comunidad hazara y otras minor¨ªas chi¨ªes. Por otro, mantener su influencia en las provincias occidentales, con las que comparte una historia com¨²n y casi mil kil¨®metros de frontera. Pero tal como fuentes diplom¨¢ticas reconocieron a esta corresponsal ya en 2007, tambi¨¦n deseaban, ¡°en caso de que todo falle y EE UU abandone el pa¨ªs, tener canales abiertos con todas las fuerzas, incluidos los talibanes¡±.

De ah¨ª que los dirigentes iran¨ªes optaran por una relaci¨®n pragm¨¢tica con ese grupo. El radicalismo sun¨ª del que hacen gala los talibanes est¨¢ en el extremo opuesto del islamismo chi¨ª que enarbola Ir¨¢n desde la revoluci¨®n de 1979. De hecho, la tensi¨®n alcanz¨® el paroxismo cuando los extremistas afganos avanzaron sobre Mazar-i-Sharif y mataron a nueve de los empleados del consulado iran¨ª en esa ciudad. El incidente estuvo a punto de desatar una guerra y sin duda influy¨® en el apoyo t¨¢cito que Teher¨¢n dio a la intervenci¨®n estadounidense que derrib¨® al r¨¦gimen talib¨¢n en 2001.

Desde entonces, los talibanes se han reinventado y, con la ayuda de Pakist¨¢n y los errores de EE UU, han logrado disputar el control de casi medio pa¨ªs. Lo que es peor, esa milicia y otros grupos insurgentes, incluida la rama local del Estado Isl¨¢mico, atacan con frecuencia a las fuerzas de seguridad y las instituciones afganas sin consideraci¨®n alguna por las v¨ªctimas civiles. El ¨²ltimo atentado, el pasado lunes, ha causado 43 muertos, a pesar de que apenas una semana antes el representante especial de EE UU para la reconciliaci¨®n en Afganist¨¢n, Zalmay Khalilzad, hab¨ªa salido satisfecho de su cuarta reuni¨®n con los talibanes para preparar el camino a unas negociaciones de paz.

Los insurgentes, que se niegan a hablar con el Gobierno de Kabul, insistieron una vez m¨¢s en la retirada de las tropas extranjeras (junto a los 14.000 soldados estadounidenses hay otros 8.000 de distintas nacionalidades bajo mando de la OTAN). La filtraci¨®n, dos d¨ªas despu¨¦s de que Trump haya? planteado reducir a la mitad sus fuerzas en territorio afgano, ha suscitado todo tipo de interrogantes sobre el compromiso y los objetivos de Washington.