Argentina registra en 2018 una inflaci¨®n del 47,6%, la m¨¢s alta en 27 a?os
El Gobierno de Mauricio Macri prev¨¦ un aumento del IPC del 23% en 2019
Los precios en Argentina subieron el 2,6% en diciembre. Eso sit¨²a la inflaci¨®n anual de 2018 en el 47,6%: es la m¨¢s alta desde 1991 y arroja una gran sombra de duda sobre la capacidad del Gobierno para cumplir su objetivo de una inflaci¨®n del 23% en 2019. Los precios son, ahora mismo, la variable m¨¢s desbocada en el cuadro macroecon¨®mico.
Mauricio Macri afirm¨®, durante la campa?a electoral que le llev¨® a la presidencia a finales de 2015, que la inflaci¨®n era la prueba de la incapacidad de los gobernantes de un pa¨ªs. Se refer¨ªa a las alzas de precios que caracterizaron el final del mandato de Cristina Kirchner, maquilladas en la contabilidad nacional pero evidentes en la calle. Macri hered¨® una inflaci¨®n algo superior al 20% anual. En 2016 no hubo datos oficiales por la llamada "emergencia estad¨ªstica". En 2017 subi¨® hasta el 24,8%. Y en 2018 estall¨®, acompa?ada de una crisis cambiaria respecto al d¨®lar y de un d¨¦ficit comercial que obligaron a pedir auxilio al Fondo Monetario Internacional?(FMI).
Argentina y Venezuela, un caso extremo, son los ¨²nicos pa¨ªses latinoamericanos con los precios fuera de control. Para Argentina se trata de un problema cr¨®nico desde 1945, cuando las mejoras sociales del peronismo se financiaron con la impresi¨®n de billetes. En las d¨¦cadas siguientes, con ocasionales excepciones (como la paridad del peso con el d¨®lar establecida por Carlos Menem, que provoc¨® deflaci¨®n y concluy¨® en un colapso econ¨®mico), el d¨¦ficit fiscal ha llevado a recurrir de forma habitual a los talleres de impresi¨®n del Banco Central. Los precios han ido casi continuamente hacia arriba, y el peso, hacia abajo.
?Qu¨¦ ha ocurrido en 2018? Primero, el gobierno de Macri suaviz¨® su objetivo de inflaci¨®n para el a?o, del 12% al 15%, en nombre de su pol¨ªtica de "ajustes graduales". Eso fue considerado una mala se?al por los inversores, que corrieron a cambiar pesos por d¨®lares. Lo mismo hicieron muchos ciudadanos. La devaluaci¨®n dio alas a la inflaci¨®n. La deuda externa del Estado volv¨ªa a ser peligrosamente elevada (ahora se acerca al 80% del Producto Interior Bruto, el doble de cuando Macri asumi¨® la presidencia), el d¨¦ficit comercial era rampante y en mayo, con los mercados financieros internacionales cerrados ante las demandas de Argentina, no hubo m¨¢s remedio que recurrir al FMI y aplicar un ajuste recesivo. En septiembre fue necesario conseguir del FMI un aumento del pr¨¦stamo, de 50.000 a 57.000 millones, y una mayor presteza en las entregas.
A partir de ese momento, el banco central aplic¨® una pol¨ªtica de intereses alt¨ªsimos, de hasta el 70%, y emprendi¨® una retirada de pesos del mercado, con el fin de frenar la crisis cambiaria. Ese objetivo, por el momento, parece conseguido: el d¨®lar se mantiene en torno a los 37 pesos. La consecuencia ha sido la recesi¨®n. Se estima que en 2018 la econom¨ªa se habr¨¢ contra¨ªdo un 2,5% y, si todo va bien, en 2019 sufrir¨¢ una nueva contracci¨®n algo m¨¢s leve, del 2%.
Ahora, la gran cuesti¨®n es si Mauricio Macri podr¨¢ mantener un ajuste tan duro en el a?o en que se juega la reelecci¨®n. Los salarios han sufrido una p¨¦rdida de poder adquisitivo cercana al 10%, la m¨¢s grave desde el colapso de 2002, y cabe suponer que los sindicatos presionar¨¢n todo lo posible para conseguir una subida de los sueldos pareja a la inflaci¨®n. ?Resistir¨¢ Macri la presi¨®n? El FMI le exige que lo haga. Un alza salarial generalizada mejorar¨ªa las condiciones de vida de los argentinos, un tercio de los cuales viven en la pobreza, pero probablemente provocar¨ªa un rebrote de la inflaci¨®n, nuevas devaluaciones y un regreso al punto de inicio de la actual crisis.
El propio FMI y los analistas privados indican que, si Argentina cumple las condiciones impuestas con el pr¨¦stamo de septiembre pasado, los ciudadanos tendr¨¢n que esperar hasta 2024 para recuperar los niveles de bienestar (medidos en consumo privado) de 2017. Es decir, que solo al final del mandato del pr¨®ximo presidente, sea Macri u otro, se empezar¨ªan a experimentar los supuestos beneficios del actual ajuste.
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