Mour?o, el moderado
El regreso de los generales al poder en el gobierno del capit¨¢n que se est¨¢ convirtiendo en la cabra de la sala
En agosto de 2018, Eduardo Bolsonaro dijo en una entrevista para el peri¨®dico Folha de S. Paulo: ¡°Siempre he aconsejado a mi padre que escogiera como vicepresidente a un tipo ¡®cuchillo en la calavera¡¯. Tiene que ser alguien con quien se lo piensen dos veces antes de pedir un impeachment¡±. Tras varios intentos fracasados, Jair Bolsonaro acab¨® eligiendo al general de la reserva Hamilton Mour?o para que fuera el vicepresidente de la lista que se alz¨® con la victoria. Cumpl¨ªa el requisito expuesto por el tercer hijo, el de proteger al presidente, desde la sombra de las Fuerzas Armadas.
Por un lado, un pa¨ªs que vivi¨® 21 a?os de dictadura militar, durante la cual centenas de personas fueron secuestradas, torturadas y asesinadas, deber¨ªa resistirse al regreso de un general al mando de la naci¨®n. Hasta entonces, los que defend¨ªan que volviera la dictadura militar formaban un grupo minoritario, medio alocado y siempre metido en los movimientos de la ¡°nueva derecha¡±, en la Avenida Paulista, el epicentro de las manifestaciones callejeras en Brasil. Por otro lado, el vicepresidente estar¨ªa en sinton¨ªa con los cuarteles para garantizar la presidencia, mucho m¨¢s que un capit¨¢n que lleg¨® a ser arrestado por indisciplina y que, en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas, se ha convertido en pol¨ªtico profesional. El vicepresidente ¡°cuchillo en la calavera¡± ser¨ªa un seguro contra impeachments para Bolsonaro.
Hoy, al final de un primer mes de gobierno con m¨¢s crisis que cualquiera de los anteriores, el ¡°mito¡± empieza a ser desmitificado por parte de los mit¨®manos que lo eligieron, ya recibe cr¨ªticas graves dentro de su partido y el descontento en el n¨²cleo duro del gobierno es perceptible. Mour?o, que hasta entonces se le conoc¨ªa por su lengua suelta y truculenta sobre sus cuatro estrellas en el pecho, se ha vuelto, por comparaci¨®n, un ejemplo de sensatez, diplomacia y buenos modales.
En Brasil, existe una expresi¨®n popular: ser la cabra que est¨¢ en la sala. Es f¨¢cil de entender. Si de repente hay una cabra en la sala, deja de importar incluso lo que antes molestaba bastante, pasa a ser hasta bueno. No se puede pensar en otra cosa que no sea sacar a la cabra. Bolsonaro se est¨¢ convirtiendo r¨¢pidamente en la cabra que hay en la sala. Y, s¨²bitamente, otros espec¨ªmenes se vuelven aceptables.
El general ¡°cuchillo en la calavera¡± recibe elogios de diplom¨¢ticos como el embajador de Alemania, que dice que ha tenido una conversaci¨®n ¡°excelente¡± con Mour?o, y le hace caranto?as a la prensa por el Twitter, la misma red social en la que la familia Bolsonaro ataca a los periodistas, algo que funcion¨® en la campa?a pero que muestra se?ales de agotamiento. Mour?o, el gentleman, tuite¨® el 23 de enero: ¡°Quiero agradecer la atenci¨®n prestada y felicitar por la dedicaci¨®n, el entusiasmo y el esp¨ªritu profesional a todos los periodistas que me reciben cuando llego y se despiden cuando dejo el anexo de la vicepresidencia. ?Buenos reportajes a todos!¡±.
Ser¨ªa bueno que Jair se acostumbrara, pero Jair no se acostumbra
Todo es una cuesti¨®n de referencia. Y, cuando la referencia es Bolsonaro, es f¨¢cil que un Mour?o de turno suene moderado. En caso de naufragio, cualquier tabla de madera se convierte en barco.
?Mour?o ha mejorado? No. ?Bolsonaro ha empeorado? No. Lo que pasa es que ahora Bolsonaro es presidente. Ser¨ªa bueno que Jair se acostumbrara, pero Jair no se acostumbra. A¨²n cree que est¨¢ haciendo campa?a y que seguir¨¢ ganando a base de gritar en las redes sociales.
La serie de tuits que public¨® tras saberse que el diputado federal electo Jean Wyllys, del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), dejar¨ªa el pa¨ªs por miedo a que lo maten es la expresi¨®n del comportamiento de Bolsonaro. Wyllys, el primer diputado declaradamente gay en asumir un esca?o en el Congreso, iniciar¨ªa en febrero su tercera legislatura. Como recib¨ªa amenazas de muerte todas las semanas, iba con escolta policial desde marzo de 2018, cuando a su compa?era de partido, la concejala de R¨ªo de Janeiro Marielle Franco, le reventaron la cabeza a tiros, un crimen que todav¨ªa sigue sin resolver e impune.
Entre las amenazas que recibi¨® el diputado, estaban las siguientes, seg¨²n difundi¨® el peri¨®dico O Globo: ¡°Te matar¨¦ con explosivos¡±, ¡°?te imaginas a tus familiares violados y decapitados?¡±, ¡°te romper¨¦ el cuello¡±, ¡°las c¨¢maras de seguridad que has puesto no servir¨¢n de nada¡±. Y esta: ¡°Vamos a secuestrar a tu madre, violarla, desmembrarla en varias partes que te mandaremos por correo a lo largo de los pr¨®ximos meses. Matarte ser¨ªa un regalo, ya que aliviar¨ªa tu existencia tan mediocre. Por eso agarraremos a tu madre, entonces sufrir¨¢s¡±.
Dos horas despu¨¦s de que saliera la noticia de que se iba de Brasil, Wyllys recibi¨® este mensaje: ¡°Tu deuda con nosotros est¨¢ saldada. Ya no vamos a perseguirte ni a ti ni a tu familia, como prometido. Incluso despu¨¦s de casi dos a?os, estamos aqu¨ª yendo a por ti y la polic¨ªa no puede hacer nada para pararnos¡±.
Bolsonaro ten¨ªa 45 minutos para hablar sobre Brasil, pero solo utiliz¨® seis: ¡°gran fracaso¡±, defini¨® uno de los principales peri¨®dicos del mundo
?Qu¨¦ deber¨ªa hacer el presidente de un pa¨ªs en el que un diputado se ve obligado a dejar su cargo para salvar la vida? Desde luego, no mandar una serie de tuits, que empieza con ¡°?Gran d¨ªa!¡± seguido de un pulgar levantado. Despu¨¦s, claro, Bolsonaro dijo que se refer¨ªa al haber cumplido su ¡°misi¨®n¡± en el Foro Econ¨®mico Mundial de Davos, en Suiza.
Tambi¨¦n a nivel escolar (bajo) estuvo su discurso en Davos. Ten¨ªa 45 minutos a su disposici¨®n para hablar sobre su proyecto para Brasil a un p¨²blico internacional cualificado e influyente. Solo utiliz¨® seis minutos y medio. Aparentemente, no ten¨ªa nada que decir. Ante el p¨²blico de Davos, su presentaci¨®n fue un ¡°big fail¡± (gran fracaso), como defini¨® el peri¨®dico estadounidense The Washington Post. En el p¨²lpito, el presidente de Brasil sonaba como un colegial mediocre que presenta un trabajo copiado de un compa?ero, porque no hab¨ªa ni convicci¨®n. Las frases no se conectaban unas con otras.
¡°Fiasco¡± fue la palabra que utiliz¨® una columnista del peri¨®dico franc¨¦s Le Monde, en Twitter, para definir la participaci¨®n del presidente de Brasil. Como si el bochorno fuera poco, Bolsonaro, el superministro de Econom¨ªa, Paulo Guedes, el superministro de Justicia, Sergio Moro, y el superdelirante canciller, Ernesto Ara¨²jo, no comparecieron a la rueda de prensa. Dieron tres explicaciones diferentes para la falta de respeto que desconcert¨® a los periodistas y a los organizadores del foro. Ninguna convenci¨®. Sin embargo, se sospecha que Bolsonaro tem¨ªa que le hicieran preguntas dif¨ªciles sobre el esc¨¢ndalo que ronda a su primog¨¦nito y que alcanza la cuenta bancaria de su mujer. Despu¨¦s de todo, los periodistas que cubr¨ªan Davos no eran sus mascotas.
Bolsonaro, como presidente, es lo que siempre ha sido, aquel t¨ªo que averg¨¹enza a todos en las fiestas, por ser zafio y corto. Nadie puede acusarlo de esconder su naturaleza. Siempre ha sido as¨ª. Pod¨ªa fingir que era un ¡°mito¡± mientras todo estaba a un nivel de hinchada de f¨²tbol. Sin embargo, en la presidencia de la Rep¨²blica, su figura se desplaza a otro lugar.
Ya no es Bolsonaro, el ¡°mito¡±; tampoco es Bolsonaro, el ¡°desto¡±. Es la presidencia de la Rep¨²blica, un lugar con m¨ªstica propia, ocupada por la mediocridad. Y la mediocridad es peligrosa. Los ojos de una parte del mundo, como en Davos, se dan cuenta y se horrorizan. ¡°Me da miedo¡±, dijo Robert Shiller, premio Nobel de Econom¨ªa y profesor de la Universidad de Yale, despu¨¦s de escucharlo. ¡°Brasil es un gran pa¨ªs. Se merece a alguien mejor.¡±
Algunos brasile?os que votaron a Bolsonaro por razones muy diversas, pero que no perdieron la capacidad de hacer sinapsis, ven ahora a Bolsonaro con ojos de fuera del gueto. El desplazamiento, de la tribuna al palacio presidencial, vuelve el globo ocular permeable. No es casualidad que Bolsonaro tampoco consiga dejar el discurso de candidato. No sabe c¨®mo ocupar el sitio de presidente. Tambi¨¦n ¨¦l acusa la dificultad del desplazamiento. Despu¨¦s de todo, no era un juego. Ya no basta echar bravatas. Del presidente, la gente quiere resultados para su vida cotidiana. Y no quieren ver que el mundo se r¨ªe a sus espaldas.
La divulgaci¨®n de la imagen de Bolsonaro almorzando en un restaurante de autoservicio en Davos fue un intento t¨ªpico de candidato en campa?a para que el pueblo se identificara con ¨¦l, pero la actuaci¨®n real del presidente electo ofusc¨® la maniobra. El mundo no grita ¡°?mito, mito!¡±. El mundo est¨¢ perplejo con el vac¨ªo de Bolsonaro, el mediocre, que lidera un pa¨ªs del tama?o de Brasil y que tiene la mayor parte de la selva amaz¨®nica en su territorio.
Bolsonaro ocupa el cargo, es un hecho, ya no hay nada que hacer. Se presenta ante el mundo y hace un discurso de colegial que estudia poco y no presta atenci¨®n en clase. Incluso quienes hicieron campa?a contra todo lo que representa quer¨ªan que en ese momento alg¨²n asesor hubiera hecho el trabajo para el que le pagan. Porque ahora se trata de Brasil. El bochorno de Bolsonaro es la verg¨¹enza de todos.
En este mundo en el que Bolsonaro es presidente de Brasil hay colegialas como la sueca Greta Thunberg, de 15 a?os, que a finales de agosto inici¨® una huelga por el clima. Dej¨® de ir a clase y se plant¨® ante el Parlamento, en Estocolmo, para protestar d¨ªa tras d¨ªa contra la incompetencia y la omisi¨®n de los pol¨ªticos ante la crisis clim¨¢tica. Desde entonces, Greta inspira a j¨®venes que realizan protestas estudiantiles en diferentes puntos del planeta.
Cuando la invitaron a la Cumbre del Clima, en Polonia, Greta, con sus dos trenzas enmarcando su rostro redondo, hizo un discurso que viraliz¨® por su inteligencia. Termin¨® dando el siguiente recado al p¨²blico s¨¦nior e ilustre: ¡°Hemos venido aqu¨ª a informar (a los l¨ªderes mundiales) que el cambio est¨¢ en curso, lo quieran o no. La gente se unir¨¢ a este desaf¨ªo. Y ya que nuestros l¨ªderes se comportan como ni?os, tendremos que asumir la responsabilidad que ellos deber¨ªan haber asumido hace mucho tiempo¡±.
Hombres como Paulo Guedes y Sergio Moro pueden sufrir un poco por tener que lucir su pecho de pavo de Navidad junto a Bolsonaro
Si Bolsonaro quiere comportarse como un colegial, que sea con el nivel de madurez de Greta. Es en ese mundo que Bolsonaro representa a Brasil. Un mundo que no tiene paciencia para un presidente sin nada que decir y para un canciller que afirma que el calentamiento global es un complot marxista. Como indica Greta, los problemas del mundo son demasiado grandes para que los adultos abdiquen de la madurez necesaria para una ¨¦poca de crisis clim¨¢tica, condenando a j¨®venes como ella a tener un futuro muy malo, o incluso ning¨²n futuro.
Es posible suponer que hombres con la vanidad de Paulo Guedes y Sergio Moro sufran un poco por tener que lucir su pecho de pavo de Navidad junto a Bolsonaro y su s¨¦quito en salones internacionales donde les gustar¨ªa brillar por su revestimiento intelectual. Pero si la cuesti¨®n fuera solo la mediocridad, se podr¨ªa tolerar.
El problema es que el primer mes de gobierno termina ¡ªy es solo el primer mes de gobierno¡ª con pruebas contundentes de que la familia Bolsonaro, y no solo el primog¨¦nito, Fl¨¢vio Bolsonaro, puede estar involucrada en corrupci¨®n. Y la corrupci¨®n fue la gran bandera que movi¨® a las masas en las protestas a favor del impeachment de Dilma Rousseff y en apoyo de la candidatura de Bolsonaro.
?C¨®mo se explican, entonces, los ingresos en la cuenta bancaria del primog¨¦nito por parte del ex polic¨ªa militar Fabricio Queiroz, exasesor, exch¨®fer y siempre amigo de Fl¨¢vio Bolsonaro? ?C¨®mo se explican los 24.000 reales (unos 6.500 d¨®lares) en la cuenta de la primera dama, Michelle Bolsonaro? ?C¨®mo se explica el enriquecimiento de Fl¨¢vio Bolsonaro, incompatible con su sueldo? ?C¨®mo se explica que Fl¨¢vio Bolsonaro haya pedido fuero al Supremo Tribunal Federal, y de momento se lo han concedido, gracias al incre¨ªble (en varios sentidos) magistrado Luiz Fux? ?C¨®mo se explica que todos los implicados hayan hecho de todo para no explicarse?
Bolsonaro no sabe por d¨®nde va. No sabe si debe comportarse como presidente de Brasil o como padre de un hijo mimado. Quiz¨¢s porque no se puede desenredar el ovillo. Como cuando dijo al peri¨®dico O Globo: ¡°No es justo perjudicar al chico, hacer lo que le est¨¢n haciendo, para intentar hacerme da?o. (...) A mi hijo, un fuerte abrazo. Tengo fe en Dios de que todo se aclarar¨¢, estoy seguro¡±.
El ¡°chico¡± tiene 37 a?os, es senador electo de la Rep¨²blica y fue diputado del estado de R¨ªo de Janeiro durante cuatro legislaturas. Adem¨¢s de enriquecerse r¨¢pidamente, el primog¨¦nito desarroll¨® el don divino de la omnipresencia, al conseguir la haza?a de estar en dos ciudades, dos estados, a la vez. Como revel¨® la BBC News Brasil, entre 2000 y 2002 trabaj¨® en Brasilia como asistente t¨¦cnico de gabinete del Partido Progresista Brasile?o, partido de Bolsonaro durante su tercera legislatura como diputado federal, un empleo de 40 horas semanales. A la vez, cursaba el grado de Derecho en la Universidad C?ndido Mendes y hac¨ªa pr¨¢cticas en el Turno de Oficio del estado de R¨ªo de Janeiro.
Aliados estrat¨¦gicos, como el MBL y Jana¨ªna Paschoal, empiezan a apartarse
Al preguntarle la periodista del The Washington Post Lally Weymouth sobre el esc¨¢ndalo en el que est¨¢ involucrado su hijo, por haber ¡°contratado a personas estrechamente relacionadas con miembros de bandas¡±, a Bolsonaro casi le dio un ataque: ¡°Este no es un asunto del Gobierno, ni de tu incumbencia, pero te voy a dar mi opini¨®n. El motivo es su apellido, Bolsonaro. Es el resultado de acusaciones pol¨ªticas a mi gobierno¡±. En este momento, incluso los bolsonaristas fieles empiezan a pensar que las sospechas que acechan al primog¨¦nito son, s¨ª, de la incumbencia de todos los brasile?os.
¡°No soy gur¨² de esta basura¡±, dice el gur¨²
Aliados estrat¨¦gicos tanto en el impeachment de Dilma Rousseff como en el apoyo a la campa?a de Bolsonaro empiezan a apartarse, como el Movimiento Brasil Libre (MBL), que solo se compromete con su propio proyecto de poder. Y como la diputada estatal Jana¨ªna Paschoal, una de las autoras del impeachment que derrib¨® a Rousseff, que se afili¨® al partido de Bolsonaro y sali¨® elegida por el estado de S?o Paulo con dos millones de votos. No hay sitio para tontos en este juego duro.
En una entrevista al peri¨®dico O Estado de S. Paulo, Jana¨ªna Paschoal afirm¨®: ¡°(Fl¨¢vio Bolsonaro) tiene todo el derecho a defenderse, a presentar todos los recursos, pero me parece complicado ver una reacci¨®n parecida a la que tuvo A¨¦cio (Neves) y a la que todav¨ªa tiene Lula¡±. Y, en otro fragmento: ¡°No puede haber secreto en la investigaci¨®n. Imaginemos que el senador haya hecho algo mal. Si hubiera salido a la luz antes de las elecciones, probablemente no hubiera resultado elegido¡±. Paschoal tambi¨¦n cont¨® que su padre le pregunt¨® si continuar¨ªa en el partido tras las denuncias. Est¨¢ estudiando la legislaci¨®n para saber si es posible dejar el partido sin perder el esca?o.
Incluso al gur¨² del gobierno de Bolsonaro, Olavo de Carvalho, le molesta que lo llamen gur¨² del gobierno de Bolsonaro. Cuando un grupo de parlamentarios del partido fue a China, grab¨® un video en el que dec¨ªa: ¡°?Y yo soy el gur¨² de esta basura? No soy gur¨² ninguna mierda¡±.
Un esc¨¢ndalo de corrupci¨®n en el primer mes de cualquier gobierno es un problema. Un esc¨¢ndalo de corrupci¨®n en el primer mes de un gobierno que asent¨® su plataforma en el discurso f¨¢cil de la anticorrupci¨®n es una pesadilla. Las sospechas, sin embargo, van mucho m¨¢s all¨¢ de la corrupci¨®n. Alcanzan relaciones m¨¢s peligrosas. Y no con un crimen cualquiera, sino con un crimen de repercusi¨®n internacional: el asesinato de Marielle Franco, una concejala negra, lesbiana y criada en una favela, que ocurri¨® hace casi 11 meses y la polic¨ªa no ha terminado todav¨ªa la investigaci¨®n. Al final de 2018, las autoridades responsables llegaron al fondo de un pozo sin fondo: intentaban desvendar por qu¨¦ no consegu¨ªan desvendar el crimen. Hoy, finalmente, la investigaci¨®n empieza a avanzar. Y se acerca mucho a la familia del presidente.
Fl¨¢vio Bolsonaro puede estar relacionado con la milicia Escrit¨®rio do Crime (Oficina del Crimen), principal sospechosa del asesinato de la concejala Marielle Franco (PSOL) y del ch¨®fer Anderson Gomes. La madre y la mujer del excapit¨¢n de la Polic¨ªa Militar Adriano da N¨®brega, uno de los l¨ªderes de la milicia y actualmente pr¨®fugo, trabajaban en su gabinete. Como diputado estatal, Fl¨¢vio concedi¨® a N¨®brega la medalla Tiradentes, el mayor honor de la Asamblea Legislativa de R¨ªo de Janeiro. En esa ¨¦poca, el entonces polic¨ªa militar estaba en la c¨¢rcel por uno de los homicidios que se le atribuyen.
Dos raseros: el hijo de 37 a?os, que puede estar relacionado con milicias y corrupci¨®n, es un ¡°chico¡±; pero para los chicos de los pobres hay que reducir inmediatamente la mayor¨ªa de edad penal
Las milicias de R¨ªo son organizaciones criminales formadas mayoritariamente por agentes del Estado relacionados con las fuerzas de seguridad, como polic¨ªas civiles y militares, bomberos, guardias penitenciarios e integrantes del Ej¨¦rcito. Los varios episodios en que Fl¨¢vio Bolsonaro apoy¨® y protegi¨® a estos criminales que extorsionan y aterrorizan a los barrios pobres, y matan por encargo, ahora se recuerdan. Las conexiones se vuelven m¨¢s expl¨ªcitas a la luz de los nuevos hechos.
El presidente que, al ser investido, liber¨® la posesi¨®n de armas de fuego en un pa¨ªs con casi 64.000 asesinatos al a?o tiene un hijo que se relaciona con las milicias que producen cr¨ªmenes. Es interesante observar la diferencia de raseros: el hijo de 37 a?os, senador electo, ser¨ªa un ¡°chico¡± v¨ªctima de una campa?a difamatoria para perjudicar a su gobierno, en la versi¨®n del presidente de Brasil. Pero para los hijos de los otros, la mayor¨ªa negros y pobres, los que de hecho son chicos, el grupo de Bolsonaro defiende que se los encarcele. O que se les aplique la pena de muerte. Para su propio hijo, que se aumente la mayor¨ªa de edad penal a, vamos a poner, 40 a?os. Para los hijos de los otros, que se reduzca la mayor¨ªa de edad penal.
Queiroz es una bomba de relojer¨ªa justo en medio de la mesa con pan con leche condensada y vasos de pl¨¢stico de la familia Bolsonaro, aquella que apost¨® en el marketing del ¡°gente como nosotros¡± en la campa?a electoral. Pero ?qui¨¦n quiere ser ahora como ellos?
Solo durante el primer mes de gobierno, la familia Bolsonaro es sospechosa de estar implicada en corrupci¨®n y de tener relaci¨®n con la milicia que puede haber asesinado a una de las concejalas m¨¢s activas de izquierda de la nueva generaci¨®n de parlamentarios. ?Qu¨¦ suceder¨¢ en los pr¨®ximos meses o los pr¨®ximos cuatro a?os? La pregunta no solo acecha a los opositores, empieza a quitarles el sue?o a los aliados.
Sergio Moro puede que se est¨¦ preguntando c¨®mo lo har¨¢ para no mancharse la capa en las cloacas de los Bolsonaro
Puede no ser un problema para Paulo Guedes, ya que los llamados ¡°Chicago Boys¡± no tuvieron dilemas morales o ¨¦ticos para dirigir la econom¨ªa en la dictadura de Augusto Pinochet, entre 1973 y 1990, en Chile. Implantaron un programa extremista neoliberal que solo pod¨ªa existir en un r¨¦gimen de excepci¨®n, que no tiene que convencer a la sociedad o negociar con ella, solo imponer medidas por v¨ªa autoritaria.
Sin embargo, puede ser un problema para Sergio Moro, que anhela pasar a la historia como el h¨¦roe anticorrupci¨®n, el superjuez de la Operaci¨®n Lava Jato que ¡°limpi¨®¡± Brasil. Sergio Moro puede que se est¨¦ preguntando c¨®mo lo har¨¢ para no mancharse la capa en las cloacas de los Bolsonaro. Ya no era f¨¢cil convivir con ministros que ven a Jes¨²s en un guayabo y acusan a la izquierda de criminalizar el aire acondicionado. Pero el dedo de Queiroz en la cuenta bancaria de la primera dama es de otra envergadura.
Cuando Bolsonaro se destac¨® como posible ganador de las pasadas elecciones, diferentes ¨¦lites se acercaron a ¨¦l con la certeza de que podr¨ªan usar su popularidad para llegar al poder, o para mantenerlo. Algunos sectores del Ej¨¦rcito sab¨ªan que era un capit¨¢n que no respetaba la jerarqu¨ªa, un subordinado que ya hab¨ªa demostrado que no pod¨ªa control¨¢rsele, lo que determin¨® no solo que dejara las Fuerzas Armadas sino tambi¨¦n que iniciara una carrera de casi tres d¨¦cadas como diputado buf¨®n. Aun as¨ª, decidieron arriesgarse.
?Se equivocaron? Depende del punto de vista y de los objetivos. La operaci¨®n que llev¨® al poder a un capit¨¢n de la reserva notable por su falta de preparaci¨®n, pero muy popular, es brillante. Bolsonaro no representaba a las Fuerzas Armadas. Lo que pod¨ªa representar, con casi 30 a?os en el bajo clero del Congreso, es el bajo clero del Congreso. Pero Bolsonaro utiliz¨® al Ej¨¦rcito y el Ej¨¦rcito lo utiliz¨®.
Al apoyar la elecci¨®n de Bolsonaro, los generales consiguieron una haza?a como estrategas pol¨ªticos
El tercer hijo, Eduardo Bolsonaro, no estaba totalmente equivocado al decir que su padre estar¨ªa fuera del alcance de un impeachment si tuviera a un general como vicepresidente. Reconoc¨ªa el trauma que dej¨® la dictadura y, a la vez, utilizaba ese mismo trauma a favor de la familia. Aparentemente, ser¨ªa muy dif¨ªcil que un general saliera elegido por el voto en un pa¨ªs que sufri¨® 21 a?os de r¨¦gimen de excepci¨®n comandado por una secuencia de generales. Aparentemente, ser¨ªa dif¨ªcil que los brasile?os dejaran que un vicepresidente que tambi¨¦n es un general pasara a ocupar el puesto m¨¢ximo de la Rep¨²blica. Aparentemente, Mour?o utilizar¨ªa su proximidad con las Fuerzas Armadas para proteger el mandato de ambos.
Al apoyar la elecci¨®n de Bolsonaro, los generales en activo y de la reserva consiguieron una haza?a como estrategas pol¨ªticos. La composici¨®n del gobierno de Bolsonaro es compleja. Pero, de todo lo que es, es un gobierno militarizado: el vicepresidente es un general de la reserva, el portavoz es un general en activo y siete ministros ¡ªun tercio del ministerio¡ª son militares. Como escribi¨® el periodista Rubens Valente en un reportaje de Folha de S. Paulo del 20 de enero, ya son m¨¢s de 45 los militares nombrados o a punto de ser nombrados en 21 ¨¢reas del gobierno, ¡°desde la asesor¨ªa de la presidencia de la Caixa Econ?mica hasta el gabinete del Ministerio de Educaci¨®n; desde la direcci¨®n general de la hidroel¨¦ctrica Itaipu hasta la presidencia del consejo de administraci¨®n de Petrobras¡±.
Las Fuerzas Armadas deben a Bolsonaro el regreso de los militares al poder en la democracia
El n¨²mero de militares en el gobierno crece d¨ªa tras d¨ªa. Es un gran poder no solo de influencia, sino tambi¨¦n de acci¨®n, con ¡°una fuerza econ¨®mica que sobrepasa los cientos de miles de millones de reales¡±. ?Qu¨¦ falta para ser un gobierno militar? Esta pregunta no tiene una respuesta f¨¢cil, pero la respuesta se est¨¢ construyendo.
Las Fuerzas Armadas, y especialmente el Ej¨¦rcito, consumaron la proeza de volver al poder en la democracia. Se lo deben a Bolsonaro. El entonces diputado, con su estridencia e histrionismo, prest¨® varios servicios al cuerpo castrense. Brasil no se ha enfrentado a su pasado. Los secuestradores, torturadores y asesinos al servicio del Estado durante la dictadura militar (1964-1985) nunca recibieron ning¨²n castigo, a diferencia de lo que se hizo de manera ejemplar en pa¨ªses vecinos, como Argentina y Chile. La operaci¨®n de borrar la memoria tuvo un coste alto para Brasil y es uno de los principales factores que han llevado al pa¨ªs a la situaci¨®n actual, como ya he escrito en este espacio en m¨¢s de una ocasi¨®n.
Incluso el t¨ªmido esfuerzo que se hizo, durante el gobierno de Dilma Rousseff, para aclarar los cr¨ªmenes del per¨ªodo de excepci¨®n, molest¨® a la c¨²pula militar. Todav¨ªa hoy hay m¨¢s de 200 personas siguen desaparecidas. Sus familias est¨¢n condenadas a vivir sin poder enterrar a sus muertos y hacer el luto. Aun as¨ª, los generales detestaron la Comisi¨®n Nacional de la Verdad, que se?al¨® a m¨¢s de 300 agentes del Estado implicados en secuestros, torturas y asesinatos. Y vieron con mucha preocupaci¨®n las presiones de varios actores de la sociedad civil para que el Supremo Tribunal Federal revisara la Ley de Amnist¨ªa.
Al homenajear al coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, uno de los m¨¢s s¨¢dicos torturadores y asesinos de la dictadura, durante su voto a favor del impeachment de Dilma Rousseff, Jair Bolsonaro prest¨® un gran servicio a la revisi¨®n hist¨®rica que una parte de los militares de alto rango tanto desean. Ten¨ªa que ser alguien que estuviera fuera de control quien rindiera homenaje a un torturador en el impeachment de una presidenta que fue torturada por el r¨¦gimen de excepci¨®n, para, as¨ª, romper la barrera de lo que los ultraderechistas llaman de manera err¨®nea ¡°pol¨ªticamente correcto¡±. El descontrol que llev¨® a Bolsonaro a dejar las Fuerzas Armadas e iniciar la carrera pol¨ªtica se hab¨ªa convertido, en este nuevo momento del pa¨ªs, en algo ¨²til para algunos pechos estrellados. Siempre se necesita a un fanfarr¨®n sin escr¨²pulos para que los moderados puedan seguir puliendo sus espadas.
La elecci¨®n de Bolsonaro signific¨® la oportunidad de cambiar la historia. Y una parte de los militares de alto rango anhela cambiar la historia. O evitar que finalmente se rindan cuentas.
Mour?o, reci¨¦n convertido al evangelio de la moderaci¨®n, ocupa hoy el ¨²nico cargo en el que Bolsonaro no lo puede despedir
En 2017, el actual vicepresidente, Hamilton Mour?o, defendi¨® un golpe militar en el caso de que el poder judicial no castigara a los corruptos: o los jueces castigaban a los corruptos del pa¨ªs ¡°o tendremos (el Ej¨¦rcito) que imponerlo¡±. Antes, en 2015, ya hab¨ªa perdido el prestigioso mando de las fuerzas militares del sur por ser ligero de lengua, al afirmar en una conferencia que la sustituci¨®n de la presidenta Dilma Rousseff tendr¨ªa la ventaja de poder ¡°deshacerse de la incompetencia, la mala gesti¨®n y la corrupci¨®n¡±. A principios de 2018, Mour?o entr¨® en la reserva.?
Miren d¨®nde est¨¢ ahora: en el ¨²nico cargo en el Bolsonaro no lo puede despedir, porque tambi¨¦n fue electo. Mour?o, que afirm¨® a la emisora Globo News que admit¨ªa el ¡°autogolpe¡± con ¡°el uso de las Fuerzas Armadas¡± en caso de ¡°anarqu¨ªa¡±. Mour?o, que defendi¨® una constituyente sin participaci¨®n popular, compuesta por una ¡°comisi¨®n de notables¡±. Mour?o, que llam¨® a los africanos ¡°golfos¡± y a los ind¨ªgenas, ¡°indolentes¡±. Mour?o, que dijo que las familias lideradas solo por madres y abuelas en los barrios pobres eran ¡°una f¨¢brica de desajustados¡±. Mour?o, que dijo que la decimotercera paga de los trabajadores es una lacra t¨ªpica brasile?a. Mour?o, que tambi¨¦n admira al torturador Ustra y justific¨® sus actos criminales con la siguiente frase: ¡°Los h¨¦roes matan¡±.
Este hombre se ha destacado en el primer mes de gobierno como Mour?o, el moderado. O Mour?o, el sensato. O incluso Mour?o, el gentil. No solo porque Bolsonaro se est¨¢ convirtiendo r¨¢pidamente en una cabra que apesta cada vez m¨¢s en una sala que es demasiado estrecha para la cantidad de uniformes y estrellas en el pecho, sino tambi¨¦n porque Mour?o se ha esforzado bastante para poder convencer a Brasil de la autenticidad de su nuevo papel.
Incluso el esc¨¢ndalo de la promoci¨®n de su hijo, a quien de un plumazo le subieron el sueldo de 14.000 a 36.500 reales (de 3.800 a 10.000 d¨®lares), perdi¨® fuerza ante las sospechas que pesan sobre el hijo del presidente. A fin de cuentas, en esta disputa sin gloria, ?qu¨¦ es el ascenso de un funcionario del Banco de Brasil comparado con la sospecha de corrupci¨®n e implicaci¨®n con las milicias? Este es el tipo de elecci¨®n que Brasil ha tenido que hacer en el primer mes de gobierno.
No es de hoy que Mour?o desautoriza a Bolsonaro y lo trata como el chico que parece ser. Como cuando le dijo a la periodista M?nica Bergamo, en el peri¨®dico Folha de S. Paulo: ¡°No podemos descuidar nuestra relaci¨®n con China (...). Eso (la declaraci¨®n de que China intenta comprar Brasil) es m¨¢s una ret¨®rica de campa?a, ?sabes? Con las redes sociales, fluye mucha cosa y no es la realidad. Pelearse con China no es una buena idea, ?no?¡±. O: ¡°No hay duda de que existe el calentamiento global, no creo que sea una trama marxista¡±.
Mientras sonr¨ªe y dice monadas, Mour?o acaba, en la pr¨¢ctica, con la Ley de Acceso a la Informaci¨®n
El pasado lunes (28/01), se encontr¨® con el embajador de Palestina y puso en duda la varias veces anunciada transferencia de la embajada de Israel, de Tel Aviv a Jerusal¨¦n, una promesa de Bolsonaro a los evang¨¦licos neopentecostales que ven la ciudad como el futuro escenario del Armaged¨®n. ¡°El Estado brasile?o, de momento, no piensa en ning¨²n cambio de embajada¡±, afirm¨® el d¨ªa en que Bolsonaro pas¨® por tercera vez por quir¨®fano tras el atentado que sufri¨® durante la campa?a electoral.
Mientras sonr¨ªe a embajadores y empresarios y env¨ªa recados amistosos a la prensa por el Twitter, Mour?o dice bastante sobre lo que de hecho representa. Al asumir la presidencia del pa¨ªs cuando Bolsonaro estaba en Davos, acab¨® en la pr¨¢ctica con la Ley de Acceso a la Informaci¨®n, promulgada por Dilma Rousseff, una conquista de la sociedad y de la democracia a favor de la transparencia. El decreto de Mour?o ampl¨ªa ¡ªy mucho¡ª el n¨²mero de personas que pueden clasificar documentos del Gobierno como ultrasecretos, lo que los vuelve inaccesibles durante 25 a?os, prorrogables a otros 25. Ahora, incluso una parte de los cargos de confianza pueden evitar que la poblaci¨®n tenga conocimiento de los actos del Gobierno. Es la acci¨®n m¨¢s contundente de censura, y estamos solo en el primer mes. Es tambi¨¦n un plumazo compatible con un r¨¦gimen de excepci¨®n.
Ante el anuncio de Jean Wyllys de que no asumir¨ªa el cargo para el que fue elegido y dejar¨ªa el pa¨ªs para que no lo mataran, Mour?o son¨® m¨¢s moderado en la prensa. ?Pero comparado con qui¨¦n? Con el presidente que hace chiquilladas en Twitter.
La declaraci¨®n m¨¢s valorada de Mour?o fue: ¡°Quien amenaza a un parlamentario comete un crimen contra la democracia. Una de las cosas m¨¢s importantes que uno tiene es su opini¨®n y la libertad para expresarla. Los parlamentares han sido elegidos por el voto, representan a los ciudadanos que los han votado. Independientemente de que te gusten o no sus ideas, hay que escucharlas. Si te gustan, aplaude; si no, paciencia¡±.
La declaraci¨®n que pide m¨¢s atenci¨®n es: ¡°Tenemos que esperar para ver qu¨¦ amenazas son esas, porque habl¨® de forma gen¨¦rica. Si est¨¢ amenazado, tiene que decir por qui¨¦n y c¨®mo. No estoy en los zapatos de Jean Wyllys. ?l sabr¨¢ en qu¨¦ l¨ªos anda metido¡±.
Primero: quien tiene que investigar y descubrir a los culpables es la Polic¨ªa Federal. Segundo: no hay nada de ¡°gen¨¦rico¡± en las denuncias realizadas por Jean Wyllys y que generaron una medida cautelar de la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos de la Organizaci¨®n de los Estados Americanos, que determina que el Estado brasile?o garantice la protecci¨®n del diputado y de su familia. Las amenazas de muerte contra el diputado no son gen¨¦ricas, tanto que el Ministerio de Justicia de Sergio Moro se apresur¨® a decir que la Polic¨ªa Federal estaba investigando y que ya hab¨ªa arrestado a por lo menos uno de los responsables. Tercero: la frase ¡°¨¦l sabr¨¢ en qu¨¦ l¨ªos anda metido¡± claramente busca culpabilizar a la v¨ªctima. Una amenaza de muerte no es ¡°un l¨ªo¡±. Es una amenaza de muerte, es un crimen.
Mour?o se ha moderado, pero todav¨ªa sufre incontinencia verbal. A fin de cuentas, no se pueden cambiar de golpe los h¨¢bitos de una vida entera. El vicepresidente que ya ha asumido dos veces la presidencia en el primer mes de gobierno es como el escorpi¨®n de la f¨¢bula: casi llega al otro margen del r¨ªo, pero no puede evitar picar a la rana que lo transporta. Un problema, posiblemente, para el grupo de generales en el poder.
De momento, sin embargo, Mour?o encarna al adulto en la sala. Es el padre del chico. Que, a su vez, es el padre de otro chico, el amigo y exjefe de Queiroz. Este, a su vez, no es un chico, sino la primera sombra del gobierno de Bolsonaro. Y qu¨¦ sombra.
Al ser aficionados, el clan Bolsonaro crey¨® demasiado temprano que hab¨ªa enterrado a la prensa
Cualquier declaraci¨®n de Mour?o suena mejor que los emoticones de Bolsonaro. La operaci¨®n mental que caracteriza la desesperaci¨®n hace que incluso los m¨¢s esc¨¦pticos se agarren a cualquier promesa de equilibrio. Bolsonaro ha hecho que una parte cada vez mayor de brasile?os se sientan muy inseguros. Incluso quien lo vot¨® y sigue pele¨¢ndose por ¨¦l en las redes sociales, con la elegancia habitual, sabe que no tiene sentido. Ya ha sido elegido. El problema ahora es que gobierna.
Entre los errores del clan Bolsonaro y de su entorno est¨¢ el de creer que la prensa est¨¢ muerta. No es tan f¨¢cil. Las redes sociales y plataformas de internet tienen poder, especialmente cuando se incumplen las reglas electorales con el WhatsApp, pero la televisi¨®n todav¨ªa es el principal veh¨ªculo de informaci¨®n de la poblaci¨®n de Brasil. Una parte de la prensa brasile?a est¨¢ haciendo periodismo como hac¨ªa tiempo que no se ve¨ªa. Es una pena que no haya sido siempre as¨ª.
Todos ganan cuando la prensa hace bien su trabajo. Hay que seguir prestando atenci¨®n al juego duro que se hace arriba, en el piso de los due?os del poder. Se ha vuelto dif¨ªcil tragar a Bolsonaro, porque se ha enfrentado directamente a parte de las familias propietarias de grandes medios de comunicaci¨®n. Pero eso siempre puede cambiar. Sin embargo, tiene en contra que es imprevisible, ya que suele cambiar de idea y no cumplir los acuerdos. Por otro lado, estos propietarios cultivan buenas relaciones, que jam¨¢s han perdido, con la c¨²pula militar. Los d¨ªas venideros nos mostrar¨¢n qui¨¦n hace buen periodismo siempre, no seg¨²n convenga.
Mantener a Bolsonaro en la presidencia y como fachada, pero bajo control, puede resultar imposible si se investigan a fondo las conexiones familiares con la corrupci¨®n y las milicias
Cuando hizo su vaticinio, el tercer hijo no pod¨ªa saber qu¨¦ efecto tendr¨ªa Bolsonaro en el poder. Hecho a imagen y semejanza de su padre, el hijo se mira en el espejo y tambi¨¦n se cree el no va m¨¢s. Solo circula por las burbujas de las redes sociales y todos le dicen que su familia es incre¨ªble. La realidad muestra que, ante un Bolsonaro amenazado por el esc¨¢ndalo de corrupci¨®n y por su relaci¨®n con la milicia sospechosa de asesinar a Marielle Franco, el vicepresidente ¡°cuchillo en la calavera¡± puede asustar menos. Mucho menos. El vicepresidente ¡°cuchillo en la calavera¡± se est¨¢ volviendo una referencia de autoridad, confianza y equilibrio, objetivo claro de todos los movimientos de Mour?o en un juego que el clan Bolsonaro tiene la ilusi¨®n de dominar, pero del que solo conoce media docena de estrategias.
El Bolsonaro fanfarr¨®n se puede tolerar. Algunos de los grupos que apoyan su gobierno creyeron, en mi opini¨®n con exceso de optimismo, que podr¨ªan manipular y controlar el cabeza de lista. Pero el Bolsonaro que puede estar implicado en corrupci¨®n y que tiene un hijo relacionado con las milicias asesinas de R¨ªo de Janeiro es mucho m¨¢s complicado. Empieza a ser bochornoso e imposible de justificar. Seg¨²n evolucionen los hechos, el olor a podrido podr¨ªa amenazar el proyecto de poder. Ya no se puede volver atr¨¢s: los militares se metieron de cabeza y avalaron el actual gobierno.
?Qu¨¦ hacer, entonces, con el Bolsonaro que llega al final de su primer mes con una popularidad que empieza a deshincharse? El plan de algunos, mantenerlo en la presidencia y como fachada ¡ªal fin y al cabo, es el ¡°mito¡±¡ª, pero bajo control, puede dejar de ser una alternativa viable si las investigaciones descubren m¨¢s esqueletos en el armario de los Bolsonaro. Seg¨²n avance la investigaci¨®n tanto de corrupci¨®n como del asesinato de Marielle Franco, el impeachment puede ser inevitable, como ya han indicado algunos articulistas. Pero ser¨ªa demasiado traum¨¢tico y muchos intentar¨¢n evitar la segunda destituci¨®n seguida de un presidente electo, la tercera desde la redemocratizaci¨®n. Hay otras posibilidades, entre ellas el cese por problemas de salud, por ejemplo. Todo depende de lo que revelen las investigaciones en las pr¨®ximas semanas y meses.
Bolsonaro ya ha sentido en el pescuezo el aliento de Mour?o, tanto que ha decidido trabajar, por lo menos oficialmente, desde la cama del hospital donde se recupera de una operaci¨®n. Despu¨¦s de todo, en poco m¨¢s de tres d¨¦cadas Brasil ya ha tenido a tres vicepresidentes al mando: uno por muerte del titular y los otros dos por impeachment. Incluso Olavo de Carvalho, el gur¨² de Bolsonaro, est¨¢ nervioso. Hizo un v¨ªdeo en el que vapulea a Mour?o. Sin su adorador, el gur¨² pierde el prestigio reci¨¦n adquirido. Los bochornosos ministros que recomend¨® ¡ªy consigui¨® que nombraran¡ª tambi¨¦n pueden convertirse en cosa del pasado.
El futuro pr¨®ximo del gobierno depende en gran medida del desarrollo de la econom¨ªa. Los brasile?os ya han comprobado que pueden convivir con cualquier cosa si su vida cotidiana mejora o si sienten que sacan algo a cambio. Las diversas victorias de Paulo Maluf, un pol¨ªtico que se convirti¨® en sin¨®nimo de corrupci¨®n, en el mayor colegio electoral del pa¨ªs, est¨¢n ah¨ª para que nadie se olvide.
?Qu¨¦ quieren los militares? Muchas cosas. Quiz¨¢ lo que m¨¢s quieran sea cambiar el pasado y reescribir su papel en la historia de Brasil, como ya ha quedado claro. Creo que tambi¨¦n quieren escribir un futuro que redima la imagen que desean borrar a toda costa. Ya empiezan a aparecer como h¨¦roes, como dep¨®sito de confianza en un gobierno poblado de delirantes, en el sentido estricto de la palabra, y/o de oportunistas.
No es aconsejable intentar prever el futuro, solo se pueden leer las se?ales del presente. El hecho m¨¢s revelador del primer mes del gobierno militarizado de ultraderecha es: el parlamentario que escupi¨® a Bolsonaro cuando homenaje¨® a Ustra, un torturador de la dictadura que llevaba a ni?os peque?os a ver a sus padres torturados, ha sido obligado a irse de Brasil para que no lo asesinaran.
(Vuelvo a la columna en marzo.)
Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes ¨C o Avesso da Lenda, A Vida Que Ningu¨¦m v¨º, O Olho da Rua, A Menina Quebrada, Meus Desacontecimentos, y de la novela Uma Duas. Sitio web: desacontecimentos.com. E-mail: elianebrum.coluna@gmail.com. Twitter: @brumelianebrum/ Facebook: @brumelianebrum
Traducci¨®n de Meritxell Almarza
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