Dome?ando a los jueces
El mundo ha evolucionado, s¨ª. En general lo ha hecho en un sentido democr¨¢tico, pero hoy el autoritarismo es el 'mood' de estos tiempos

Lo vimos en Per¨² cuando luego del ¡°autogolpe¡± cuando el r¨¦gimen ech¨® mano de centenares de expedientes judiciales y se fij¨® el objetivo de controlar a la justicia. En estos tiempos -y en diferentes rincones del planeta- se repite este ingrediente central en el ADN autoritario.
As¨ª, los pasos m¨¢s visibles del proyecto autoritario en curso en pa¨ªses como Polonia, no han clausurado el parlamento o intervenido canales de televisi¨®n, sino que maniatado al tribunal constitucional o a la corte suprema. Y as¨ª, conseguir r¨¢pido el objetivo de librarse de inc¨®modos controles que pudieran frenar el poder absoluto o actuar ante posibles hechos de corrupci¨®n.
En los tiempos que corren, estos prop¨®sitos fagocitantes de la independencia judicial tienen, en esencia, tres rasgos fundamentales.
De un lado, tendencias antidemocr¨¢ticas que no van en la l¨ªnea del ¡°fin de la historia¡±. De aquella en la que, luego de la ca¨ªda del muro, el mundo marchar¨ªa linealmente en la perspectiva de la democracia representativa. El mundo ha evolucionado, s¨ª. En general lo ha hecho en un sentido democr¨¢tico, pero hoy las tendencias generales en diferentes regiones van en otra direcci¨®n, no en la expansi¨®n y desarrollo de valores e instituciones democr¨¢ticas.
Por el contrario, el autoritarismo es el mood de estos tiempos. Desde la Filipinas de Duterte, la Nigeria del siempre reelecto Muhammadu Buhari, pasando por la Rusia de Putin y sin olvidar a Polonia con Jaros?aw Kaczy¨½ski, el poder detr¨¢s del trono. La misma m¨²sica. Y, last but not least, el r¨¦gimen de Maduro que ha impuesto un control pol¨ªtico total sobre el Tribunal Supremo y el sistema judicial (90% de jueces son ¡°provisionales¡±), la Fiscal¨ªa (100% de fiscales son provisionales) y el Defensor del Pueblo (que en las calles conocen como el ¡°defensor del puesto¡±).
Es el momento, pues, no del ¡°fin de la historia¡± sino el de la recreaci¨®n de ¡°la misma historia¡± con impunes chauvinismos ultranacionalistas y la construcci¨®n en diferentes pa¨ªses, no solo de muros, sino de estructuras autoritarias en las que la separaci¨®n de poderes colapsa. En fin, una ¡°temperatura¡± pol¨ªtica que hace que fructifiquen proyectos pol¨ªticos que tienen en com¨²n el atropello a la independencia judicial en todos los rincones del globo. Quedan atr¨¢s los sue?os de una evoluci¨®n democr¨¢tica, lineal y ascendente.
Segundo: este control a la justicia busca atajar no solo contrapesos generales al poder pol¨ªtico, sino, espec¨ªficamente, generar una din¨¢mica que facilite la corrupci¨®n y garantice la impunidad en caso a alguien se le ocurra investigar a alguien en el poder. Ello lleva a decisiones pol¨ªticas que apuntan a digitar desde el poder la composici¨®n de cortes o ministerios p¨²blicos o a la modificaci¨®n de procedimientos. Por ejemplo, con el ¡°noble¡± prop¨®sito¡± de la celeridad judicial, acortar exageradamente los plazos legales para investigaciones sobre casos complejos de corrupci¨®n como se viene pretendiendo hacer, por ejemplo, en Rumania.
Tercero, ya no son solo gobernantes ¨¢vidos de poder absoluto quienes amenazan la independencia judicial. Tienden a gravitar a¨²n m¨¢s las estructuras de crimen organizado y de corrupci¨®n buscando premunirse de impunidad y garant¨ªas para seguir operando sin dificultades. Es el caso del Per¨² en donde la independencia judicial no fue mellada en tiempos recientes por el poder pol¨ªtico sino por el crimen organizado como ocurri¨® con los llamados ¡°cuellos blancos del puerto¡± y su articulaci¨®n con redes criminales.
Pero hoy la autopercepci¨®n de derechos por la sociedad se ha afianzado; su capacidad de reacci¨®n y movilizaci¨®n se convierte en un poderoso factor para frenar esos apetitos de impunidad. No hay aqu¨ª ning¨²n ¡°fin de la historia¡±, se trata, m¨¢s bien, de otra historia.
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