La lucha contra el olvido de las purgas estalinistas
Cientos de personas buscan saber qu¨¦ ocurri¨® a sus allegados condenados durante la dictadura de Stalin. Las autoridades rusas sellan el acceso al archivo del precursor del KGB
En casa de George Shajet su abuelo era innombrable. Un secreto peligroso y aterrador. A¨²n hoy, a este actor ruso de 73 a?os, de rostro alargado y mirada triste, le cuesta pronunciar su nombre. ¡°Pavel Zabotin, ingeniero¡±, dice muy serio. Hace solo un par de a?os constat¨® lo que siempre, en lo m¨¢s profundo, hab¨ªa sospechado. Su abuelo hab¨ªa sido declarado ¡°enemigo del pueblo¡±. Sentenciado y ejecutado a tiros en 1934 por orden de la llamada Troika Especial, la comisi¨®n extrajudicial de la NKVD (el comisariado del Pueblo para los Asuntos Internos de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, predecesor del KGB). Ten¨ªa 45 a?os. Desde que lo supo, Shajet investiga su caso. Busca llenar esos enormes agujeros de la historia familiar. ¡°Necesito saber. Y rehabilitar su memoria¡±, recalca.
Poco a poco, Shajet despliega sobre la mesa de un nebuloso caf¨¦ de Mosc¨² lo que le queda de su abuelo Pavel. Un par de retratos fotogr¨¢ficos de ¨¦poca que le muestran como un hombre serio, de rostro redondeado y bigote. La instant¨¢nea de una reuni¨®n familiar. Una tarjeta de visita. Es todo. Tras hallar el nombre del ingeniero represaliado en los densos archivos de Memorial, una organizaci¨®n de derechos humanos que trata de mantener la memoria hist¨®rica de los cr¨ªmenes del estalinismo, Shajet reclam¨® informaci¨®n a todas las instituciones oficiales. Sin ¨¦xito. Ahora, sus esperanzas se van apagando. Hace solo un par de semanas, varios tribunales rusos ampararon el derecho al Servicio Especial de Seguridad (FSB) --que custodia los documentos del NKVD--, a negar el acceso a los archivos. Y determinaron sellarlos.
En esos documentos est¨¢n los nombres de los verdugos de Pavel Zabotin. Y de quienes condenaron a un gulag al abuelo de Sergu¨¦i Prudovski, cuya petici¨®n al FSB ha desencadenado uno de los varapalos judiciales. El acceso a esos documentos, ¡°podr¨ªa perjudicar tanto a los familiares vivos de los funcionarios que firmaron los protocolos como a la evaluaci¨®n objetiva del periodo hist¨®rico 1937-1938¡±, seg¨²n la asesora legal principal del FSB, Yelena Zimatkina. Es decir, los a?os de la Gran Purga, conocidos en la Rusia moderna como el Gran Terror (o el 37); cuando las oleadas represivas del estalinismo alcanzaron su apogeo.
M¨¢s de un mill¨®n de personas fueron fusiladas. Cuatro millones, enviados a campos de trabajo. Cerca de 6,5 millones, deportados durante las purgas de la dictadura de Josef Stalin (1878-1953). Socialistas, anarquistas, miembros del Partido Comunista Sovi¨¦tico, opositores, cualquiera que diera muestras de ser ¡°enemigo del pueblo¡±.
¡°En total son cerca de 12 millones de personas que deber¨ªan ser rehabilitados¡±, se?ala Yan Rachinski, director de Memorial. En su despacho se acumulan varias cajas, que son solo una peque?a parte de la enorme base documental que la organizaci¨®n ha ido recopilando a lo largo de los a?os. Para muchos, la ¨²nica posibilidad de conocer el pasado. La ley obliga a desclasificar los documentos que tienen m¨¢s de 75 a?os. Pero en la pr¨¢ctica, los archivos de la NKVD y sus troikas ¨Clas comisiones extrajudiciales ten¨ªan tres miembros que, tras una investigaci¨®n simplificada y sin juicio, emit¨ªan sentencias y condenas-- son casi inaccesibles. ¡°Y la situaci¨®n es cada vez m¨¢s dif¨ªcil¡±, apunta el reputado historiador.
A mediados de marzo, un tribunal de Novosibirsk (Siberia) neg¨® al investigador Denis Karagodin la lectura de los documentos del caso de su bisabuelo, Step¨¢n Karagodin, y de otros represaliados. Una medida grave. Hasta entonces, hab¨ªan estado abiertos los archivos estatales --que almacenaban los dossieres del Partido Comunista, los ¨²nicos desclasificados--, como el de Novosibirsk, que prepara ahora la instalaci¨®n de una estatua de Stalin, financiada y reclamada por el Partido comunista local. Una bofetada en la tercera ciudad m¨¢s grande de Rusia, que el dictador visit¨® solo una vez y que acoge uno de los monumentos a los represaliados pol¨ªticos erigidos en Rusia.
¡°[El FSB] no quiere que se demuestre que, con acusaciones inventadas y juicios sin garant¨ªas, se ejecut¨® y conden¨® duramente a millones de personas¡±, se indigna el historiador y empresario Sergei Prudovski. Su abuelo, Step¨¢n Kuznetsov, fue uno de los llamados ¡®rusos de Harbin¡¯, ciudadanos enviados a construir el Ferrocaril del Este de China. A su vuelta, en 1935, se les recibi¨® como h¨¦roes. Dos a?os despu¨¦s, empez¨® su represi¨®n. Se les consider¨® esp¨ªas o agentes extranjeros de Jap¨®n o Alemania, miles de ellos fueron ejecutados.
Kuznetsov fue a parar a campos de trabajo. Pas¨® all¨ª casi 20 a?os. A su vuelta a Mosc¨², relat¨® la penosa vida en aquellos gulags en dos cuadernos de memorias. Prudovski, los encontr¨®. Y desde entonces se ha dedicado a investigar lo ocurrido con los ¡®rusos de Harbin¡¯. Su abuelo, cuenta en su despacho, en un barrio a las afueras de Mosc¨², hab¨ªa recopilado una lista de 20 nombres de otros represaliados. Y de ah¨ª fue tirando del hilo. Y no se cansar¨¢ de hacerlo. ¡°Voy a recurrir a todas las instancias para acceder a los casos¡±, se?ala.
La recuperaci¨®n de la memoria hist¨®rica es un tema enormemente espinoso en Rusia, que todav¨ªa vive al borde de una amnesia hist¨®rica. El cuerpo de Stalin fue sacado del mausoleo de Lenin en 1961. Sin embargo, a¨²n est¨¢ enterrado en la Plaza Roja, bajo la muralla del Kremlin. Y cada a?o, en el aniversario de su muerte, decenas de personas se acercan a dejarle flores.
En el pa¨ªs euroasi¨¢tico, el 19% de los j¨®venes dice no saber nada sobre la represi¨®n de Stalin; el 26% apunta que le es dif¨ªcil caracterizarla, seg¨²n una encuesta de 2016 del Centro Levada (independiente). Y aunque en los ¨²ltimos a?os se han erigido monumentos en memoria de las v¨ªctimas ¡ªel presidente Vlad¨ªmir Putin inaugur¨® uno en 2017¡ª y colocado algunas placas en las casas donde vivieron los represaliados las autoridades eluden el debate. ¡°Putin condena honestamente las represiones, pero reconocer que el Estado era criminal ¡ªy en la ¨¦poca sovi¨¦tica lo era¡ª es, para ¨¦l, una forma de cuestionar el estado de hoy¡±, opina el presidente de la ONG Memorial, que reclama el acceso total a los documentos del NKVD.
No lo tiene tan claro Ekaterina Vinokurova, del Consejo de Derechos Humanos de Rusia. ¡°Se puede difundir el nombre de las v¨ªctimas y sus casos, pero me surgen dudas sobre los miembros de las troikas y los ejecutores. Puede dejar una sociedad fragmentada y crear un clima de odio¡±, considera la activista, que desde hace unos d¨ªas colabora tambi¨¦n con la cadena estatal RT.
Memorial ¨Cque fue definida por las autoridades como ¡®agente extranjero¡¯, lo que ha dificultado su trabajo-- no tiene constancia de que algo as¨ª haya ocurrido nunca. De hecho, hay casos de familiares de ejecutores que han contactado a los allegados de represaliados para pedirles perd¨®n. Como en el caso de la familia Karagodin, que recibi¨® una carta de disculpas de una de las nietas de su verdugo.
¡°Est¨¢n enterrando la memoria hist¨®rica¡±, dice abrumado el actor Shajet. Con los pocos datos que ha conseguido y algunos fragmentos de conversaciones familiares que escuch¨® en su infancia, ha dibujado la figura de Pavel Zabotin. El hombre, que hab¨ªa sido ingeniero militar y luego de obra civil, fue detenido por robar supuestamente material en una de las obras en las que trabajaba y venderlo, cuenta Shajet al borde del llanto: ¡°Pero las troikas de la NKVD no se ocupaban de esos delitos. Si se descubre que es verdad me doler¨¢, pero quiero saberlo. Es la historia de mi familia, de mi patria; porque mi familia es mi patria¡±.
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