?Quiere usted ser o aparecer?: esa es la cuesti¨®n en la era de la campa?a perenne
Salvini es la proyecci¨®n hiperb¨®lica en la arena pol¨ªtica del ser humano com¨²n en busca de consenso constante en la vida privada. Quiz¨¢ la afecci¨®n m¨¢s com¨²n en Occidente
Ser o no ser, esa es la cuesti¨®n, apuntaba Shakespeare en el c¨¦lebre mon¨®logo de Hamlet. No hay sino un problema filos¨®fico realmente serio: el suicidio, se?alaba Albert Camus en el arranque de El mito de S¨ªsifo. Como diamantes, esas dos frases de titanes europeos compactan el impenetrable misterio del sentido de la vida. Pero en nuestro tiempo, tiene sentido preguntarse si el dilema central ha cambiado. Ser o aparecer: ?es esa la cuesti¨®n? En pol¨ªtica tambi¨¦n mucho apunta hacia ese horizonte.
Como en otras fases de la historia, Italia es un laboratorio pol¨ªtico pionero. Roma antigua fue el prototipo de mucha pol¨ªtica posterior; Mussolini lo fue de otros dictadores del siglo XX; Berlusconi, un precursor de Trump; Cinco Estrellas, vanguardista en el concepto de partido/movimiento participativo, constantemente activado y conectado por v¨ªas digitales. Hoy, en qui¨¦n hay que fijarse m¨¢s es en Matteo Salvini, hiperb¨®lico l¨ªder de la Liga. Gran porta bandera de la pol¨ªtica del aparecer, secuaz de la filosof¨ªa del gesto ¨Cen este sentido heredero menos culto y aventurero (pero quiz¨¢ m¨¢s eficaz) de Gabriele D¡¯Annunzio- y maestro de la comunicaci¨®n efectista y constante con la ciudadan¨ªa.
El corresponsal en Roma de este diario informaba ayer de una iniciativa que premia con una charla con Salvini a los seguidores que impulsan en redes con mayor celeridad y continuidad los mensajes de Il Capitano. El premio real obviamente es para Salvini la difusi¨®n de sus tesis y el conocimiento de los datos. El diario italiano La Repubblica apunta que en lo que va de a?o, Salvini ha desempe?ado solo 17 jornadas de trabajo completas en el Ministerio del Interior, del que es titular. En paralelo, en el mismo periodo, el peri¨®dico contabiliza 211 citas entre mitines, acontecimientos p¨²blicos, comparecencias varias. Hoy, en un gran acto en Mil¨¢n, buscar¨¢ coronarse como figura central de la ultraderecha europea.
Salvini es el arquetipo del pol¨ªtico en campa?a perenne. Es la proyecci¨®n hiperb¨®lica en la arena pol¨ªtica del ser humano com¨²n en busca de consenso constante en la arena privada: quiz¨¢ la afecci¨®n m¨¢s frecuente en las sociedades occidentales. El visitar un lugar y estar pensando m¨¢s en la foto que se postear¨¢ que en la comprensi¨®n profunda del mismo. Paulatinamente, las energ¨ªas parecen desplazarse del esfuerzo constructivo y reflexivo interior en la sombra, al empuje propagativo exterior, en la luz. Seducir antes que ser.
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Obviamente un tes¨®n feroz para tener proyecci¨®n p¨²blica es consustancial a la pol¨ªtica y no es algo nuevo; ni Salvini es el ¨²nico que lo busca. Pero probablemente en esta era pol¨ªtica se den circunstancias que acent¨²an esta propensi¨®n de la pol¨ªtica del aparecer ante la del ser.
En primer lugar, el crecimiento exponencial de las redes sociales como herramientas de comunicaci¨®n directa con los ciudadanos sin el filtro de la prensa representa una tentaci¨®n irresistible que desv¨ªa de la profundidad hacia la horizontalidad. Muchos pol¨ªticos evitan las redes; alguno, como el col¨ªder de Los Verdes en Alemania, Robert Habeck, se ha bajado llamativamente del carro tras un notable activismo digital. Pero son cada vez m¨¢s una reducida minor¨ªa.
En segundo lugar, la fragmentaci¨®n de los escenarios pol¨ªticos que se ha producido en Europa desde la gran crisis de 2008 exacerba una competici¨®n ya de por s¨ª brutal y eleva la necesidad de situarse, en cualquier momento del arco de una legislatura, ante el electorado.
En tercer lugar, pesa el aumento constante de la velocidad de la vida en general, vinculado al desarrollo tecnol¨®gico, fuerza a la hiperreactividad, dificulta la toma de tiempo para la reflexi¨®n.
No es un asunto menor. Precisamente Camus en El mito de S¨ªsifo apuntaba que es en el silencio del coraz¨®n que brotan las grandes obras (o el suicidio). Por la naturaleza de su trabajo, los pol¨ªticos nunca han gozado de gran silencio del coraz¨®n, pero ahora la cosa se hace cada vez m¨¢s extrema. Y ello plantea un dilema: ?buscar ese silencio a costa de perder proyecci¨®n? ?O intentar salvar de alguna manera el alma en medio de la carrera diab¨®lica?
En definitiva: ?intentar ser, con el riesgo de que nadie se entere? ?O buscar aparecer, aunque en realidad no haya nada que mostrar?
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