Trump y Biden trasladan la polarizaci¨®n que vive EE UU a la precampa?a
Los insultos entre el presidente y el favorito para enfrentarse a ¨¦l en 2020 marcan el tono rudo de la carrera e indican que a ambos les conviene atacarse sin piedad
No son las propuestas de uno, ni los valores del otro. No es la econom¨ªa, est¨²pido, ni siquiera la pol¨ªtica. Directamente, se trata de la aptitud para dirigir el pa¨ªs. Joe Biden es un ¡°perdedor¡±, un ¡°aletargado¡±, un ¡°tontorr¨®n¡±. Donald Trump, por su parte, es ¡°una amenaza existencial¡±. Ese es el tono, a cuatro d¨ªas de que el presidente anuncie oficialmente su candidatura, en el que se ha instalado la precampa?a para las elecciones estadounidenses de 2020.
Esta semana ha ofrecido motivos de peso para pensar que la lucha ser¨¢ en el barro. Joe Biden, 77 a?os, quien fuera vicepresidente con Obama, encabeza c¨®modamente todos los sondeos para hacerse con la candidatura dem¨®crata en las concurrid¨ªsimas primarias. Poco har¨¢ la contienda, de ser as¨ª, por curar las heridas de un pa¨ªs radicalmente polarizado. Porque a Biden y a Trump, a cada uno por sus motivos, les conviene atacarse sin piedad.
La mayor¨ªa de aspirantes a la candidatura dem¨®crata elude mencionar a Trump. En su discurso en Iowa el martes, Joe Biden pronunci¨® el nombre del presidente m¨¢s de 40 veces. A los que no ment¨® fue a sus 22 rivales dem¨®cratas. Biden se salta un paso. Su objetivo no es lograr la candidatura dem¨®crata, es algo m¨¢s importante: desalojar a Trump. Y busca presentarse como la ¨²nica candidatura con posibilidades de hacerlo.
El descenso de Biden al fango se sustenta en una convicci¨®n: le conviene alimentar a la bestia. En 2020, conf¨ªan los estrategas del m¨¢s centrista de los candidatos dem¨®cratas, el peor enemigo de Trump ser¨¢ el propio Trump. Cada insulto del presidente abrir¨¢ un poco m¨¢s la brecha que le separa de las mujeres suburbanas que le llevaron a la Casa Blanca en 2016, y que empezaron a darle la espalda en las legislativas del a?o pasado.
Al presidente, por su parte, se le acumulan los sondeos que indican que Biden estar¨ªa por delante de ¨¦l en los Estados clave que le dieron la victoria hace tres a?os. Por eso ataca a Biden e ignora al resto de candidatos dem¨®cratas. Ha dado indicaciones a su equipo, seg¨²n publicaba The New York Times, de que insistan en describirlo como d¨¦bil y viejo. La manera en que lo ridiculiza revela que el p¨²blico al que se dirige es el dem¨®crata, tratando de que elijan a otro candidato que cree que le har¨ªa menos da?o.
El martes por la ma?ana los noticieros ard¨ªan con los envenenados fragmentos que adelant¨® Biden del discurso que pronunciar¨ªa esa noche en Iowa. Desde el c¨¦sped de la Casa Blanca, el presidente entr¨® al trapo. ¡°Parece diferente de como era. Act¨²a de manera distinta. Le veo m¨¢s lento de lo que sol¨ªa ser... Es un tontorr¨®n¡±, dijo Trump. ¡°Preferir¨ªa enfrentarme a ¨¦l que a cualquier otro. Creo que es el m¨¢s d¨¦bil mentalmente. Los otros tienen mucha m¨¢s energ¨ªa¡±.
La estrategia tiene otra explicaci¨®n, esta en clave de primarias. Biden, la ¨²ltima esperanza del liberalismo cl¨¢sico estadounidense, se refiri¨® en Iowa a Trump como ¡°una amenaza existencial¡±, cuyas acciones atentan contra los ¡°valores centrales¡± de la naci¨®n. De la naci¨®n, ojo, no del partido, pues los valores de este, hoy por hoy, no tienen en Biden a su mejor representante.
Su propia trayectoria es la peor enemiga de Biden. Entr¨® en el Senado en 1973, y su hemeroteca es prolija en decisiones que chocan con la nueva l¨ªnea de un partido que tres a?os de Trump han escorado a¨²n m¨¢s a la izquierda. El tiempo que las televisiones han dedicado esta semana a la gresca es tiempo que no dedicaron, por ejemplo, al hecho de que Biden apoy¨® una medida que proh¨ªbe la financiaci¨®n federal del aborto. Biden est¨¢ c¨®modo lejos del debate de ideas. Por eso plantea una lucha existencial. T¨¢pense la nariz, dem¨®cratas millenials, y res¨ªgnense al voto ¨²til.
Conviene recordar que uno de cada cuatro dem¨®cratas que apoyaron a Bernie Sanders en las primarias no votaron despu¨¦s por Clinton en las presidenciales. Son 800.000 votos, diez veces m¨¢s que la suma de los m¨¢rgenes por los que Trump gan¨® en Michigan, Pensilvania y Wisconsin, tres Estados claves en su victoria. Convertido desde ya en el candidato a batir, los ataques a Biden de sus rivales no har¨¢n sino crecer en los pr¨®ximos meses, alienando m¨¢s a un sector de los dem¨®cratas.
Renunciar al giro a la izquierda, que llev¨® en noviembre al Congreso a flamantes figuras progresistas como Alexandria Ocasio-Cortez, es un paso atr¨¢s que para algunos dem¨®cratas ser¨ªa m¨¢s grave que cuatro a?os m¨¢s de Trump. Una derrota de Biden ante Trump enterrar¨ªa para siempre el proyecto de la vieja guardia que, para muchos, estaba acabado ya antes de la derrota de Hillary Clinton.
Esa es la realidad a la que se enfrenta Biden. La de un partido que debe decidir entre asentar su nueva identidad o tolerar a un candidato centrista que se presenta como el m¨¢s elegible. Su baza es la urgencia de acabar con la ¡°amenaza existencial¡±. Para ello, procede alimentar a la bestia.
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