Joe Biden: el dem¨®crata que tocaba demasiado
El veterano pol¨ªtico recibe cr¨ªticas por su estilo efusivo cuando decide si postularse a las primarias de 2020
Estados Unidos esperaba la decisi¨®n de Joe Biden sobre su candidatura a las primarias dem¨®cratas y lo que lleg¨® fue el MeToo.
Antes de que prendan los foros de amigotes en WhatsApp, indignados ante el linchamiento p¨²blico de un hombre decente a manos de hordas feministas, procede aclarar que nadie lo acusa de agresi¨®n sexual. Nadie duda de su decencia. No es Harvey ?Weinstein ni Bill Cosby. Su actitud no era furtiva, ni siquiera un secreto a voces. Suced¨ªa a plena luz, est¨¢ en los archivos gr¨¢ficos, en la memoria colectiva. El senador de Delaware (1973-2009) y vicepresidente durante la administraci¨®n de Obama ha sido, en sus propias palabras, un ¡°pol¨ªtico t¨¢ctil¡± aficionado a tocar para conectar con compa?eros de partido o interlocutores. Su comportamiento ¡ªque dio lugar al t¨¦rmino bidening (¡°bidenear¡±)¡ª no solo no era considerado inapropiado, sino que se ten¨ªa por un activo pol¨ªtico.
Biden es el curtido pol¨ªtico que part¨ªa como favorito en las primarias de los dem¨®cratas para las elecciones de 2020, a las que a¨²n no hab¨ªa decidido presentarse. Descendiente de familia cat¨®lica irlandesa de clase obrera, lleg¨® al Senado con 30 a?os como representante del Estado de Delaware, y supo hacer frente a varias tragedias personales que sigui¨® todo el pa¨ªs (su primera mujer falleci¨® en un accidente de coche, con su hija peque?a, a las dos semanas de haber sido ¨¦l elegido). Biden es pata negra dem¨®crata.
Pero, en la era MeToo, sus bromas, abrazos y besos se ven hoy bajo otra luz. ¡°No insin¨²o que violara la ley, pero las transgresiones que la sociedad contempla como menores (o que ni siquiera ve como transgresiones) a menudo son notables para la persona en el extremo receptor¡±, escrib¨ªa la semana pasada Lucy Flores, excongresista del Estado de Nevada, que acus¨® a Biden de haberse aproximado a ella por la espalda y besado levemente la cabeza, antes de salir al escenario para apoyarla en un acto electoral de 2014, de una manera que la hizo sentirse inc¨®moda.
He ah¨ª la clave. El MeToo ha movido el foco: de la intenci¨®n del hombre al sentimiento de la mujer. Biden dijo que nunca quiso actuar de manera inapropiada. Flores se?al¨® que la percepci¨®n de Biden no es lo relevante, sino c¨®mo sus acciones le hicieron sentir a ella. ¡°Biden debe comprender que en el mundo de hoy, el espacio f¨ªsico es importante para la gente y la clave es c¨®mo lo reciben, no tu intenci¨®n¡±, resumi¨® la veterana Nancy Pelosi, presidenta de la C¨¢mara de Representantes y una de las figuras m¨¢s poderosas del partido, antes de decir que no cree que todo esto le descalifique como candidato.
A Flores se sum¨® el lunes Amy Lappos, asistente de un congresista, que aclar¨® que la forma en que en 2009 el entonces vicepresidente roz¨® su nariz con la suya ¡°no era sexual¡±, pero la incomod¨®. Dos mujeres m¨¢s han dicho que la conducta del pol¨ªtico les hizo sentirse mal.
La candidatura de Biden parece que se tambalea antes de haber sido confirmada, pero el futuro del n¨²mero dos de Obama sigue siendo una gran inc¨®gnita. A la carrera del partido ya se han apuntado una quincena de aspirantes, pero Biden es quiz¨¢ el ¨²nico cuya participaci¨®n se daba por hecha (las encuestas lo colocan sistem¨¢ticamente como uno de los favoritos). En la carrera los candidatos m¨¢s populares se disputan el favor del ala m¨¢s a la izquierda, pero ¨¦l tiene el centro dem¨®crata despejado. Lleva meses amagando con el anuncio. Con 76 a?os, esta parece su ¨²ltima oportunidad.
Y sin embargo no se decide. Sus dudas en 2016 ya le valieron el sobrenombre de ¡°Hamlet de los dem¨®cratas¡±. M¨¢s all¨¢ de sus dudas, el problema que enfrenta Biden hoy es m¨¢s peliagudo. Est¨¢ bajo escrutinio por una forma de actuar que, parad¨®jicamente, le depar¨® en el pasado el cari?o del pa¨ªs. El colosal desaf¨ªo de Biden es conectar con un partido cada vez m¨¢s progresista. La brecha generacional es evidente. ?l entr¨® en el Senado cuando el hoy popular candidato texano Beto O¡¯Rourke usaba pa?ales y faltaban 16 a?os para que naciera la congresista estrella Alexandria Ocasio-Cortez. El aborto era ilegal y el consentimiento no era asunto de debate p¨²blico. Abrazos y coqueteos de los jefes, preguntas ¨ªntimas, bromas machistas. Generaciones de mujeres han tolerado en silencio comportamientos que ahora sus descendientes denuncian gracias al MeToo.?
Si da el paso, a Biden le espera una lucha contra su propia historia. Su zig?zagueante postura sobre el aborto. Su papel en 1991 como presidente del comit¨¦ durante la confirmaci¨®n del juez Clarence Thomas, donde Anita Hill fue humillada por el propio Biden (cuando testific¨® sobre el acoso sexual de Thomas). M¨¢s all¨¢ del MeToo, la campa?a sacar¨ªa otros fantasmas como el voto a favor de la guerra de Irak y el apoyo al levantamiento de regulaciones a la banca, contribuyendo a crear las condiciones para la crisis de 2008.
En la Casa Blanca contemplan desde la barrera una pol¨¦mica que algunos interpretan como una conjura del ala izquierda del partido. Pero el presidente no se pudo resistir y se mof¨® de Biden con un montaje de v¨ªdeo que difundi¨® por Twitter. Un peligroso alarde de hipocres¨ªa en alguien que pag¨® a actrices porno para silenciar aventuras y que alarde¨® de utilizar su fama para meter mano a mujeres sin su consentimiento.
Biden insiste en que ha aprendido la lecci¨®n para controlar su efusividad. ¡°Las normas sociales est¨¢n cambiando¡±, reconoci¨® en un v¨ªdeo el mi¨¦rcoles. ¡°Lo entiendo y he escuchado a estas mujeres. La pol¨ªtica para m¨ª ha sido siempre cuesti¨®n de conectar, pero ser¨¦ m¨¢s consciente de respetar el espacio personal en el futuro¡±. Un futuro que el Hamlet dem¨®crata sigue sin aclarar. Ser o no ser candidato. Reconocer que camina desacompasado con el partido al que ha dedicado m¨¢s de cuatro d¨¦cadas, o atreverse a lanzar una invitaci¨®n colectiva a marcar los l¨ªmites del MeToo, precisamente en el seno de una formaci¨®n que ha querido convertirlo en su bandera.
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