Los verdaderos amos de Tr¨ªpoli
Cuatro fuerzas paramilitares se reparten el control de la seguridad en la capital libia. El mariscal Hafter les acusa de lucrarse con fondos p¨²blicos
El distrito de Abuslim es el m¨¢s seguro de Tr¨ªpoli, seg¨²n el alcalde del ¨¢rea, Mohamed Abdul Hafit. A diferencia de otras zonas de la capital libia, salpicadas por puestos de control de paramilitares, el regidor dice que en su barrio no se necesitan check points. Cuando se le pregunta cu¨¢l es la f¨®rmula de su ¨¦xito responde: "En Abuslim vive gente de toda Libia, aqu¨ª no estamos separados por tribus, somos muy tolerantes".
La versi¨®n que ofrece un vecino con la condici¨®n de anonimato es distinta: "Abuslim est¨¢ controlado por la milicia de Abdul Ghani al Kikli, conocido como Gneiua. A este hombre lo puedes ver conduciendo solo por la calle, sin escolta. Mientras que su segundo lleva conductor, ¨¦l no lo necesita. Tiene fama de duro con los rivales y con su propia gente".
En Tr¨ªpoli hay cuatro grandes brigadas cuyos miembros odian la palabra milicia, aunque esa es la que se utiliza en la calle. "Si tienes que dirigirte a un miliciano", se?ala Mustaf¨¢, un habitante de Tr¨ªpoli que oculta su apellido, "lo mejor es que le llames afandi, que es la palabra que se usa aqu¨ª para dirigirse a los agentes de la autoridad. Le dices afandi y se pone m¨¢s ancho que la mar".
Adem¨¢s de la brigada de Gneiua, en Tr¨ªpoli ejercen una gran influencia la de Rada, tambi¨¦n conocida como Fuerzas Especiales de Disuasi¨®n. Est¨¢ comandada por Abdul Rauf Kara y controla el aeropuerto de Mitiga. En Mitiga hay una prisi¨®n con decenas de yihadistas, muchos de ellos pertenecientes al Estado Isl¨¢mico. Tanto en sus detenciones como en el encarcelamiento de sus presos, Rada act¨²a al margen del Gobierno de unidad. Y por supuesto, al margen de cualquier juez. "El aeropuerto de Mitiga", explica un observador extranjero, "es muy codiciado por las otras milicias porque ah¨ª se obtiene mucho dinero gracias al contrabando".
En la capital hay que contar tambi¨¦n con el Batall¨®n Revolucionario de Tr¨ªpoli, comandado por Haitan Al Tayuri, y con el Octavo Batall¨®n, tambi¨¦n conocido como Nawasi, controlado por tres hermanos. Estas cuatro brigadas son aliadas del Gobierno de unidad, apoyado por la ONU. Frente a ellas, Jalifa Hafter, el hombre fuerte del este del pa¨ªs, el mariscal que asedia Tr¨ªpoli desde el 4 de abril, suele decir que el Gobierno de unidad y su primer ministro, Fayed el Serraj, est¨¢n "secuestrados" por las milicias.
El mariscal afirm¨® la semana pasada, durante su ¨²ltima entrevista ¡ªconcedida a dos medios libios¡ª, que el objetivo de su operaci¨®n militar es terminar con "las milicias". Y las acus¨® de controlar los fondos del Banco Central de Libia, de practicar secuestros, chantajes, tr¨¢fico de migrantes y contrabando de combustible.
En Tr¨ªpoli hay todo un negocio alrededor del mercado negro de divisas. Y ese negocio, supuestamente, estar¨ªa controlado muy de cerca por la brigada de Tayuri, que es la que reina en el centro. Esta semana el cambio del euro estaba en 1,30 dinares libios, mientras que en el mercado negro un euro pod¨ªa venderse por 4,85 dinares. "El negocio para las milicias", explica un observador extranjero, "consiste en que el Gobierno les conceda cr¨¦ditos de d¨®lares o euros al cambio oficial para importar, por ejemplo, un mill¨®n de tornillos. Importan 100.000 y el resto de divisas las venden en el mercado negro".
"Las milicias controlan las sucursales de los bancos", explica Mustaf¨¢. "Ellos pueden retirar todo el dinero que quieran, mientras que los dem¨¢s solo podemos sacar unos 300 euros al mes. Y si quieres retirar m¨¢s, ellos se llevan una comisi¨®n. Tambi¨¦n les cobran comisiones a los restaurantes. Un amigo m¨ªo les paga el equivalente a 100 euros al mes. Y si no, le cierran el restaurante".
La situaci¨®n en Libia ser¨ªa relativamente f¨¢cil de manejar si solo existieran estas cuatro fuerzas paramilitares. Existen muchas otras diseminadas por el pa¨ªs. Hay tambi¨¦n grup¨²sculos al oeste de Tr¨ªpoli que controlan el tr¨¢fico de migrantes. Y, sobre todo, a solo tres horas de Tr¨ªpoli hacia el este se encuentran las poderosas brigadas de Misrata. Estas fuerzas est¨¢n llevando buena parte del peso en la lucha contra las tropas de Hafter. "Si se consigue expulsar a Hafter", explica Mustaf¨¢, "en buena parte ser¨¢ gracias a las milicias de Misrata. Y entonces es posible que los de Misrata quieran cobrarse la factura en Tr¨ªpoli".
Acusaciones cruzadas
El mariscal Hafter suele meter a todas estas brigadas en el mismo saco y les llama terroristas, mientras que a sus fuerzas las denomina Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN). Desde Tr¨ªpoli, sin embargo, los brigadistas acusan a Hafter de ser un "criminal de guerra" que ha "comprado" a otras milicias para combatir junto a ¨¦l y que trata con extrema dureza a los desertores. "Por supuesto que Hafter tambi¨¦n tiene milicias", asume Mustaf¨¢. "Por ejemplo, en primera l¨ªnea suele situar siempre a la milicia de Tarek Bin Yiad, que son unos salafistas muy brutos. Despu¨¦s, para mantener el orden en las ciudades del este ech¨® mano de antiguos polic¨ªas y militares gadafistas. Son del antiguo r¨¦gimen, pero profesionales. La diferencia es que, al parecer, la polic¨ªa militar de Hafter no act¨²a con total impunidad. Aqu¨ª en Tr¨ªpoli las milicias parecen impunes, casi nunca responden por delitos cometidos".
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