Martin Selmayr, el motor oculto de la Comisi¨®n Europea
La mano derecha de Juncker renuncia como secretario general, la c¨²spide de la Administraci¨®n comunitaria
Cr¨¢neo privilegiado. Sonrisa angelical. Y entra?as implacablemente pol¨ªticas. Martin Selmayr (Bonn, 1970) ha sido el imparable y oculto motor que ha marcado el ritmo de la Comisi¨®n Europea presidida por Jean-Claude Juncker desde 2014. Durante cinco a?os, la Comisi¨®n se ha movido bajo la batuta siempre exigente y a veces arbitraria de este funcionario alem¨¢n que la pr¨®xima semana abandonar¨¢ de manera abrupta el puesto de secretario general, c¨²spide del escalaf¨®n administrativo del organismo comunitario.
Su repentina ca¨ªda, desencadenada por la elecci¨®n de Ursula von der Leyen como sucesora de Juncker, deja a Bruselas con una mezcla de orfandad y alivio que tardar¨¢ tiempo en disiparse. Nunca antes un funcionario europeo hab¨ªa alcanzado tales cotas de influencia ni se hab¨ªa convertido en una suerte de personaje legendario que provoca escalofr¨ªos, de admiraci¨®n o de inquina, entre los 30.000 empleados de la Comisi¨®n.?
"Los cinco a?os de la Comisi¨®n Juncker ser¨ªan inconcebibles sin su contribuci¨®n", reconoci¨® el pasado mi¨¦rcoles el comisario europeo de Presupuestos y Recursos Humanos, el alem¨¢n G¨¹nther Oettinger, tras confirmarse que Selmayr deja el cargo.
Afable, brillante y con dominio de los tres idiomas bruselenses (ingl¨¦s, franc¨¦s y alem¨¢n), nunca esquiva una confrontaci¨®n dial¨¦ctica y encaja con aplomo igual que golpea con fuerza. Sus enemigos ven maneras dictatoriales donde sus aliados aprecian capacidad de liderazgo y gesti¨®n.
En todo caso, nunca ha perdido su sentido l¨²dico del poder que le ha permitido mantener los pies en la tierra mientras se codeaba hasta con Trump en la Casa Blanca pero que tambi¨¦n le ha llevado lanzar apuestas demasiado arriesgadas. Una de ellas, la de encaramarse a la secretar¨ªa general por la v¨ªa expr¨¦s, ha acabado provocando su destierro.
El 1 de agosto pasar¨¢ a ser "asesor" de Juncker antes de trasladarse a Viena para encargarse de la delegaci¨®n de la Comisi¨®n en Austria. Un destino insignificante para un eur¨®crata que en solo 15 a?os de servicio en la Comisi¨®n lleg¨® hasta lo m¨¢s alto del organismo.
Ingres¨® en la Comisi¨®n en 2004, a trav¨¦s de una oposici¨®n para abogados. Un jurista m¨¢s, en principio, aunque a sus 34 a?os ya hab¨ªa acumulado experiencia en el BCE y el FMI y en el sector privado (Bertelsmann). Su primer destino fue el departamento de portavoces, al servicio de la comisaria Viviane Reding. Y de inmediato qued¨® claro que hab¨ªa llegado para jugar muy fuerte.
Su acerada inteligencia y su pasi¨®n por la eficiencia ayudaron a la comisaria luxemburguesa a ganar tremendas batallas como la supresi¨®n de las facturas del roaming en los tel¨¦fonos m¨®viles o la lucha con el presidente franc¨¦s de la ¨¦poca, Nicolas Sarkozy, por el presunto trato discriminatorio de su gobierno hacia la poblaci¨®n gitana.
La salida de Reding en la Comisi¨®n en 2014 parec¨ªa marcar el final de la carrera de quien para entonces ya se hab¨ªa convertido en su jefe de gabinete. Pero fue precisamente el inicio de un ascenso hasta la c¨²spide por la v¨ªa m¨¢s inesperada.
Mientras muchos de sus colegas trepan lentamente por el escalaf¨®n a base de acumular a?os, m¨¦ritos o contactos, Selmayr se catapult¨® gracias a la invenci¨®n del llamado spitzenkandidat, puesto en marcha por el Parlamento Europeo en 2014. El proceso anim¨® a los partidos pol¨ªticos a presentar sus propios candidatos a la presidencia de la Comisi¨®n Europea, con la remota esperanza de que uno de ellos fuera aceptado por los presidentes de gobierno como l¨ªder del organismo m¨¢s poderoso de la UE.
Casi nadie en Bruselas aventuraba ning¨²n futuro a ese sistema. Y menos a¨²n, a que el candidato del Partido Popular Europa (PPE), un Jean-Claude Juncker a quien se daba por jubilado, pudiera llegar a tomar las riendas de la Comisi¨®n. Pero esos c¨¢lculos empezaron a cambiar cuando Juncker fich¨® a Selmayr como jefe de su campa?a electoral, una decisi¨®n que cambiar¨ªa el futuro del luxemburgu¨¦s y de toda la Comisi¨®n.
Golpe de poder
Selmayr cre¨® de la nada un aparato de propaganda y comunicaci¨®n que hizo imparable el nombramiento de Juncker tras la victoria del PPE en las elecciones de 2014. Lo hizo con la misma estrategia que ha aplicado siempre en la Comisi¨®n: su temida habilidad para rodearse de fieles y deshacerse de adversarios.
Una vez presidente, Juncker no dud¨® en hacer de Selmayr su jefe de gabinete, un puesto de confianza que con el alem¨¢n alcanzar¨ªa una dimensi¨®n desconocida. El Gobierno de Rajoy, atento a la mano que mov¨ªa los hilos, lleg¨® a concederle en 2016 la Orden de Carlos III, la m¨¢s alta distinci¨®n honor¨ªfica entre las ¨®rdenes civiles espa?olas. La inopinada concesi¨®n se interpret¨® como un cortejo preventivo al cerebro de Juncker ante la crisis catalana que empezaba a fraguarse.
Selmayr se convirti¨® en el presidente en la sombra, respetado y temido no solo por los altos cargos administrativos de la Comisi¨®n sino incluso por unos comisarios que, con may¨²scula sorpresa, ve¨ªan su poder pol¨ªtico sometido a la autoridad de un funcionario. "Los documentos m¨¢s sensibles no se aprobaban hasta que no ten¨ªan el visto bueno de Selmayr", apunta un alto cargo de la Comisi¨®n. A ese hiperdominio se atribuye, incluso, la salida de una comisaria, Kristalina Georgieva, que renunci¨® al cargo y se march¨® al Banco Mundial.
El sorprendente y probablemente merecido ascenso de Selmayr hasta la c¨²spide de la Comisi¨®n Europea sembr¨® las semillas de omnipotencia que han acabado provocando su ca¨ªda. "Pod¨ªa haber seguido controlando todo desde el gabinete pero cometi¨® el error de encaramarse a la secretar¨ªa general de la Comisi¨®n", se?ala una fuente diplom¨¢tica. Y no solo consigui¨® el cargo, sino que lo hizo en cuesti¨®n de minutos. Literalmente.
Su nombramiento se produjo en una de las reuniones m¨¢s pol¨¦micas y esperp¨¦nticas de la Comisi¨®n Europea en sus 60 a?os de historia. El anterior secretario general, un holand¨¦s a quien ya se consideraba sumiso a las ¨®rdenes de Selmayr, comunic¨® de repente su retirada. Una hora despu¨¦s, Selmayr era nombrado subsecretario general de la Comisi¨®n, escal¨®n necesario para hollar la cumbre. Y acto seguido, y sin levantarse de la mesa, los estupefactos comisarios europeos se vieron aceptando el nombramiento de Selmayr como secretario general.
La treta legal provoc¨® indignaci¨®n en Bruselas. El Parlamento Europeo inici¨® una revuelta contra lo que fue calificado, en una Resoluci¨®n, como ¡°un golpe de poder¡±. Selmayr, por una osad¨ªa imperdonable para un estratega de su altura, acababa de lograr la cima de su carrera y de desencadenar el alud que le arrastrar¨ªa un a?o despu¨¦s.
El secretario general hizo caso omiso de las cr¨ªticas. Incluso tram¨® continuar en el cargo tras la inminente salida de Juncker. Pero el grupo Popular del Parlamento, y en particular sus compatriotas alemanes, quer¨ªan su cabeza. Y en la reuni¨®n previa a la investidura de Von der Leyen, lograron que la candidata la entregase. Horas despu¨¦s, Selmayr anunciaba su renuncia.
Su partida no acaba con la leyenda. En Bruselas incluso se especula sobre su posible regreso, dispuesto a dar otra batalla hasta que le llegue su Waterloo. ?l ha asegurado que ha pasado p¨¢gina y desea iniciar otra vida. Detr¨¢s deja una estela imborrable para los funcionarios, diplom¨¢ticos y periodistas que le han sufrido o disfrutado. "Creo que la mayor¨ªa de la gente le est¨¢ agradecida. Pero incluso los que no lo est¨¢n, le respetan", resumi¨® Oettinger en la salva final.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.