Las dos Arabias del pr¨ªncipe heredero saud¨ª
El respaldo de la juventud a los cambios sociales promovidos por Mohamed Bin Salm¨¢n coexiste con el malestar por la represi¨®n y la falta de tolerancia a la cr¨ªtica
Competiciones deportivas internacionales, festivales que muestran la diversidad regional de un pa¨ªs que hasta ahora se pretend¨ªa monocolor y puertas abiertas para inversores y visitantes extranjeros. Arabia Saud¨ª intenta proyectar una imagen sin duda idealizada de s¨ª misma que se contradice con la crueldad de su guerra en Yemen, el encarcelamiento de activistas o el asesinato del periodista Jamal Khashoggi. A pesar de esos puntos oscuros, muchos saud¨ªes subrayan la realidad de unos cambios sociales que les hacen confiar en el futuro y respaldar a su impulsor, el pr¨ªncipe heredero Mohamed bin Salm¨¢n?(MBS).
¡°Volvemos a ser un pa¨ªs normal¡±, resume Mutlaq A., un joven economista, con genuino optimismo. Sus palabras se hacen eco tanto de la l¨ªnea oficial (que defiende que Arabia Saud¨ª se desvi¨® de su camino tras la revoluci¨®n iran¨ª de 1979), como del entusiasmo que los cambios sociales suscitan entre la juventud. Es un respaldo que se ha repetido de forma consistente en una veintena de entrevistas realizadas durante una semana en el marco de un viaje financiado por las autoridades saud¨ªes.
Tras a?os en los que Arabia Saud¨ª ha estado asociada con la cerraz¨®n religiosa y el terrorismo de los extremistas isl¨¢micos, el nacionalismo impulsado por el hijo del rey Salm¨¢n y gobernante de hecho del Reino del Desierto ha sido bien recibido por una parte considerable de sus 24 millones de s¨²bditos, un 75% de los cuales tiene menos de 35 a?os. M¨¢s all¨¢ de las expectativas de una apertura al exterior que garantice puestos de trabajo ante el ocaso del petr¨®leo, muchos encuentran un motivo de orgullo en ese repentino empe?o por sacar pecho en la escena internacional, plantar cara al rival iran¨ª y sacudirse los complejos ante el ¨¦xito de vecinos menores como Dub¨¢i.
Ziad, hijo de beduinos a quien los estudios en el extranjero han convertido en un trotamundos, reconoce que ¡°sol¨ªa ocultar que era saud¨ª¡± cuando coincid¨ªa con otros viajeros. Ya no m¨¢s. Este treinta?ero quiere que la gente vaya a su pa¨ªs y lo vea por s¨ª misma, al margen de que la monarqu¨ªa absoluta que les gobierna haga esto o lo otro, asunto en el que ni ¨¦l ni sus compatriotas tienen ninguna influencia.
¡°Los cambios son muy importantes sobre todo para las mujeres; no se trata s¨®lo de conducir, sino de la custodia de los hijos o de poder acceder a un pasaporte¡±, explica Afrah B., de 28 a?os, que se ha independizado de su familia y vive por su cuenta en Riad, algo impensable hace tan solo dos o tres a?os. Desde el exterior, apenas se alcanza a comprender lo que esas medidas han significado para las saud¨ªes. ¡°Siempre hab¨ªa pensado en irme fuera del pa¨ªs, pero ahora tengo mi trabajo, mi piso, mi coche y estoy contenta aqu¨ª¡±, manifiesta.
Es dif¨ªcil encontrar voces cr¨ªticas. Sin llegar al ominoso destino del periodista Khashoggi, las mujeres que lucharon por el derecho a conducir y contra el sistema de tutela del var¨®n est¨¢n encarceladas. Los medios de comunicaci¨®n se han convertido en ¨®rganos de propaganda, sobre todo en lo relativo a la guerra de Yemen. (¡°El periodismo est¨¢ muerto en Arabia Saud¨ª", conf¨ªa una veterana periodista ahora alejada de las redacciones).
¡°Por supuesto que hay oposici¨®n¡±, admiten los j¨®venes entrevistados. ¡°Los m¨¢s conservadores temen que se diluya su cultura, sobre todo en lo que afecta a las mujeres¡±, se?ala Afrah. "Se trata sobre todo de gente mayor que, adem¨¢s de ser una minor¨ªa entre la poblaci¨®n, por edad piensa m¨¢s en el pasado que en el futuro¡±, apunta Ziad.
¡°Nadie se atreve a llevar la contraria [al heredero] porque le tienen miedo¡±, afirma un diplom¨¢tico occidental, quien sin embargo ve algunos signos de que el poderoso gobernante se ha dado cuenta del efecto de sus errores e intenta pasar p¨¢gina.
En las primeras entrevistas que concede a medios internacionales tras la indignaci¨®n que suscit¨® el caso Khashoggi, el pr¨ªncipe Mohamed ha admitido a las cadenas estadounidenses CBS y PBS su responsabilidad como gobernante, aunque sigue negando que conociera y mucho menos ordenara el asesinato. Tambi¨¦n ha suavizado su postura respecto a las activistas detenidas. Si el a?o pasado les atribu¨ªa actuar como confidentes de servicios secretos extranjeros (en una entrevista con Bloomberg), ahora se escuda tras el respeto a las leyes de Arabia Saud¨ª, con algunas de las cuales dice no estar de acuerdo. Las acusaciones de cinismo no se han hecho esperar.
¡°Conf¨ªo en que mejore nuestra imagen, pero a veces me preocupa que a la vez que se est¨¢ produciendo esta apertura, se est¨¢ reduciendo la libertad de expresi¨®n¡±, declara Afrah. ¡°Tengo miedo de hablar, de despertarme un d¨ªa y acabar en la c¨¢rcel como les ha sucedido a algunas mujeres¡±, a?ade en referencia a las activistas. No obstante, se plantea que ¡°tal vez los cambios no fueran posibles si quienes est¨¢n en contra pudieran airear libremente sus discrepancias¡±.
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